Disclaimer: Hetalia ni LatinHetalia me pertenecen. El personaje Tierra del Fuego es de mi loca creación.

Pareja: Shota… ¡Es broma! Ninguna a excepción de MUY leves ArgentinaxChile/MartínxManuel y UKxChile/ArthurxManuel.

Advertencia: La ternura y lo tsundere del hijo de M&M. Lo buen padre que puede lograr ser Arthur.


Babysitting

Tomado de la mano de su mamá hizo un puchero inflando las mejillas aguantando las ganas de hacer el gran berrinche del año, simplemente no quería estar al cuidado de ese estúpido rompe hogares como suele llamarle constantemente su tío abuelo Prusia y su papá. No había dejado de mirar al idiota con el ceño fruncido.

―Martín se reusó, pero le dije que tú tienes más experiencia en cuidar niños ―le decía Manuel sin soltar la mano del pequeño―, y después tuvimos algunas discusiones hasta que razonó, pero me dejó a cargó en venir el muy fleto.

―No hay problema, yo me encargaré de cuidarlo… ― ¿cuidar? Ni siquiera pudo cuidar bien a Alfred y cuidaría de él. Hmp, le haría la vida imposible.

―Es que…no se llevan bien… ―dudó.

―Eso lo sé. Descuida, trataré que en estos días mejoremos nuestra amistad. ¿Qué dices Carlitos? ―bajó la mirada al nombrado surcando los labios, dando simpatía a rubiecito, él no le agradó siguiendo enojado. Arthur se dio por vencido levantando la vista al latino― ¿Por cuantos días?

―Dos no ma' ―respondió, se agachó a la altura del isleño con una sutil sonrisa―. Pórtate bien, olvida todo lo que dijo Martín. Vendré por ti en dos días.

―Yo quiero ir contigo…no quiero estar con el cejudo ―lo último le molestó al británico―, quiero estar con el tío abuelo Prusia o el tío Alemania o el tío Francia o el tío Italia.

―Prusia, Alemania e Italia están ocupados, y jamás te dejaría a cargo del pervertido y fleto de Francis.

―Mi papá me deja juntarme con él…

―Maldito argentino… ―murmuró, cuando llegue a casa mataría a Martín, le había dicho que no se juntara tanto con el francés o por lo menos si juntaran, que Martín estuviera presente ante cualquier enseñanza no apta para un menor― Solo pórtate bien, ¿por mí?

―Uhm…lo intentaré… ―daría su intento en no molestar tanto a Inglaterra, ahora, sí ese tipo le pregunta sobre la relación de sus padres, le sacaría las cejas…maldición, no trajo su lanza porque Chile se lo impidió, únicamente su oveja en sus brazos.

Manuel besó la frente del pequeño, se incorporó, se despidió de Arthur y se fue.

―Bien… ¿Quieres hacer? Te puedo leer un… ―estaba hablando solo. El menor lo dejó en la soledad, ¿Dónde demonios se metió?― ¿Carlitos? ―caminó intrigante por el corredor, entró a su habitación y ahí se encontraba viendo televisión junto con la ovejita sobre la cama. Suspiró agotado, sería una prueba bien dura para que se llevaran bien o para que no le hiciera maldades― ¿Quieres comer algo? ―preguntó y no recibió respuesta. Que más daba, prefirió dejarlo solo e ir a la cocina y prepararle algún postre, quizás con ese pequeño paso le cambaría la mentalidad. Al llegar… ¿Qué cosas le gustaban? ¡Claro! Manuel le entregó una lista de las cosas que le gustaban y las que no. Buscó en sus bolsillos encontrando la lista.

Cosas que le gustan:

Té, mate, chocolate caliente. Dulces, alfajores, los chilenitos, curanto, milcao, asado, sopaipillas, pastel de choclo (le gusta el de Martín), las tostadas, la pizza. Antes de acostarse le gusta que le cuenten un cuento, menos de princesitas y piratas, dile cosas mitológicas, hadas y ese tipo de cosas, y dale leche con chocolate no tan caliente.

