Renuncia: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Kubo Taito.
Este fic es:
-Yaoi GrimmUlqui UlquiGrimm, con una mención pasional de GrimmIchi. IchiUryu y mensio de ByaRen.
-AU Vampírico.
-Drama ligero/Angs
-Rated M, por contenido sexual y violencia gráfica.
-Violación (Más adelante]
Gracias por leer.
Sombras de la Eternidad:
El Vacío de Mi Alma
Capitulo Primero
"Llegada a la ciudad Prohibida"
La luna llena alumbraba la ciudad, algunas nubes cubrían el cielo, en el límite de Karakura entraba un auto con vidrios intensamente polarizados, haciendo silbar el aire al pasar a toda velocidad, atravesó mas de media ciudad sin dirección alguna, al parecer sólo por diversión…
-Sí sigues conduciendo como un maniático acabaremos chocando contra algo…- le dijo en tono serio y apagado, su voz era más como un susurro que un regaño. Él era apenas de la apariencia de un muchacho, cuya edad oscilaba entre los veinte y los treinta sin poder fijarla claramente, cabellos negros, piel pálida, ojos verdes, un rostro inmutable y una increíble capacidad para mantener la calma.
-¿Y qué?- dijo entre psicópatas carcajadas -¡No te vas a morir si eso pasa!- se giró para mirarlo, olvidándose de prestarle atención al camino. Él era el más alto, se veía de unos veintitantos, cabellos azul celeste, piel ligeramente morena, de ojos azul intenso, una risa maniática y expresiva; tenía facilidad para perder el control, ambos tan distintos como el agua y el aceite, y aun así tenían que compartir sus existencias por designios del "destino", un "destino" que ninguno pudo controlar…
-Eres un histérico psicótico estúpido…- él seguía mirando al frente, sin alterarse, había una peligrosa curva justo en su camino, ni si quiera parpadeó, tal vez por el hecho de que estaba muy habituado a ciertos tipos de incidentes, o quizás porque en verdad no solía sentir emoción alguna.
-¡Cállate idiota!– giró la guía sin si quiera mirar al frente- ¡Tú manejas peor que un culo rancio Ulquiorra! –el rechinar de las llantas fue estruendoso, la calle se había marcado al quemarlas contra la carretera por la fricción, habían estado muy cerca de estrellarse contra una casa de color morado claro- ¡Mírame cuando te hablo, maldición! –le rugió furioso, frenando de golpe, manchando la calle aun mas, si había algo que odiaba, por sobre todas las cosas, era que ese hombre de piel blanca lo ignorara como si no existiera.
-Primero, deberías cuidar tu lenguaje, segundo, no tengo porque prestarte atención y menos para que te distraigas aun mas, además de que tú no estas en posición de exigirme a mí respeto, y tercero– en ese momento viró la cara, para mirarlo a los ojos -Si vuelves a frenar sin avisarme, voy a partirte el cráneo…- su nariz sangraba ligeramente, se había golpeado con el tablero, de no ser por el cinturón de seguridad estaría ya tirado en el pavimento -¿Entendido?- esta vez su voz sonó agresiva y demandante.
-No te vas a morir por esa pendejadita…- observó cómo el pálido limpiaba, con su manga, la sangre que escurría de su nariz, sin dejar de amartillarlo con sus ojos verdes; por un segundo le pareció notar unas lágrimas invisibles en su rostro impasible -¿Para dónde es?0– le preguntó antes de hacerlo enojar mas, esas lágrimas, que se le veían a veces y de la nada, eran una mala señal...-
A lo lejos se podían oír unas sirenas acercándose a ellos… Y cada vez se les iban acercando más y más…
-No importa…- cerró los ojos un segundo, las lágrimas simuladas se esfumaron de su cara -Tú no entiendes de discreción-
-No van a atraparnos… - pisó nuevamente el acelerador, era uno de tipo deportivo, con un potente motor, prácticamente nuevo, hasta que había caído en sus manos.
En menos de cinco minutos varias patrullas les habían dado alcance, tratando de acorralarlos; el peliazul había girado varias veces al azar, y gracias a eso ahora sólo tenían una ruta de escape, resultando que era una calle cerrada, además de angosta; los oficiales habían cerrado las demás calles laterales, para evitarles la fuga. Un policía les había estando ordenando que se detuvieran durante casi todo el trayecto.
-Sabía que esto pasaría…- él ni si quiera miró la calle, ya sabía cuales era sus opciones; sabía de ante mano que si lo dejaba manejar a él eso sucedería, pero a veces la razón, o sentido común, no podía ganarle a los impulsos, en sus verdes ojos se notaba un ligero reproche, para consigo mismo.
-¿QUÉ HACES?– se dirigió hacia su acompañante, molesto, el pelinegro había jalado el volante repentinamente, sin darle aviso de nada, provocando que perdiera el control del carro -¡IDIOTA!-
Chocaron contra la pared de alguna casa, destruyendo un bello jardín en el proceso, el parabrisas estalló en miles de cristales; una de las puertas voló a varios metros del auto, completamente destrozada, el motor quedó irremediablemente arruinado. Fue el adiós a su bello carro deportivo.
