Hi! I´m Vanadiy y esta es mi primera creación de las que espero sean muchas.

Aclaro que los personajes le pertenecen a Tite Kubo y yo los uso sin fines de lucro, que tampoco es como que él va a venir y leer esto y demandarme, pero es mejor aclarar no(?

Esto esta ambientado antes de la guerra loca contra los Quincys pero después de la saga Fullbring.

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Invierno

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La alarma sonó por cuarta vez, y no es que él fuera el tipo de persona a la que le costara levantarse, de hecho, en sus dieciocho años de vida, siempre había sido el puntual del grupo, aquél que llegaba con diez minutos de formal retraso...¡que vamos!, era regla general de un grupo de adolescentes que siempre que fijaran un horario para reunirse terminarían llegando todos veinte, treinta e incluso cuarenta minutos tarde, siendo él el más puntual en cuestión, así que culpó de sus nimias ganas de levantarse al frío atroz que caracterizaba a Hokaido. Maldiciendo a la Universidad de Sapporo por quedar tan lejos de su antigua casa, lo que lo había obligado a mudarse a un departamento más cercano, maldiciendo su economía, por no permitirle costearse un departamento decente para resguardarse del frío, maldiciéndose a si mismo por esa manía que tenía de proteger a las personas, lo que lo había llevado a estudiar medicina, carrera que no estaba incluida en la pequeña universidad de Karakura*, siendo la mas cercana la ya mencionada y por sobre todas las cosas maldiciendo a la enana que había dejado la ventana abierta antes de irse, lo que le había facilitado a don frío colarse por su ventana...corrección, había facilitado que el calor se fuera, principal ley de termodinámica...por favor, el adolescente se despegó de sus amadas sábanas, encendió la pequeña televisión con esa enorme caja pegada detrás suyo que permitía que funcionase, ya que era lo que se podía permitir por ahora, y se preparó para iniciar un nuevo día.

Allá afuera, toda la ciudad también empezaba su día, el barrendero con su grueso abrigo anaranjado limpiaba las aceras de las ya inexistentes hojas de los árboles, la señora de las verduras descargaba cajones de yuzus, mandarinas y naranjas que teñían el ambiente con su característico olor, el señor de los periódicos abría su pequeño local, todos, sin prestarle atención al cielo, que si bien era normal que estuviera gris, ese día presentaba un color más oscuro, sin dar el aspecto de un día que empezaba, sino más bien de uno que terminaba, bastante común en la cuidad en esos meses, seguramente nevaría por la tarde.

El pronóstico, según aquella caja (con más años que Rukia seguramente) que el Kurosaki tenía por televisión la temperatura mínima estaría por debajo de los -10° y la máxima llegaría al grado celsiu ** aunque no se esperaban nevadas, (o eso creía el comentarista) genial, otro día de esos que le daban ganas de convertirse en luchador o boxeador, o algo que aprovechara sus habilidades físicas y no lo obligara a tener que mudarse a ciudades lejanas cuya temperatura era comparable al bankai de Rukia. Por suerte era viernes, dulce dulce viernes, aliciente suficiente para aguantar otro pesado día en la universidad.

El joven se vistió rápidamente al darse cuenta de que tenía solo diez minutos para estar listo, o perdería el metro, tomó un brick de naranja como desayuno, agarró un abrigo y una bufanda gris gruesa, le encargó al casero abrirle la puerta a la enana si es que venía, que seguro vendría, y salió con casi dos minutos de sobra. Ya en el metro, se dio cuenta de que estaba todo muy concurrido, por lo que no pudo conseguir un asiento, y no fue hasta que oyó a un niño decirle a su madre que ese año quería participar del concurso de esculturas de nieve, que cayó en cuenta de que el día anterior había iniciado el festival de Sapporo de ese año**¿Que tan descomunicado del mundo tenía que estar para no notarlo? Y es que últimamente entre sus tareas como shinigami (que él era demasiado orgulloso como para admitir que de vez en cuando necesitaba una mano) y los exámenes cada vez más próximos, apenas si tenía tiempo para otras cosas, todo eso sumado a que cada vez era más difícil levantarse temprano con el clima de temporada, por lo que rara vez desayunaba decentemente, le estaban pasando factura. Siempre que se acostaba, se dormía apenas apoyaba su cabeza en la almohada, y las ojeras en su rostro eran un poco más notorias. Una señora se levantó para bajarse en esa parada, y él tuvo el asiento libre y pasó a ocuparlo, pues así le sería más cómodo el beber su intento de desayuno. En el momento el que clavó la pajilla, se dio cuenta de que el jugo estaba parcialmente congelado, genial, otro día en el que no comería nada hasta el primer descanso, el universo lo amaba.