Cosas que no le gustan:

Por favor, trata de cocinar bien. No le toques el rizo. No le lleves la contraria si dice que Martín es el mejor país el mundo, si es así, dile que yo también lo soy. Si dice que es mejor que tú, hazle caso o no lo escuches. Los tomates no le agradan mucho. Lavarse los dientes antes de dormir, oblígalo, dile que vendrá el Cuco si no se los lava, y si no quiere dormir, también. No toques a Como tú. Y tiene el ego al igual que Martín.

Eso es todo lo básico, suerte, dale paciencia.

PD: No le vas a entender mucho cuando hable. Tiene dos dialectos, chileno y argentino.

PD2: Toma té después de almuerzo, al igual que yo.

No sería tan complicado lidiar con Tierra del Fuego, pudo soportar a sus hermanos, Estados Unidos, Sealand, Hong Kong, tenía que poder con el rubiecito egocentrista. Llevó la mano al mentón pensando en que podría cocinarle. Sintió una presencia (a parte de las hadas) en la entrada, giró por pocos centímetros la cabeza, ahí yacía el menor sin la oveja.

― ¿Sucede algo malo? ―preguntó preocupado guardando el papel.

―Tengo hambre idiota. ―dijo indiferente.

Arthur hizo oídos sordos a lo último, recordó a Lovino pidiendo comida a Antonio. Sonrió y se agachó frente a él.

― ¿Qué quieres comer?

―Asado.

―Eso no te puedo cocinar, es mucha comida para ti, además la hora de almuerzo ya pasó.

―Entonces porotos con riendas.

―Tampoco, y no sé qué es eso.

―Muérete. ―contestó, el cual el mayor acabó bajando la cabeza en modo de derrota. Sería bastante difícil llevarse bien. Levantó la cabeza.

―Escucha, sé muy bien que no nos llevamos de maravillas. Reconozco que fui bastante cruel en esa época, y que no todo es de mi responsabilidad, no sabía que existías, hasta te pedí perdón y no recibí ninguna respuesta.

―Separas a mi mamá de mi papá. ―mantendría esa pared invisible entre los dos, no quería llevarse bien con el intruso.

―No, yo no hago eso. Es Martín quien agranda las cosas. Manuel y yo solo somos amigos desde hace mucho tiempo, solo eso. ―al terminar de hablar, se mantuvo un silencio donde hacía pensar a Carlitos.

―Solo… ¿Son amigos? ―no se sentía tan confiado para creerle― ¿No separas a mi mamá de mi papá?

―Amigos, solo amigos ―Arthur le sonrió cerrando los ojos, dándole seguridad de sus dichos. El pequeño no dijo nada, pero al mirarlo notó un diminuto estiramiento de labios como tratando de ocultarlo―. Okay. Sé que te gustan las cosas dulces… ¿Te gusta el apple pie?

― ¿Qué es eso? ―genial, ya le estaba dándole confianza.

―Tarta de manzana. ¿Lo conoces? ―Arthur sonrió un poco más dándole más confianza y simpatía a la conversa y diciéndose mentalmente "¡Vamos que se puede Arthur!"

―Tía Vene me dio una vez, y me gustó mucho, che. ―podía ya agradarle, pero ese dialecto argentino le molestaba, prefería mil veces hablando como Manuel que como Martín, sin embargo la ternura del isleño le hacía darle lo mismo, incluso por inercia llevó su mano a la cabellera…espera, no era correcto por el momento, estaba escrito claramente no tocarle el rizo… ¿y el cabello? Tal vez se enojaría y volvería otra vez llevarse bien… Detuvo su mano y la regresó.

―Entonces te preparé eso. ―enderezó sus piernas.

―Pero… ―volteó al escucharlo― no es que me preocupara ―arrugó el puente entre sus cejas, desviando la mirada. Solo al verlo sabía que era característica irrefutable de Manuel―, mi papá me dijo que cocinas horrible.

Una punzada sintió en el corazón.