Los policías se acercaron con presteza, pidiendo una ambulancia en clave, no había nadie dentro del coche, por lo que se dispersaron para buscar a los ladrones, seguro estaban heridos y no podrían estar muy lejos de ahí…
A varias calles de distancia, ellos dos, se estaban deteniendo, el suelo se estaba manchando con varias gotas de sangre del peliazul, parecía tener una grave herida en la frente; el pelinegro tenía el brazo izquierdo descolocado y parecía que sangraba, aunque ni una gota de su espeso carmín tocó el piso…
-¡JODER! ¡ERES UN PUTO ESTÚPIDO!- bramó en su contra, tenía una mano sobre su cabeza, justo en el lado derecho, cubriéndose el ojo- ¿QUÉ CLASE DE "DISCRECIÓN" ES ESA? ¡DESTROZASTE EL MALDITO AUTO!- lo que más le dolía era la destrucción del coche, apenas hacía unos días que lo había robado, de una agencia de las mas exclusivas, era un nuevo modelo y muy cotizado… Ahora era sólo un recuerdo.
-Precisamente tener ese auto, caro y robado, fue lo que llamó la atención Grimmjow…- se colocó el brazo en su lugar, apenas se escuchó un ligero tronar de ellos -No lo necesitamos para llegar…-sus heridas habían sanado casi por completo -Tus heridas- no era una pregunta, pero era así como el se comunicaba, el peliazul no había parado de sangrar y eso le preocupaba mínimamente, el olor de su sangre podría atraer a los "otros", enemigos que no necesitaba ver en ese momento.
-Es tú culpa bastardo…- retiró la mano de su cara, dejando al descubierto la cuenca de su ojo derecho, un vidrió le había dado, estallando su glóbulo ocular, la sangre no dejaba de brotar y la cavidad vacía daba un mal aspecto.
-Nada serio…- se acercó a él, abriéndose el saco que llevaba puesto -Sanarás en pocas horas… Ven…- ladeó la cabeza ligeramente sin dejar de mirarlo; sin recibir ninguna respuesta del peliazul, el cual se abalanzó sobre su cuello, mordiéndolo… Ulquiorra solo resopló un par de veces de forma sensual… Se sentía tan bien al tener esos labios, y aquellos colmillos, directamente sobre su piel, que no deseaba que se detuviera nunca.
Un joven, de unos dieciséis años, andaba por las calles de su ciudad, vestido con kimono y hakama negros; se le había notificado que era probable que, al menos, un vampiro haya entrado a Karakura el día anterior. El era un cazador, no podía permitir que semejante monstruo sanguinario se paseara tan campante por su zona, él es Kurosaki Ichigo…
-Maldición… Debe haberse guardo por algún tiempo. Pero tarde o temprano saldrá a comer… Entonces lo aniquilaré…- él seguía moviéndose entre las sombras, aprovechando la noche- ¿Qué demonios?...- algo había llamado su atención, eran como las dos de la madrugada y había un tipo recargado en el suelo, como si se hubiera desmallado junto a la pared, lo cual significaba una alerta, podría ser que la amenaza estuviera cazando lo hubiese atacado -¡Oi!- se acercó de inmediato a él -¿Estas bien?– estaba algo preocupado por ese desconocido, podría tratarse de una victima-
-¿Qué quieres?...– aquella voz sonaba somnolienta, como si sólo hubiera estado tomando una siesta… A mitad de la calle, algo poco probable…
-¿Qué hace en medio de la calle?— le contestó con otra pregunta, medio enojado, lo había asustado un poco cuando pensó que era una victima, y lo primero que percibió de ese hombre, que le pareció extraño, fue una colonia demasiado fuerte, menta con sándalo; el tipo alzó la vista, congelando la respiración del pelinaranja-*Tiene unos ojos preciosos…*-pensó al mirarlos por primera vez…
-Nada mocoso, lárgate…-se levantó del piso, para poder mirarlo de frente, igual a él le pareció que ese muchachito era extraño, al menos para ser japonés-¿Estas sordo o qué?– le dijo agresivamente, al ver que el otro no se movía-
-Señor, es peligroso andar solo en las calles durante la madrugada– ignoró por completo la forma grosera en que estaba siendo tratado; podía notar, en aquel hombre, un tono extranjero, las "R" las remarcaba un poco mas de lo normal-Es mejor que regrese a su casa señor– se dio la vuelta, para irse a seguir con su "trabajo", pero el agarre de aquel tipo, en su brazo, lo retuvo.
