AVISO: Ésta es una historia complicada de amor, infidelidad, celos, romance, y amistad. Las parejas principales son Elle y Light, Near y Mello, Near y Elle, Mello y Matt, Near y Matt. xD Misa queda sola...xD!! O quizás con Matt, depende los reviews DEJEN REVIEWS! Asi continuo la historia, ya tengo el cap II!


Cap I: Mi llegada, un juego de ajedrez.

Aquel sitio era uno peculiar, único, diferente. En aquel lugar se podía oler su perpetuamente jardín de jazmines, y se podía apreciar en el viento aquella sensación de paz. Al observar su estructura compleja, enorme y notable, se podía concebir que la fuerza y la voluntad emanaran en cada suspiro.

Allí, en aquella parcela de tierra ocupada por un majestuoso edificio de años incontables se enaltecía Wammy's House. Una monumental obra de más de 50 años, que logró resistir el duro paso del tiempo. Las rejas que rodeaban a aquella construcción solo servían para recordar a los ajenos a la misma que no podrían ingresar. Era una dura pared bloqueando lo que eran dos mundos diferentes que eran perfectamente miscibles entre sí.

Wammy's House no era una lugar común. Era un orfanato, donde niños de edad de doce años, promedio, habitaban bajo el ala de un director de carácter solidario. A su vez Wammy's House prometía educación a aquellos niños que, no es que no tuvieran la suerte de no tener padres, sino que en sus genes había nacido aquella capacidad intelectual que los hacía especiales. Wammy's House solo alojaba a aquellos niños que serían sucesores del mayor detective de todos los tiempos, conocido en ese entonces, como "K". Nadie sabía nada de él o ella. Era una total sombra en busca de contener la maldad e imponer la justicia. Y Wammy's quería que aquella mentalidad, aquella ideología, gobernara durante numerosos años más, pues ellos sabían que, de alguna u otra forma, el momento en que todas las mentes pensantes tuvieran que unirse, llegaría, y por ello Wammy's House los prepararía.


La verja hizo un ensordecedor sonido al abrirse. Caminaron tomados de la mano por un camino de ripio mientras sus pasos daban crujientes notas debajo de sus pisadas.

-No deseo estar aquí.- sentenció el pequeño, que con su pequeña mano tomaba fuertemente la extremidad de un hombre mayor de aspecto considerado.

-…-le brindó una sonrisa, quizás cálida, quizás fría, pero le dio mucha satisfacción saber que, mejor dicho, estar seguro que ese niño de mirada tan profunda como la noche, y piel tan pálida como las estrellas, sería el futuro detective elegido por el mundo.

-Adiós…-susurró agitando su brazo levemente.


Una semana había pasado desde que le habían dejado allí. No había hablado con nadie, y nadie le había querido hablar. Se sentía en un ambiente extraño, pero contenedor a la vez. Los de aspecto mayor, siempre adornaban su ceño con miradas nerviosas o acusadoras. Los libros jamás faltaban en los brazos de cualquier alumno. Todos se veían en un estado individual, es decir, querían conocerse, pero a su vez querían mantener distancias.

Acomodó su pelo semi-revuelto. Luego de haber jugado en el pequeño parque, aunque fuera solo, se había hecho un desastre. Y, ahora, con sus cabellos despeinados y sus ropas mugrientas, miraba y analizaba cada facción, cada característica de Wammy's House.

Particularmente se había fijado en cinco chicos, peculiares, incomparables entre sí.

Uno poseía un extraño pelo blanco, que le cubría hasta la mitad de sus ojos. Su apariencia era fría como un témpano de hielo, nunca le había visto sonreír, ni llorar, ni suspirar. Sus manos siempre jugueteaban ya sea con su cabello, o con cualquier juguete de plástico o madera. Era distinto, sin duda.

Otro, era todo lo contrario. Su mirada, siempre seria y calculadora, se perdía en algún punto fijo en el espacio. Su cabello era rubio como el oro, sin embargo su ceño era furioso como el de un tigre. Se veía aventurado, avisado, y…desigual.

