LANTIS

Esto es absurdo

¿Qué hago aquí? ¿No debería dirigirme al palacio, tal como Guruclef me lo pidió?

Y en cambio estoy acá. Mirando una vez más esta entrada, prohibida para mí, prohibida para cualquiera.

Excepto para ella.

Aun cuando lo he intentado muchas veces, con resultados inocuos, estoy acá de nuevo, pensando en la forma de entrar, como si eso me garantizara que puedo volver a verla.

Recuerdo la primera vez que quise ingresar al templo. No habían pasado tres días desde que ella había regresado a su mundo. En ese entonces aún podía evocar el tacto de su piel, el tono exacto de su voz y el curioso resplandor que se había formado en sus pupilas cuando le dije con palabras lo que yo hacía mucho tiempo había entendido, pero que de alguna manera, ella se las había arreglado para no creer, a pesar de habérselo demostrado con mi corazón, con mi propia sangre. Sin embargo, ¿cómo culparla? Yo tampoco planeé esto, ni la forma en que los eventos se conjugaron para divertirse con nuestras emociones.

La profundidad de la caverna en ese entonces no era tan perturbadora a la vista, como ahora. Rayearth aún mantenía algún tipo de conexión con Céfiro, y el retorno de las guerreras mágicas estaba en la memoria. Quizás por eso mismo, el genio no me permitió la entrada. Quizás creía que todo Cefiriano debería concentrar sus esfuerzos en reconstruir el planeta, y probablemente tenía razón. Habían muchas cosas por arreglar, incluso en Autozam…y yo tenía un funeral al cual acudir.

Por eso no presté demasiada atención, lo dejé pasar, aunque siempre estuvo dando vueltas en mi cabeza.

La segunda vez, acababa de regresar de Autozam. Habían pasado tres meses. Su tacto ya no estaba tan claro. Sólo evocaba su calor y el sentimiento que me producía, lo que me llenaba de incertidumbre. Aún recordaba la forma de sus labios pero otros detalles se desvanecían y eso era perturbador. Por eso volví a intentarlo: Dí un paso, sólo uno; y el rechazo fue inmediato. El templo estaba sellado con una barrera invisible que yo no podía traspasar. Regresé por mi camino.

La tercera, cuarta, quinta y sexta fueron exactamente iguales. Tal vez en la cuarta intenté dialogar con Rayearth, no recuerdo muy bien. Lo que si tuve claro fue que el silencio se volvía mi único interlocutor. Ni una palabra atravesó la oscuridad para responderme.

Tras seis intentos fallidos, acudí a mi maestro. No había querido solicitar su consejo antes. No deseaba conversar acerca de los motivos que impulsaban mi audiencia con el genio del Fuego. Lo que menos quería era convertirme en el nuevo foco de conmiseración; rol que se había ganado Ferio tras dejar el palacio. De boca en boca corrían frases como "Pobre príncipe" o "No ha podido olvidar a la guerrera mágica". Aún hoy en día, después de tanto tiempo, en las pocas noticias que se conocían de su destino siempre estaba presto un ligero suspiro de lástima. Yo no me prestaría para eso. Ya suficientes eran las miradas al suelo cuando hablaban de Zagato en mi presencia. Si las personas conocieran el torbellino que había despertado en mí la guerrera mágica y el pequeño desastre que había armado con su ausencia, tendrían demasiado de que hablar.

Sin embargo, al exponer mi preocupación ante Guruclef, fue grande mi sorpresa al averiguar que él había estado investigando el destino de los genios, aunque específicamente se había concentrado en el genio de las profundidades, Ceres. Seguramente Guruclef lo eligió por ser el primer genio que las guerreras despertaron de su largo sueño y tal vez el primero que estaría dispuesto a escucharnos. Acerca de esa curiosa predilección, no me dio explicaciones. Sigo sin creer que Ceres esté más interesado en los mortales que Rayearth como alguna vez argumentó el hechicero... Al menos no lo ha demostrado. Pero si lo afirma Guruclef, ¿cómo puedo yo refutarlo?


HIKARU

Diciembre… un mes invadido por la cultura occidental, donde damos bienvenida al consumismo y nos incitan a adornar las calles con sus motivos navideños.

Pero no aquí, el Dojo Shidou se apega completamente a sus raíces. Por lo tanto es el mes más ocupado del año. La festividad del mes es una muy especial, no se comprara con los festivales estacionales, ni hablar de tanabata, durante todo diciembre nos ocupamos de despedir al año viejo para poder dar la bienvenida al nuevo.

Lo que implica, además de los adornos tradicionales, del Osechi Ryouriy de la respectiva visita al templo shinto…. El "Oosouji". Así es… la limpieza general de toda la casa.

