Hola a todos. Les presento una superiperhistoria llena de suspenso, aventura, romance y todo lo demás...Las tortugas no son mías lógicamente, pero ya es muy común mencionarlo apra respeto de sus creadores. Pero otros personajes que salen aqui si que son míos.Ahora disfruten la lectura.
PROLOGO
Hiroshi veía dormir a la pequeña niña en su cama tranquilamente sin ninguna preocupación. Su cabello castaño se movía al ritmo de su respiración profunda y abrazaba una muñeca que él mismo le había regalado en su cumpleaños que acababa de pasar en el que cumplió diez años.
Si…diez años protegiéndola de todo. Tanto de la sociedad como de su destino…una palabra muy fuerte para una niña pequeña, pero no tan indefensa como el quería creer. Pero fuera de todo la necesitaba. Siempre lo ha hecho.
Cerró la puerta de su habitación lentamente para no despertarla de su profundo y tranquilo sueño. Cada vez que hacía eso sentía un instinto de volverla a abrir y ver como se encontraba.
-Hiroshi- una voz femenina lo llamó por detrás de él. Era nada más y menos que una gata siamesa con unos ojos demasiados grandes y profundos que atemorizaban a su víctima en la hora de la batalla y enfrentarse a ella, a igual que un felino.
-No pasa nada, Cleo –dijo el hombre con voz profunda tanto cálida a la vez –Sé a lo que me enfrento.
Se fue caminando directo a la sala donde se encontraba una cálida chimenea. El gato lo siguió con la mirada y después lo siguió con pasos.
Se sentó junto al fuego para contemplarlo. El fuego…su elemento. Simbolizaba poder absoluto, pero era destructor y eso era a lo que tanto temía, justamente por eso aprendió por su cuenta durante años a controlarlo para evitar ser un peligro para la sociedad a igual que sus hermanos. Claro que no contaban con el mayor destino de todos. Pero pasara lo que pasara no podían permitir que les quitaran todo lo que amaran.
Es por eso que la niña tenía que permanecer oculta de la sociedad si no aprendía a controlar su poder oculto. También si no quería desaparecer de la faz de la tierra.
Pero lo que sabían muy bien los enemigos era que la niña no estaba sola. Aún lo tenía a él, y eso era suficiente para poder proteger a la niña. Pero ser el único obstáculo también era una muy baja defensa.
El fuego se movía como si cobrara vida. Mientras que el viento soplaba tranquilamente. Pero el agua del jardín comenzó a moverse incómodamente sabiendo lo que tenía que hacer.
Por instinto sabía mas que nadie que el agua era ahora quien lo llamaba en ese momento. Se paró de su lugar y salió al jardín a ver el estanque con peces koi quienes también se movían incómodamente.
El agua tomó forma de una mujer, una de las más bellas de su familia, pero también de las que ya no tenía a su lado. Una mujer al que alguna vez llamó hermana. Pero gracias al estúpido destino la había perdido a igual que a su otro hermano.
-Shen…-susurró Hiroshi al verla -¿Qué haces en el mundo de los mortales? Se supone que tienes que descansar.
-Tengo que avisarte de algo antes de irme de nuevo –dijo el agua – Has hecho un buen papel como su guardián, pero ya no es suficiente.
-¿Cómo que ya no es suficiente? –Preguntó repitiendo las palabras del agua cristalina –La protejo no solo por lo que representa para muchos. La quiero como una hija. No permitiré que ese destino la haga infeliz. La conozco muy bien. Sé más que nadie que ella debe ser amada a igual que debe amar. Esos espíritus lo único que quieren es su potencial.
-Pero es su destino…
-¿El destino quien lo crea? –Preguntó enojado Hiroshi con el agua ante tal reacción de la que era su hermana –Lo único que he visto con ese dichoso destino es muerte. Tu moriste y también nuestro hermano mayor. Yo me salvé por no creer en ese destino que tanto nos han mencionado. Pero ahora se lo recalcan a Akari y ella tan solo quiere ser una persona normal.
-Ella nunca lo será. Lo sabes. –Dijo tranquilamente el agua brillando con la luz de la luna –Por más que lo intentes, Akari siempre será una luz allá a donde valla. Nunca podrá estar oculta en las sombras como la has enseñado como un ninja.
-Pues haré todo lo posible –dijo tajantemente.
Estaba enojado. Y el fuego que se movía e incrementaba de la chimenea lo demostraba.