Y claro… ¿Cómo olvidar a la niña más entrometida de todo Wammy's? Era más alta que los demás, chillona, y completamente inmadura. Al ser hija del director, poseía un puesto de privilegio. La verdad era que ella no sabía absolutamente nada de lo que se le enseñaba, sin embargo siempre se sacaba unas notas considerablemente aceptables. Era todo un misterio. Aunque claro, para él, todo se basaba entre relación padre-hija.

A su vez, un niño de aspecto perezoso y desinteresado se pasaba el día jugando videojuegos o consultando su celular. Había podido sacar el dato de que le gustaban particularmente los cigarros y sus "googles" rutinarios. Creía haber escuchado por ahí que se llamaba Matt, y que era uno de los mejores alumnos de Wammy's. Algo admirable.

Y por último estaba aquel chico que, sin embargo de ser de lo más normal del mundo, poseía algo que a él le hacía sentir raro. Verlo le producía un sentimiento de inquietud, de incomodidad. Era como que aquella apariencia de perfección ocultaba una actitud totalmente opuesta. Era un niño alto, de mirada cálida o fría, no se sabría definir. Siempre rodeado de grupos, le gustaba decir frases claras y concretas, arrancando suspiros de algunas niñas, especialmente de la chismosa de cabellos dorados. Su porte siempre era de supremacía, pero con un toque de arrogancia. Continuamente conservaba una sonrisa impecable, que podría despistar cualquier duda de que, quizás, estuviera tramando algo, o algún sentimiento lo perturbara. Y, a pesar de todo eso, aún le hacía sentir inquieto.

Sin duda todos atraen mi interes,

no hay duda que todos son únicos a la vez,

Alto, flaco, bajo, tonto,

Entre nadie eran un todo particular.


Jugueteaba con un pequeño chupetín, con su caramelo casi acabado. Su mirada ónix recorría el camino que daba el profesor desde una punta a otra, vigilando, ennumerando, conociendo a su alumnado. Geografía era una de sus pasiones, ya que toda su clase se la pasaba hablando con avidez de asuntos que no le importaban ni al setenta y cinco porciento de la clase.

-Ryuuzaki…pase al pizarrón por favor y marque con su dedo índice dónde se encuentra el Río del Nilo. –

Así lo llamaban. Una regla de Wammy's House, e inquebrantable, era ocultar su nombre bajo cualquier costo. Para todos, para alumnos, amigos, padres, parientes, profesores, para todos él era Ryuuzaki, y nadie más. Sin apellido, ni nombre, ni identidad. Tan solo Ryuuzaki. Y como él era tan solo un apodo, todos los demás compartían su estado.

Marcó con extrema delicadeza, calculando no tocar con ninguno de sus otros dedos el mapa.

-Ahora la cuenca hidrográfica más grande de Suecia. Luego la de Lituania. –hizo lo pedido, a la perfección. Y allí, en el banco de adelante, en el centro, el niño de cabellos castaños, el misterioso infante de mirada indefinida, le regaló una sonrisa de satisfacción. Ryuuzaki pudo notarlo, mas ni se inmuto ante el acto.

-Tome asiento. –sentenció el profesor finalmente, volviendo al frente del recinto para hacer anotaciones.

Arrastró los pies con cansancio hasta sentarse en su silla de una manera que no se veía muy cómoda y nuevamente retomó su labor de lamer su chupetín rosado.

Risas, suspiros, y silencio era lo que más ahondaba en Wammy's. Jamás un grito de dolor. Nunca un llanto de desesperación. Todo parecía felicidad. Una felicidad efímera pero sublime.


Se encontraba él con su eterno bocadillo azucarado, examinándolo y degustando su sabor.

-Ryuuzaki, ¿verdad? –se acercó un niño de cabellos pelirrojos, aquel que captaba el interés de Ryuuzaki.

-Sí.-contestó secamente y lo miró fijamente.

-Hmm…-carraspeó, se sentía incomodo siendo observado tan detenidamente. –Lo hiciste muy bien en la clase.-

-Gracias.-

-Sí…pude observar como Light-kun te devolvía una sonrisa cálida, cosa que él no hace seguido.-

-¿Light?-

-El niño castaño que se sienta en el pupitre del centro, frente de todo.-

-OH. Sí.-

-Bueno…me voy. Suerte niño nuevo. –dijo finalmente, dándose media vuelta, pero al cabo de medio segundo, agregó –Soy Matt.-para luego retirarse por donde había venido.

