Esta historia es una adaptación de unos de los libros de Cathy Williams, por lo tanto ninguno de los personaje me pertenecen, espero que disfruten la lectura.
CAPITULO 1
La noche estaba empezando a adquirir tintes surrealistas para SASUKE UCHIHA. Para empezar, nunca le había gustado protagonizar escenas en público, pero justamente eso era lo que le había ocurrido hacía una hora cuando su novia,o más bien su ex novia Sakura, que había tomado unas cuantas copas de más,había iniciado una riña y había acabado rompiendo con ella.
La verdad era que lo tenía que haber hecho hacía ya llevaba meses insistiéndole en que tenían que formalizar su relación y hablándole de su reloj biológico,pero él no había escuchado.Y lo peor era que había tenido que montarle aquella escena durante la cena de una exclusiva fiesta a la que los habían invitado,en casa de una pareja de diseñadores de moda.
Había tenido ocasión de comprobar lo cierto que era eso de que el alcohol soltaba la lengua, recordó con desagrado las lágrimas de Sakura, sus súplicas, sus gritos... todo delante de casi cuarenta personas.
Naturalmente se había ido, con intención de volver a su ático en Mayfair, pero...Miró de sos-layo a la joven castaña que iba sentada junto a él en el una de las chicas que habían estado trabajando de camarera en la fiesta,y con la que se había encontrado al salir.
Luego se había dejado convencer para acompañarla a tomar un café en un pub cercano,donde ella había acabado hablándole de sus sueño una historia que había oído mil veces: una chica bonita que soñaba con ser actriz leerse el inocente optimismo de la juventud en su rostro y en cómo gesticulaba entusiasmada mientras hablaba.
Lo había hecho sentirse viejo,y se había preguntado por qué, a pesar de la edad que tenía ya,no se había planteado aún dejar su vida de padre había muerto cuando él tenía poco más de veinte años,y su madre había fallecido ocho años después. ¿Sería por eso quizá, porque no tenía la presión de unos padres que le insistieran en que tenía que casarse y tener hijos, como era de rigor?
No sabía qué pensar. Lo que sí sabía era que aquella aspirante a actriz, aquélla tal Hanabi, había despertado en él un interés casi paternal.
Y ésa era la razón, concluyó en ese momento, por la que estaba sentado en aquel taxi con ella,La razón por la que había aceptado acompañarla a casa y tomar una copa con ella. Al menos no parecía que quisiese nada de él, y eso era algo inusual.
Unos quince minutos después llegaban a su destino. El taxi se detuvo, y Sasuke apenas pudo reprimir una sonrisa divertida cuando ella se negó a dejarle pagar, a pesar de que sin duda debía saber cuánto dinero tenía.
— No era mucho—Le dijo ella luego, a modo de explicación, mientras buscaba las llaves en el bolso.
Entretanto, Sasuke paseó la vista por los alrededores. Unos dies o quince años atrás aquel barrio, con las casas recién construidas, debía haber sido otra cosa, pero el deteriodo producido por el paso del tiempo lo había convertido en un lugar deprimente y gris, y cuando pasaron al interior de la vivienda esa primera impresión se acentuó.
Sasuke se había criado en un sitio como aquél. Su padre había sido un emigrante griego sin estudios que había servido en las casas de la gente rica y jamás había aspirado a mejorar su situación. Él, en cambio, había querido algo más. En un principio había sido sólo buscarse un empleo y ahorrar lo suficiente para poder ir a la universidad. Luego había ido consiguiendo trabajos mejores, y finalmente se había arriesgado a iniciar su propio negocio, y con mucho esfuerzo había logrado levantarse un imperio financiero. Ahora era él quien llevaba las riendas cuando abría la boca el mundo callaba y escuchaba.
Todo ese poder y esa riqueza habían venido acompañados de una casa en la playa y otra en el campo que raramente visitaba, un chófer, un helicóptero para los viajes urgentes, y un espacioso apartamento en uno de los distritos más caros de Londres.
