Este es mi primer fic de Draco y Hermione y espero que lo disfruten leyendo tanto como yo escribiendolo, lo ire subiendo un capitulo por semana.


Capitulo 1: El Castigo y el Hallazgo

La oscuridad me rodeaba, a pesar de tener mis manos a pocos centímetros del rostro no conseguía visualizarlas, era una oscuridad densa y pesada la que caía sobre mí. La humedad del aire se colaba por mis pulmones y yo no paraba de temblar, pero el frío no era lo que yo notaba, mi corazón latía fuerte con un ritmo frenético y yo jadeaba con terror por los pensamientos que venían a mi cabeza. Le había fallado y sabía perfectamente lo que eso significaba en el vocabulario del Lord Oscuro. Mi mano había temblado a la hora de sujetar la varita, el momento que tendría que haber dado muerte a Dumbledore. La mirada del viejo director se había clavado en mi mente, era una mirada de suplica. No era una suplica por su propia vida sino por la mía, él no deseaba verme convertido en un asesino. Convertido en algo que no era y que no tenía el valor para convertirme. Valor, eso era lo que me había faltado, en mis venas solo corría la cobardía y ahora estaba condenado al mas despiadado de los castigos por el mas cruel de todos los seres.

No sabia cuanto tiempo llevaba en esa oscura celda pero el tiempo no transcurría, ni un maldito rayo de luz, solo escuchaba mi respiración fatigosa y el correteo de los roedores sobre la piedra del suelo. No sabía que me harían, lo único de lo que estaba seguro era que me aterrorizaba la respuesta. Quizás intentar escapar fuera la solución, pero no tenia nada, la varita me la habían arrebatado justo antes de tirarme contra el suelo junto con una promesa de volver para el castigo. Era una locura el solo pensar en escapar, quizás solo me castigara y me dejara con vida, pero mi mente no recordó muchos momentos de benevolencia del Lord, por que seria yo una excepción.

No pude pensar mucho más por el sonido del metal de la puerta abriéndose, mi corazón latía con más fuerza aun, la luz del exterior me daño los ojos y tuve que cerrarlos con rapidez. No sabia cuantos eran pero el sonido de varias pisadas me alerto de la presencia de más de una persona. La presión de unos dedos como garras me arrancaron un gimoteo doloroso, obligándome a andar hacia el exterior donde me esperaba él, donde me aguardaba la maldad reencarnada. La piel se me crispo en solo pensar en su deforme cara, sus ojos inyectados en sangre, esa mirada de bestia desbocada. La angustia me abordo cada poro de mi cuerpo provocándome el mayor asqueo que había sentido en mi vida.

Conocía aquellos suelos tenebrosos únicamente iluminados por unas antorchas acopladas a las paredes, las había recorrido desde que tenía uso de razón. Los pasillos de la mansión Malfoy se habían convertido en los corredores al patíbulo, me sentía un sentenciado a muerte dirigiéndose a su fin.

Del empujón que me propino el guardia caí de rodillas sobre el suelo de piedra. Había visto tantas veces ese suelo que tan poco me había importado y ahora seria lo último que viera con vida.

-Mi señor Tenebroso aquí le traigo al traidor-escuche que decía el guardia con reverencia.

Mi vista estaba clavada en la piedra del suelo sin atreverme a alzarla, con temor de encontrarme los ojos de esa bestia. Cerré con fuerza los ojos, no quería llorar pero el solo pensar en lo que me deparaba me hacia entrar en la mayor desesperación.

-El Lord Tenebroso esta demasiado ocupado como para ocuparse de esta sabandija traidora.-esa voz consiguió helarme la sangre.

Mis ojos se encontraron con los oscuros orbes de mi viejo profesor de pociones, me miraba con asco y al mismo tiempo con un brillo que no supe distinguir…quizás compasión.

-El Lord me ha encargado acabar con la vida de este miserable traidor-la mirada de Snape se clavo en el guardia que lo miraba con ojos de desconfianza.-Muévete escoria este estupido no merece publico.

El guardia lo observo un instante, se cuadro y se marcho dejando el eco de la gran puerta de roble al cerrarse.

-¿Has visto Draco lo que ha derivado de tus acciones?-Snape miraba el crecipitar de las llamas en la chimenea de negro alabastro, tan negro como el dolor de mi alma.