I-nteresante…Matt.-susurró Ryuuzaki, mientras daba un bocado a su golosina, y no dejaba de observarlo, hasta que su silueta se perdía.


-Mira pendejo, esto es sencillo, o me das lo que tienes escondido, o te lo quito por la fuerza.-gruñó el chico pelirrubio que estaba acosando a uno de, seguramente, menor edad.

-¡Pero os he dicho que no lo tengo!-

-No me tomes por idiota, maricón. Ponte en tu posición. Si quieres ser golpeado, una golpiza tendrás. Ahora dámelo.-

Ryuuzaki solo observaba a una distancia segura.

-¡Mello! ¡Juro que no lo tengo!-gritó nuevamente el niño acosado, a punto del llanto. "Mello" como parecía llamarse, lo golpeó fuertemente en la oreja, causándole un gran dolor.

-Lo quiero para mañana, o sino lo que pasaste hoy, lo sufrirás el doble. ¿Entendido, idiota? Bien. –no esperó ninguna respuesta y tan solo se fue.

Ryuuzaki había aprendido algo grandioso…primero, que jamás se enfrentara a Mello, y segundo, que Mello era más interesante de lo que pensaba.


-Y sí, Misa Misa es una de las más lindas y tengan por seguro que Misa Misa ganará el corazón de Light-kun como sea. –balbuceaba una niña de cabellos dorados, que parada en una silla exclamaba con orgullo frases una tras otra, sin detenerse a tomar aliento.

-¡Misa merece un niño mejor!-

-¿Bromeas? Light-kun es el perfecto de los perfectos para Misa Misa.-

Ryuuzaki solo se limitó a sonreír, no tuvo que estar mucho tiempo observándola para darse cuenta que a Misa, no solo le gustaba llamar la atención, sino que también deseaba que todos estuvieran bajo sus pies. Típica hija de una elite.


Silencio era lo único que podía describirse de aquel albino de pelo blanco que miraba con igual intensidad a Ryuuzaki. Parecía una batalla de mentes tratando de sacar un perfil psicológico totalmente detallado.

Entonces, el blanquecino sonrió e igualmente hizo Ryuuzaki.

-Eres interesante, Ryuuzaki. –dijo finalmente, para luego seguir con su juego de rompecabezas que contenía todas piezas blancas, un acertijo algo peculiar.

-Lo mismo opino. –

-Soy Near. –y no dijo nada más. Ryuuzaki entendió que fue como una despedida, por lo que se reincorporó de su posición, y se fue.


Había llegado la noche, y con la misma Ryuuzaki había decidido ir a visitar a uno de sus sujetos más interesantes, y que no lograba conectar piezas para sacar su perfil.

-Light. –susurró, donde calculaba sería la puerta que llevaría al dormitorio del mismo. Toco la entrada un par de veces, y pronto fue recibido por un joven de cabellos castaños con un libro en la mano.

-¿Ryuuzaki? ¿Qué sucede?- dijo, echándole una mirada de arriba abajo.

-¿Es que no puedo visitar? – Light se sorprendió ante la respuesta del otro, mas acalló y dejó que Ryuuzaki ingresara.

-Perdona el desorden.- al chico de ojos negros le pareció una clase de broma lo que había dicho, ya que todo estaba en completo orden, ningún ápice de suciedad se hallaba allí.

En la habitación había dos camas, una enfrentada a la otra, y ambas daban a un gran ventanal con marco de madera. A los lados de las mismas se encontraban dos pequeñas mesas de luz con una lámpara cada una. Solo un gran guardarropa, que en su interior se dividía en dos, ocupaba la parte derecha de la habitación. Alrededor había estantes con varios libros, y un escritorio en la parte izquierda de la habitación residía con una laptop en su superficie.

Ryuuzaki fue a la cama más cercana, y se sentó de su peculiar forma.

-¿Por qué te sientas así? –preguntó Light luego de unos minutos de silencio.

-Porque si me sentara de otra manera disminuiría un 40 mi IQ. –

-Ya…veo…-murmuró sentándose en la cama contraria. -¿Y a qué debo tu visita? –

-Solo quería saber más de ti. He examinado muchos sujetos, pero tú pareces especial. –Light se sintió algo incomodo, pero supuso que no lo decía de "aquella" manera.