Mientras Hanabi se quitaba las botas, Sasuke se volvió para cerrar la puerta. No oyó ruido alguno de pisadas, y sólo se dio cuenta de que había alguién más en la casa cuando oyó a la joven dar un gritito ahogado.
— ¡Hinata! ¿Cómo es que estás levantada?
—¿Quién... es ése? —Inquirió a su vez otra voz femenina.
Sasuke se volvió y se encontró con unos hermosos ojos blancos lavanda mirándolo con suspicacia. Era una mujer joven, aunque unos años mayor que Hanabi, bajita, sobre todo comparándola con ella, y no parecía que tuviera precisamente figura de modelo, aunque sus formas no se distinguían muy bien envuelta como estaba en una bata, debajo de la cual llevaba lo que parecía una pijama de rebajas.
—Hinata, de verdad que eres increíble. ¿Cuántas veces te he dicho que no me esperes levantada? Ya soy mayorcita; sé cuidar muy bien de mí misma.
La tal Hinata, fuera quien fuera, estaba mirándola como si lo dudara.
—No sé cómo puedes decir eso cuando acabas de entrar por la puerta con un completo extraño a la uno de la madrugada. Creía que habías dicho que ibas a volver temprano.
—Bueno, era temprano cuando acabé de trabajar, pero...Hinata, te presento a Sasuke; Sasuke Uchiha. Tal vez hayas oído hablar de él.
—Pues claro que no—Replicó la otra mujer irritada—. Sabes muy bien que no sé nada de los modelos con los que sales.
—¿Modelos?—Repitió él sin poder dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿ Y por qué estaba mirándolo aquella mujer con semejante desdén?—. ¿Cree que soy modelo?
—¿Qué sino?
—Hinata, por Dios. Tienes que disculparla, Sasuke; Hinata tiende a sobreprotegerme. Cree que un día de éstos acabaré siendo devorada por algún lobo feroz. Pero en fin, eso es lo que hacen las hermanas mayores, ¿No?
—¿Es tu hermana? —Casi exclamó Sasuke, Mirando perplejo a Hinata y luego a Hanabi.
—Sí—Le explicó Hanabi con una sonrisa—. ¿Verdad que es sorprendente? No tenemos nada en común, digamos que ella salio más a madre y yo a padre. Sabes en nuestra familia se caracterizan por el cabello castaño y los ojos perlas, pero hinata es diferente, su cabello es negro azulado y sus ojos son color lavanda, es normal que piensen que no es mi hermana... pero lo somos—Añadió yendo a darle un afectuoso abrazo a Hinata. Aun descalza le sacaba casi una cabeza a su hermana—. Sasuke ha venido porque lo he invitado a tomar una copa. ¿Te importaría servírsela tú? Yo tengo que ir al baño un momento.
Por supuesto que le importaba, pensó Hinata, pero antes de que pudiera replicar Hanabi se dirigía ya al piso de arriba, subiendo los escalones de dos en dos, como hacía desde que era una niña. ¿Cuándo crecería y se daría cuanta de que el mundo no era un cuento de hadas? Hanabi seguía pensando que todo el mundo era bueno Hinata se volvió hacía el tal Sasuke y lo miró fijamente. Era bastante más alto que ella y peligrosamente guapo. Tenía unos rasgos bien definidos y sensuales, como si hubiesen sido esculpidos con un cilcel, y tenía los ojos y cabello negro. Probablemente no era más que un actor de segunda, se dijo.
—Dime, hermana Hinata...¿ Siempre esperas a Hanabi levantada cuando vuelve tarde a casa?
A Hinata no le pasó desapercibido el sarcasmo en su voz, pero se negó a picar el anzuelo y se limitó a mirarlo con desdén antes de girarse sobre los talones y dirigirse a la cocina. Sasuke la siguió y se sentó en una de las sillas que había en torno a una mesa redonda de madera de pino mientras ella preparaba café. Parecía que había decidido que nada de copas.
—No voy a disculparme por haber sido grosera con usted, señor Uchiha—Le dijo ella—, pero hanabi ya ha tenido bastantes desengaños con tipos guapos y superficiales, y no voy a permitir que vuelvan a hacerle daño.