-¡Akari es mi luz! –gritó ante un acto desesperado. Una increíble resistencia estaba poniendo en ese momento de no ir corriendo directo hacia donde estaba durmiendo la pequeña y llevársela antes de que se la arrebataran.
-Tendrá otros guardianes. – Dijo el agua -Descuida. Yo sé que es lo que quieres para ella. Lo tendrá con esos guardianes que yo misma los vi.
Del cielo cayeron shurikens clavándose en varias partes. Por instinto los pudo esquivar. Varios ninjas saltaron del techo directo hacia él lanzando más shurikens.
El agua se movió incómodamente y estaba dispuesto a irse de nuevo al mundo de los espíritus a descansar para siempre. Pero antes de irse Hiroshi ante un acto desesperado la llamó.
-¿Quiénes serán esos guardianes que viste?
El agua volteó hacia su hermano y antes de irse dijo en un susurro que solo el fuego pudo entender.
-kame…
El agua antes de irse por completo atacó directo hacia los ninjas distrayéndolos por completo. Hiroshi aprovechó la ocasión y fue directo hacia donde dormía la niña sin saber lo que ocurría alrededor.
Abrió la puerta despertando a la niña.
-¿Qué ocurre? –la niña abrió sus pequeños ojos verdes esmeralda desconcertada.
-Tenemos que irnos –dijo Hiroshi –Nos han vuelto a encontrar los ninjas.
La niña abrió por completo sus ojos que brillaron con el reflejo del fuego que resaltaba en su maestro. La niña no reflejaba miedo como lo haría cualquier niño de su edad, pero si estaba desconcertada.
-Me entrenaste para poder enfrentarlos –dijo la niña –Es hora de demostrar que puedo defenderme.
-No es el momento –dijo Hiroshi –Debes huir de aquí.
Hiroshi cargó a la niña olvidando por completo que la niña sabía caminar por su cuenta. Pero es que el deber de salvarla era demasiado. Si no hacía algo la atraparían.
Los ninjas atravesaron por los vidrios de las ventanas ante un acto sorpresa. Akari gritó ante la sorpresa y el viento sopló un tanto asustado.
Hiroshi alzó su mano directo hacia el fuego de la chimenea que cobraba vida y rodeó a los ninjas dándoles el paso para huir.
Salió por una puerta pero también había más ninjas. Se duplicaban rápidamente. Tenían todo un clan en su casa decididos a llevarle la niña a su jefe. Pues bien, si eso querían tendrían que enfrentarlo.
Una enorme bestia salió de la nada y atacó a varios ninjas con sus zarpas feroces. Miró con furia con sus ojos enormes directo a varios ninjas que la atacaban. La bestia era tan solo una fuerte esfinge que no contaba con las sabidurías de un ninja para esquivar ese tipo de obstáculos.
Hiroshi la ayudó provocando fuego alrededor de la casa poniendo a la niña detrás de él para cuidarla.
La niña tan solo estaba aferrada a su muñeca viendo toda la batalla que se estaba formando en su hogar. Todo se destruía rápidamente. El viento soplaba descontroladamente buscando una salida. Y la única que se le ocurrió fue lo que siempre hacía: moverse sin obstáculos.
Había corrido la niña buscando una salida mientras su maestro y su mascota peleaban tratando de protegerla. Justo cuando entró por un lugar donde se veía solo y creía estar a salvo, una sombra pasó por el fuego.
No entendía realmente lo que estaba frente a sus ojos. Pero lo que veía era sus miedos hechos hombre.
Una armadura lo cubría de pies a cabeza. En su mano tenía dos punzantes armas que podían atravesar lo que sea. Esa risa malévola, ese cuerpo de metal, y toda esa maldad que percibía de él era algo que nunca podría olvidar una niña tan pequeña.
-Nooo! –gritó Hiroshi acercándose a los dos. Tenía una katana en sus manos para enfrentarse a ese hombre de metal.
Comenzó una batalla muy dura para los ojos de una niña inocente. Tan solo veía como su maestro era golpeado sin piedad mientras el fuego consumía su casa.
Sin darse cuenta en qué momento, el fuego se había acercado demasiado a ella quemando casi toda su ropa, pero no su cuerpo. Corrió para no hacerse daño, pero su muñeca de la que se había aferrado en todo momento se había quemado. La tiró tristemente con lágrimas en los ojos al ver todo lo que ocurría. Su maestro peleaba a muerte con un hombre perverso de metal, su gata peleaba con varios ninjas y su casa se consumía con el fuego.
