Capítulo 1

Mi escena empieza y termina contigo – División Minúscula

Si la hipocresía es una enfermedad mortal

Entonces se que alguien morirá esta noche

Y eres tú

La muchacha permanecía sentada en su escritorio, escribiendo con gran facilidad en su laptop. Escribía completamente ajena a lo que sucedía a su alrededor; y aunque ella tenía su propia oficina donde tenía toda la privacidad y tranquilidad para trabajar a gusto, hoy tenía 'visitas'. Ronald Weasley era su novio. Ya llevaban como tres años de pareja, y todos estaban seguros de que pronto se casarían (bueno, casi todos); tan solo era cuestión de que el pelirrojo se armara de valor. Ron iba de un lado a otro, caminando completamente furioso. Lo que empeoraba la situación era que su querida novia no le hacía caso; ni siquiera le miraba ni le decía algún comentario para tranquilizarlo. Al parecer ella estaba muy ocupada para él. Pero siempre había sido así, cuando Ron se enojaba por eso.

- Hermione Jane… - no obtuvo respuesta; siguió caminando – Hermione Jane – dijo, con un poco más de énfasis - ¡Hermione! – golpeó el escritorio con fuerza, haciendo que la joven cerrara su laptop, y volteara a verlo con una expresión cansada, pero que mostraba diversión.

- Ronald, ya cálmate – empezó a reír, mientras se desesperezaba en su silla.

- ¿Qué me calme? ¡¿Hermione te estás oyendo?! – ella siguió riendo, pero en su interior se sentía incómoda, sin saber porqué.

- Ron, fue solo un saludo entre dos personas normales, comunes y corrientes – dijo, volviendo a su labor de escribir, pero esta vez con un poco de irritación. En verdad no comprendía como Ron podía enojarse de tal modo por una estupidez como esa. Por que eso era: una gran y completa estupidez.

- Hermione, ¿desde cuando Lavender saluda de ese modo a Finnigan, el supuesto ex de su hermana? ¡Más falsa no pudo haber sida! Hasta Court se quedó con la boca abierta.

- Ron, lo que hagan Lavender, Finigan o Court me tiene sin cuidado. Y ciertamente, se te está haciendo costumbre criticar la hipocresía en la gente, cariño. Déjalos que sigan con su vida, mientras no afecte la tuya.

- Lo que pasa es que eres demasiado común – Hermione ignoró el comentario. Desesperado por la situación, salió de la oficina. Una vez que la puerta se cerró, Hermione cerró de nueva cuenta su laptop. Suspiró un par de veces y volteó a ver el reloj. No pasaban de las siete de la noche. Aún no terminaba el artículo, y la conversación con Ron le había cerrado la mente.

- Tal vez sea verdad lo que dice Ron… Tal vez soy demasiado común… - se paró, y caminó hasta el ventanal de su oficina. Observó el exterior, y pudo distinguir a un distraído Ron, caminando sin sentido por la calle. Su oficina estaba en el noveno piso, pero aún así podía distinguir con gran facilidad a su novio. Tal vez por su melena rebelde rojiza. Tal vez porque era el único que caminaba por la calle. La puerta se abrió de nueva cuenta, cosa que sacó a Hermione de su ensimismamiento.

- ¿Sucede algo malo? – de inmediato reconoció la voz; ella negó dulcemente.

- Estoy bien.

- ¿Qué ha pasado?

- Pasa que soy demasiado común. Eso es lo que pasa – dijo, volviendo a tomar su lugar, abriendo una vez más su laptop.

- ¿Mi hermano te dijo eso? – Ginny preguntó incrédula; Hermione asintió - ¿Pero qué le pasa? ¡Para comunes, las Patil!

- No Ginny, Ron tiene razón. Soy demasiado común para él.

- ¿Te estás oyendo? ¿Segura que estás razonando lo que dices? ¡Eres la mejor periodista en todo Londres mágico! ¡Tienes toda esa vitrina llena de reconocimientos! ¡Fuiste la mejor en Hogwarts! Y como si no te bastara, tienes una gran fortuna, una gran casa de modas en el Londres muggle, y tu novio no es nada más ni nada menos que el deportista del año, el gran futbolista Ronald Weasley – Hermione la miró cansada.

- Tal vez no estoy a su altura.

- ¿Qué si no lo estás? Perdóname amiga, pero desde que a Ron se lo pelean todos los clubes deportivos, se le ha subido la fama a la cabeza. Todo le parece común. No le gusta la comida que prepara mamá, ni como viste el guardia de seguridad de no se que demonios de heladería; ni tampoco le gusta el pasto de la portería de la cancha del estadio de Paris; todo le parece corriente. Ron ya no es el hermano que conocí – tomó asiento en el sillón – Yo no sé como lo soportas – Hermione solo sonrió; ella estaba segura que Ginny tan solo estaba sentida con su hermano porque desde que había entrado a los Chudley Cannons, no tenía mucho tiempo para pasarla con la familia, y que todos los pequeños errores de Ron los magnificaba.

Te has convertido en lo que sueles criticar

Y todavía hablas de ponerme en tu lugar

Pregúntate en dónde estás tú

¿Dónde estas tú?