Abrió un aparador y sacó de él una taza de cerámica.
—Puede que Hanabi crea que no necesita que nadie cuide de ella, y sé que es más que capaz de llevar las riendas de su vida, pero es demasiado confiada. Aparece un hombre como usted, un actor de tres al cuarto, y...
—¿Un actor de tres al cuarto?
Ella lo ignoró por completo y siguió hablando.
—... Y siempre acaban rompiéndole el corazón.
—Y por eso te has convertido en su perro guardían. Qué noble por tu parte—Dijo Sasuke—. ¿Y Hanabi aprecia ese exceso de celo por tu parte... o sólo das estos discursos a sus espaldas? Siento decepcionarte, pero no soy un modelo con la cabeza hueca que se acuesta con la primera mujer guapa que se le pone por delante, ni tampoco soy actor.
—Modelo, actor, director... ¿Qué más da? Todo es lo mismo—Respondió ella encogiéndose de hombros. Le sirvió el café y le plantó la taza delante—. Hanabi acaba de salir de una relación que acabó mal; Sólo estoy asegurándome de que no vuelva a engatusarla otro hombre sin escrúpulos.
Antes de que Sasuke pudiera responder, Hanabi reapareció, disculpándose con él por haber tardado tanto, pero es que no podía esperar para darse una ducha necesitaba quitarse de encima el olor a tabaco.
—¿Qué?, ¿Habéis estado conociéndoos un poco? —Les preguntó alegremente antes de ir a servirse un vaso de agua del grifo.
Luego se volvió hacia ellos y se apoyó en la encimera.
—Oh, sí, ya lo creo; y estamos descubriendo que nos llevamos a las mil maravillas—Contestó Sasuke, dirigiéndole una sonrisa sarcástica a Hinata.
—Qué bien, cuánto me alegro—Dijo Hanabi antes de volverse hacia su hermana—. Sasuke ha roto con su novia esta noche, en la fiesta en la que yo estaba trabajando como camarera, y siempre viene bien tener compañía cuando uno está en sus horas más bajas.
Hinata enarcó las cejas.
—No estoy en mis horas más bajas ni mucho menos, Hanabi—Replicó Sasuke forzando una sonrisa, consciente de los ojos de Hinata fijos en él—. de hecho, aunque ha sido ella quien me ha dicho que quería que rompiéramos, nuestra relación iba cuesta abajo desde ya tiempo. Sakura no ha hecho otra cosa más que lo que probablemente yo habría hecho mañana o pasado.
¿Por qué estaba dándole explicaciones a dos mujeres a las que no conocía de nada?
—¿Y por qué fue a esa fiesta con ella si quería poner fin a su relación? —Inquirió Hinata—. Seguro que la pobre creía que de verdad sentía algo por ella.
Sasuke apretó los dientes.
—Nádie que la conozca la llamaría «Pobre».
—Aun así... —Replicó Hinata, dejando la frase en el aire.
—Aun así, ¿Qué? —Inquirió él.
-Bueno, pues que debe ser terrible romper con alguien delante de un montón de gente. Es lo que pienso siempre que abro el periódico y leo la historia de una esas parejas de famosos que acaban aireando sus trapos sucios en público. Debía estar muy desesperada.
Sasuke se puso de pie. No tenía que quedarse allí escuchando aquello.
-Creo que ya es hora de que me vaya.
—¿Tan pronto? —Dijo Hinata con cinismo—. ¿Quiere que le pidamos un taxi? Por aquí no encontrará ninguno; este barrio no es lo bastante céntrico—Se volvió hacia su hermana—. Hanabi, se te ve agotada; ¿Por qué no te vas a la cama? yo esperaré hasta que nuestro invitado se marche.
—No seas tonta, Hinata—Replicó Hanabi ahogando un bostezo—. He sido yo quien lo he invitado. No puedo invitarlo a tomar una copa y luego desentenderme de él.
—Pues yo ya me he ocupado de todo como ves.
-Sí, ya lo veo—Contestó Hanabi divertida, echando un vistazo a la taza de café sobre la mesa, que Sasuke ni había tocado—. Hinata no bebe mucho—Le confió a Sasuke con una sonrisa—, ¿Verdad, Hinata?