El viento sopló fuertemente tratando de apagar las llamas, pero era demasiado para él ante tanta preocupación.
Después de todo eso, el techo en llamas cayó encima de ella separándola de la batalla y de todo lo demás.
La niña gritó ante un acto desesperado y las llamas consumían todo a su paso, pero no lastimaban a la niña. Era como el abrazó cálido que le daba su maestro antes de dormir para arrullarla. En efecto la niña comenzaba a cansarse viendo el movimiento del fuego lentamente haciéndola olvidar de todo lo referente de al otro lado de las llamas.
Se preocupaba por su maestro…de ese hombre malo de metal que lo atacaba…de Cleo… ¿Quién era cleo?...el fuego le daba mucho sueño y su memoria le fallaba a todo lo referente a la batalla.
Akari se sentó en el pasto viendo el movimiento del fuego. Cada movimiento que hacía el fuego le hacía olvidar varias cosas y eso le preocupaba, pero poco a poco comenzó a no importarle eso hasta que cayó completamente dormida con el abrazo cálido que le otorgaba el fuego.
Despertó en el asiento de una patrulla junto a un policía que veía su estado. Cuando la vio levantarse fue a volverla sentarla.
-Tranquila pequeña –dijo el policía haciéndole señas a la ambulancia para que atendieran a la niña –Todo va a estar bien.
¿Qué estaba pasando? Por más que lo intentaba no recordaba nada. No tenía ni idea de cómo había terminado ahí ni de cómo su ropa se había quemado.
Los de la ambulancia fueron a atenderla dándole una abrazada para taparla y le hacían varias preguntas de cómo se sentía, pero eso era algo que ni ella sabía. ¿Qué estaba pasando¿Qué fue lo que había ocurrido?
La niña se les escapó a los policías sin darse cuenta. Fue directo a ver que estaba pasando frente a ella. Los bomberos apagaban el fuerte fuego que estaba consumiendo la que alguna vez había sido una casa. Los vecinos hablaban con los policías lo que habían visto desde sus respectivas observaciones. Pero lo que vio la niña frente a ella le era muy confuso. No podía recordar nada. Su conciente le decía que ella había estado en el incendio al ver su ropa casi toda quemada y en su carita la tenia toda chamuscada.
Pero como toda niña curiosa, lo que le llamó la atención en ese momento era una caja alargada forrada con buenas intenciones, pero el fuego había quemado gran parte del papel colorido con su color favorito y un moño también quemado. Akari lo abrió y vio unos abanicos muy bonitos y muy resistentes de batalla. Eran los abanicos que usaba una mujer ninja según ella recordaba.
Entonces su mente trabajó para recordar algo. Ella era una niña entrenada para ser una ninja. Ese había sido el objetivo de su maestro… ¿y su maestro¿Dónde se encontraba?
Su pregunta fue respondida a lado de ella, donde unos hombres se llevaban en una camilla tapada con una sabana blanca a un cuerpo sin vida. La camilla la estaban metiendo en la ambulancia.
No supo por cuanto tiempo estuvo parada ahí con los abanicos en sus manos viendo el cuerpo sin vida de su maestro…del que era un padre para ella. Sus ojos verdes dejaron correr grandes lágrimas que el viento que soplaba fuertemente se las llevaba. No tenía ni idea de cómo había pasado todo ni de lo que iba a pasar, pero una cosa si sabía, o por lo menos acababa de captar; la casa que se había quemado había sido su hogar, y su único pariente había muerto en ella.
Un policía se la llevó mientras veía a la niña llorar al ver el cuerpo sin vida de su maestro. No supo con que tacto decirle que todo estaría bien, pero es que esa sería una mentira. Porque en ese momento todo estaba cambiando. El destino estaba poniendo todo en la mesa de juego. Estaba probándola y encaminándola directo hacia la razón por la cual había nacido.
Pero ella no lo sabía…no lo recordaba…
El policía la había sentado en la patrulla. Ella solo oía voces distantes alrededor de ella. Escuchaba todo lo que se decía sobre ella. Que estaba sola, que su maestro, su tío y único pariente había muerto y que no tenía a nadie más; que la tendrían que llevar a un orfanato.
El viento continuaba soplando fuertemente sin piedad. A ese paso podría derrumbar todo a su paso. Pero Akari pudo comprender una palabra que le decía el viento un susurro melodioso.
Unme…
Unme. Destino. Todo estaba ya a juego. Y toda esta historia apenas estaba por comenzar.
