Era pronto, muy pronto, las tiendas del Callejón Diagon estaban abriendo sus puertas a los pocos magos y brujas que paseaban a esas horas. Hermione iba cabizbaja hacia Florish & Blotts para comprar los libros del nuevo curso. A pesar de que solo estaban a principios de Agosto, se había levantado temprano y había decidido no pasar otro dia encerrada en casa. Ese verano estaba resultando bastante aburrido ya que todos sus amigos estaban ocupados: Ron y Ginny habían ido con toda su familia a Rumania a ver a su hermano Charlie; Harry estaba encerrado con sus tíos en Privet Drive. Estaba bastante preocupada por él, la muerte de Sirius le había afectado muchísimo, llevaba todo el verano sin contestar ninguna de sus numerosas cartas. Y por último, sus padres habían decidido hacer una segunda luna de miel a Australia, por lo que Hermione ya llevaba dos semanas metidas en casa, aburrida sin más compañía que su gato.

"Tengo que hacer más amigos… sobretodo chicas" pensó Hermione. Estaba cansada de estar sola y de solo contar con Ginny como única compañía femenina, e incluso ella tenía su grupo de amigas con las que compartía curso y habitación. Hermione pensó en sus compañeras de cuarto y decidió que prefería estar sola antes que hacerse intima de Lavander y Parvati.

En cuanto entro a la tienda, le entregó la lista de libros a la dependienta y mientras se los preparaba decidió ir a dar un paseo entre las estanterías. Iba vagando por los pasillos estrechos y silenciosos cuando vio a una chica con un libro en cada mano e iba mirando intermitentemente cada uno de ellos, evaluándolos. Hermione se vio reflejada en esa chica, ¡cuántas veces se había pasado horas dudando qué libro comprar! Dio dos pasos más y, cuando vio las cubiertas de los libros, sonrió, "Howgarts la Historia" y "Howgarts la Historia, según Albus Dumbledore".

- Difícil decisión, ¿verdad? - dijo Hermione aún con la sonrisa en sus labios. La chica pegó un bote y se giró hacia ella. Era de su estatura, con el pelo en unos bucles que le llegaban hasta más de media espalda, con unos ojos almendrados de color verde oscuro que resaltaban con su pálida piel. Le devolvió la sonrisa, tenía unos dientes perfectos y unos labios carnosos, Hermione pensó que era una chica muy guapa.

- ¡Por Merlin! ¡Que susto me has dado! Si, la verdad es que dudo entre el encanto del libro original o los ingeniosos comentarios de Dumbledore... – dijo volviendo la vista a los libros.

- Te recomiendo el comentado, es simplemente brillante lo que Dumbledore ha ido descubriendo a lo largo de sus años de director. Por cierto, me llamo Hermione Granger.

- Encantada, yo me llamo Natalie Beckett.

La chica puso un libro de vuelta a la estantería y le tendió la mano, Hermione se la estrecho y no pudo reprimir una sonrisa al ver que Natalie había elegido el libro que ella le había recomendado. Ambas fueron hasta el mostrador y la dependienta les dio los libros escolares, Hermione echó una mirada a los libros de la chica y se sorprendió al ver que eran los mismos que los suyos.

- ¿Tu vas a Hogwarts? ¿A qué casa perteneces? ¿Qué curso haces? - le preguntó Hermione, mortificandose al momento por la cantidad de preguntas que le acababa de hacer. "Muy bien Hermione, pareces una desesperada... ". Pero para su sorpresa, Natalie le sonrió y le contestó tranquilamente:

- Antes iba a Beaxbeutons, pero por asuntos familiares me he mudado este verano a Inglaterra. Este será mi primer año en Hogwarts, por lo que aún no tengo casa y tampoco conozco a nadie aquí. Ah, y voy a cursar sexto...

- Ah! Yo también cursaré sexto este año… ¡Seremos compañeras de curso! – Natalie se alegró y cogiéndola del brazo le pidió que le explicará todo acerca del colegio mientras la conducía a una cafetería.

A Hermione el día se les pasó volando, Natalie era una chica muy inteligente y divertida, le gustaban los libros tanto como a ella, se había pasado toda la hora de la comida hablando de sus libros favoritos; además tenía un carácter tranquilo y cariñoso que hacía que estar con ella fuera realmente fácil.

Hermione y Natalie se hicieron inseparables todo lo que restó de verano, fueron a la playa, de compras, al cine… A finales de mes, Natalie apareció en su casa cargada con sus libros y le pidió si podía leerlos antes de ir al colegio, Hermione casi la tira al suelo del abrazo que le dio porque llevaba días queriendoselo proponer, pero no se atrevía por miedo a que su amiga se pensara que era una empollona.

La noche anterior al primer día de colegio, Hermione invitó a su nueva amiga a dormir a su casa para que al día siguiente pudieran ir juntas a la estación. Los padres de Hermione aceptaron encantados, su hija nunca había invitado a una amiga a casa y decidieron salir a cenar para que las chicas pudieran acampar a sus anchas.

Natalie le estaba cepillando el pelo a Hermione con una poción que dejaba el pelo suave y definido cuando empezó a hablar:

"Mis padres se llamaban Joseph y Katherine Beckett, mi ascendencia familiar se remonta a cientos y cientos de años de magos y brujas. Los Beckett han sido una de las familias de sangre pura por excelencia." Hermione se quedó muy quieta escuchando, era la primera vez que Natalie hablaba de su familia e intuía que para ella no era un tema fácil. "Cuando Voldemort reclutaba gente para su causa, mis padres decidieron que era hora de huir, no querían convertirse en asesinos. Huyeron a Francia, vivieron como muggles y desaparecieron del mundo mágico. Muchos les dieron por muertos así que durante un tiempo estuvieron a salvo. Luego, llegó la época de paz y mis padres volvieron a la sociedad mágica francesa, empezaron a tener contacto con antiguos amigos de Inglaterra… Se estaban planteando volver a su antiguo hogar. Hasta que… hace unos meses, fue unas semanas antes de finalizar el curso… Alguien los traicionó y los encontraron… Y bueno...