-Estoy segura de que al señor Uchiha no le interesa si bebo o no.
—Sasuke; Me llamo Sasuke —Le dijo él irritado.
Hinata lo ignoró por completo.
-Vamos, Hanabi, se te cierran los ojos. Anda, vete a la cama; yo despediré al señor Uchi...a Sasuke.
-Pero es que...
-Yo puedo levantarme un poco más tarde—Le insistió Hinata—. Tú vas al gimnasio a primera hora.
—Lo sé, pero...
Hinata empujó a su hermana fuera de la cocina.
—Nada de peros. Estás cansada, y a mí no me cuesta nada quedarme un momento hasta que venga el taxi.
—Bueno, si estás segura...
Tan pronto Hanabi hubo desapareció escaleras arriba, Hinata volvió a la cocina. Sasuke, que se había quitado la chaqueta y estaba apoyado en la pared, se quedó mirándola al verla entrar.
De pronto Hinata recordó cómo iba vestida y sintió vergüenza. Se ciño un poco más el cinturón de la bata. Debajo llevaba un pijama de algodón, y la camisa tenía unos dibujos de renos. Se lo había regalado una amiga por Navidad, y era muy cómodo, pero si aquel hombre lo viera perdería la imagen de persona seria y adulta que estaba intentando transmitir.
-Déjame adivinar—Dijo él acercándose a ella—; Estás a punto de empezar a bombardearme de nuevo con toda tu artillería pesada ahora que has mandado a Hanabi a la cama.
—No la he «Mandado» a la cama.
—Pues no sé cómo lo llamas entonces. En fin, llamemos a ese taxi y acabemos con esto —Respondió él.
Hinata se sacó un teléfono móvil de la bata, se sentó, y tras buscar en la agenda del aparato el número del servicio de taxis pulsó y esperó. La persona que atendió la llamada le dijo que el taxi estaría allí en unos quince minutos.
Quince minutos, se repitió Hinata para sus adentros después de colgar. Tenía quince minutos para ponerle las cartas sobre la mesa a aquel tipo, y no iba a malgastar ni un segundo.
Sin embargo, no pudo abrir la boca siquiera. Sasuke fue hasta ella, y puso una mano en el respaldo de la silla y otra en la mesa, haciéndola sentirse como un animalilloo a merced de un ave de presa.
—Antes de que digas nada, Creo que ahora me toca hablar a mí, ¿No te perece? —Le dijo con una sonrisa.
Hinata se negó a dejarse amedrentar. ¿Quién se creía que era? inspiró profundamente, tratando de calmarse, pero se descubrió admirando fascinada lo oscuros que eran sus ojos vistos de cerca.
—Creo que deberías buscarte una vida y dejar que tu hermana viva la suya —Le dijo él con aspereza—. ¿Te parece que es normal que las esperes levantada como si fueras una gallina clueca para asegurarte de que vuelve a casa sana y salva? tal vez te lo parezca, pero a mí, y estoy seguro de que la mayoría de la gente opinaría igual, me parece que es bastante triste.
Hinata se sonrojó, y durante unos instantes se quedó sin palabras. Una parte de ella sabía que lo que estaba diciendo era verdad, pero el cuidar de Hanabi se había convertido en un hábito, le costaba irse a la cama y despreocuparse. sus padres habían fallecido cuando ellas eran aún muy pequeñas, y se habían ido a vivir con sus Tíos. Éstos decían de sí mismos que eran viajeros en busca del sentido de la vida, pero Hinata había descubierto durante su infancia y adolescencia que aquello en realidad significaba que llevaban una existencia de nómadas, yendo de un lado a otro sin preocuparse de cómo les había afectado a Hanabi y a ella.
Hinata tenía casi siete años más que su hermana, y se había impuesto el ser la persona seria y responsable de la familia; alguien en quien Hanabi pudiese apoyarse. Llevaba cuidando de ella desde los diez años, pero Hanabi había cumplido ya los veintidós. Ya vez él tuviese razón y no fuese normal que se quedase levantada para esperarla.