Toda, completa, depurar lo viejo, sacar toda la basura, no dejar un solo rincón sin limpiar… dos o tres días de total y absoluta limpieza. Esto no debería ser una tarea demasiado pesada… después de todo somos 4 los que habitamos en esta casa, sin embargo año tras año, Masaru y Kakeru buscan la más mínima excusa para escapar de las tareas domésticas; este año no es la excepción pues con el pretexto de salir a buscar un lindo Kadomatsu, nos dejaron a Satoru y a mí.

Admito que hace algunos años solía quejarme de que solo nosotros nos encargábamos d tan ardua tarea, sin embargo mi percepción fue cambiando año con año… recuerdo cuando recién habíamos vuelto de Cephiro que solía fantasear con reproducir todo este ritual al lado de mi amado… Satoru más de una vez me llamo la atención pues me quedaba barriendo el mismo lugar por más de 20 minutos.

Conforme fue pasando el tiempo, y mis ilusiones de volverlo a ver iban disminuyendo, esta tarea me servía para más bien distraerme y pensar que ha sido un año más sin su presencia… que nuevamente me encuentro lejos de sus brazos y la protección que me brindaban, de sus raras sonrisas, o de su aroma tan peculiar entre cuero y lavanda…

Nuevamente me pierdo en mis pensamientos hasta que Satoru me vuelve a la realidad, pidiéndome que comience con la depuración de objetos. Afortunadamente no habrá mucho de lo que deshacernos este año.

Poco a poco comienzo a sacar las bolsas de objetos y basura, cuando mi medallón cae al suelo… la cadena en que lo conservo finalmente cedió. El ruido que produjo al caer alerto a mi hermano, quien al verlo en el suelo solo me miro…

- Hikaru, ¿no has pensado en deshacerte de ese medallón? Ya se encuentra muy desgastado, quizá es momento de conseguir uno nuevo.

Mire a mi hermano horrorizada, ¿Cómo podía siquiera sugerir eso? El único recordatorio físico que tenia de que no había soñado su existencia, que en algún mundo lejano había alguien a quien yo amé, a quien aún amo y que espero aun ser correspondida… Él debió ver mi cara de horror pues inmediatamente trato de remediar lo dicho, pero aun así intento nuevamente de convencerme de deshacerme del amuleto, argumentando que debíamos deshacernos de todo lo viejo para poder recibir bendiciones nuevas.

Me dejó pensando. Y mientras colocaba el amuleto en un nuevo listón y me lo colgaba al cuello, diversos pensamientos me inundaron.

Quizá tenía razón y debería dejar de aferrarme a un recuerdo del pasado. Y aunque aún lo recuerdo con muchísimo amor, la esperanza de volvernos a ver cada día es menor. ¡Que injusta es la vida!

Finalmente la limpieza masiva estaba lista, Masaru y Kakeru han vuelto con los adornos además de que en su excursión han decidido traer más fideos soba para la celebración de esta noche.


LANTIS

Guruclef no tenía ninguna respuesta. Lo entendí después de varios días.

Cada uno debía cazar a sus propios demonios.

Mis visitas se incrementaron y así mismo su frecuencia. Mi ego movía cada ensayo, convencido de que podría despertar el letargo del dios…pero después de la vigésima ocasión, ya no era el ego. Era añoranza. La verdad aún me da miedo convertirme en lo que trato de proyectar a los demás: un bloque de hielo sin sentimientos. Si sigo luchando por ocultar cuánta falta me haces guerrera mágica…tal vez el remedio temporal que le estoy aplicando a mi espíritu acabe por destruirlo completamente.

Hikaru

Miro de nuevo hacia la oscuridad, densa. La caverna se cubría con el sonido del viento, lleno de ecos del pasado; una canción solitaria revestida de esperanza, pero plagada de misterios.

¿Cuántas veces he estado aquí de pie?

¿Importa saberlo?

No avanzo. ¿De qué serviría? ¿Acaso sería diferente? Si soy detenido una vez más por aquella puerta invisible que me cierra el paso, sólo me queda un camino, y no es la dirección que realmente deseo recorrer.

Nada pierdes

Nada pierdo

Camino sin esperar nada. Sin pensar en su cabello, sin pensar en sus ojos. Sin pensar en Céfiro o en el mundo místico, sin pensar en la soledad, sin pensar en el destino, sin pensar en el tiempo.

Y nada me detuvo.

Al fondo, dentro de esa caverna desconocida, una luz roja se encendía, tomando fuerza a cada paso que daba.

Una energía desconocida bombeó en mis venas, y corrí.


