A/N: ¡Hola a todos! A aquellos que no habéis leído nunca mis historias, ¡bienvenidos! Y a los que sí, ¡lo prometido es deuda! A través de otra historia que publico sobre Haikyuu tanto aquí como en Wattpad decidí hacer una encuesta y determinasteis que el protagonista de esta historia sería Kenma con un poquito más del 60% de los votos. Muchas gracias a todos los que participasteis, desde luego que esta historia es para todos vosotros.
En otro orden de cosas, tengo varias cosas que explicar de este fanfic. No será un fanfic del todo corriente. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que los capítulos consistirán en momentos puntuales en la vida de Kenma y la otra protagonista de este fanfic de la que, por el momento, no revelaré el nombre ;-) Se irán dando pequeños saltos en el tiempo a través de las estaciones (de ahí el título), aunque habrá capítulos que no pertenezcan a la línea temporal del fanfic (ya me entenderéis llegado el momento. Es más fácil de lo que parece). Tengo el primer capítulo escrito ya, pero no lo subiré hasta que regrese de mis mini vacaciones la semana que viene. Para ir abriendo boca, os dejo el prólogo.
También, deciros que, como es habitual en mí, la música me inspira muchas veces las historias. Nacen de una pequeña escena muy concreta que me evoca una canción y, a partir de ahí, voy construyendo una historia. En este caso, la culpable es una canción titulada Living Dolls del grupo One Ok Rock, una de mis favoritas y que os recomiendo que escuchéis (hay muchas traducciones por YouTube) porque creo que expresa a la maravilla los sentimientos de cada uno de los personajes. De hecho, he elegido una frase en concreto para este fanfic.
Y, ahora sí, disfrutad del prólogo.
Haikyuu y sus personajes no me pertenecen
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ESTACIONES
"Si puedo tocar tu corazón, puedo saber lo que sientes
Tengo la sensación de que todo está siendo fabricado
La gente permanece sin nombres, excepto yo
Todos con el mismo aspecto, como las muñecas"
Prólogo
¿Qué es el amor a primera vista?
Mucha gente se podría haber planteado esa misma pregunta alguna vez a lo largo de su vida. No obstante, él ni siquiera había llegado a cuestionarse qué era el amor o, si alguna vez, a sus dieciséis años, había estado enamorado. Aquellos pensamientos, carentes de sentido para él, nunca habían tenido espacio en su mente, más ocupada en otros menesteres que nada tenían que ver con temas de semejante índole.
Si él nunca se había preguntado qué era el amor, mucho menos lo había hecho por ese concepto del amor a primera vista. Había visto descripciones de ese efecto que se producía en el cuerpo humano en películas, sobre todo americanas, en las que una especie de luz blanca toca el corazón de alguien. Según tenía entendido, muchas personas soñaban con experimentar algo semejante, un flechazo inminente. Él, en cambio, nunca había creído en ese amor a primera vista y mucho menos de la manera en la que se lo habían descrito.
¿Por qué él no creía en ello? Porque, por mucho que los demás pensaran que las relaciones sociales no le interesaban lo más mínimo, que vivía refugiado en un universo de ficción al que accedía a través de sus videojuegos, solía fijarse de vez en cuando en las personas y más todavía en aquellos a los que tenía cerca. No creía en ello porque a ese instante que la gente se empeñaba en calificar como amor a primera vista, él lo llamaba atracción. El amor, para él, y sin tener ninguna experiencia en el ámbito, debía de ser algo más que una simple visión de una persona. Porque, en ese momento, lo primero que se ve es el físico, lo superficial, el envoltorio de un caramelo donde lo realmente importante está debajo. Para llamar a ese sentimiento amor, primero tendría que comenzar con el descubrimiento del interior de la persona, disfrutando de lo que se descubre y queriendo seguir indagando en ella. Hasta que, entonces, un día caes en la cuenta de que no puedes dejar de pensar en esa persona.
O, al menos, así era cómo sentía que debía ser. Porque así era en el caso de sus padres y esa era la única clase de amor que había conocido en toda su vida.
No obstante, muchas veces nuestras convicciones se ven amenazadas y, por mucho que intentemos negar lo evidente, deberíamos terminar por rendirnos, aceptar que estamos equivocados. Y eso fue lo que, un día, le pasó a él. Era un día cualquiera, un día dentro de su rutina de clases y entrenamientos que terminó por ser afectado por un pequeño e insignificante cambio que le terminó llevando a una zona de su escuela que nunca llegó a pensar que conocería y que ni siquiera sabía que existía. Aquel momento, que creyó que jamás experimentaría, se convirtió en una visión maravillosa.
La recordaba como una figura etérea danzando en el centro del universo. Sus pies se deslizaban sobre el hielo con un silencio sobrecogedor, dando vueltas y girando sobre sí misma. Apreció con atención las delicadas líneas de su cuerpo dibujarse bajo la tela ajustada de su ropa de color negro. Su piel, blanca como la nieve, contrastaba irradiando luz bajo el foco que la apuntaba. Su larga cabellera negra se mecía al compás de una melodía inexistente, ocultando su rostro por la inercia y el impulso de sus movimientos. Recordó también verla saltar y caer sobre su pie izquierdo, extendiendo los brazos a los lados, con elegancia. Sus finos y rosados labios se entreabrieron, dejando escapar un corto suspiro que impregnó levemente el ambiente de una pequeña nube de vaho que se desvaneció en la oscuridad que parecía estar esperando para engullirla y arrastrarla hacia el abismo, donde él, hechizado, estaría dispuesto a seguirla.
A pesar de esa experiencia que tuvo a los dieciséis años, con el paso del tiempo se reafirmó en el hecho de que ese amor a primera vista no es tan evidente como en las películas. Pero no es menos cierto que, cuando la ves por primera vez, es porque en ella percibes algo diferente de las demás personas. Puede ser su sonrisa, el brillo de sus ojos, su cuello de cisne, la forma de moverse o el reflejo de la luz en su pelo. Muchas veces esperamos que nuestro amor se muestre de manera evidente, con un cartel con letras de neón, pero, en realidad, ese cartel se nos muestra escondido o, simplemente, está escrito en un idioma que no entendemos, que por muy grande y evidente que sea somos incapaces de comprenderlo.
Esta es la historia de un joven que no creía, que era incapaz de interpretar lo que ese cartel le decía. Es la historia de un joven que, aunque formaba parte de algo, buscaba la soledad y un lugar en el que sentirse protegido ante la ansiedad que le producía el inmenso mundo que le rodeaba. Y lo que menos se habría imaginado es que ese lugar, el único lugar en el que había deseado estar de verdad, se encontraba en una única persona.
~ ¡Nos leemos!