-Bueno…no es que sea algo especial, quiero decir, tienes cientos de otros genios a los que investigar aquí en Wammy's.-

-Pero tú eres distinto, ocultas algo, algo que nadie quiere que descubras, algo peligroso ¿tal vez? –Light se paró en seco, carraspeó, aturdido por aquella mirada que lo observaba analizando cada reacción. No sería bueno ponerse nervioso ahora. Rió.

-¿A qué te refieres Ryuuzaki? Solo soy un adolescente normal que busca ser descendiente de "K". No veo que pueda ocultar nada. –

Ryuuzaki sonrió y se incorporó de su asiento.

-Bueno Light-kun, se hace tarde, nos veremos luego. –aun con aquella sonrisa sombría, salió de la habitación, dejando a un confundido y nervioso Light-kun.

"Nadie debe saberlo…ni tú Ryuuzaki."


No volvió a hablar a ninguno de ellos durante la semana. En ese período, su mente divagaba en infinitas conexiones entre todos sus sujetos de experimentación. A su vez, ocupado con la escuela y con los pedidos privados de Roger, el director de Wammy's, su tiempo libre parecía evaporarse de sus manos.

Eran las 3:00 de la tarde del sábado, lo que significaba que se encontraría disfrutando de la brisa invernal del otoño, y no había mejor lugar que en el inmenso jardín.

Así que eres el niño nuevo…-exclamó una voz a la distancia, captando la atención del pelinegro, el cual se dio vuelta para observar de donde provenía. Era el joven de cabellos dorados y mirada macabra.

-Buenas tardes, Mello. –saludó Ryuuzaki, con una mirada neutra que el pelirubio recordaba muy bien de su rival, Near.

-¿Buenas tardes? Ya al verte me produces náuseas…tan igual como ese otro estúpido… -mordió con dureza su barra de chocolate, y prosiguió con su monólogo – Te explicaré como son las cosas aquí, es sencillo, obedéceme, haz todo lo que yo te digo, jamás te creas más listo que yo, y sobrevivirás para el día de mañana. ¿Entendido? –a cada observación daba paso al frente, hasta quedar de cara a cara frente a Ryuuzaki, quien aun no se inmutaba ante las amenazas profundas de Mello.

-¿Por qué? –indagó.

-Creo que…-sonrió de una manera tenebrosa, como lo había hecho antes de golpear a aquel niño inocente hace una semana atrás – con esto podré responderte. –golpeó duramente al pelinegro en el estómago, quitándole el aire. Si algo había aprendido Ryuuzaki en su corta vida, era que nunca se dejara pisar, y que mal que por bien no venga, ojo por ojo…

-Diente por diente… -antes de caer al suelo, plantó sus manos en el seco pastizal, para luego impulsar su pierna derecha hacia arriba y derribar de un solo golpe a Mello. Éste golpeó el suelo, sin poder respirar durante algunos segundos, ya que había recibido la paliza en su cuello.

-¿¡QUIERES MORIR?! –gritó una vez se compuso, para ir directamente a su caza y propinarle un golpe en la mejilla, el otro lo devolvió con una patada en el estómago, impulsándolo de nuevo hacia el suelo.

-¡Mello! –gritó una voz conocida para Ryuuzaki. Ambos desviaron su mirada. Se trataba de Matt, viendo la escena con interés y preocupación.

-Mello…déjale en paz…es nuevo, ya aprendió. –

-¿DESDE CUANDO TU ME DAS ORDENES? –dijo Mello con fastidio, tirando su barra de chocolate al suelo. Ryuuzaki aprovechó la intromisión para dar unos pasos hacia atrás, para alejarse de cualquier ataque de improvisto del joven.

-Mello…ya vamonos. –susurró Matt mostrando su cara de preocupación, e ignorando las palabras de Mello. Éste miró con disgusto a Ryuuzaki, dedicándole una contemplación de "Te asesinaré", antes de irse a la par de Matt hacia adentro.

Había comenzado a llover.