Ya en el aula, ubicó a Hoichi, un compañero que cursaba un par de materias con él y se ubicó al lado suyo. El ojimiel no era de los que fueran asociales, pero le era un poco complicado entrañar amistades en un lugar nuevo, así que Hoichi con su manera ligeramente extrovertida pero amable, le había caído bien y había encontrado en él y su grupo de amigos, dos jóvenes de nombres Hijikata y Kotaro, un grupo con el que se sentía a gusto. Se saludaron como siempre, luego llegaron los últimos mencionados, y apenas se saludaron, el profesor hizo acto de presencia y silencioso como siempre, se dedicó a llenar el pizarrón con problemas de química, materia jodida, y hoy verían presión osmótica y equilibrio químico, como siempre todo muy rápido, asi que el aula se llenó de silencio y el día escolar inició.

Ya a eso de las 13:30, solo quedaba la mitad en el aula, y el profesor dio por terminada la clase.

—¡Hey! Kurosaki— Lo llamó—Hoy quedamos con los chicos en ir al festival de Sapporo… ¿te apuntas? —le preguntó Hijikata mientras guardaba sus cosas y colocaba un gorro en su oscura cabellera.

—Depende…¿quiénes iran?— y era necesario que preguntara, pues la última vez habían ido cada uno con sus respectivas novias, haciéndolo sentirse mal tercio…¿o mal séptimo? Como sea.

—Pues ya sabes que la novia de Kotaro es bastante celosa y después de la última que se mandó ella apenas lo perdonó, así que él insistió en que ella viniera con nosotros, y para que ella no se sintiera tan incómoda, propuso que yo trajera a Mina y Hoichi a Kanna—el pelinegro no creía que fuera tan malo, de vez en cuando, las chicas se entretenían en su mundo y los dejaban solos un tiempo, solo que la paciencia del Kurosaki no duraba demasiado y se iba antes, era demasiado incómodo para él el ver a tres parejas besándose, y a veces, no eran besos tan inocentes.

—Yo creo que paso— definitivamente, con ese clima no le apetecía—además están a punto de llegar los parciales y necesito estudiar mas—

—Jo, vamos, que eres uno de los mejores de la clase, además podrías llevar a la pequeña morena con la que te vimos el otro día, la querías solo para ti eh picarón— le dijo en un tono algo más jocoso.

—Te recuerdo que sales con Mina— se colocó la bufanda gris.

—Jo, vamos, es broma, la chica es linda, pero soy un hombre atado, además era la primera chica con la que te veíamos hablar después de Mina, Kanna y Asami, y eso solo porque son novias mía y de los otros, llegamos a creer que eras un asocial con fobia a las mujeres o algo por el estilo, pero tienes buenos gustos, aunque ninguna pareja se compare con el HijiMina—

—Demonios, ¿es en serio? —

—Oh, vamos, sabes que Mina es más que dulce y le gusta shipperanos— en efecto, su novia era una romántica empedernida, a la que le gustaba escribir fanfics románticos y shippear a la señora verdulera con el carnicero, siendo su amor imposible por culpa del barrendero.

—Ok, señor HijiMina, me lo pensaré—Tomó su mochila— les enviaré un mensaje si decido ir— y con el pensamiento de que el amor vuelve locos a algunos se despidió del chico y salió del aula.

Al salir a la calle, le dieron ganas de usar shunpo y llegar a su departamento de volada, pero era de día y no necesitaba problemas, así que como un humano normal que no posee la habilidad de transportarse a una velocidad increíble, se dirigió al metro.

Una vez hubo bajado del transporte, un olor a comida caliente captó su atención. Como era típico de la temporada, la calle estaba llena de puestos de oden***, pero este no era cualquier puesto, este lo servía con calabaza, tal y como lo hacía Yuzu.

