Delena
AU
+18
Sinopsis: Cuatro años han pasado desde la muerte de sus padres y Elena aún no ha superado su pérdida. Contra todo pronóstico, será precisamente su incapacidad de seguir avanzando, lo que le hará encontrar un motivo para volver a vivir.
Los personajes que aquí aparecen son propiedad de L. J. Smith y The CW.
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Elena salió temprano del trabajo y, como cada día que tenía un rato libre, fue a visitar las tumbas de sus padres. Aquella tarde, el cielo estaba encapotado de nubes que amenazaban con una lluvia inminente. Hacía frío y soplaba una ligera un tanto escalofriante porque, como el cementerio estaba desértico y en silencio, se oía el movimiento de las hojas y, al revotar el aire contra las grietas de las paredes, estas daban la sensación de que alguien estaba silbando.
No solía haber gente por el cementerio a esas horas, a ninguna en realidad, por eso era de esperar que Elena se sobresaltase tanto al encontrarse con un hombre vestido completamente de negro apoyado de pie inmóvil junto a una de las criptas más antiguas y abandonadas del lugar.
-¡Dios, qué susto! –exclamó ella dando un ligero bote, para después continuar hablando cuando consiguió recuperarse del asombro-. Disculpa, es que… No me esperaba ver a nadie por aquí.
El chico de cabello oscuro e increíbles ojos azules del color del océano, frunció el ceño confuso, mirándola realmente extrañado.
-Soy Elena Gilbert –se presentó la joven-, ¿y tú?
Él miró a su alrededor sin comprender.
-¿Me hablas a mí? –preguntó este a Elena sintiéndose algo tonto al realizar dicha pregunta.
-¿Es que acaso hay alguien más aquí? –dijo ella con un aire divertido para intentar relajar el ambiente.
-Supongo que no –murmuró él aún algo confuso-. Soy Damon.
-No eres de por aquí, ¿verdad? No recuerdo haberte visto antes. Y eso, en un pueblo tan pequeño como este, es mucho decir.
-Digamos que me fui hace tiempo –respondió el chico evasivo, pero tomando un aire que casi se podría tachar de coqueto.
-¿Y por qué has regresado?
-Estoy de visita –indicó él señalando la cripta que estaba a su lado, aquella de la que salía cuando Elena le vio por primera vez-. ¿Y qué hay de ti, chica Gilbert?
-También estoy de visita. Mis padres.
-¿Es una pérdida reciente?
-Pronto hará cuatro años del accidente.
-Hay heridas que nunca cicatrizan, ¿no es así?
-No sé si algún día lograré reponerme.
-Lo harás –le garantizó él como si lo supiese de primera mano-. Puede que no hoy, ni mañana, pero lo harás. Todo el mundo lo hace. Así es la vida, los que se quedan deben seguir avanzando.
-Tú no pareces haber superado tu pérdida –comentó ella viendo la pena que reflejaban sus palabras.
-Es algo complicado para… ciertas personas –intentó explicar Damon, buscando las palabras correctas-. No todos tenemos la posibilidad de pasar página, algunos estamos condenados a quedarnos atrapados, contemplando cómo todos a nuestro alrededor continúan sin nosotros.
-Eso es muy triste, ¿por qué iba a dejarte alguien atrás?
-No lo entenderías –dijo él negando con la cabeza ligeramente-. No todos son como tú.
-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Elena confusa-. ¿En qué sentido soy diferente?
-Bueno, estás aquí hablando conmigo –sonrió el chico como si eso lo explicase todo-. Eso ya te convierte en alguien muy especial.
Elena no comprendía sus palabras. ¿Es que acaso todos los que Damon conocía le habían dado de lado?
El chico miró hacia el cielo y frunció el ceño en señal de decepción, para después volver a mirar a la joven.
-Deberías volver ya a casa –le aconsejó él-. Está a punto de empezar a llover.
-Cierto –murmuró ella viendo cómo las nubes cada vez se oscurecían más-. Bueno, pues… Nos veremos en otra ocasión, supongo. Si es que tienes pensado quedarte un tiempo en Mystic Falls.
-Nunca me he ido en realidad, este es mi infierno personal.
-Venga, no puede ser tan malo –intentó animarle ella-. Este pueblo tiene su encanto.
-Empiezo a verlo –afirmó él mirándola tan intensamente a los ojos que le hizo ruborizarse-. Realmente espero volver a verte, Elena.
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Elena estaba ya cerca de casa cuando empezó a llover sin descanso. La chica, que estaba conduciendo su viejo coche, se detuvo en seco en medio de la carretera y comenzó a hiperventilar sintiendo que le faltaba el aire. Imágenes de la noche en que murieron sus padres volvieron a su mente.
*Flashback*
-Así que me ha tocado organizar el baile de fin de curso con Caroline Forbes –les explicó la chica Gilbert a sus padres mientras iban de camino a casa en coche.