-¿Voy a morir?-fue lo único que consiguió salir como un temblor de mis labios.

-Has traicionado al Lord, ese es el castigo por tal acto-dijo Snape volviendo a mirarme esta vez sin odio, sin asco, carente de emoción alguna.

-No pude hacerlo-quise gritar pero casi fue un susurro, ni siquiera se si él me oyó porque su expresión no cambio ni un ápice.

Snape se acerco a mí, se agacho hasta que su mirada estuvo a la misma altura que la mía.

-Lo siento Draco-y sus ojos me dijeron algo, me ofrecieron una tranquilidad que no entendía en la situación en la que me encontraba-Confía en mi-sus palabras me aturdieron pero no lo suficiente como para no notar que se levantaba y que sus labios pronunciaban la maldición prohibida que me mataría.

-Despierta muchacho-la voz de alguien llegaba hasta mi mente, sentí el frío, el viento que me azotaba el cuerpo, estaba vivo. Algo calido me resbalo por la mejilla y supe que estaba llorando de alivio, de una calma que me calo hasta los huesos.

-Draco despierta-la voz de Snape también me llego y quise abrir los ojos y darle las gracias por salvarme la vida y lo que ello suponía, arriesgar su propia vida.

-Profesor Snape-mi voz sonaba ronca y quebrada.-¿Por qué esta todo tan oscuro?-aquella oscuridad me recordaba a la oscuridad de la celda, densa e inquebrantable tiniebla.

-¿Qué dices muchacho? Es pleno día y el sol deslumbra los ojos-la voz del individuo no la reconocía, pero me resultaba imposible aquella explicación, yo solo captaba la mayor oscuridad.

-Snape, ¿no será que…-el desconocido no termino de hablar

-Draco escúchame, no ves nada porque no puedes-Snape lo dijo sin ningún tipo de delicadeza y la impresión fue más fuerte de lo que pensaba.

-Ciego, no puede ser-moví las manos hasta mis ojos pero no conseguía verlas a pesar de saber que estaban allí justo frente a mis narices.

Hace ya dos meses desde la muerte del Director Dumbledore pero todavía Harry se culpaba de no haber podido hacer nada por salvarlo. Tanto Ron como yo hemos intentado convencerlo de que el no podría haber hecho nada y de que Dumbledore no le perdonaría que pusiera en riesgo su vida. Una vida tan valiosa como la suya no podía ser arriesgada tan a la ligera, Harry era nuestra única esperanza. Era su destino el enfrentarse a Voldemort, el único que tendría una oportunidad para vencerlo. Pero parecía que ni el mismo estaba muy seguro de poder conseguirlo.

Desde esa tragedia tanto Ron como yo habíamos ido a vivir junto a Harry a la mansión que Sirius le había dejado en herencia a su ahijado. Grimmauld Place era la vieja mansión de los Black, escondida bajo un hechizo de invisibilidad por el cual nadie que Harry no quisiera pudiera verla. La mansión era grande pero vieja y bastante destartalada hasta que vinimos e intentemos arreglarla un poco. Después de semanas de arduo trabajo y muchísimas quejas de Ron, habíamos conseguido una casa decente en la que los tres vivíamos cómodamente.

Estaba bastante concentrada en mis deberes de runas mágicas, eran bastante complicadas pero siempre me han gustado las cosas difíciles. Desde que era muy pequeña siempre me han gustado los retos, cuando una cosa era demasiado fácil o demasiado predecible siempre terminaba por perder el interés. Por eso cuando supe que iría a Hogwarts me sentí completamente extasiada, algo desconocido, una cosa nueva e impredecible que me haría sentir viva.

La repentina visión de Crookshanks sobre mi escritorio me despertó de mis ensoñaciones. Me concentre nuevamente en las dificultosas runas y olvide los pensamientos que había tenido unos momentos anteriores pero no pude concentrarme por mucho tiempo por el molesto ruido que mi felino provocaba con el rasgueo de sus uñas sobre el marco de la ventana, situada justo encima de mi escritorio.

-Ya basta Crookshanks, no dejas que me concentre-le dije a mi gato mientras con cuidado lo depositaba nuevamente en el suelo.