-¿Qué te crees que eres tú, mocoso?-lo jaló bruscamente, quedando sus caras frente a frente-Tú eres menor, así que no creas que puedes ordenarme nada… -su mirada era dura y fría, se notaba, a leguas, que odiaba recibir órdenes y que era rebelde por "naturaleza"; el joven cazador iba a contestarle cuando oyeron un grito que alertó a ambos
Ichigo se soltó de inmediato, tenía que ir a salvar a quien quiera que hubiese gritado.
-Tch… Parece que el mocoso es fuerte…-sonrió, yendo tras él, su curiosidad acerca del cazador había crecido en solo segundos, dejando en el olvido que debía quedarse dónde estaba para esperar a su acompañante, y de todas formas, él no solía obedecer nunca, así que Ulquiorra no notaría la diferencia…-
-¡Maldición!– buscó por cada rincón, cuatro manzanas a la redonda, sin poder hallar nada, ningún rastro de víctima o victimario-*Se escapó… Lo peor es que no tengo idea de cómo deba de ser…*-cerró los ojos, tratando de encontrarlo mediante su reiatsu, buscando entre las esencias, y lo único que pudo obtener fue un aroma a sangre y agua salada- *No hay duda de que estuvo aquí, pero no puedo rastrearlo…*-
-Hey, mocoso– él apareció a espaldas del muchacho, mirándolo con una gran sonrisa de burla-Pareces perdido…-se había dado cuenta de que ese pelinaranja era un "enemigo", lo cual hacía todo mas entretenido, hacía mucho que no se divertía, y esperaba que fuera de los "buenos"…
-¿Aun sigue en la calle? Le dije que aquí es peligroso salir de noche, señor…-se giró para tenerlo de frente, que era lo mas seguro, estaba a tan solo unos veinte pasos de distancia, y el tipo no parecía perdido, ni preocupado, lo cual lo hizo blanco de sospechas.
-¡JA! Como si no fuera peligroso en otros lados, y no me llames señor– parecía que aquel nominativo lo había molestado un poco -Grimmjow…- se presentó informalmente, con una enorme sonrisa; en definitiva estaba dispuesto a jugar con ese joven cazador.
-Kurosaki Ichigo… -le contestó, por cortesía, sin confiarse, su sola apariencia le indicaba que debía tenerle precaución; le llevaba una cabeza de alto, además, tenía un cuerpo bastante desarrollado y con músculos, unos ojos fieros y lo que le desconcertaba era que, a pesar de parecer un vampiro, su esencia lo descartaba como tal, su aroma, que era solo perfume, igual; aun así, nadie podría asegurarle que no fuera un "nocturno" sediento de sangre…-
-Kurosaki, ¿Qué edad tienes?– estudiaba todos sus movimientos, suponía que el cazador ya adivinada que él era un vampiro, aunque en sus escasas décadas de vida había aprendido algunos trucos y desconcertar a los cazadores, haciéndoles creer que era un tipo normal, y loco, era uno de ellos-Pareces un chiquillo….
-Dieciséis…-se arrepintió de haberlo dicho, pero ya no podía negarlo-¿Y tú?-se olvidó de su educación y formalismos, el peliazul era considerado ya una amenaza, por la única razón de que nadie iba por la calle hablándole a cualquiera como si se conocieran de toda al vida… Al menos no en Karakura-
-¿Dieciséis? Joder, apenas eres un crio– el muchacho se tensó ante esa respuesta tan poco amable-Tengo veinticuatro… ¿Y tú me dices, a mí, que debo de volver a mi casa? Jajaja que ridículo… Lárgate a dormir criajo, la calle no es para bebés…-se dio la vuelta, para volver a donde estaba antes de seguirlo, cuando sintió el reiatsu del cazador incrementar, un poco, violentamente.
-¡No me llames criajo!–la presión aumentó en esa parte de la calle-¿Quien demonios eres tú?– no sabía a ciencia cierta si era o no un vampiro, pero no quería dejar nada a la suerte.
-Mj… Parece que además de crío eres sordo, Grimmjow, grábatelo– se giró para verlo a la cara de nuevo, poder burlarse de él era un deleite-No me interesan los menores mocoso, no tienen experiencia, ahora que si lo que buscas es un maestro de sexo, puede que lo piensé– se rió de él, esperando la reacción que, sabía, le iba a causar.
-¿QUÉ?-quedó un poco descolocado-¡Yo no estoy buscando tal cosa! ¡Viejo pervertido!– su reiatsu volvió a un nivel normal de inmediato, se había olvidado de sus sospechas muy pronto, y eso podía ser un error letal…
-Jajajaja Regresa a tu casa niño, los que vagamos de noche solo estamos buscando "diversión", y tú no estas nada mal…-se volvió a reír de él, al ver su evidente sonrojo, había logrado su meta: distraer a ese chiquillo.
-¡Cállate!-gritó un poco menos sonrojado-¡Puedo cuidarme perfectamente!-le gritó aun más molesto, si ese tipo no era un vampiro si que era insoportable.