HIKARU

Kakeru se lució. No solo los fideos huelen delicioso, sino que todos los demás platillos para la cena se ven por demás apetitosos. Incluso Hikari no se puede alejar más de dos metros de la cocina.

Cenamos en relativa armonía, entre bromas y anécdotas del año. Y al terminar, decidimos dirigirnos al templo un poco más temprano para tener un buen lugar.

La caminata no fue muy larga, después de todo la colina Sendai, donde se encuentra el templo no está muy alejada del dojo. Sin embargo notamos que muchos tuvieron la misma idea y comenzaron a llegar más temprano.

Decidimos aprovechar el tiempo antes de las 108 campanadas presentando nuestro respeto al fuego sagrado. Uno a uno fuimos acercándonos, sin embargo cuando fue mi turno, algo inesperado sucedió.

Súbitamente el fuego creció de forma descomunal y tras hacer una ligera explosión que alerto a todo el mundo, el fuego se apaciguo. Sin embargo algo del calor que había generado el comportamiento del fuego sagrado quedo atrapado en el amuleto que me dio mi amado… y simplemente no dejaba de brillar.

Y al fin llegó el momento… una a una fueron sonando las 107 campanadas que despiden al año viejo… una a una resonaron recordándome tu ausencia y mi añoranza…y justo al sonar la 107, y de manera casi inconsciente pedí volverte a ver aunque fuera por un momento.


LANTIS

El calor era sofocante. La caverna era el preludio de un inmenso volcán en actividad. Llamas de varias tonalidades de rojos y naranjas intensos subían hasta alcanzar alturas inconcebibles para su densa y burbujeante naturaleza, desafiando la gravedad gracias al bravo oleaje del magma que se revolvía unos metros por debajo del empinado risco sobre el que me encontraba.

Desconocía si este espectáculo era un acontecimiento normal en el templo. Algo en mi corazón me decía que no. Esas llamas furiosas se alzaban hacia el techo por una razón, estirando sus dedos mortíferos hacia la cúpula para lograr… ¿una conexión?

- ¡RAYEARTH! –grité con toda la potencia que me permitía la garganta en ese ambiente tórrido, en el cual ya era difícil respirar sin sentirse agotado-

No hubo respuesta. Pero el genio estaba allí, su presencia se extendía por las paredes, en cada piedra, entre las grietas, incluso en el aire. La intensidad de la magia que se concentraba allí era demasiado clara para pasarla por alto.

De súbito, enormes cantidades de magma emergieron de golpe desde el peligroso río escarlata, como una descomunal pared, subiendo en un segundo hasta la cúpula de rocas. Mis asombrados ojos vieron como esa ola gigantesca se estacionaba delante de mí, completamente perpendicular, y sin embargo conservaba el movimiento sinuoso del caudal, tal como si decidiera fluir tranquilamente sobre el aire.

Luego, me pareció ver algo. Figuras sobre la ardiente lava. Sombras humanas que se deformaban en la corriente de fuego. Me acerqué con demasiada confianza, ciego ante el riesgo que de un momento a otro aquel muro de fuego se desplomara sobre mi cuerpo, llevándose mi vida como quien enciende una hoja de papel.

Traté de afinar mi visión, pero estaba demasiado cerca. Los vapores abrasadores me obligaban a entrecerrar los ojos. Las sombras estaban allí, pero no podía distinguirlas claramente, se movían con demasiada rapidez para seguirlas.

Fue allí cuando una gota de fuego saltó hacia mi armadura. Traté de evadirla, pero aquella llama en forma líquida buscó expresamente la gema central de mi traje, aquella que se encuentra justo debajo de mi cuello. Al entrar en contacto con ella, todas las gemas incrustadas en el metal brillaron con una luz carmesí intensa; que en vez de cegarme, me permitió ver lo que antes me era esquivo: La inmensa columna de lava ante mí cambió su apariencia y se convirtió en un cristal diáfano, ligeramente rojizo, y detrás de esta, enmarcada con un sutil brillo, una pelirroja abría con sorpresa sus preciosos ojos para obsequiarme una mirada que yo había estado buscando durante mucho tiempo.


HIKARU

Justo al sonar la campanada 108, sentí como una mano se posaba en mi hombro sacándome de mis cavilaciones. Al voltear la mirada, me percate que Umi y Fuu me miraban con ojos curiosos… ellas hablaban pero mi mente no registraba sonido alguno. Veía como sus labios se movían y como sus miradas esperaban algún tipo de respuesta. Sentí un abrazo, era Kakeru buscando a su "linda hermanita". Fue entonces que Salí de ese extraño estado y que por fin pude escuchar los sonidos de mí alrededor.

