Disclaimer: Una historia basada en los personajes de Stephenie Meyer. Sin fines de lucro.
Vaya, ¿de donde ha salido esto? lo mío son drabbles, viñetas, one shoots, pero no me he podido resistir. Ni siquiera me convence el título, pero por los momentos va acorde ;) es un universo alterno. Y bueno, empieza en la actualidad, luego retrocedo y voy contando los acontecimientos que llevaron al título de la historia y a los primeros diálogos. Para ti Karina, porque si no me dices no lo publico :)
—Es un idiota, un testarudo, un ególatra, es un…
—Es tu esposo. —La interrumpió Bella, ocultando una sonrisa.
—Hasta que me dé el divorcio, si no lo mato primero.
-.-.-.-.-
No se la pondría tan fácil, o no. Alice Cullen era paz y amor con todos, pero él sabía la verdad, él conocía sus secretos, sus caprichos, sus sueños, pero sobre todo su terquedad.
Aún no entendía bien lo que había pasado, sólo sabía su versión de los hechos, y era una bastante vaga.
Tenían dos años de casados, y amaba a ese pequeño demonio con locura y pasión. Incluso él, con un ineficiente gusto por la moda, disfrutaba sus ocurrencias a la hora de una nueva temporada, todo por ella.
Ella, estudiante de publicidad en vísperas de su graduación.
Él, arquitecto de día. Cantante de noche.
No tenían mucho en común, sólo un acta de matrimonio.
-.-.-.-.-
Se habían conocido hace tres años, en la universidad. Ella, sin el menor asomo de prudencia, le había insinuado que su atuendo no era el mejor para la ocasión, él le había dicho que su simetría tampoco, vale también le había dicho que tenía una boca demasiado grande y poco proporcional para su tamaño. La había sacado de sus casillas. Le encantaba hacerlo.
Se ignoraban, no tenían tiempo para pensar en una relación. Pero un día, ella llegó al local en el que Jasper y sus amigos tocaban, la sorpresa en sus ojos era palpable. Él como buen caballero, le había dedicado una canción. Quizás fueron minutos, quizás fue su voz, pero la sensación de deja vu, acompañado con el éxtasis de oírlo la deslumbró.
En aquella pequeña cafetería de Filadelfia, sus miradas se habían cruzado.
Alice sentía que él era lo que había esperado toda la vida.
—Exageras. —Le comentó Bella al oír, con lujo de detalle, aquel encuentro.
—Quizás, pero no sé qué me pasa con él, Bella. Es tan guapo, su voz es como terciopelo y, cuando me dedicó la canción… sentí que mis rodillas cedían.
—Te deslumbró, Alice. Eso es todo.
—¿Cómo Edward a ti? —contraatacó, debía entenderla, ella mejor que nadie.
—Eso es distinto, él…—susurró, sonrojada. Pensar en Edward, su novio, tenía ese particular efecto en ella.
—Tocó el piano para ti.
—Pero ya nos habíamos visto antes. —Aclaró, aforada. ¿Cuándo se irían esos sonrojos?
—Edward Cullen te deslumbró. A ti, Bella Swan, que prefiere pasar desapercibida por el mundo y que no tenía tiempo para chicos.
—Y a ti, Alice Cullen. Te deslumbró Jasper Hale. El hermano de Rosalie, ¡por dios su hermano! Tan sólo con cantarte una canción.
—Lo sé, ¿Qué ocurre con nosotras? —secundó, temerosa. Ella creía en hadas y castillos, en príncipes o soldados que rescatan a su verdadero amor. ¿Qué había de romántico en un cantante-arquitecto, que a duras penas sabía el significado de la palabra combinar? Era callado, retraído. Ella extrovertida, le gustaba expresarse, conocer el mundo. Él, era más probable que el mundo lo conociera por casualidad.
No, no tenía lógica aquello.
—Creo que se llama amor. —Aventuró Bella, feliz por su amiga. Aunque se tratara de un Hale.
O quizás sí.
Y así habían pasado dos semanas.
Se habían vuelto a encontrar. En la misma cafetería, pero esa noche llovía.
—Eres hermosa. —Le había dicho al salir.
No tenían paraguas, pero poco les importaba. Jasper le había ofrecido su chaqueta, cubriéndola lo suficiente debido a la altura del joven, tenía impregnada su olor. Ese bendito aroma, tan adictivo, que Alice había descubierto dos días antes, al encontrarse en la Universidad. No sabía que era, pero la volvía loca, era tan reconfortante.
