Disclaimer: Los personajes pertenecen a PEACH-PIT, la historia es completamente mía.

"Diez años".

La oscuridad de la noche cubría su figura oculta tras una valla publicitaria, en la desgastada azotea de un edificio, donde esperaba a su nuevo objetivo (Un sujeto clasificado en la sección D de bajos criminales/estorbos de otros). La escoria aun no llegaba, pero su paciencia, cultivada con los largos años de entrenamientos con expertos asesinos de medio oriente, silenciosos ninjas, diestros espadachines y un sin fin de ágiles pistoleros, le daba abasto para esperar.

Sin embargo, aquella ciudad traía sus oscuros recuerdos a la superficie.

Aun podía recordar las risas, la música, correr por el parque siendo seguida por sus padres. Recibir cada día con una sonrisa inocente. La llegada de su hermanita y sus locos planes de un futuro en que ambas causarían dolores de cabeza solo por saber que tan lejos llegar.

Todo tomo un giro doloroso un día.

Su madre había salido luego de una corta llamada que le dejo tambaleante y medio ahogada, mientras que ella y su hermanita se quedaban con una vecina. Las horas se alargaron para ella, frente al ventanal que daba al jardín trasero, mientras que Ami dormía en el sofá. Los sollozos de su madre le advirtieron de su llegada, y la imagen que nunca podría olvidar apareció frente a ella; una muy derrotada Midori Hinamori, sollozando con fuerza entre hipidos y un mar de lagrimas que ensuciaban su rostro por el maquillaje corrido. La vecina la abrazaba, y ella, tan pequeña, solo contemplaba a escena sin comprender del todo el porque.

Tenia siete años cuando su padre, un sencillo y cariñoso fotógrafo, fue asesinado en un extraño incidente (del que poco o nada conoce), dejando a la deriva a sus tres amadas mujeres.

Un año después, su madre volvió a casarse sin previo aviso, esa vez, con un hombre extraño de apariencia respetable. Siendo en un inicio un aparentemente responsable y cariñoso hombre, termino develándose asimismo como un ebrio violento.

Comenzó a golpearles, siempre buscando escusas estúpidas que justificaran "sus castigos". Y su madre, aun consiente de lo tonta que era al permitir que semejante bestia continuara aterrorizando a sus pequeñas, insistía en que todo mejoraría. Pero las cosas no fueron a mejor.

Un día, del cual jamás ella lograría olvidarse, ella terminaba de colorear en la mesita que se hallaba en el centro de su habitación, cuando escucho fuertes golpes provenientes de la planta baja. Dejando la seguridad de su habitación, bajo a ver qué ocurría. Y ahí estaba él, ebrio a mas no poder, pateando a su madre en el sueño de la cocina, mientras que su hermanita Ami sollozaba hecha una bola en un rincón.

Paralizada, durante lo que pareció una tortuosa eternidad, se vio ahogada por una feroz sensación hasta entonces desconocida. Ira. Ira pura y devastadora corrió por sus venas.

En un intento desesperado trato de detener al sujeto. Sin embargo, la gran diferencia entre una niña de ocho años y un adulto, fue cruelmente azotada contra su razón. El sujeto la sostuvo de su cabello con fuerza, y la arrojo contra el piso, para luego simplemente dar media vuelta y continuar con su feroz asalto contra de la mujer.

Horrorizada y dolida, observo como su madre comenzaba a sangrar.

Sangre de mi amada madre...

Entregada a la ira, se dejo guiar.

Tomo un par de cuchillos de la encimera, y en un abrir y cerrar de ojos corto los tobillos del sujeto con precisión, haciéndole caer con un desgarrador grito al frio piso ya manchado con sangre de su progenitora. Abrió su vientre con un profundo corte desde el estomago hasta el ombligo, tomándolo desprevenido en su dolor, y dejo caer sus intestinos en una grotesca cascada carmesí. El sujeto, ya en shock, trato de sujetar la masa sangrante, cuando ella clavo los cuchillos en sus pulmones, ante la expresión horrorizada de su victima.

Con la sangre manchando todo a su alrededor y el sujeto tratando de respirar, ella observo a sus ojos, permitiéndose odiarlo con todas las fuerzas de su alma, y termino abriendo su garganta con un certero y profundo corte de un lado al otro.

La sangre que la cubrió entonces, era la asquerosa sangre de un ser despreciable.

Unos minutos después, tras pestañear varias veces y observar los restos del maldito, no muy lejos de su madre, cayo en cuenta de lo que había hecho.

Dejo caer los cuchillos, moviéndose apenas sobre la gelatina en que se convirtieron sus piernas, mientras que su aun sollozante hermana se acercaba a su inconsciente madre. Lo había matado. El monstruo que les había atormentado finalmente no les podría lastimar...

El asco se apodero de ella, y corriendo hacia las escaleras comenzó a rasgar las ropas ensangrentadas. Necesitaba quitarse la sensación de la inmunda sangre del maldito. Así que corrió al baño, metiéndose bajo el chorro del agua caliente con urgencia. Las cristalinas aguas se mantuvieron teñidas con rojo por unos minutos, mientras que procesaba lo ocurrido, fregando con fuerza su piel ya enrojecida. Respirando mientras contaba, en un intento por encontrar paz.

Nada podía volver a atrás...

Rendida, se vistió y bajo. Al contemplar la sangrienta escena, algo mas tranquila, vio por ultima vez a su dulce madre, quien trataba de consolar a Ami. Ambas asustadas por el cadáver junto a ellas.

Sabia que no les podría volver a ver, que todo había cambiado... que algo dentro de ella se había perdido, siendo reemplazado por una desconocida sensación de regocijo.

Había cometido un crimen, el primero de todos, y cada día que le siguió a ese, fue mas y mas sencillo. Cada vida que arrancaba le llenaba de vigor. Cada vida que se extinguía en sus manos, era una de la que no podía escapar... sin embargo, no sabia cómo evitarlo. De alguna forma debía "ganarse la vida".

Comenzó a llover, y ella, aun envuelta en sombras, sonrió cuando su objetivo finalmente llego a su piso. Desde aquel tejado lograba ver todos sus movimientos, sus últimos movimientos.

Cinco millones le darían por su cabeza.

Cinco millones que en breve serian todos suyos.