Tras excusarme y decir que mi mente estaba en otro lado, nuevamente me preguntaron cómo me encontraba tras el incidente con el fuego sagrado. Y, una vez pudieron comprobar que no me había sucedido nada, tras desearme un excelente inicio de año, cada una nos retiramos con nuestras respectivas familias.

El camino de vuelta al dojo fue irrelevante; algunos comentarios divertidos, algunas bromas, y un comentario por parte de Satoru que me dejo desconcertada…

- veo que me hiciste caso y por fin has cambiado ese viejo amuleto, dime ¿Dónde conseguiste uno tan similar al que tenias antes?

Mire al amuleto y en efecto pude comprobar que ahora tenía un nuevo brillo, y el reflejo ahora tenía un tinte blanco y morado; al parecer es el resultado de su exposición al fuego del templo. Me limite a sonreír y preferí no sacar a mi hermano de su error, simplemente le dije – Por ahí…-

Al llegar a casa, sentí una inmensa necesidad de dirigirme a la soledad del tokonoma, era un impulso casi involuntario, frente al que no podía hacer nada más que seguirlo.

Y fue ahí, que el amuleto cobró vida. Desprendiéndose del listón que lo mantenía atado a mi cuello, se situó frente al Kamidama, y comenzó a emitir una luz blanca… igual al reflejo que ahora poseía. La luz comenzó a expandirse poco a poco hasta que formo una columna que podía fácilmente confundirse con un rayo que caía del cielo, pero que en realidad era generado en mi amuleto y que desaparecía en algún punto del techo.

Y detrás de esa luz, figuras, parecía un portal a otro mundo. Un camino secreto que promete sorprenderte al final del mismo. Quise acercarme… algo dentro de mi me impulsaba a hacerlo, sin embargo la luz actuaba como una barrera que no me dejaba ver más allá. El brillo se intensificó, haciéndome cerrar los ojos, hasta que disminuyó su intensidad, permitiéndome ver que detrás de la misma en efecto había una gran sorpresa aguardándome…


LANTIS

- ¡Hikaru! – dije -

Avancé, sin recordar que lo que tenía delante era la sangre que mantenía vivo el volcán. No estaba pensando claramente. Tal vez no estaba pensando del todo. Como algunas veces me había ocurrido con Hikaru, mis deseos dominaban la razón y me conducían ante senderos que no pensaba recorrer.

A pesar de eso, mi cuerpo no se carbonizó como debió ocurrir. El cristal helado frenó mis manos y detuvo mis pies con cruel resolución. Nuevamente, mi mente se bloqueó, y dejó que mis puños golpearan con furia aquella barrera, haciendo real la frustración que sentía. Tres golpes bastaron para renunciar a ese desesperado intento de tocarle. Apoyé mi frente sobre la fría superficie, y respiré cerrando los ojos, tratando de volver a ser yo, maldiciéndome por haber mostrado ante ella, precisamente ella, esa faceta que tanto trabajo me había costado sepultar dentro de mí.

Pero luego, abrí los ojos.

Allí estaba ella, también apoyada contra el cristal, mirándome fijamente, muy cerca a mi rostro. Si no hubiera existido nada interponiéndose entre nosotros, sus manos estarían apoyadas en mi pecho. Casi podía sentirlas. Y ahí entendí. Entendí que el regalo que nos habían dado tenía que ser aprovechado.


HIKARU

- Lantis…- fue lo único que escapo de mis labios en forma de susurro al verlo frente a mí.

Al parecer el también noto mi presencia, pero a diferencia mía, el no se quedo congelado en su lugar, de inmediato lo vi correr hacia mí, y vi cómo esa barrera de luz, también a él le impedía avanzar. Vi su rostro desesperado golpeándola para que le permitiera el paso… y lo vi cerrar sus ojos, en medio de una gran frustración, frustración que yo también compartía.

Me acerque lentamente, y puse mis manos en el cristal… añorando poder sentir sus brazos a mi alrededor… pero feliz de poder verlo aunque sea de esta manera.

Intenté hablarle pero la voz no me salía, tenía un gran nudo en la garganta, producto de la emoción, de la añoranza y un montón de sentimientos más. Lo intenté de nuevo, y esta vez, pude emitir sonido; grande fue mi sorpresa al ver que el también me escuchaba.


¡Feliz Año a tod s los lectores! Esperamos disfruten leyendo esta historia. Nosotras nos divertimos mucho escribiéndola...ha sido una experimento emocionante, lleno de retos, ¡pero también increíble!¡ Estamos sorprendidas con el resultado!

Un abrazo para todos! Felices fiestas!