Volví a ponerme en labor con mis deberes, puse en práctica la ecuación Devoner de traducción que descubrí en un viejo libro de John Mcalister, el mayor experto en traducción del mundo mágico. La tinta de mi pluma se desvió desastrosamente de su trazo por culpa del temblor provocado por el aterrizaje de Crookshanks sobre el escritorio.

-Crookshanks no-le dije indignada al felino que me miraba con indiferencia-Mira que desastre, has echado a perder dos horas de trabajo.

Crookshanks me ignoro completamente y volvió a rasgar con esmero la madera de la ventana.

-¿Qué ocurre Crookshanks?-le pregunte bastante intrigada, era bastante extraño que mi tranquilo animal se comportara de tal forma.

Abrí la ventana que daba a un angosto callejón, la visión de un cuerpo maltrecho y las manchas de sangre de alrededor me pusieron alerta. Una persona estaba muerta o muy mal herida en el callejón. Mi sentimiento Griffindor afloro dentro de mí, no podía dejar allí a una persona que quizás pudiera estar aun viva.

-¡Harry! ¡Ron!-grite con todas mis fuerzas mientras salía apresurada de mi habitación casi tropezando con Crookshanks que había saltado siguiendo mis pasos.

-¿Qué ocurre Hermione?-Harry había salido corriendo de su cuarto a mi llamada de alerta.

-Hay un cuerpo en el callejón-la cara pétrea de Harry me hizo recordar lo que la muerte afectaba a mi amigo.

-¿Qué ha pasado?-dijo Ron con todavía el sueño en el rostro.

-No hay tiempo-dijo Harry casi volando por los escalones hacia la primera planta.

El callejón era muy estrecho y con el crepúsculo todo estaba rodeado de sombras. En seguida detecte el cuerpo tumbado bocabajo que había visto desde la ventana.

-Rápido Harry, esta allí-le señale a mi amigo el sitio exacto donde el individuo estaba tendido todo lo largo que era.

Harry y Ron consiguieron darle la vuelta, en el oscuro callejón solo pude distinguir un cabello claro y unas facciones jóvenes y afiladas.

-Malfoy-mi cuerpo se tenso al darme cuenta de mi descubrimiento, mire a Harry que tenía el rostro pétreo, sabia que se estaba debatiendo en lo que debería hacer.-Harry, esta vivo pero muy débil-mi amigo me miro un instante y luego puso sus ojos sobre el cuerpo inmóvil de Malfoy.

-Ron, ayúdame a llevarlo dentro-Harry levanto los hombros del rubio.

-Pero Harry…-Ron no terminó la frase, la mirada de Harry le disuadió de decir nada mas. Ron levanto los pies de Malfoy y ayudo a su amigo a llevar el cuerpo dentro de la casa.

Me dolía todo el cuerpo, intente moverme pero el dolor intenso en mi costado me detuvo, el pecho me ardía y escocia. Sentí lo que parecían vendas aprisionarme el torso. Moví los dedos que se habían convertido en mis nuevos ojos, bajo las yemas de los dedos me explane en acariciar el suave relleno de plumas donde estaba tumbado, tan parecido a las camas de la mansión Malfoy y por un momento me asuste al pensar que me habían atrapado. Pero mi mente se relajo al pensar que si fuera así me encontraría en una prisión oscura y no en una mullida cama. Una discusión lejana llego a mis oídos pero no estaban lo suficientemente cerca como para poder distinguir las palabras, los sonidos me llegaban como un pequeño murmullo.

La puerta cerrándose me sobresalto, alguien se acerca hasta donde yo estaba. Quise levantarme no sentirme tan indefenso como me he sentido durante estos últimos meses. Por una vez en la vida quise tener a alguien en el que poder confiar el peso de mi vida porque yo ya no tenia fuerzas para soportarlo.

Los pasos eran livianos, demasiado ligeros para ser un hombre corpulento. Puede que fuera una mujer o un elfo domestico. Una mano tibia se poso en mi frente, desprendía un suave aroma a vainilla. El olor dulzón me hizo relajarme y sin darme cuenta del movimiento mi nariz se acerco aun más a esa fuente del maravilloso aroma.

La mano fue retirada violentamente de mi frente. Los pasos volvieron a hacerse presentes y la puerta se abrió lentamente para a continuación cerrarse con un suave clic.

