Disclaimer: Los Juegos del Hambre y sus personajes pertenecen a Suzanne Collins. Este fic participa en el reto de los minifics del mes de junio del foro "El diente de león".


A pesar del vínculo que tenía para con la familia Donner, Haymitch no quería ir a esa boda.

¿Por qué Maira habría pensado que invitarlo era una buena idea? Precisamente a él que se había ganado la fama de arruinador de eventos profesional. El alcohol hacía que se le afilara la lengua, se le acabara la paciencia y se le agriara el carácter. Probablemente acabaría peleándose con el primo lejano del novio, quien quiera que fuera ese tal Vincent Undersee.

Porque lo que más les gustaba hacer a los habitantes del 12 era especular sobre su vida.

¿De veras Maira quería arriesgarse a eso en el día más importante de su vida?

Pero la razón por la que Haymitch no quería ir no era por su preocupación a no ser un invitado modelo, era porque Maira era y seguía siendo la viva imagen de su difunta aliada. Y eso reavivava ciertos recuerdos que él prefería que quedaran dormidos.

Tenían hasta la misma voz, aunque la de Maysilee estaba dotada de un matiz más formal y serio que la de su hermana.

La última vez que la vio fue en la improvisada clínica del sanador, que no era mas que una casa particular con un par de habitaciones de sobra después de su segundo intento de suicidio. Ahí en el Distrito 12, a pesar de que era una industria con gran riesgo de accidentes laborales y grandes esfuerzos físicos, ni hospital tenían.

Desde que su hermana murió, Maira había sufrido depresión y fuertes dolores de cabeza que iban y venían secuela de su primer intento fallido de suicidarse. Dichos dolores solían ser peores cuando la nueva cosecha se acercaba o cuando llegaban en tren los restos mortales de los dos pobres chicos que el Capitolio había raptado y él no había podido proteger.

Ese año, recién llegado del Capitolio pasó por la casa del sanador a comprar la infusión de menta y tomillo para la resaca se la encontró ahí. Ella se pensó que él había ido a verla y él no tuvo el valor de decirle que estaba ahí por otra razón.

Maira estaba sedada, agotada y pálida. El sanador le dijo que estaba recuperándose tras su última crisis, que normalmente no llegaban a tanto pero esa había sido especialmente mala. Haymitch no pudo evitar recordar a Maysilee, tendida en el suelo con pequeñas perforaciones sangrantes en sus brazos y su rostro. La semejanza entre esas dos miradas no era tanta.

La pesadilla vino puntual, esa misma noche. Tan vívida que por unos segundos después de despertar creyó que había vuelto a aquella Arena y todo estaba sucediendo de nuevo...

Al recordad todo aquello Haymitch pensó que no le iba a hacer ningún bien ver a Maira de nuevo. Lo mejor era evitarla tal y como venía haciendo.

Sin duda el rechazo de la invitación iba a alegrar a unos cuantos. De vez en cuando en sus apariciones públicas tenía que enfrentarse a la mirada de reproche de los familiares de los niños cosechados.

Por eso y porque todo lo que trajera de vuelta a su cabeza o a sus sueños a Maysilee debía ser evitado, Haymitch hizo un avioncito con la invitación al enlace y lo echó a volar. No llegó muy lejos, pues con su pulso no se podían hacer milagros pero esa era la última de sus preocupaciones.

Después agarró la botella, siempre a mano, la apuró a tragos y se acomodó tranquilamente en el sofá, procurando no moverse para que su estómago no rechazase la ingente cantidad de garrafón de Quemador que le había introducido.

Esperando a que hicera su efecto y la mirada inerte de Maysilee y la perforación sangrante en el centro de su frente se disolvieran en el dulce estupor de la embriaguez.


Se que vengo a última hora pero quería terminarlos todos antes de subirlos. Este fic tendrá una segunda parte. En el transcurso de los siguientes días comenzaré a comentar.

Me gusta mucho Haymitch, pero escribir sobre él me resulta triste por toda esa melancolía y amargor que lleva por dentro. Decidí ponerle Maira a la gemela de Maysilee para continuar con la tradición Maysilee, Maira, Madge.

Saludos y gracias por leer.