Adolorido, y sin ánimos de analizar la situación en la que se había expuesto, regresó hacia el interior de Wammy's luego de asegurarse que ni Mello ni su cómplice lo esperaban para un nuevo ataque. Aquel sujeto era interesante, si bien quería dejar en claro quién era el líder, parecía como que también quería dejar en claro su evidente odio hacia Near. Éste otro sujeto también era interesante. Hasta casi le recordaba a él mismo, solo que mostraba alguna emoción de vez en cuando, no así como Near, que parecía estar siempre hundido en sus pensamientos.

Tanto había analizado su mente que al parpadear se dio cuenta que se encontraba nuevamente en los pasillos. Extrañamente no había nadie allí, solamente algunas puertas abiertas y extraños ruidos lejanos. Tragó saliva, restandole importancia a la escena, y se dirigió a la biblioteca, la cual estaba ubicada dos puertas más delante de donde estaba.

Al entrar, pudo notar como una pequeña bolita blanca jugaba concentradamente con un puzzle. Ryuuzaki solo lo observó durante algunos segundos, para después fijar su mirada en un juego de ajedrez ya empezando que yacía sobre una mesa de roble.

-Te han dado una buena paliza…Ryuuzaki. –comentó Near de repente, colocando una pieza en aquel rompecabezas. El otro le ignoró y movió un peón. El silencio permaneció entre ambos, hasta que Ryuuzaki volvió a hablar.

-Me la han dado por parecerme a ti. –Near sonrió burlonamente, algo exótico para el pelinegro, ya que él nunca presentaba emociones.

-Entonces debería sacar la conclusión de que fue Mello…me sorprende que aun puedas respirar, aquella persona es agresiva.-

-Y con eso puedo entender que debería cuidarme de él, tanto como tú de él. –Near asintió, ya le faltaba poco para terminar su puzzle. –Me niego.- el peliblanco alzó la mirada.

-Somos diferentes, lo sé Ryuuzaki. Pero para Mello, somos iguales. –

-Haré que nos vea diferentes. –

-Inténtalo…-sonrió nuevamente Near, para luego colocar el último segmento del puzzle, y dejar ver que se trataba de una imagen blanca, lisa. A su vez, Ryuuzaki había terminado su partida de ajedrez, derribando al Rey Blanco.

-Eres interesante, Near. –

-Lo mismo digo, Ryuuzaki. –

Y desde la oscuridad de una esquina de aquella gran habitación, una mirada calculadora observaba con detenimiento cada paso del chico de pelo negro y mirada penetrante.

Amanecía un nuevo día, y con éste Ryuuzaki se prepararía para otro día de escuela. Había aprendido muchas cosas durante las pocas semanas que había asistido a Wammy's. Una era que su coeficiente era el más adecuado para ser el sucesor de "K", si bien a él no le interesaba plenamente ser nombrado "el mejor detective del mundo" más le interesaba tener el título de "defensor de la justicia" por más infantil que sonara.

Sin calzado, y con paso lento y decidido, caminaba por los corredores. Ya los alumnos se habían acostumbrado a su prescencia, y los pocos que se habían animado a hablar con él, lo saludaban animadamente, recibiendo a cambio una mirada neutra y un "Buenos días".

Llegó al salón. Algo estaba diferente. Los asientos estaban puestos de a grupo. Localizó a Near y a Matt con la mirada, el primero se encontraba jugueteando con una extensión de su cabello. Near observó que su compañero de clase había ingresado, y le dedicó un frío "Buenos días" recibiendo lo mismo a cambio. Matt por su parte solo alzó la mano en un cansino saludo, y volvió a la tarea de romper un lápiz. Era lo que lograba el aburrimiento…y que no te dejaran jugar juegos electrónicos en clase.

Se sentó alejado de la ventana, en un lugar vacío, que formaba grupos de cinco. En ese instante, pudo ver como entraba Light. Como siempre su aspecto era impecable y miraba con soberbia y amabilidad a sus otros compañeros. Light tenía el mismo promedio que Ryuuzaki, ambos se discutían el puesto de "K", pero Light lo hacía con más ímpetu, llegándole a molestar el poco interés de Ryuuzaki hacia tan honorable titulo.

-Buenos días, Ryuuzaki. –murmuró Light claramente, mientras se sentaba en un grupo apartado.