Me encerré en mi misma, lloré y lloré durante semanas hasta que un dia aparecio Dumbledore en el hospital y me dio algo que tenía mi madre guardado para mi. Es este collar."

Natalie saco un collar de debajo de su camisa, era una cadena plateada de la cual colgaba una piedra blanca, lisa y brillante, en forma de lágrima, la cadena era tan larga que la lágrima quedaba justo a la altura del corazón.

- Es preciosa… -admiró Hermione, tocando la piedra suavemente.

- Me dijo que volviese a Inglaterra, que me uniese a la Orden dentro de unos años, que no me escondiera. No supe qué contestarle, iba a estar sola en un lugar que no conocía, que no era mi hogar. Pero cuando pasaron unos días, y volví a aquella casa vacía, entendí que aquello no sería nunca más mi hogar, que el hogar es donde uno tiene el corazón… y yo allí ya no tenía nada. Así que acepté la oferta de Dumbledore y vine con el primer traslador que pude coger. Al día siguiente, me llego la carta de Howgarts.

- Lo siento tanto Natalie…

- Gracias… Y, ¿sabes? La otra noche, mientras miraba este collar, me acordé de algo que me repetía mi madre cuando era muy pequeña: "No permitas que nada ni nadie te robe tu esencia, la esencia de tu corazón, porque es lo que te hace única y especial". Y me prometí que volvería a ser la Natalie de antes, que volvería a sonreír y justo al dia siguiente te conocí y me olvide de estar triste durante un día entero… Ha sido muy fácil volver a ser yo misma contigo…

Hermione estaba perpleja, era ella la que pensaba que Natalie era un regalo, y después de lo que le había contado, no pudo más que alegrarse de que el destino las hubiese juntado… Vio como los ojos de su amiga se volvían más claros y brillantes y la abrazó con todo su afecto.

- Vamos a dormir… - dijo Natalie, secándose una lágrima traicionera. - ¡Mañana tengo que estar guapa, para impresionar a tus amigos!

- ¡Ni que te costase a ti mucho estar guapa!

Al día siguiente, los padres de Hermione las dejaron en la entrada de la estación y se despidieron de las dos chicas con besos y abrazos. Natalie se maravilló con la entrada al andén y sus ojos brillaron con ilusión al ver el expreso de Hogwarts.

- ¡Que chulada!

- ¡Vamos que te presentaré a los demás! - Hermione empezó a caminar entre la multitud hacia un grupo de cabezas pelirrojas.

- ¡Hermione! - un chico moreno, con el pelo revuelto y gafas fue hacia ella y la abrazó - Perdona por no contestarte las cartas… Es que yo…

- No pasa nada, Harry, lo entiendo - el moreno le sonrió y detrás de él un chico alto, pelirrojo y de ojos azules, apartó a Harry y abrazó a su amiga.

- ¿Qué te ha pasado en el pelo?

- ¡Ronald, que falta de tacto!… Por cierto, dejad que os presente a… - Pero una cabellera pelirroja apareció y se tiró encima de la castaña con tanto ímpetu que casi se cae.

- ¡Hermione! ¡Como te he echado de menos! - Ginny también había crecido, llevaba el pelo largo recogido en una trenza y la ropa muggle le sentaba muy bien. - ¡Uau, Herms, estas muy guapa!

Hermione saludó a los señores Weasley y los gemelos. - ¡Quiero presentaros a alguien! Chicos, ella es Natalie, Natalie Beckett.

Todos se la quedaron mirando, y ella no pudo evitar un leve sonrojo en sus mejillas, la primera en reaccionar fue la señora Weasley que le dio un abrazo, "Sé lo de tus padres, lo siento mucho cariño, aquí tienes una familia para lo que haga falta". Hermione se sorprendió de que los Weasley conociesen a los Beckett, y más que conociesen las últimas noticias de su familia.

Ginny fue la primera en acercarse:

- Ya me contarás que le has dado a Hermione para que se deje peinar y vestir así… - Natalie rió y le prometió que le explicaría su secreto.

Harry y Ron también la saludaron, Hermione se dio cuenta de que Ron la miraba con recelo… Anotó mentalmente hablar con él antes de que le dijera alguna de las suyas a Natalie. George se acercó y la saludó, y cuando Hermione buscó a Fred lo vió un poco retirado mirando a Natalie casi sin pestañear.

- Yo… yo soy Fred… ¿Sabias que eres guapisima? - consiguió articular mientras le besaba la mano.

- Por Merlín, Fred… ¡No te ligarias ni a un trol con esa frase! - George lo miraba como si lo hubiese decepcionado, Natalie reía pensando en que sería un numerito de los gemelos ya que Hermione le había hablado de ellos. Ésta agradeció la inocencia de su amiga y cuando el tren dio el primer aviso Harry, Ron, Ginny, Natalie y ella se subieron al tren.

Buscaron un compartimento libre y a los pocos minutos de ponerse en marcha el tren, empezaron a llegar compañeros de los chicos y Natalie no paro de levantarse y dar besos. Cuando llevaban la mitad del viaje, a Hermione le entró hambre y propuso ir en busca de la señora del carrito. Sólo Natalie aceptó la propuesta, así que ambas empezaron a andar hacia el final del tren, hablando, hasta que llegaron al último vagón, el cual estaba vacío excepto por tres chicos altos, en medio del pasillo, vestidos con las túnicas del colegio. Uno de ellos se giró al escuchar las voces de las chicas.