Yuzu, Karin, como las extrañaba, incluso al viejo, sus amigos, su hogar, el invierno de Karakura, el olor a chocolate que siempre tenía la casa en invierno…

Con aires nostálgicos, y sobretodo con hambre, se decidió comprar tres platos de ese delicioso y mágico puesto que lo vendía con calabaza, que ciertamente era difícil de conseguir, y que tanto le recordaba a su hogar. ¿Tres platos por qué? Dos serían para él, pues estaba que se moría de hambre, y uno para la enana, que siempre llegaba los viernes y jueves por la tarde para hacerle compañía.

¿Qué sería de él sin la enana? Desde que se habían reencontrado después de diecisiete meses y él había decidido que seguiría cumpliendo con sus labores de shinigami sustituto, su amistad no hacía más que mejorar. Naturalmente, si para ambos era sencillo saber lo que sentía y quería el otro antes de que él perdiera sus poderes, esa rara relación que tenían no había hecho más que mejorar, y pasaban cada vez más tiempo juntos, pues a la teniente casi siempre le era asignada Karakura, lo que había aumentado su cercanía considerablemente. De eso hacía ya un año y en cuanto él decidió que se mudaría para Hokaido, ella iba a visitarlo cada viernes y jueves por la tarde (lo que le venía de perlas, pues el solo trabajaba de lunes a miércoles a medio tiempo, ya que había decidido comprar un departamento pequeño en vez de alquilar algo más grande y así poder centrarse en sus estudios), o él iba los fines de semana que el estudio se lo permitía, a visitarla al Seireitei, gracias al maravilloso invento de Urahara (obviamente ilegal) el "abrepuertasmilagrosoKS5000". Aunque jamás lo admitiría frente a ella, adoraba los viernes y jueves precisamente por eso, aunque también le gustaban los sábados y algunos domingos. Lo que tenían de diferente esos dos días hábiles, era que podían pasársela sin que los shinigamis los miraran raro, o que Renji lo mirara feo, o el capital Kuchiki lo mirara como si fuera a reventarlo en cuanto tocara a su pequeña hermana en su presencia.

No es que fueran pareja, ni nada de eso, pero tenían una relación muy rara, es decir, no a cualquiera le permitías la entrada libre a tu lujosodepartamentodesoltero, que vamos, la única razón por la que no le daba una copia de su llave, era que sería bastante cliché darle la llave, mientras ella le agradecería con un beso, y el la tomaría por la cintura y…y…¡Demonios! Se sonrojó de solo pensarlo, parecía no recordar que hace unos meses él se había "aprovechado" de su pelinegra amiga, pues mientras ella dormía le había robado un beso con la excusa de saldarse una deuda.

¿Cómo había sucedido?

Otoño recién empezando, y en un pequeño lugar de Japón, nuestro pelinaranja se encontraba aburrido, acostado boca arriba sobre un futón, brazos detrás de la nuca, pues no estaba en la etapa "ruda" de estudio del año, y ya se había adelantado con el material. Por otro lado, a unos centímetros de distancia, y con las piernas sobre su estómago y solamente cubiertas por un short (pues ella todavía no se acostumbraba a que Hokaido fuera así de frío) estaba Rukia, haciendo zapping mientras trataba de que algún canal anduviera decentemente, o sea, sin ese "tsssss" común de un aparato tan antiguo.

Ichigo, deberías ser menos tacaño y comprar un aparato decente, este está tan viejo que no logro sintonizar el programa de Chappy…— dijo la morena.

Empiezo a creer que vienes solo por el televisor—

¿Oh, que pasa zanahorio? ¿Será que Kurosaki quiere que venga porque tengo ganas de verlo? — lo picó—Ademas sabes que también vengo porque adoro la comida humana—

Te recuerdo que vienes porque tienes ganas, ¿será que la gran Kuchiki no puede vivir sin verme una semana? —

Si el señor tiene ganas, puedo dejar de venir— lo desafió.

Vamos, sabes que es una broma, además sabes que no se me da muy bien cocinar, y tu no lo haces nada mal— era cierto, eso y que adoraba que ella viniera, aunque no lo admitiría, y ciertamente no mintió del todo, pues si bien sabía hacer un par de cosillas en la cocina por si solo, los días que venía, ella solía preparar la cena, y él tenía que admitir que ella cocinaba bastante bien, contrario a lo que uno creería teniendo en cuenta el carácter duro que tenía

Lo se— dijo sonriendo altanera.