-Buenos días, Light-kun. –pudo notar como una mueca de disgusto se alzaba efímeramente en los labios del otro. Sabía que le molestaba que lo llamara con tanta confianza, mas lo ignoró y se concentró en ver quien más entraba en clase. Light hizo lo mismo, solo que se mantenía ocupado charlando con sus otros compañeros.

-Ryuuzaki…-llamó una voz infantil, y callada, acercándose. Éste volteó a ver quién lo llamaba. Nuevamente Near se encontraba con posición seria, mirándolo.

-¿Sí, Near-kun?- Near ni se inmutó ante la confianza del otro, por el contrario, adoptó la misma modalidad.

-Me preguntaba si Ryuuzaki-kun estaría dispuesto a hacer éste proyecto conmigo. Como habrás notado las mesas ya no estan colocadas individualmente, por lo que analizándolo me parece apropiado que gracias a nuestro coeficiente intelectual, nos demos una oportunidad de trabajar juntos. –hubo silencio en el aula. Era la primera vez que Near hablaba más que un monosílabo. Por supuesto, Ryuuzaki no lo sabía, y lo tomó con total naturalidad.

-Por supuesto, Near-kun. –apartó su mochila de la silla al lado de él, y dejó que Near se colocara con su peculiar forma. Se veían iguales, casi idénticos. Tanto él como Near habían logrado comprender que depende una posición podías aumentar tu capacidad de racionalidad en un 40 o 35. Para otros parecería estúpido, pero ambos sabían que, para explotar bien tu inteligencia, debías aprovechar todas las herramientas a tu alcance.

Finalmente los últimos alumnos llegaron, ubicándose cada uno en una mesa libre. Como era de esperarse, Misa no tardó en sacar a una niña de su puesto y acaparárselo para ella, sabiendo que estaría con Light. Mello por su parte, se sentó con Matt, junto a otros niños más. Ryuuzaki y Near, se habían terminado sentando con Linda, una niña promedio que tenía altos valores morales, y otro niño que no sabían el nombre, pero que parecía intimidado por sus compañeros de grupo.

Luego de unos minutos donde el silencio ahondaba en las mesas, exceptuando a Misa que no podía callarse, el profesor ingresó al aula.

-Buenos días.-

-Buenos días.-se escuchó en toda el aula, y nuevamente el silencio.

-Como verán, los bancos están ubicados de distinta manera, esto es para que se familiaricen con sus compañeros, haciendo trabajos en equipo.-tomó aire y continuó- Como sabrán, en las experiencias, a veces uno tendrá que depender de su compañero, y solo con cooperativismo podrán lograr un mismo objetivo, llegar a la meta.

No lo hubiera querido de esa manera, pero finalmente, luego de u largo discurso por parte de su profesor de turno, los grupos fueron acomodados de la siguiente manera. Tal parecía que, el profesor, conociendo ya a sus alumnos, indagaría en solucionar los problemas de relaciones entre algunos alumnos. Y así fue como quedó: Mello, Near, Matt y Linda deberían cooperar y hacer trabajos juntos. Mientras que por otro lado, Ryuuzaki, Light, Misa y el niño de aspecto cobarde, trabajarían por el otro. Fue un alivio para el pelinegro poder suspirar al notar que una persona especialmente de temperamento fuerte hubiera terminado en un grupo totalmente diferente. No fue así la misma suerte para Near, quien miraba con neutralidad hacia un punto fijo en la pared, ignorando las ahora amenazadoras miradas de Mello. Matt se encontraba mirando a Mello, enterrado en un mar de aburrimiento.

Giró la vista para encontrarse con la de Light.

-¿Sucede algo, Light-kun? –dijo el pelinegro, clavándole aquella mirada ónix y penetrante que poseía.

-Para nada Ryuuzaki. Espero que hagamos un buen equipo –mantuvo aquella sonrisa caracteristica. Misa no paraba de hablar con el chico tímido.

-Lo mismo opino…Light-kun. –

La clase había pasado con naturalidad, y pronto sonó el timbre del almuerzo.

-¿Y qué vas a almorzar?-

-Supongo que comeré un sándwich y…-

Todos susurraban cosas sin importancia, cosas vacías, cosas para matar el tiempo. Ryuuzaki solo los veía retirarse. Quería quedarse solo, no sabía muy bien porqué.