-Me da igual lo que pienses—Replicó a pesar de todo.
-¿Qué crees que daría tu hermana si supiese que estás«Sugiriéndome» que me aleje de ella?
—Estoy segura de que comprendería que lo hago porque me preocupo por ella.
-O quizá opinaría que estás coartando su libertad; que no le estás dejando vivir su vida.
—¿Quién te crees que eres para decirme lo que debo o no debo hacer? —Le espetó Hinata.
-Pues desde luego no soy un modelo, ni un actor, ni tampoco un director de cine—Contestó él, acercando una silla a la de ella para luego tomar asiento también—; Soy empresario.
—Me da igual en qué trabajes. la cuestión es que estoy segura de que eres de esa clase de hombre que al final siempre acaban rompiéndoles el corazón a las mujeres que se les acercan, y luego hacen otra muesca en su revólver.
Sasuke estaba furioso. Nunca había sido atacado de ese modo por una persona que ni siquiera lo conocía. Tenía la conciencia muy tranquila a ese respecto. Jamás había cometido el error de hacer promesas que luego no tuviese intención de cumplir. Nunca había hablado de amor ni de compromiso a ninguna de las mujeres con las que había estado.
Se puso de pie y salió de la cocina con Hinata detrás de él.
Hinata había agotado toda su munición, ya no quedaba nada que decir. Sasuke debía estar pensando lo mismo porque cuando llegaron al vestíbulo se puso la chaqueta en silencio, y sólo se volvió a mirarla cuando iba a marcharse; cuando tenía la mano en el pomo.
—Gracias por el café... Y por la advertencia—Le dijo con tirantez, a pesar de que no había tomado ni un sorbo—. Si me lo permites, acepta también un consejo de mi parte: búscate algo que hacer los sábados por la noche. Así tal vez no te pongas nerviosa, preguntándote que estará haciendo tu hermana.
Dicho eso abrió la puerta, y por suerte no tuvo que esperar, porque justo en ese momento llegaba el taxi.
Al llegar a casa, todavía furioso por cómo lo había insultado aquella mujer, vio que tenía un mensaje en el contestador. Era Sakura, que le pedía disculpas por lo ocurrido con voz temblorosa. Sasuke no se molestó en escucharlo hasta el final, sino que lo borró directamente, y mientras se quitaba la chaqueta se encontró otra vez pensando en esa condenada Hinata. ¿Quien se creía que era?, ¿Un ángel vengador?
El ángel vengador estaba en ese momento en su cama. Hacía ya casi una hora desde que aquel hombre detestable se había marchado, y todavía estaba despierta, mirando el techo. Las palabras que había pronunciado antes de marcharse se le habían clavado en el alma como dardos certeros.
Lo que más detestaba de todo era que le había dicho era la verdad. Tenía veintinueve años y allí estaba, haciendo de niñera de una hermana que ya no necesitaba que la cuidaran.
¿Cuándo iba a pensar en ella? Sus Tíos, Hizashi y Ami, Habían hecho todo lo posible para animarlas a las dos a llevar una vida despreocupada. Les habían dicho siempre que el mundo era un lugar maravilloso y fascinante por descubrir, que tenían que ser curiosas y dejarse educar por la «Escuela de la vida».
El problema era que a ella la existencia nómada a la que las habían arrastrado sus tíos nunca la había hecho feliz. El ir de un lado a otro sin permanecer mucho tiempo en ningún sitio no había conseguido sino desestabilizarla, y su forma de protestar había sido una reberdía callada. Se había negado a la comida vegetariana en que insistían sus tíos, empeñandose en que prefería las hamburguesas, pizzas, y patatas fritas, y se había encerrado en sus libros de estudio y de lectura hasta que la habían dado por imposible y habían dejado de decirle que tenía que salir más y divertirse.
Luego había entrado en la universidad, y se había esforzado al máximo para más tarde encontrar un buen trabajo, poder comprar una casa, independizarse, y conseguir lo que durante todos esos años les había faltado a Hanabi y a ella: Estabilidad.