-¿Así?...–su sonrisa pareció ensancharse, caminando hacía el pelinaranja, como un depredador frente a una tierna cría, su paso podía intimidar sin esfuerzo, y no por la amenaza, si no por su sensualidad, algo de lo que estaba plenamente consiente y usaba a su favor.
-¡SÍ!– aunque contestó con seguridad retrocedió unos pasos, inconscientemente, la figura de aquel hombre no lo intimidaba, pero su mirada fuerte y burlesca si que lo ponía nervioso.
Ulquiorra llegó casi de inmediato a la calle donde había dejado a Grimmjow esperándolo, no había tardado ni cinco minutos, pero el peliazul ya se había ido de ahí, como siempre. Era indudable que no podía esperar que alguna vez lo obedeciera, porque de seguro el día que pasara sería porque el mundo iba a terminarse, o algo parecido…
-Nunca va a cambiar…-frunció el ceño imperceptiblemente-Si dejo que él salga solo, a cazar, va a llamar la atención de todos los cazadores de la cuidad…- él tenia a su presa al hombro, era precisamente a quien Ichigo había oído gritar minutos atrás -El aroma de un cazador… Te gusta meterte en problemas innecesarios, Grimmjow…- se movió con gran agilidad, sintiendo el efímero estallido de reiatsu -Ese es el cazador… Si "El" nos encuentra, nos destruirá y será por culpa tuya…- se dirigió de inmediato hacia donde había sentido el incremento de poder, se asomó sigilosamente -*Ahí está… Es solo un niño…* -vio a ambos varones, Ichigo y Grimmjow, con cierto interés.
-Jajajaja Regresa a tu casa niño, los que vagamos de noche solo estamos buscando "diversión", y tú no estas nada mal…-
-¡Cállate! ¡Puedo cuidarme perfectamente!-
-¿Así?...-
-¡SÍ!-
-*No me sorprende…* -se dijo con cierto rencor, observándolos sin ser notado, esperando-
-A mí no me lo parece– había encajonado a Ichigo entre su cuerpo y la pared, presionando sobre el adolescente -Te veo bastante sumiso, Kurosaki- sonrió sobre la oreja del pelinaranja, provocándole un jadeo suave.
- ¡Quítate!- dijo como mejor pudo, la voz de su captor lo había estremecido por completo y eso le dio temor, era la primera vez que alguien le hacía sentir así -¡Quítate!– no pudo usar sus manos para empujarlo, el peliazul las había tomado con las suyas, entrelazando sus dedos, pegándolas al muro, justo arriba de su cabeza -Haahh…- jadeó de nuevo, el mayor ejerció mas presión, rozando sus cuerpos con cadencioso interés; los labios de su agresor se posaron en su cuello, estremeciéndolo un vez mas, subiendo lentamente hasta su rostro, dándole besos suaves -Hahh…-
- ¿De verdad quieres que me quite?– soltó una risilla, sobre su oreja, al sentir como la hombría del joven comenzaba a despertarse, dominar al chico era excitante -Dime Ichigo, ¿Me quito, o me quedo?- lo besó en los labios, sin esperar a que le contestara.
Ulquiorra se marchó de ahí al ver al peliazul besar al joven cazador, sin haber mostrado su presencia, llevándose consigo a su presa. Desapareció entre las sombras, llegando a su "hogar" en solo unos minutos…
Era una casa vieja y abandonada. La fachada era un verdadero asco, aunque en el interior todo estaba bastante decente, muy ordenado, eran pocas cosas pero limpias, lo mejor arreglado era, sin duda, donde él dormía; en la sala había solo un sofá viejo y entero, un sillón individual en la misma condición, había un cerro de libros, unos diez o doce cerca de aquel sillón; en la recamara había una cama bastante limpia y decente, era nueva y cómoda, no había nada mas en toda la casa, no podía darse grandes lujos como antaño, pero para él era suficiente.
Entró dejando a la víctima en aquel sofá, sentándose en el sillón mientras respiraba profundamente…
-De seguir así, es seguro que en menos de diez días nos hallarán… Eres un idiota Grimmjow– se quejó al aire, bajando la cabeza, teniendo cerrados los ojos -Pero eres tan necio que no entiendes…- miró a su alrededor, y de pronto todo le pareció tan deprimente, como lo era él mismo en el interior; tenia al frente todo lo contrario de lo que alguna vez había tenido, lujos de los mas caros, una habitación amplia y tranquila, libros de todo tipo… -Pero todo es tu culpa… Armas alboroto y luego no quieres arreglarlo, ni tampoco irte, no es fácil matarlos a todos esta vez…- pensó, con rencor, en todas las veces que lo había hecho, él era el causante de la muerte de tres cuartas partes de los "juguetes" de su "compañero"- No me importaría tener que soportar todo esto si tú… Si tan solo no fueras tan imbécil –soltó un bufido de frustración, estando en absoluta soledad se permitía expresar lo que de verdad sentía, aunque solo fuese de vez en cuando, tomó un libro, tratando de leerlo.