Con el recuerdo del aroma me quede nuevamente dormido, sintiéndome por primera vez en mucho tiempo tranquilo y en paz.

Las sacudidas que note en mi cuerpo despertaron todo el dolor dormido en mi cuerpo, no pude evitar soltar un gruñido de dolor.

-Ya basta Ron, le abrirás las heridas-esa voz y ese nombre hicieron que se me erizara el vello de los brazos. Debía ser un sueño o imaginaciones mías. Seguro que habría mucha gente con un nombre tan vulgar como Ron, no tenia porque ser Ronald Weasley.

-Se hace el dormido, Hermione-mis ilusiones se hicieron añicos al reconocer la voz y el nombre de la chica. Solo me faltaba escuchar la voz del tercer integrante para crispar lo poco que quedaban de mis nervios.

-Malfoy ya basta de actuar, sabemos que estas despierto-y ahí estaba el clic que hizo mis nervios polvo, Potter, Harry Potter me hablaba desde el punto mas alejado de la habitación, según pude reconocer por la intensidad de su voz, acusándome de estar dormido cuando verdaderamente estaba conmocionado y herido. Pobre de mi, salía del fuego para meterme en las brasas del trío dorado.

-Hasta hace un momento estaba dormido, pero la cacatúa de tu amigo me ha despertado-el sonido de mi voz salio como un graznido de cuervo.

-Menos prepotencia Malfoy, te hemos salvado tu esquelético culo de la muerte-las palabras de Weasley se me clavaron en el estomago como una coz de hipogrifo en el mismo.

-Cien millones de puntos para Griffindor-me reí de mi ingenioso comentario, no hacia falta poder ver para imaginarme la cara de idiota de Weasley, pero las sacudidas de la risa me provocaron un dolor intenso en las costillas y tuve que detener mi estruendosa risa.

-Yo no lo veo tan mal Harry, deberíamos devolverlo al asqueroso callejón donde lo encontramos-Weasley parecía fastidiado, ese estado de animo lo atribuía a mi presencia. Algo que me alegro el momento.

-Vaya Weasley he estado en tu casa y yo sin saberlo-los insultos de Weasley me llegaron como elogios, cuanto había extrañado una buena discusión.

-Tranquilízate Ron, no caigas en sus provocaciones-escuche la voz de Granger que hasta el momento apenas había intervenido.

-Pero míralo Hermione, se esta burlando. Ni siquiera se digna a abrir los ojos, juega con nosotros-los resoplidos de Weasley me hicieron gracia, ojala solo estuviera jugando con ellos.

-Si no abro los ojos Weasley es porque no habría diferencia de tenerlos cerrados-todos ellos quedaron en silencio.

-¿Qué insinúas Malfoy?-la pregunta me pareció estupida, ¿cuanto se puede insinuar con esa frase?

-Que no abro los ojos porque vería exactamente lo mismo que cerrados, es decir, nada absolutamente.-intente ser lo más claro posible pero ellos parecían confusos, les faltaba un plátano y rascarse la cabeza para parecer completamente un primate, bueno Weasley ya lo parecía de antes.

-Ron quédate con el, mientras yo y Hermione llamaremos a la orden-Potter empezaba a ordenar a sus tropas. Pero me intrigo lo de la orden, ¿que querría hacer?.

-Pero Harry, no quiero quedarme con él-parecía que Weasley estaba bastante cabreado con la opción de ser mi perro guardián, yo también prefería que no se quedara.

-Si no te importa Potter yo también prefiero que no se quede, su olor me provoca jaqueca.-oí a Weasley resoplar con furia contenida.

-Hermione ve con Ron, yo me quedare vigilándole-los pasos de Potter se hicieron mas próximos hasta donde yo estaba.

-Harry tienes que ser tu el que los reúna, no se fiaran ni de Ron ni de mi-espere la negativa de Potter a que su preciada Granger se quedara a solas conmigo, pero no la oí llegar nunca.

-No tardaremos nada y si te hiciera algo solo tienes que gritar y estaremos aquí enseguida-oí como le decía Potter, como si yo fuera una gran amenaza.

-No te preocupes, esta desarmado y si es verdad que esta ciego no se atreverá a hacer nada-Granger parecía segura y sin ningún miedo a mi presencia, siempre tan altiva la sangre sucia.