Maldita—

Se iba a levantar por un vaso de agua, hasta que cayó en cuenta de que realmente ella tenía las piernas cubiertas solo por un short de verano, que si bien no era exageradamente pequeño, al ser estas bastante largas las dejaba al descubierto. Largas, níveas, estilizadas, y apostaría que eran tan suaves como se veían. ¿Desde cuándo tenían esa familiaridad? Ciertamente no lo recordaba, pero al parecer ambos eran inconscientes de lo cercanos que eran, pues hace algunos años, si alguien le hubiera dicho que se sentiría sumamente cómodo con unas bonitas piernas femeninas sobre su estómago, él se habría sonrojado, hubiera tartamudeado como un imbécil, y por último habría tachado de loco al autor de tal comentario, todo lo contrario a como era en ese momento. Se sentía cómodo, al ser Rukia pequeña y delgada, no eran tan pesadas como para ahogarlo, y no podía evitar quedarse viéndolas, pues era un hombre sano y de vez en cuando tenía esos impulsos, sobretodo con la enana. Tuvo el impulso de tocarlas, y amagando que trataba de sacárselas de encima, tomó una un poco por encima de la rodilla. Tal y como él creía, eran suaves, tonificadas, e increíblemente frías…

Un momento…¿frías?

Demonios Rukia, estas helada—

Hm— ella se encontraba concentrada tratando de aprender algo del abandonado apunte del Kurosaki.

Que tus piernas están heladas, mujer—Las palpó más, convenciéndose a sí mismo de que era para comprobar si era cierto—¿Qué no las sientes?

Realmente ella no lo sentía, tenía las piernas sobre el estómago del chico, y este siempre desprendía un calor que la reconfortaba, le era bastante agradable su cercanía, y no admitiría que no lo había oído el comentario del muchacho, pues un bonito escalofrío le había recorrido la pierna en cuanto él la había tocado.

¿Ah si?—no había alcanzado a contestar algo mas inteligente, pues se preguntaba que habían sido aquellos bonitos escalofríos de recién.

Si— las volvió a tocar, esta vez a ambas, autoconvenciéndose de era para levantarlas de su estómago, aunque innecesariamente mas arriba de las rodillas, multiplicando el bonito cosquilleo que sentía la morena, y aguantando él las ganas de acariciarlas— eso te pasa por no hacerme caso, te dije que aca el invierno era más bravo, pero la señorita insistió en que ella no sentía el frío

Pero vamos, que no lo siento—

Pero tu cuerpo si— y se levantó directo al placard improvisado que tenía en un rincón, sacando un pantalón suyo de deporte gris una sudadera verde—Póntelos—y se las lanzó.

¡No las necesito!—

O te los pones tu o te los pongo yo, tu decides—

Maldito—y ella se debatió en ponerse el pantalón encima del short, lo que seria bastante incómodo o…— necesito que salgas—

¿Qué cara…?—

O es que Kurosaki es un pervertido que solo quiere ver como me cambio de ropa? —

Y no pudo evitar imaginarse en esa situación, lo que lo hizo sonrojarse ligeramente y tartamudear un "n-no es c-como si quisiera" mientras salía a la cocina.

La Kuchiki no puedo evitar aspirar el aroma que despendía la sudadera, pues sabía que él no la veía, y secretamente adoraba ese olor a jabón, shampoo y la colonia que el usaba que la volvían loca.

Puedes pasar—y él supo que era cierto eso de que decían de que había algo de seductor cuando una mujer usaba ropa de varón, y mas si esta era la ropa del varón en cuestión. Demonios que se veía hermosa, el cabello estaba ligeramente mas desordenado, y las mangas enormes le agregaban un toque de ternura, mientras que el que la sudadera tuviera cuello corte en v hacía que resaltaran las mangas de la remera musculosa que, al ser oscura, no hacía más que resaltar la blanca y suave piel del cuello, la clavícula y parte del hombro…simplemente exquista.

¿Y qué quieres cenar? —preguntó tratando de sonar lo más natural posible.