Dieron las cuatro de la madrugada cuando Ichigo entró a su casa, entró por la ventana de su cuarto, no quería despertar a nadie, su familia no sabía que él era un cazador y mucho menos del tipo "shinigami", los cuales se distinguían de un cazador común al poder usar una espada de energía sólida concentrada; Ichigo prefería que siguiera siendo su secreto, para no preocupar a su padre, o a sus hermanitas, por un "insignificante" detalle como ese.
-*¡Maldición!*-se cambió de ropa de inmediato, guardando su traje negro en un compartimiento secreto de su closet -¿Por que demonios hizo eso?- se preguntó, bastante enfadado consigo mismo, volviéndose a sonrojar al recordarlo -Esto es una tontería..- su corazón se aceleró ligeramente, el tipo de cabello azul neón lo había puesto nervioso, lo había cercado con facilidad -¡Y actué como una niña!– estaba frustrado por eso, se tiró en su cama, boca abajo, abrazándose a una de sus almohadas -¡No es nada! ¡Solo me tomó por sorpresa!– trató de auto convencerse, sin lograrlo, gritando contra la almohada para evitar despertar a su familia, su día de clases iba a ser muy largo…
Las cuatro veintidós de la madrugada, Grimmjow entró a su casa y eran las cuatro veintidós de la mañana; Ulquiorra no pudo evitar mirar el reloj para comprobarlo al oírlo entrar, sintió cierto malestar e ira que corrían por sus venas, aunque su rostro permaneció inmutable, tantos años de práctica no iban a ser arruinados por un simple ataque de celos.
-¿Dónde demonios estabas?– se paró frente al pelinegro, arrebatándole el libro que sostenía en su pálidas manos, lo miró de reojo notando que el libro carecía de título -¡Te estuve buscando por toda la maldita ciudad, Idiota!– le gritó, furioso, sin poder hallar los ojos del otro.
-No tengo por qué darte explicaciones…- tomó su libro de las manos del peliazul, sin mirarlo siquiera, solo pasó de largo junto a él, dirigiéndose a su cuarto para dormir, no le apetecía en lo absoluto estar cerca de su compañero.
-¡Te hice una maldita pregunta, Idiota!- le rugió mas cabreado, se atrevía a desafiarlo verbalmente, hacía bastante tiempo había aprendido que ochenta y tres años de diferencia vampírica eran demasiados, tratar de jalarlo o golpearlo podía costarle un brazo -¡Contéstame, Ulquiorra!- se enfadó aun más al verlo mezclarse con las sombras- Tch… Estúpido…- Miró al sofá, su comida seguía inconsciente ahí.
Se abalanzó contra ese cuerpo durmiente, era un muchacho de unos veintitantos, bastante delgado, de buenas facciones, a Ulquiorra le gustaba cazar presas "bonitas", Grimmjow lo sabía de sobra, aunque nunca pudo entender el por qué esa preferencia…
Le succionó toda la sangre, y al acabar lo golpeó, destrozando el cuerpo por puro enfado, reventándole los huesos.
-¡Eres un grandísimo imbécil, Ulquiorra!- el cuerpo cayó en varios pedazos, regándose las tripas por todos lados de la sala -¡La próxima ves voy a reventarte!- agarró la cabeza de la victima, por el cráneo, todo su cuerpo se había manchado de sangre, él olía a muerte.
Ulquiorra lo había dejado hablando solo, no quería ni mirarlo; los celos corrompieron su inquebrantable semblante, jamás había permitido que Grimmjow lo notara y no iba a ser la primera vez, lo que menos necesitaba era que su subordinado se burlara de él, de lo que sentía por él…
Oyó perfectamente cómo el peliazul había destrozado el cuerpo de su "cena", no era la primera vez que eso sucedía… Y seguramente no sería la última…
-Nunca dejarás de ser una bestia salvaje- se había acostado en su cama, odiaba dormir ahí, pero no podía darse el lujo de robar un féretro o podría llamar la atención, Karakura era una ciudad muy peligrosa para él -Sabía que no debía convertirte, ese fue un grave error…- estaba acostado de lado, con la espalda hacia la puerta de la habitación, aunque no pudo mirar cuando el peliazul entró, con la cabeza de su victima en la mano, sí lo había escuchado perfectamente-
-¿Eso crees?- el rencor se hizo evidente en su voz, él nunca había pedido ser un vampiro, ni tubo elección sobre su conversión -¡Entonces NO me hubieras raptado, BASTARDO!- Ulquiorra no se movió, ni se tomó la molestia de contestarle.
Al no recibir respuesta alguna levantó el brazo, estrellando la cabeza de su desafortunada victima contra la cabeza del pelinegro, con tanta bestialidad que el cráneo que él sostenía estalló, el cerebro de aquel infeliz se embarró en las sábanas, en la cabecera de la cama, salpicando a ambos.
Ulquiorra se movió, en fracciones de segundo, desperdigando aun más los restos de la victima.