-¿Y qué tienes pensado hacer? –le preguntó su madre-. Porque entrar en una discusión con esa niña nunca conduce a nada.
-Supongo que fingiré que apoyo sus ideas y trataré de no meter mucho la pata –bromeó Elena sabiendo que su amiga era muy controladora.
-Buena elección –sonrió Miranda, para luego dirigirse a su marido-. Cariño, conduce con cuidado, esta carretera no parece muy estable…
-Tranquila, cariño. No pasará nada.
-¡Cuidado! –gritó Elena al ver que el viento derribaba un árbol muy cerca de ellos, algo que obligó a su padre a frenar fuertemente.
Como el suelo estaba encharcado y las ruedas patinaban, Grayson tuvo que girar el volante para esquivar el árbol, precipitando el vehículo por el puente.
*Fin del flashback*
Elena sentía una gran presión en el pecho que no le dejaba respirar. A pesar del paso del tiempo, aún seguía siendo muy difícil para ella subirse a un coche. Y más aún en días de lluvia.
El bocinazo de un coche le hizo volver en sí. Al ser la carretera de un solo sentido, había tras ella una fila de vehículos detenidos por su culpa.
-¡Vamos, muévete! –le gritó un conductor cabreado.
Elena giró el volante del coche para aparcar en el arcén y así dar paso a los vehículos que estaban detrás. El conductor del coche que le pitó, un fornido hombre con tatuajes en sus brazos y una cara de pocos amigos, volvió a tocar la bocina y le sacó un corte de mangas al pasar por su lado.
La chica tenía cosas más importantes de las que preocuparse que la falta de modales de sus vecinos de Mystic Falls, por lo que se aferró con fuerza al volante y comenzó a realizar los ejercicios de relajación que le había enseñado su psicóloga. Respiró profundamente por la nariz y después expulsó el aire lentamente por la boca, así varias veces hasta que se encontró mejor. Cuando sintió que había superado el momento de pánico, arrancó el coche y regresó a casa, esta vez sin detenerse ni sufrir más ataques.
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Al llegar a casa, Jeremy estaba sentado en el sofá con su novia Bonnie. El chico tenía cuatro años más que Elena por lo que, cuando murieron sus padres, este se hizo cargo de su custodia porque era el único familiar que le quedaba a la joven. Jeremy había dejado sus estudios en la escuela de arte para regresar a casa con Elena y ponerse a trabajar como camarero en el Grill para hacer frente a los pagos.
Cuando Elena cumplió la mayoría de edad y fue a la universidad, ella quiso que su hermano retomase sus estudios en la escuela de arte pero él se empeñó en decir que estaba bien trabajando en el Grill. Jeremy adoraba a su hermana pequeña y se sacrificaba para que esta cumpliese sus sueños, sacrificio que vio merecer la pena cuando Elena se emocionó enormemente al conseguir trabajo en la televisión del pueblo.
Bonnie, una compañera de clase de Elena de toda la vida pero con la que esta no se había llevado nunca muy bien, empezó a salir con Jeremy poco después de la muerte de sus padres. La joven Bennett también perdió a sus padres de joven y solo tenía en su vida a los Gilbert y una abuela algo desequilibrada que alegaba ser bruja. Sabía lo que era perder a sus seres queridos, de ahí que congeniase tan bien con los hermanos Gilbert.
Como la chica Bennett se pasaba mucho por casa de estos, ella y Elena empezaron a hacerse muy amigas, tanto que fueron a la universidad juntas y compartieron habitación en el campus pese a que no estudiaban la misma carrera. Acabaron tan acostumbradas a vivir bajo el mismo techo que, al finalizar los estudios universitarios, Bonnie se mudó a casa Gilbert de forma permanente.
-Te estábamos esperando para cenar –le informó la chica Bennett a su cuñada al verla entrar-. Jer quería empezar sin ti, pero yo le convencí para que esperase un poco.
-Es que tengo mucha hambre… -se quejó este haciendo pucheritos con la boca cual niño pequeño.
-Gracias, chicos –les dijo Elena con tono apagado-. Pero no me apetece comer ahora.
-Siempre pones la misma excusa –le reprochó su hermano poniéndose serio-. Cada vez que vas al cementerio, regresas igual, como si fueses un muerto viviente.
-Jer… -le advirtió su novia.
-No, Bonnie –le dijo este dedicándole una breve mirada antes de volver a centrarse en Elena-. Para mí también fue duro perderles, pero he conseguido seguir adelante.
-No todos tenemos la posibilidad de pasar página –citó la chica las palabras de Damon, aquellas que cuando las oyó salir de este no comprendió, pero que ahora encajaban a la perfección con la situación de ella-. Tú seguirás adelante, yo no.
-No voy a dejarte atrás, Elena –le aseguró su hermano-. No pienso rendirme contigo.