Para cuando salió de su oficina, ya no quedaba casi nadie en el edificio. Eran ya pasadas de la una de la madrugada. Y fue entonces que recordó que Ron había salido molesto de su oficina.

- No me ha llamado para disculparse – dijo, mientras bajaba por el elevador. Y fue entonces en que calló en cuenta de lo que había dicho unos momentos atrás – No me ha llamado… Algo malo le pasó – apurada, sacó su celular. Pero él no contestaba. Se pudo extremadamente nerviosa, y sin darse cuenta, no metió bien su celular de nueva cuenta en el bolso. Salió disparada del elevador, subió a su auto y aceleró con destino al primer lugar que se le vino a la mente - ¿Dónde estás Ron?

Tuvimos algo grande

O en realidad pequeño

Pero era nuestro

¿Dónde estas tú?

Nunca en su vida creyó ver lo veía en este preciso momento. Su corazón dejó de latir; la razón la abandonó, y sus instintos se apoderaron de ella. Se quedó sin habla. Recordó entonces las palabras de Ginny…

'Mi hermano es un bueno para nada, egoísta, intolerante, hipócrita. No es el mismo Ron del que te enamoraste, amiga. Déjalo y búscate alguien mejor, hazlo antes de que te arrepientas de salir lastimada. Nunca había visto a Ron tan diferente desde la vez en que creyó que todo el mundo estaba en su contra. Hermione, mi hermano es un completo hipócrita; ni yo sé cuando de verdad me dice que me quiere'

Y aunque no lo creas hoy que lo recuerdo

Te lo digo y lo repito

Que lo extraño…

- Es cierto, ya no es el mismo. Ya lo nuestro no es lo mismo – Salió del apartamento de su todavía novio, vacía de sentimientos. Cuando quiso llamar a alguien, reparó en que no traía su celular – Se me cayó en el elevador – susurró con desaliento. Recargó su frente en el volante, sin esperanza ya, mientras las lágrimas corrían por sus ojos sin control alguno. La ira se apoderó de ella. La tristeza de convirtió en un enojo tremendo, que le recorrió el cuerpo entero. Volvió a sentir entonces su corazón latir. Aceleró inmediatamente.

Dime en qué fallé

Dime en qué hice mal

Para que ahora estén todas las cosas fuera ya de su lugar

Y yo

Y yo

Juré darte toda mi amistad

Darte toda mi lealtad

¿Dónde estas tú?

¿Dónde estas tú?

- ¿Porqué Ron? ¿Por qué me hiciste esto? ¿Desde cuando? ¿Por qué? – hablaba sola; seguía sin disminuir la velocidad, al contrario – Eres una maldito imbécil – entró a la avenida principal de la ciudad, derrapando en una vuelta con gran habilidad – Siempre te quejaste de los demás; jamás te parecí algo digno de ti. Sin embargo, jamás te atreviste a dejarme. ¿Fue lástima? ¿Dime que fue? – el semáforo marcó rojo, y ella lo pasó de largo – Siempre fuiste alguien humilde, con sentimientos, con corazón. Tú ya no eres Ron. Tú eres otra persona. Y yo, yo valgo más que tú. Jamás te traicioné, ni siquiera con el pensamiento, querido. Desde que te conocí, siempre fui tu amiga, y siempre te ayudé. Estuve ahí para ti cuando más lo necesitaste. Y tú, ciertamente me correspondiste con el mismo sentimiento. Pero ahora te desconozco Ron. Ahora, esto ya no tiene sentido.

Y cada vez que vienes es igual

Es igual

¿Dónde estas tú?

Tuvimos algo grande

O en realidad pequeño

Pero era nuestro

¿Dónde estas tú?

Y aunque no lo creas hoy que lo recuerdo

Te lo digo y lo repito

Que lo extraño…

- ¿Hace cuanto que no me decías te quiero? ¿Te amo? Y nunca me dí cuenta de eso. Siempre yo lo dije, mientras tú solo sonreías. Es que no me di cuenta que ya no sentías lo mismo por mí. ¿Pero porqué seguir con la farsa? ¿Porqué aparentar algo que no eras? ¡Maldita sea! ¡Me ilusionaste Ronald Weasley! ¡Me hiciste creer que yo lo era todo para ti, y después te encargaste de hacerme sentir que no era nada! ¡No tenías ese derecho! ¡Siempre te he querido! Extraño que ya no seas el mismo… - dijo ya fuera de sí. Estacionó el auto y subió a su apartamento visiblemente descontrolada. Había un paquete fuera de su puerta. Lo tomó y leyó el remitente. Abrió los ojos fuertemente.

La felicidad de verme caer no te la voy a dar

La respuesta que tú esperas de mi, la voy a guardar

- No Ron, no – aventó el paquete por la ventana de su apartamento con toda la ira que pudo. No aceptaría la propuesta de Ron; no se iba a casar con él; no se iba a poner ese anillo de compromiso que le había dejado. Estaba bastante equivocado. Esta vez, Hermione Jane Granger no aceptaría.

La felicidad de verme caer no te la voy a dar

La respuesta que tú esperas de mi, la voy a guardar