Reto 30 días de OTP
Día 1: Tomándose de las manos.
Ok. Eso era inesperado. Y es que, luego de que toda la Aldea de la hoja fuese testigo de las peleas que tenían estos dos cada vez que se encontraban, luego de años de observarlos mantener aquella singular amistad y luego de años de verlos e oírlos insultarse mutuamente sin remordimiento ni compasión…que Shikamaru y Temari anduvieran caminando por el mercado tomados de las manos no era exactamente lo que los ninjas tenían pensado que iba a suceder.
Pero así era, ahí frente a los ojos sorprendidos de quienes los conocían iban con los dedos entrelazados y el bochorno representado en la cara.
Sin pelearse, ni gritarse, sin dirigirse la palabra siquiera. Dejando a todos boquiabiertos.
Todo había empezado esa misma mañana, cuando la joven rubia llegó a la aldea y fue recibida, como era de esperarse, por aquel perezoso ninja al que le fascinaba observar las nubes.
-Temari.- Soltó simplemente al ver las piernas femeninas detenerse frente a él. Ella sonrió de lado, posicionando sus manos sobre su cintura, desafiante.
-Bebé llorón.- El chico con los manos en los bolsillos suspiró, antes de responderle una sonrisa igual de provocadora que ella, el juego comenzaba.
En si, el día marchaba tal como tantos otros que pasaban juntos desde que Shikamaru se había convertido prácticamente en el escolta oficial de la muchacha, si ella daba un paso en la Aldea de la hoja, él estaría allí. Y no era raro, ni para ellos, ni para nadie.
Al menos, hasta que se detuvieron en un puente de madera, cerca del bosque, donde era raro ver más movimiento que el de las hojas de los árboles siendo agitados por el viento y solo se escuchaban los sonidos de la naturaleza, que resultaban bastante tranquilizantes después de salir del centro repleto a esas horas de habitantes de la Aldea de la hoja.
Shikamaru esperaba apoyado en los tablones de la baranda del puente, con los brazos detrás de la nuca y la vista en el cielo. Una pareja, de quizá unos años menos que él, pasó delante del ninja, tomados de las manos, ese tipo de demostraciones eran vistas como algo particular, al menos, él las veía como algo particular.
Temari lo encontró viendo fijamente a la pareja y le preguntó si deseaba a alguien con quien tomarse de las manos así. Algo nada fuera de lo común. Ella solo estaba coqueteando y Shikamaru lo sabía, pero eso no evitó que ambos se irritaran de repente uno con el otro.
Todo fue muy inocente, ella lo molestó, él respondió y pronto, sin saber exactamente cómo o porqué terminaron discutiendo al borde de los gritos.
-Olvídalo ¿Podemos solo irnos?- Terminó él, ella odió el tono con que se le dirigió y frunció el ceño al sentirse algo torpe y estúpida por haber iniciado la pelea y el fastidio de su acompañante.
Luego de eso, se hizo el silencio, ni hablaron ni se movieron del lugar en el que estaban, los segundos que permanecieron solo mirándose el uno al otro, con el viento soplando entre ellos y la tensión creciendo a cada instante, se hicieron mucho más largos de lo que deberían. Ya no estaban enojados, la adrenalina había bajado, pero por algún motivo la discusión había calado en ambos de una forma en la que no podían simplemente seguir caminando juntos y esperar que vuelva el ambiente simpático y armonioso que solían compartir. No sin resolver algo antes.
-¿Acaso tanto te disgusta estar conmigo?- Temari fue la primera en hablar, su tono fue frío y se negaba a mostrarle debilidad.
-¿Qué?¡No!- Aquello lo tomó por sorpresa ¿acaso la había herido sin desearlo?
-¿Te desagrado, Shikamaru?- Le preguntó Temari.
-No.- Contestó con simpleza.
-¿Entonces…?- La rubia no supo que espetar, y la repentina falta de estrategia la puso nerviosa. El muchacho la contempló, analizándola.
-¿Qué hay de mi?¿Yo te desagrado?-
-¡Claro que no!- Él sabía eso antes de que ella lo dijera.
El viento soplaba en el bosque. Se quedaron por momentos compartiendo las miradas intensas, intentando descifrar los pensamientos del otro, y no era fácil. Era increíble como una tontería los había llevado a sentir que estaban en algún tipo de batalla. Sentían el agua del arroyo deslizarse bajo las tablas de madera.
Shikamaru sabía que debía decir algo, sería muy fácil solo dedicarle un "está bien, se terminó" y no cambiar nada, pero tomar la salida fácil y esconder todo bajo la alfombra empezaba a cansarlo, por lo que optó por lo más sincero y quizá problemático que había hecho hasta entonces.
-¿Acaso.- Se detuvo un instante, como para asegurarse de que realmente lo iba a decir.-¿Acaso tú sientes algo por mi?- No titubeó al hablar, por más que sus palabras estaban cargadas de emociones, se mantuvo firme.
-No.- Le gritó la rubia.-¿Por qué pensarías eso? Tú, maldito idiota, holgazán, estúpido, incopeten…- Su voz se fue apagando, su cara roja, el silencio del bosque comenzaba a incomodarle, en vez de tranquilizarla.
-¿Y a qué se debe todo el circo entonces?-
-¿Y tú, bebé llorón?¿Sientes algo por mi?-
-¿Y qué si así fuera?- Le espetó sabiendo que con cada palabra marcaba un antes y un después en su relación.
Había cosas de las que no habían hablado hasta entonces, no sabía si esa era la mejor forma o la más sencilla de salir de esa situación pero con la olla a medio destapar ¿qué era lo peor que podía suceder si dejaba entrever un secreto a voces?
Y el resto es historia. Así es como terminaron paseando por el mercado con los dedos entrelazados, sorprendiendo a todos sus conocidos en la aldea. Naruto que estaba por ahí, escupió el ramen de su boca, queriendo hacerles mil preguntas. Sakura les festejó, mientras Ino sonreía casi orgullosa, queriendo decir que ella siempre supo que terminarían juntos.
Debía admitir que el agarre de Temari era fuerte. Al cabo de un rato todo comenzó a sentirse natural, dejaron el bochorno de lado y siguieron con normalidad. Ella hasta se tomó la libertad de burlarse de él y su timidez, y de un momento a otro ya volvían a actuar como ellos mismos.
La rubia sonrió al ver como su acompañante rodaba los ojos ante las reacciones de los primeros conocidos, pero se olvidaron de ellos, no importaba lo que pensaran. Si al final del día, podía terminar con los dos sonriéndose y viendo el atardecer, mano a mano, entonces podría aguantar cualquier burla que los idiotas escandalosos de sus amigos le soltaran.
