Bueno, fic dedicado a mi buena amiga Kathy. Siempre está ahí y aunque sé que no coincidimos en muchas cosas, se le aprecia bastante. Tengo a mi madre en la unidad de terapia intensiva, porque presentó repetidas convulsiones y no pudimos detenerlas. Probablemente signifique que necesite una operación, pero ya veremos. Sé que tengo muchos fics y de a momento debería concentrarme en los proyectos que tengo abiertos. No se preocupen que poco a poco los iré actualizando ya que tengo mucho tiempo (en relación a que no puedo estudiar por el asunto de mi madre) y aunque tengo que estar detrás de ella, no tengo otros deberes mayores y puedo escribir.

También se lo dedico a ella, quien me acompañó a todas las premieres de HP y leyó todos los libros conmigo (cuando tenía tiempo) y pues la extraño mucho, porque a pesar de que no teníamos la mejor relación (provengo de una familia grande, con 7 hermanos mayores) (hermanas y hermanos por igual, de padre y madre), ella siempre fue mi amiga y me regalaba las mascotas que yo quería y me compraba los libros casi que el día del lanzamiento, puesto que la volvía loca con: "Llévame, llévame" o con "cómpramelo cómpramelo".

Disclaimer: Nada me pertenece, excepto la idea. Los personajes y locaciones que aquí veas (a excepción de los OC, por supuesto), pertenecen a JK Rowling y a la saga de Harry Potter. Mi fan fic está escrito sin fines de lucro alguno y a la espera de no violar ninguna ley de copyright, ya que su única función es de entretenimiento visual (de ser posible, claro).

* Prólogo: La muerte de Petunia Dursley.

Quizá se había vuelto loca tras tener aquella idea, seguramente descabellada, pero que ya no tenía marcha atrás. Aunque intentara evadir la realidad y negarse a los hechos más evidentes, Lily Evans Potter era su hermana y por más que le detestara que resultara diferente de ella, no podía dejar de quererla y preguntarse si estaba bien. Si necesitaba ayuda con alguna cosa.

De escribir cartas, siempre recibía una de Albus Dumbledore y más o menos se mantenía al tanto de las cosas. Recién casada y planificando tener una perfecta vida como ama de casa y madre de su bebé Dudley, mejor hacía las preguntas antes de que Vernon se diera cuenta y decidiera terminar con la nueva vida que tanto esfuerzo le había costado llevar adelante. A veces conseguía envidiar a su hermana y que todo les resultara tan fácil, con sólo mover una varita.

Lo último que sabía de ella, era que un loco asesino perseguía a su familia y que habían tenido que escapar para protegerse. El pequeño Harry Potter estaba en peligro de muerte y aunque algunas veces había tenido roces con su hermana y había dicho muchas palabras de las cuales normalmente se arrepentía tras unos segundos, en verdad que se compadecía de su situación y deseaba tanto el poder ayudarle de alguna forma.

Tal vez si le hacía una pequeña visita al valle de ese tal Godric Gryffindor, sólo para asegurarse de que al menos tuvieran todo lo necesario para sobrevivir. Bueno, tenía entendido que la familia Potter tenía con qué sostenerse, pero quizá necesitaban algo más que ella pudiera proveer. Quería sentirse útil y también llegar a ver a su sobrino, por si las cosas se tornaban difíciles y por mala suerte no volvía a verlos jamás.

Caminaba por el húmedo suelo de piedra y admirando la imponente casa de dos pisos, casi que en medio de la nada. O al menos nada que pudiera reconocer fácilmente, apenas y sabía que existía un lugar así. Siempre mirando a su alrededor y con temor de encontrarse con el coco o con cualquiera de esas criaturas en las que ellos creyeran. Traía una larga gabardina negra, casi que completamente emparamada por la lluvia y temblando ante la fría brisa que venía tras el temporal tan desagradable. Casi que algo le decía que no debía hacerlo, pero ella era demasiado tonta como para hacer caso de las advertencias.

Estiró una de sus manos con cierto temor y tras dejar de debatirse si hacerlo o no, simplemente dio un par de toques a la puerta de madera y esperó lo más paciente que pudo. Siempre mirando a su alrededor y esperando lo mejor.

No tardó en escuchar pasos apresurados en la escalera y de pronto, también sintió una ráfaga de aire muy distinta de la que percibía estando afuera. Los cerrojos se destrabaron y un hombre joven con gafas redondas, se asomó a través de un pequeño espacio entre la puerta y su marco, sosteniendo una varita.

— ¿Petunia? — la suave voz de su hermana, no tardó en escucharse y con un gesto que bien decía: "pasa, pasa pronto". — Entra, James volverá a colocar las defensas mágicas.

— Lamento haber venido sin avisar. — respondió la mujer y sin quitarle la vista de encima a James Potter, mientras volvía a "colocar" defensas que ni podía ver. — Sé que debí haber venido antes, pero estuve muy ocupada con Vernon y no quería que pensaras que nunca me importó tu felicidad o lo que pudiera pasarte. Creo que nunca tuvimos un buen concepto, la una de la otra, así que pensé que te debía una visita.