―No… ―dijo nervioso― No cocino mal, es que algunas personas no saben valorar mi comida. Eh… ―quedó pensativo notando de vista a Carlitos creyéndole nada, debía buscar algo bueno, algo contrario de los dichos de Argentina― ¿Sabías que tu mamá le gusta mi comida? ―bien hecho.

―Sí…es que come mucho y no engorda, y puede comer cualquier cosa cuando tiene hambre. ―respondió sincero.

―Es verdad… ―dejó salir una tonta risilla, pues el pequeñín tenía razón― Bueno, preparé la tarta de manzana, puedes ir a ver televisión si quieres.

―Oka. ―acertó yéndose a la habitación.

No era tan diabólico como solía ser con él, jalándole el cabello por estar compartiendo con Chile una indefensa taza té, o cualquier actitud hacia su mamá. Ahora ese niño le era un encanto, le prepararía la mejor tarta del mundo. Sonrió.

―Es rubio y tiene el mismo peinado que yo, es tan tierno… espera… ―pausó mientras amasaba. ¿Rubio y el mismo peinado? Ahora que lo pensaba con mucho cuidado, tenía un gran parecido con él cuando era pequeño sin contar las cejas. ¿Y si no era hijo de Martín? ¡Mucho peor! ¡¿Si fuera de él y Manuel y no lo sabía? Calma Arthur, calma. Era imposible que sea su hijo por cuestiones obvias. Tenía un rizo, el cual él no tenía. Las cejas, uff, era más que obvio. Su forma de hablar, y él no tuvo mucha influencia en el niño. Suspiró aliviado― Que tontería. Aunque debo reconocer su parecido a mí, físicamente. ―continuó en la cocina.

Tierra del fuego cambiaba los canales con el control de la televisión, lo único que veía y escuchaba era inglés y no comprendía, con suerte "Hello" y nada más. Por lo menos que su mamá pensara en el idioma y mandarle películas de Disney traducidas o por último el español de Antonio…pensándolo bien prefiere las traducciones de sus tíos latinos.

―Beee~. ―hasta Como tú yacía aburrido.

―No entiendo ni una mierda. Debí traer algunos chiches ―dijo enojado refiriéndose a los juguetes―. Estando aquí con el cejudo me voy aburrir bastante.

― ¡Carlitos, está lista apple pie! ―Arthur entró al cuarto sosteniendo un plato con sus manos, caminando y sentándose en la cama.

El menor observó con intriga la masa, algo dentro de él le decía que no debía comer eso aunque no se veía tan mal…quizás algo quemada pero pasable.

Inglaterra procedió a cortar la tarta con el cuchillo, muy contento.

― ¿No hay nada en español? ―preguntó Carlitos.

― ¿Español? ―levantó la mirada tomándole atención.

― ¿Soy weón o qué? ―el británico captó el insulto, pero prefirió no decir nada para no comenzar una riña sin fin― No hay nada en español, ni siquiera Los Padrinos Mágicos hablan en español. ―se sentía resignando, ya tenía ideado lanzar el control al televisor.

―Tío Arthur tiene programación en español, solo tengo que conectar unos cables ―decía mientras iba al televisor hacer lo que había dicho con los cables―. Listo, cambia los canales.

El rubiecito no le respondió cambiando los canales, y sí, estaban los de español de España y Latino, para comprender, lo dejó en el latino.

El europeo regresó a sentarse y servir a cada uno un pedazo de tarta de manzana.

En sus manitos, tragó saliva recordando las advertencias de Martín.

No comas nada preparado por ese inglés, ni siquiera un pan.

― ¿No vas a comer? ―Arthur lo sacó de sus pensamientos.

―Voy a comer si comes vos primero.

― ¿Eh? Ah… ―maldito mocoso, todavía no le tenía confianza. De acuerdo, daría el primer mordisco para que apreciara su delicia de comida―. Okay.

Como tú y Carlitos miraron al ojiverde con incertidumbre esperando al inglés a que comiera. Si le comenzara a doler el estómago, preferiría morirse de hambre.