-Ughht… -gimió el peliazul, el pelinegro lo había tomado por el cuello, haciendo demasiada presión, no necesitaba respirar, pero le daba la sensación de que le hacía falta el aire, justo como años atrás- H… hn… se…- su cuello crujió, no podía hablar -H...se…- quedó hincado en el suelo, la sangre de Ulquiorra caía sobre su rostro, no podía saber que tanto lo había dañado, la falta de luz y la presión en su cuello se lo impedían, sin embargo, la sangre que caía sobre su cara era considerable, su cabello se estaba machando con el líquido oscuro y espeso.
-Nunca aprendes…- susurró despacio, él podía ver, con bastante nitidez, los ojos azules, que estaban por debajo de los suyos, contraerse por el daño, sabía que aquella tortura tendría secuelas psicológicas, lo hacía estremecer -No olvides que en algún momento llegará una ultima vez Grimmjow…- lo levantó con facilidad, aventándolo contra una de las paredes -Eres un necio tonto…- tambaleó ligeramente, la herida de su cabeza era seria, todo el resto de la sangre escurría como un rio por su espalda -Tienes suerte de que no vaya a matarte hoy…- caminó hacia él, trastabillando un poco, la habitación comenzaba a darle vueltas
Lo ultimo que Grimmjow vio fue a Ulquiorra aproximarse a él, la oscura silueta que se le acercaba, luego todo oscureció…
-…Siempre es igual…- se hincó junto a él, asegurándose de que no tuviera ninguna herida real, moviendo su cabeza ligeramente para morderle el cuello con suavidad.
Estaba atardeciendo, el sol bajaba por el horizonte y sus rayos matizaban todo en tonos naranjas y dorados, el otoño pronto acabaría para darle paso a uno de los más fríos inviernos que tendrían.
Ambos jóvenes andaban por la calle, hacía un buen tramo que habían dejado atrás a sus compañeros del instituto y seguían caminando juntos, bajo el pretexto de que vivían cerca uno del otro…
-¿Pasa algo Kurosaki? -interrogó con educación, su compañero había estado mas serio de lo normal todo el día, lo conocía bien, sabía que algo le había sucedido; él era un joven de cabellos oscuros, con tonos azulosos, la piel blanca y bastante fina, un rostro alargado y estético, usaba lentes cuadrados, que lejos de restarle encanto le daban un aire intelectual atractivo y fascinante, él era Ishida Uryu, compañero de clases de Kurosaki Ichigo, y, en secreto, también era su novio, con quien mantenía un romance blanco…
-No, no es nada…- el pelinaranja fue esquivo con el joven de lentes; en todas las clases y los descansos había logrado cruzar menos de diez palabras con él, que incluso para ellos dos eso era demasiado poco.
-Se que algo te pasa- buscó sus ojos miel, sin éxito -Pero no tienes que decírmelo, tarde o temprano iba a pasar…-
-No es eso… -se apresuró a aclarar que se equivocaba en sus suposiciones, pero de saber lo que pasaría después lo hubiera dejado creer eso…
-Entonces sí te pasa algo, algo serio…- nuevamente no pudo encontrar sus ojos, y eso lo hacía tener un mal presentimiento -Algo que no quieres decirme…-
-No presiones Ishida…- miró hacia el otro lado de la calle, para evitar mirarlo a los ojos -Puede que no seamos lo mismo, pero no tiene nada que ver con que seas un Quincy, ya te dije que no es nada…- recalcó sus palabras, dejando claro ese punto, lo cual le complicaría aun más la situación después-
-Bien…- se acomodó sus lentes, dejando de buscar su mirada, algo serio iba a suceder, pero dejaría de insistirle, por ahora -En ese caso, nos vemos mañana…- dio un par de pasos al frente, con la clara intención de alejarse del otro, le pareció raro que Ichigo no le objetara ese acto tan poco amable, su corazón tubo un ligero temblor…
-Hasta mañana…- él detuvo su andar, viendo al joven de lentes alejarse, sabía que estaba haciendo mal, que debió haberlo detenido, pero no sabia que más hacer en esa situación -Lo siento Uryuu, pero no es algo que tú quisieras oír…- dijo apenas, pensando en que lo que le había ocurrid la noche anterior, eso aun lo tenía turbado -*Yo no creo que decírtelo sea lo correcto, no quiero que sufras por mi culpa…*- bajó la mirada, doblando en aquella esquina, tenía que aclarar su ideas…
Cuando Grimmjow se levantó la noche casi caía, no sentía dolor, ni recordaba bien lo que había pasado horas atrás, simplemente se sentó en la cama, notando que todo estaba oscuro, absolutamente negro, como si estuviera ciego…
-AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- se llevó las manos a la cara, por reflejo, al no poder ver nada, ese grito había retumbado por toda la casa -¡MALDITA SEA ULQUIORRA!- se quitó la venda que cubría sus ojos, despedazándola.