Tengo antojo de pizza, aunque la otra vez vi en tu repisa unos cupones de helado…¿Qué tal pizza con helado? — Se lo pensó por un momento, y la idea sonaba tentadora, además de que los cupones no eran eternos.

Te debo la cena de ayer, así que que sea pizza y helado—

La cena llegó en veinte minutos, y comieron la pizza entre ambos. Antes del postre, decidieron darse un descanso, pues el helado al había sido pedido por delivery, y al haberlo olvidado ambos fuera del refrigerador estaba casi derretido. Mientras tanto, decidieron jugar al ajedrez, pues últimamente a ella le había llamado la atención ese juego humano tan similar pero diferente al shogi jugado en el Seireitei. Para hacerlo mas interesante, ambos decidieron que el que perdiera, tendría que darle algo al otro, lo que fuese, que el otro decidiese cuando quisiese.

La partida llevaba ya bastante, aunque Rukia llevaba literalmente poco tiempo de conocer el juego, era bastante lista, así que estaba dando pelea, pero Ichigo había sido obligado por su padre desde pequeño a jugar juegos de estrategia, para "nutrir su cerebro", lo que agradecía en pelinaranja en esos momentos.

Jaque—Ella movió al rey—Jaque—volvió a repetir el muchacho— Jaque—y el rey volvía a huír, esta vez, a la diagonal de una torre que no había sido movida—Llamo a enroque—cambió la torre por un alfil—y mate.

Espera… ¿Qué? —ella no entendía, que acaso esa pieza con forma de torre no se movía de manera recta.

Enroque, si no moví mi torre, puedo hacer enroque y sacrificarla por alguna otra pieza que yo decida, en este caso, un alfil—vio como ella miraba el tablero sin creerle—o sea, gané yo niña—

Espera, eso no me lo habías explicado—en realidad si, pero lo había olvidado— eres un tramposo—

No, tu no me prestas atención, y no es culpa mía—

¡Eres un maldito tramposo zanahorio!—

De eso nada, enana, gané limpiamente y…—hizo una pausa dramática—me debes un favor, uno que yo podré elegir, cuando yo quiera, y tendrás que hacerlo—

¡Maldito, no es justo y lo sabes, no pienso cumplir ningún favor tuyo! —

Pensé que la señorita del clan Kuchiki era buena perdedora, pero veo que es solo una caprichosa que no cumple su palabra—dijo queriendo apelar a su orgullo Kuchiki. Ella lo miró desafiante. El sonrió. Había caído.

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*No tengo la más pálida idea de si existe la universidad de Sapporo así como yo la puse, o la de Karakura, pero quien sabe en una de esas le atiné, todo me coincidió y soy de master of de masters (?

**Tampoco estoy segura, estoy como se dice, lanzándome a una piscina que no se si tiene agua, pero tampoco es como que tenga mucha relevancia y me dio pachorra investigar por la isla, la cuidad, etc, pero a expensas de la historia, no altera nada en concreto así que si me equivoqué, es lo que hay men. Tampoco se si es que el festival de Sapporo tiene lugar para cuando todavía hay clases, pero hagamos que todavía hay.

***Es una suerte de estofado aromático típico de Japón durante el invierno, puede venir servido con huevo cocido, chikuwa, daikon, konnyaku, tofu, calabaza, kamaboko o todo tipo de pasteles de pescado.

Y lo dejo hasta aquí, que mi idea era hacer algo short and sweet como diría alguna miss de primaria, pero esto se hizo mas largo de lo que pensaba y pos bueno, es tarde y mañana tengo que laburar como negra, asi que o corto acá o corto acá, y si me da el tiempo, subo la continuación o mañana o hoy por la noche.

Tenía pensado subir algo mucho antes, pues mi cuenta aca tiene creo que casi un mes, pero no se me daba nada bonito y bueno, hoy se dio y literalmente vomité palabras que tenían que salir si o si.

Sé que probablemente tenga algún que otra falta ortográfica y mi narrativa todavía no es natural del todo, pero quiero mejorar, y me ayudaría mucho que alguien comentara que le pareció, mas las criticas y errores que le encontró, ya que seguramente necesite todavía una mano pues de escritura se poco y nada.

Si llegaste hasta aquí nada que decir salvo muchas gracias y espero te haya gustado.

Vanadiy.