Capítulo I: Tal vez es… ¿Amor?
Esto no era para nada normal en mi, era un sentimiento nuevo que invadía mi mente y mi corazón cada insignificante vez que lo veía o cuando lo sentía a mi lado. Y cuando escucho su voz e inclusive cuando lo veo sonreír, siento como cada minúscula molécula de mí ser se estremece y se sienten flotar en una nube. Me lo he cuestionado muchas veces ya, ¿será esto a lo que llaman las personas, Amor? ¿Tal vez es amor? Si era así se sentía bien, demasiado bien… Pero entonces, ¿por qué sentía tanto miedo?
Era un día común y corriente, todo seguía su ritmo habitual, la gente entraba y salía de la tienda, jugaban o pasaban el rato con sus amigos. Yo, lo único que podía hacer era observar y empeñar mi papel como el manager. Tome un cigarro nuevo y lo encendí, dándole en el acto una suave y larga calada.
Mire el reloj colgado de la pared y confirme que ya era la hora en la que llegaban Haru y sus amigos, divertido y seguro conté los segundos restantes para que apareciesen ante mí con todo su revoloteo como era habitual en ellos, 5… 4… 3… 2… 1…
-¡Micchan!-escuche fuerte y claro la voz de mi imperativo primo llamarme enérgicamente.
Lo vi entrar con una gran sonrisa de oreja a oreja, detrás de él se acercaban Shizuku, Sasayan, Yamaken con su sequito y por ultimo Natsume, esta ultima entraba sin muchos ánimos y con la mirada clavada en el suelo.
-Hola chicos-les salude animadamente.
Todos respondieron a mi saludo menos Natsume, preocupado le pregunte:
-Natsume-chan, ¿estás bien?-la mire preocupado y le sonreí cuando vi que levanto lentamente su cabeza para mirarme, su pelo estaba más revuelto de lo usual, se veía cansada y sus ojos reflejaban un ápice de tristeza, y para mi seguía estando hermosa. Pero, ¡¿qué demonios estoy pensando?! No puedo pensar en ella de esa forma, simplemente ¡no puedo! De repente salí de mis cavilaciones al escuchar cómo me respondía:
-Micchan… Te lo digo después… Espérame en la azotea cuando todos se vayan, ¿de acuerdo?-murmuro titubeante, dio media vuelta y se alejo de mi para acercarse con los demás que ya estaban reunidos en los mobiliarios de la tienda.
Si no fuese porque se mantener la cordura, mi cigarrillo hubiese caído al suelo por la impresión. Estaba bastante extrañado y preocupado pero decidí calmarme y acercarme a los chicos para hablar con ellos y para tal vez calmar los latidos salvajes de mi corazón…