-Ryuuzaki…-anunció una pequeña voz su prescencia, y éste se dio la vuelta para encontrarse con los cercanos ojos de Near. Hubo una pausa, un silencio.

-¿Sí, Near-kun?-

Sonrió de una manera peculiar y sacó un pequeño bento de debajo de su banco. Ryuuzaki sonrió a su vez, sacando una pequeña cajita llena de bombones y caramelos. Increíblemente, el bento de Near contenía lo mismo. Esto a Ryuuzaki le sorprendió, pero no dijo una palabra y agarró de su tan forma peculiar su bocado. A lo que Near hizo lo mismo, solo que con tres dedos. Sonrieron.

No sabía cuando, no sabía como, pero Near y él se habían convertido en unos buenos amigos. Amigos, aquella palabra que creía efímera y voluble, ahora la veía llena de valor. Le provocaba un sentimiento especial, del que no quería deshacerse. La amistad.

-Ryuuzaki, ¿Jugamos ajedrez?-murmuró Near en un receso antes del almuerzo, con una pequeña sonrisa.

-Estamos haciendo el trabajo.-dijo autoritaria una tercera voz, que se trataba sin duda de la de Light.

-Light-kun, el trabajo está terminado.-informó Ryuuzaki, mientras le tendía una hoja de papel con informes y resultados. Near sonrió, y ambos se fueron a la otra punta del salón. El castaño se mordió el labio inferior, mientras ahogaba miles maldiciones para el pelinegro y el albino por dejarlo solo con la terca e insoportable Misa.

-"Ryuuzaki…"- pensó su nombre, el cual no hacía más de dos semanas, no había podido dejar de reflexionarlo.

Ya habían pasado tres meses desde la llegada de Ryuuzaki a Wammy's, y nunca a Near se lo había visto tan feliz.

Un día como cualquier otro, ambos se encontraron en un pasillo solitario, donde solían sentarse y jugar al ajedrez o a las damas, mientras sostenían animosas charlas. Era un pasillo desolado, ya que la mayoría de aquellas habitaciones no poseían interes alguno en ser visitadas. Era el único lugar tranquilo donde podían refugiarse.

-Jaque Mate.-sentenció Ryuuzaki, venciendo una vez más a Near.

-Bien hecho.-susurró, mientras juntaba las piezas de alrededor, y el pelinegro hacía lo mismo. De repente, una pieza solitaria se resbaló de su postura. Por acto reflejo, ambos la agarraron al mismo tiempo, provocando un suave rosa de piel con piel. Se miraron. Parecía estúpido pero, se habían sonrojado. Y aun sus manos seguían batallando silenciosamente por ver quien dejaría la pieza primero.

-Lo siento, Near-kun.-decidió romper el silencio Ryuuzaki, mientras pensaba una y otra vez a qué se debía aquel calor en sus mejillas.

Near tan solo sonrió, y colocó nuevamente la pieza en su respectivo lugar.

Desde un lugar muy cercano, un par de ojos veían amenazadoramente la escena, aguantando su furia, aguantando su dolor.

Dos días habían pasado desde el pequeño incidente. Aunque parecía de lo más normal, aquellos par de amigos jamás habían rozado sus pieles, ni mucho menos abrazado, siempre habían mantenido una distancia. El repentino roce de sus suaves pieles albinas no solo significó una invasión del espacio personal que mantenían, sino que también un avance en la amistad, un avance oculto, que ellos aun no avistaban.

Un ocaso, Near decidió que debía parar con ese remolino de ideas que aquel contacto le había provocado. Estaba decidido. Le costaría pero, desde hacía dos noches que no podía dejar de pensar en el pelinegro, y en sus sueños las acciones eran cada vez más sugerentes. No sabía si clasificar su acción como pensaba o por simple ímpetu, pero lo haría, porque no solo su cuerpo lo deseaba, sino que también su mente quería llenar aquel vació que no podría resolver, a menos que lo intentara.

-Ryuuzaki-kun, debo decirte algo.-el cielo anaranjado iluminaba el pasillo con cálidos rayos de luz. El pelinegro alzo la vista de su juego a medio hacer.