Claro que por el camino se había perdido muchas cosas y Hanabi iba de trabajo temporal en trabajo temporal mientras se presentaba a prueba para anuncios y obras de teatros para la mayoría de los cuales no llegaban a seleccionarla finalmente. Y eso sin contar con todos los hombres equivocados que habían ido pasando por su vida.
Tenía que hablar con ella sobre eso, pero sabía que no conseguiría nada sacando el tema al día siguiente, así que decidió que esperaría a encontrar el momento adecuado.
Ese momento se dio unos días después, en una de esas raras noches en que ambas estaban en casa y en las que ni Hanabi tenía que salir corriendo a trabajar ni Hinata llegaba tarde de la oficina.
Estaban las dos sentadas en la cocina, cenando pasta. Sin alzar la vista de sus espaguetis, Hinata le preguntó a Hanabi en un tono lo más desinteresado posible:
—¿Has vuelto a ver a ese tipo... No recuerdo cómo se llamaba... ése al que trajiste a casa hace un par de semanas?
Hanabi, que estaba llevándose el tenedor a la boca, lo bajó, miró a Hinata, y sonrió.
-Oh, te refieres a Sasuke; Sasuke Uchiha. Pues la verdad es que he vuelto a verlo dos veces.
Hinata casi se atragantó y tuvo que beber un vaso de agua.
-¡¿Dos veces?! Pero yo creía que no habías vuelto a verlo. No me habías dicho nada.
-Pensaba decírtelo, Hinata, pero...
—¿Pero qué? —Inquirió Hinata pinchando un champiñón con saña.
—Bueno, es que pensé que me reñirías. Además Sasuke tiene la impresión de que no te cayó muy bien. Me ha contado que después de pensar que era un modelo creíste que era un actor y que lo llamaste«Actor de tres al cuarto» —Comentó Hanabi riéndose—. Ojalá hubiera estado allí para poder ver su cara cuando lo dijiste. Cuando me lo contó estaba completamente indignado, y ya habían pasado varios días.
-Bueno, sí, puede que lo llamara eso—Murmuró Hinata sonrojada—, Pero...Hanabi...No quiero alarmarte, pero no me parece que sea un hombre de confianza.
—¿Qué quieres decir?
—Pues que es natural que te sientas atraída por un hombre porque es guapo, o porque tiene dinero.. Pero deberías tener cuidado.
-Creo que ya sé dondé quieres llegar—Dijo Hanabi con un suspiro—. Lo dices porque no he tenido mucha suerte en ese aspecto, ¿No?
Hinata asintió, aliviada de que pareciese dispuesta a escucharla.
—Pero creo que te equivocas con Sasuke, Hinata— Continuó Hanabi—. De veras, no me he dejado impresionar por su atractivo ni por su dinero; es sólo que... No sé, es un buen tipo.
¿Un buen tipo? ¿Estaban hablando del mismo hombre?
—Si lo conocieras mejor estoy segura de que pensarías lo mismo que yo—Insistió Hanabi—. De hecho...
—¿Qué? —Inquirió Hinata cuando Hanabi se quedó callada.
—Bueno, iba a decirte esto más tarde, pero... fíjate si es simpático que nos ha invitado a las dos a una fiesta que va a dar el próximo sábado. A pesar de que lo llamaras «Actor de tres al cuarto» —Le dijo entre nuevas risitas—. Y me insistió en que fuéramos las dos. ¿No te parece que es un encanto? Claro que tendremos que ir de tiendas, porque la fiesta va a ser en un club nocturno muy exclusivo del que es dueño, y va a haber un montón de gente importante: Directores, productores... Oh, Hinata, ¿No te parece emocionante?
—No mucho—Contestó Hinata, Sientiendo que el pánico se apoderaba de ella—. Quiero decir que...No sé, Hanabi...
—Tienes que darle una segunda oportunidad, Hinata —Le dijo Hinata. Y entonces, se sacó de la manga el as que siempre le funcionaba con ella—. Además, si de verdad me quieres, vendrás.
NOTAS FINALES DEL CAPITULO:
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