-Después más de cincuenta años aun sigues gritando…-comentó a la nada, desde el marco de la puerta, mirando cómo el peliazul hacía lo que siempre: mirar sus piernas, aunque sin el miedo que cubría su rostro cuando infante -No puedes destrozar los cadáveres, vas a llamar la atención de los cazadores…- se acordó del jovencito causante de sus celos, sin cambiar de expresión; el otro vampiro lo miró, azul y verde chocaron, el primero con ira, el segundo con vacío-
-¿Y qué?- se puso de pie, mirando todo de reojo, la luz blanca artificial iluminaba el cuarto, todo perfectamente limpio -Así que tus dotes de ama de casa no han cambiado…- miró su ropa, exactamente la misma, pero sin los rastros de sangre ni vísceras, estaba como recién lavada -Aun no sé como demonios lo haces…- susurró por lo bajo, ese era uno de los secretos que Ulquiorra nunca le había revelado y que tampoco le interesaba saber…
-Si vuelves a hacerlo, tú lo limpiarás…- se dio la vuelta, saliendo de la recámara- Aun faltan un par de horas para que anochezca por completo, estate quieto y en silencio- se fue alejando, hasta quedar cerca de su sillón, pretendía seguir con su lectura-
-¡No soy un mocoso!- rugió, yendo tras él, notando que hasta el sofá estaba limpio, ni rastro del cadáver- Joder… Ni una gota de sangre…- notó, hasta ese entonces, que ni él mismo tenía el aroma a muerte característico de cualquier vampiro, solo ese perfume de menta con sándalo, miró sus manos, su pálido compañero lo había hecho de nuevo… -Puedo asearme yo solo ¡Maldita sea!-había llevado el mismo aroma por mas de cinco años, empezaba a odiarlo -¡¿ME ESTAS OYENDO?-
-Cada palabra…- le contestó, sin quitar la vista del libro -Estas haciendo escándalo Grimmjow, la idea es no llamar la atención…- las horas transcurridas lo habían calmado, regresando a su modo "normal" de ser-
-¿Por qué? -preguntó de mala gana, se sentó frente a él, en el suelo -Ningún cazador podría con nosotros – dijo con un bufido –Esto es aburrido…-
-No tienes idea de quienes están aquí, la existencia no es exclusiva para crear violencia, hay muchas otras cosas en ella, y tienes toda la eternidad para comprobarlo…- él mismo lo sabía bastante bien, al mismo tiempo que odiaba esa verdad, tal pareciera que sólo le quedara esperar su propio "destino", la extinción…-
-Si no te gusta la maldita ciudad, ¿Qué demonios hacemos aquí? ¡Europa era más divertida que esto!- se quitó, de donde estaba, para tirarse en el sofá, así estaría mas cómodo y quizás se irritaría menos… -Esto es estúpido…-
-Eres demasiado violento, no entiendes lo que significa la calma, te gusta desperdiciar mi paciencia- dijo sin dejar de leer -Todo tiene un límite…-
-Llevas diciéndome los mismo por años…- le dijo en son de burla -No haces nada porque quedarías mas solo que un puto parásito, Ulquiorra, si quisieras no tendrías que seguir soportándome ¿No?, ¿Entonces, que te detiene? ¿El hecho de que fui un "regalo"?-dijo con resentimiento.
-Eres más estúpido de lo que pareces…- por primera, vez en esa "plática", lo miró directamente -Si salimos de Europa fue porque era peligroso seguir ahí, al igual que Asia, no podemos ir a América aun. Estamos aquí porque es el lugar donde menos probabilidades hay de que nos busquen, Karakura es un lugar peligroso para cualquiera, aun para un "nocturno" de mas de cien años, no todos los cazadores son jóvenes, aun hay Shinigami con mucho poder- regresó a su lectura -¿Entendido?-
-..Idiota, es tu culpa que yo sea así- se levantó, para irse acercando a él -¿Qué tiene éste maldito lugar que los otros no?- le quitó el libro, nuevamente era ése, sin título, que tenía unas letras que no podía entender, hablaba mas de once idiomas, leía ocho perfectamente y eso no se parecía a nada que hubiese visto en otro lado
-Nunca prestas atención…- tomó su libro de regreso, el ojiazul estaba de pie, justo frente a él, por lo que decidió ignorarlo -Hace bastante tiempo aquí abundaban tanto cazadores como exterminadores, igual conocidos como Quincy, la razón por la cual todo vampiro es extinguido en Karakura es debido al odio y temor que sembraron desde hace cien años, cuando atacaron la cuidad, matando a casi todos, continuamente; por décadas hubo más ataques, hasta extinguir a los exterminadores, diezmando a los Shinigami… Muchos cuentan que fue un solo vampiro, otros que fue un grupo… Cualquier vampiro que entre a Karakura esta expuesto a ser atacado por los Shinigami antiguos que aun quedan…- el peliazul se sentó en sus piernas a arcadas, besándole el cuello, con deseo -Y tú insistes en dejar cuerpos desmembrados por doquier…-
-Da igual, ellos no son nada para mi- Ulquiorra dejo caer su libro, a un costado del sillón abrazando al alto peliazul -¿Quién lo hizo? ¿Aizen?...