— Sabes que eso no es verdad. — dijo Lily de inmediato y aún le sorprendía que su hermana, después de todo lo que había sucedido entre ellas, aún tuviera ojos amorosos para verla y perdonar sus errores. Su tonto orgullo. — A James y a mí, nos complace mucho que hayas venido a vernos y quisiéramos que fuese en momentos más adecuados, pero por ahora no podemos ni salir de casa.

— Algo he escuchado. — respondió, mientras James señalaba la sala de estar y los acompañaba para sentarse frente al calor del fuego. — bueno, ya sabes, tuve que preguntarle a Albus Dumbledore primero y él me contó algunos detalles. — miró a su alrededor con cierta desconfianza. — ¿Cómo es que están más seguros en éste lugar? ¿Acaso tienen teléfonos de emergencia o algo?

— Petunia, nuestro "enemigo"… no es un hombre que tenga un hacha o tal vez un arma de fuego. No necesitamos teléfonos, con nuestras varitas y la chimenea basta.

— Ah, claro. — dijo en un murmullo, ruborizándose y sintiéndose como una tonta por unos segundos. — olvidaba que ustedes tienen otras maneras de comunicarse.

Negó con la cabeza y al momento en el que James Potter le había ofrecido un poco de té caliente y un par de gotas de limón. No tenía tiempo como para sentirse en casa y mejor que fuese una visita rápida.

— ¿Y cómo está el niño? ¿Cómo era que se llamaba?

Harry Potter. — contestó James con orgullo y Petunia asintió rápidamente, desviando la vista y sintiéndose mal por haberlo olvidado. Bueno, tampoco era que hubiese preguntado alguna cosa. Albus Dumbledore se lo había dicho.

¿Crees que pueda pasar a verlo, antes de marcharme? — preguntó y en verdad tenía mucha curiosidad. Conociendo a Lily, seguro que resultaba ser un niño hermoso y perfecto. No podía contar de alguna vez, que algo le hubiese salido mal a su hermana. Bueno… quizá que un loco asesino les persiguiera. Y de ello hasta seguro que salían bien librados.

— Por supuesto que puedes pasar a verlo. Ahora está en su cuna, no sé si estará dormido. Ha estado muy inquieto tras el temporal. — sonrió Lily, poniéndose en pie e invitando a su hermana para que la siguiera, escaleras arriba.

Petunia dio un gran suspiro y mientras subía las escaleras, preparó los mejores halagos que pudiera decir, mentalmente, para no dar una impresión equivocada.

"No importa si es el bebé más horrendo que has visto o si tiene algún defecto. Di que es precioso."

La habitación era espaciosa y también lo era la cuna. Harry Potter permanecía sentado en el centro de ella y mirando un móvil con una canción para dormir, sobre su cabeza. Lily no demoró en sonreír y detenerse junto a la cuna, susurrándole dulces palabras al bebé que se chupaba un par de dedos y miraba a las personas con mucha atención.

— Mira cariño, tu tía Petunia ha venido a verte. Di hola, vamos… salúdala.

No era el bebé más feo que hubiera visto en su vida, de hecho era bastante aceptable e idéntico a su padre en todo sentido. Excepto, claro, en sus pequeños y brillantes ojos verdes como la esmeralda. Pero ella tenía un hermoso hijo y nadie podía decirle lo contrario.

—Hola, Harry. — dijo, intentando sonreír. El bebé no tardó en mirarla atentamente y su extrema atención, no tardó en ponerla nerviosa de repente.

"Es sólo un bebé, qué puede hacerte."

— ¿Quieres sostenerlo? ¡Vamos! A Harry le va a encantar.

No supo qué contestar, pero así era Lily y no podría cambiarla jamás. Ya se había inclinado sobre la cuna y levantando al niño entre sus brazos, acariciaba su cabeza y le hablaba sobre lo buena que era su tía y le pedía que se comportara mientras ella lo sostenía.

Cinco minutos nada más. Admirarlo cinco minutos y después marcharse, agradecer por su hospitalidad.

1, 2, 3…

Mientras sostiene a Harry, algo ocurre en el piso inferior y James es el primero en abandonar la habitación. Al parecer, una especie de ruido, algo diferente de lo usual.

10, 11, 12…

Lily también abandona la habitación, dejándola sola y diciendo que se aseguraría de que todo estuviera bien con su esposo. No se escucha nada, quizá está afuera por alguna extraña razón.

20, 21, 22…

Sigue sola dentro de la habitación y mirando al pequeño Harry, quien de pronto comienza a llorar y sin razón aparente. Quizá no le agradaba, quizá debía marcharse.

30, 31, 32….

Antes de que siquiera pudiera colocar al bebé en la cuna, un extraño hombre aparece de la nada y está apuntándole con una varita. Las puede reconocer, su hermana tiene una de esas. Puede escuchar las voces de Lily y de James. ¿Acaso esperaban visita? No, por el tono de sus voces, tenía que ser el asesino.

40, 41, 42…

Su hermana y su esposo, de alguna forma sobrevivieron los ataques y a pesar de todo lo que luchan en contra, no pueden evitar que el hombre alce su varita en contra de Petunia Dursley.

50, 51, 52…

¿Qué debe hacer? Acaso debería poner al bebé en la cuna y escapar. No, es un bebé y aunque está muerta de miedo, algo debe poder hacer para salvarse y salvarse ella misma. Sí, su hermana es joven y de seguro que puede tener otros hijos pero…

60, 61, 62…