Ahora su brazo la envolvía. Seguía lloviendo, pero no querían moverse de ahí. Habían pasado dos semanas, desde la primera vez que lo escuchó tocar, pero sentía como si hubieran pasado siglos desde que su corazón palpitó por él. La altura era una desventaja, pero no les importaba. Por instinto Alice se volteó hacia donde estaba él, sorprendiéndolo. Se puso en puntillas, y lo vio con anhelo. Esperaba que él lo desease, tanto como ella. Lo necesitaba.
Vio sus pequeños labios, rosados, carnosos, apetecibles. No pudo evitar caer en la tentación. No sabía si era lo correcto, pero quería besarla.
Sus labios se acercaron, lentamente, pero ella no pudo evitar interrumpir aquello.
—Me has hecho esperar mucho. —Le reprochó el pequeño duende.
Dos semanas soñando con esos labios, había sido una tortura.
Una carcajada la heló, temía haber perdido el momento, ella y su bocota. Quizás Jasper tenía razón después de todo.
—Lo siento, señorita. —Susurró contra sus labios, sus alientos se mezclaron. Era una deliciosa tortura, pero no podía más. Jasper la besó, con calma. Con talento, disfrutando del primer contacto. Ella quería más, su aliento era una droga. Así que rodeó el cuello de él, atrayéndolo más, podría jurar que él sonreía, pero no le importó su inexperiencia, sólo importaban sus labios, contra los de él, en perfecta armonía. El fatídico aire los venció.
Menos de un segundo, para volverla a besar. Alice sentía que había ido al paraíso, se sentía a desfallecer.
Cuando se volvieron a separar, él le dio una mirada de preocupación. ¿Había sido correcto?
Una mirada de ella había bastado. Había sido perfecto.
Se abrazaron en medio de la lluvia, sintiendo las goticas caer por sus rostros.
Jasper había visto muchas mujeres en su vida, había viajado a su corta edad. Había conocido el mundo, pero dudaba haber visto algo como eso.
Alice, sonrojada, bajo la lluvia. Se le antojaba preciosa, como si esas tonalidades sólo pertenecieran a ellas, como si las gotas de agua cayeran en los lugares preciosos, para humedecer, sólo un poco, su rostro. Como si la luz del local, llenara sus ángulos acordes a la atmósfera.
Se acercó a su oído y le susurró.
—Creo que estoy empezando a amarte, Alice.
Curioso, ella ya lo amaba.
Había sido tan perfecto todo, tan mortal había sido la despedida. Tan liberador había sido sus tercer, o quinto quizás, beso.
Al día siguiente, al despertar, Alice sentía que flotaba. Había soñado con él, con su dorado cabello. Con su sonrisa de ensueño. Con sus labios.
Se lo había contado a Bella. Todo.
Su mejor amiga, su confidente, oía con atención. Llena de empatía.
—Bella, fue perfecto. Fue como, como…
—Magia. —Le había dicho, y las dos sonrieron con complicidad. Felices de poder compartir secretos, sentimientos y amor. Las dos amaban, y eran amadas. ¿Podía haber algo mejor?
Los problemas llegaron luego.
Los Hale tenían su fama, gemelos, hermosos, millonarios. Rompecorazones.
Rosalie Hale, la Rosalie Hale. Diseñadora de modas, dueña de la industria. No era modelo, pero en sus comienzos lo había sido, solía ser una persona encantadora. Solía ayudar a Alice y a Bella en su primer año de universidad, solían ser amigas, pero cuarto año todo había cambiado.
Luego de terminar con Royce, dejó de ser la misma.
Ahora era fría. Desconfiada. Incapaz de recordar aquellos dulces sentimientos que la llevaron a ser tan querida por todos.
Incapaz de amar a alguien que no fuera su hermano. Para ella, los hombres eran basura y las mujeres demasiado inocentes. Amar no era para débiles, era para ilusos.
Y ella no dejaría que su hermano cayera más de lo que debía, lo había visto en sus ojos. Se estaba enamorando, pero, por el bien de Jasper, no podía permitir aquello.
El amor era una ilusión.
¿Opiniones al respecto? Hasta ahora sabemos cómo se enamoraron, se conocieron y que Alice lo odia en la actualidad, ¿ideas de lo que pasó? Aclaro: Jasper y Rosalie son dos años mayor que Alice y Bella. ¿La continuo o me quedo con mis drabbles? Gracias por leer ;)
¡Besos!, Jane.