-Aizen sama- dijo para corregirlo -No…- el moreno mordió su cuello, haciéndolo gemir despacio -Haa… Haahh- cerró los ojos, el otro se puso de pie, sin dejar de besarlo, levantándolo también; el pelinegro apenas y mantenía la punta de los pies en el suelo.
-Hueles extraño…- empujó a Ulquiorra, tirándolo al suelo, la sangre escurría por la comisura de sus labios -¿Qué me hiciste?- todo le empezó a dar vueltas.
-Solo estarás dormido por un par de horas…- las heridas, que los colmillos del peliazul le hicieron, cerraron de inmediato -Entonces podrás comer…- se levantó, sacudiéndose la ropa, el otro cayó en ese instante en el sofá -Descansa Grimmjow- agarró de nuevo su libro, quedándose de pie junto a él, sin perder de vista a su "esclavo"
-Maldito bast…- cerró los ojos, quedando profundamente dormido.
-No me gusta más que a ti, pero sólo así estarás quieto… Tú ya eras demasiado violento cuando te encontré…- le dio un beso en los labios antes irse a limpiar el somnífero que había usado, sobre su propio cuerpo, para sedarlo.
Ichigo salió furtivamente de su casa, como lo venía haciendo desde hacía un año, vestido con su hakama negro, corriendo entre las sombras de Karakura, con su semblante como de "enojado" siguiendo su ruta habitual…
-Maldición… No puedo dejar de pensar en "eso"… Debo de olvidarlo…- corrió hasta ver algo en el suelo… -¡No puede ser!- masculló con irritación, ese tipo del día anterior estaba ahí, recostado en la acera -Diablos…- era a quien menos ganas tenía de ver…
-Vaya, vaya, así que el mocoso regresó por más…- sonrió mientras se levantaba y lo veía directo a los ojos -Sabía que volverías…- se acercó al pelinaranja, bastante confiado.
-¿Qué diablos haces en la maldita calle?- retrocedió al verlo acercarse a él, de nuevo lo ponía nervioso, algo intimidado y no podía entender el porque de su reacción, ese perfume invadió su nariz, aturdiéndolo un poco.
-Resulta ser que vivo cerca de aquí…- desde luego que cuando él decía "cerca" se refería al otro lado de Karakura, pero con su velocidad, no estaba tan lejos- Esta vez no te irás libre mocoso…- lo había cercado, de nuevo, contra la pared, susurrándole al oído, disfrutando de los escalofríos que le causaba.
-¡Quítate!- trató de empujarlo, pero Grimmjow le había tomado las manos, justo como el día anterior, poniéndoselas sobre la cabeza, presionándolo contra el muro.
-Cuando los niños salen de noche, se exponen a muchas cosas, Kurosaki… Y a mí me gusta salir a cazar buenas "presas"…- eso lo dijo en varios sentidos, pero Ichigo no lo advirtió; lamió sus labios con lujuria -Tú me pareces bastante apetecible…-
-Suéltame…- ladeó la cara, para evitar que lo besara en la boca, pero su cuerpo lo traicionaba, empezaba a sentir calor, su corazón estaba latiendo mas a prisa, su respiración iba a agitarse -¡Suéltame!- cerró los ojos, el peliazul fue besándole el cuello, sus húmedos labios se sentían turbadoramente deliciosos.
-Tú realmente no quiries eso…- susurró sobre su oreja, haciéndolo suspirar, el chico soltó un gemido cuando él frotó sus cuerpos con deseo, justo como la noche pasada -¿Quieres que te suelte Ichigo?...- su voz sonó suave y melosa, casi irreconocible…
-N...no… Ahhh…- sus manos fueron liberadas, pero su cuerpo estaba preso contra el muro-Ahhh… Ahhh…- se abrazó al peliazul, buscando mayor contacto, una de las piernas de Grimmjow se coló entre los muslos del pelinaranja, el chico frotó su entrepierna con la del peliazul, ardiendo de lujuria, por sus venas parecía correr fuego.
Se besaron, tratando de dominarse mutuamente, sus lenguas batallaban por invadir la boca del otro, mezclando sus sabores.
Ninguno de los dos sabía que estaban siendo observados, ninguno sintió la ligera presión que se formo en el ambiente, una luz azulada, casi blanca, se soldificó en el aire, era una flecha espiritual, que estaba apuntando directamente al peliazul…
-Muere maldito vampiro…- susurró al viento, tensó el brazo, listo para disparar y matarlo; era el último de los Quincy, que estaba rondando por ahí y lo divisó a lo lejos…
Ésa era la última noche de luna llena en Karakura…
Y también sería la Última noche de Grimmjow Jagerjaquez en la ciudad…