-¿Sí, Near-kun?-la inocencia de sus palabras solo logró intimidarlo más, pero ya no había vuelta atrás.

-Te reto.-

Ryuuzaki se paró en seco y miró fija y profundamente a los ojos de Near, que igual de intensos le devolvían la mirada.

-¿Cuál es el reto?- preguntó, atraído por la competencia.

-Si gano ésta partida, tendrás que besarme. Si tu ganas, haré lo que desees.-dijo, soltando una silenciosa bocanada de aire al final. Estaba nervioso, y aunque su semblante se mantenía impávido, la verdad era que estaba temblando ante la llegada de la respuesta. Y qué respuesta, Ryuuzaki se había quedado completamente sorprendido, a tal punto de que sus ojos mostraron más expresión que lo normal. Luego de minutos que parecieron siglos, accedió.

-Acepto.-por su mente pasaban miles de imágenes significativas que solo le decían aceptar y continuar el juego. Sabía lo que quería, y lo tendría.

Y así fue como una gran lucha de mentes se inició. Ninguno de los dos estaba dispuesto a perder. Un peón caía con un mudo estrépito del tablero mientras un caballo tomaba su lugar. La reina movía su poder danzante mientras derrotaba a cual pieza encontrase. Ambos reyes luchaban por su deseo, ambos nobles luchaban por ganar. Luego de unos minutos de intensa disputa, la partida resultó a favor de Ryuuzaki, algo que desconcertó al pequeño, mas no se dejaría vencer, batallaría para demostrar que de verdad lo quería, quería ese beso.

-Jaque…-suspiró, resignado-…Mate.

Nuevamente Ryuuzaki lo había vencido, aunque le había costado, y bastante, ya que si no fuera por la jugada de no haber arriesgado un peón hacía cuatro jugadas atrás, hubiera perdido. Near desalentado, pero aun con una mirada neutra, sonrió con naturalidad hacia el tablero.

-¿Qué deseas, Ryuuzaki-kun?-lo había hecho sonar pervertido, muy pervertido. O quizás era él quien le había agregado el acento sensual que la voz de Near había adoptado. Lo hacía intencionalmente, y lo sabía. La imagen se quedó congelada.

Ni un suspiro.

Ni una respiración.

Solo dos miradas profundas que combatían desde lo recóndito el mismo deseo.

Y así fue como, delicadamente, como solía hacer con todo, tomó la barbilla del pequeño albino, y depositó un suave beso en sus labios fríos y sumisos al tacto. Se estremecieron, eran inexpertos, eran nuevos en ello, pero ambos genios lo necesitaban, sabían que lo necesitaban. El calor en sus mejillas crecía con cada mínima pulgada que ambos presionaban aun más sus labios. Era perfecto, todo era perfecto. En ese momento no podría haber nada que lo arruinara, si quisieran, ese momento podría haber durado para siempre pero…

-¿Ryuuzaki?-una voz varonil apareció de repente, cortando como si se tratase de un cuchillo la escena.

Se separaron de una manera violenta, tirándose mutuamente para lados contrarios.

-¡Light-kun!-dijeron ambos al mismo tiempo, mientras el sonrojo en sus mejillas aun perduraba.

-Sabía que había algo mal, sabía que había algo raro entre ustedes. Tanta soledad, tanta cercanía, era algo evidente.-dijo con suficiencia, mas su mirada mostraba rencor, dolencia. ¿Dolencia? ¿Por qué? A Light no le incumbía el asunto de ellos, mas sentía su sangre correr a mil por hora.

Ninguno dijo nada, Near se acomodó en su típica pose pequeña y tímida, mientras sonreía y cubría su mirada detrás de su cabello. Por su parte Ryuuzaki se levantó rápidamente y lo miró con profundidad, esperando alguna reacción.

-Me dan asco.-susurró finalmente Light, que hubiera significado un adiós. Más no lo fue. Se quedaron mirando, chocando quedamente sus miradas, una llena de rencor y amargura, y otra neutra, sin emociones. Near alzó la vista unos centímetros, para luego morderse el labio inferior. Sentía un leve cosquilleo en su estómago, no le gustaba, no le gustaba que se miraran tan efusivamente.


¿Reviews? :D