Ya estaba masticando y…no tenía buen sabor… Trató de no toser, ocultando la repugnancia en el rostro.

―E-Esta muy bueno…delicioso ―forzó estúpidamente una sonrisa. El menor lo miró interrogante, luego a su pedazo de tarta, decidido iba a dar el primero mordisco, sin embargo, pensándolo muy bien, demasiado bien, Arthur se lo arrebató, era por el bien de la salud el pequeño, ¿qué sucedería si se intoxicara? Ni pensarlo―. Te-Tengo algo mucho mejor que esto.

―Pero no comí nada.

―Ya es de noche, ¿quieres chocolate caliente? ―ya estaba de pie llevándose el "veneno".

―… ―le miró enojado― Hazlo que quieras.

Agotado, fue a la cocina a preparar el chocolate, por lo menos esto le sale bien, solo era cosa de sacar chocolate en polvo y echar en un vaso, donde lo ultimó era agua caliente. Antes de verificar si estaba a buena temperatura se lavó las manos. Introdujo el dedo. Estaba un poco caliente, a lo que procedió a echarle una limitada agua helada. Ahora sí estaba listo, regresó a la habitación.

― ¿Tanto te demoraste en hacer el chocolate, idiota?

― ¿Podrías tratarme mejor? Digo, ahora que nos tenemos más confianza y simpatía ―le entregó el chocolate y se sentó. No recibió respuesta, ya que daba sus sorbos correspondientes―. ¿Te vas a quedar en mi cama?

― ¿Me estay echando? ―se defendió mirándolo de reojo.

―No tengo problemas en que duermas a mi lado. ―dijo encogiéndose de hombros con simpleza, y esa simpleza logró sonrojar al pequeño.

―Ah…a-ah… ―muy bien, ahora tartamudeaba. ¡¿Por qué tendría que tartamudear? A lo mejor era tiempo de no juntarse tanto con mamá― No dormiré en el sillón…y menos solo.

―Okay. ¿Me harías el favor de levantarse y así poder ordenar la cama para acostarnos? ―preguntó lo más amable y tierno posible, y funcionó. Se levantó, ordenó a su oveja a que se bajara, todo esto mientras seguía bebiendo su chocolate.

Inglaterra corrió un poco las sabanas y el cubrecama. Luego ordenó tomando el rol de padre, a que Tierra del Fuego fuera a colocarse le pijama en el baño y se lavara los dientes. Él obedeció, pero claro, haría lo primero, pero no lo segundo.

― ¡No me lavaré los dientes!

― ¡Si no te lavas los dientes, el Cuco vendrá por ti!

― ¡Eso sirve con mi mamá!

― ¿Qué? Bueno…en ese caso… Si no lo haces, Rusia vendrá por ti.

El pequeño entró al baño y se lavó los dientes. Cualquier ser viviente le daría miedo el ruso, menos Bielorrusia, Polonia y Prusia…y Alfred. Después los dos se acostaron viendo televisión.

―Oye… ―llamó con cierta dificultad al inglés― No es que me interese… ¿Cómo conociste a mi mamá? ―hizo la misma expresión de Romano al preguntarle cosas que le interesan hacia España.

A Arthur le extrañó la pregunta, qué más daba, era el momento apropiado para seguir entablando una gran amistad.

―Conocí a Manuel ―y comenzó a relatar, donde el rubiecito le acaparó la atención, mirándolo enseguida― cuando él era muy pequeño. Y no me refiero cuando España traía todas sus colonias a Europa. Lo conocí por mi propia cuenta. ―enmarcó una sonrisa.

― ¿Conociste a mamá cuando era un pibe? ¿Y cómo era? ―estaba agarrando confianza.

―Manuel era bastante rebelde, gruñón y un poco tímido… ―sonrió para asimismo recordando.

―Pero… ¿Cómo lo conociste si estaba con el abuelo España?

―Es verdad. Antonio no dejaba que lo viera…pero…me fui en mi barco, navegué y llegué a esas tierras tan lejanas, y lo conocí. Desde entonces nos llevamos muy bien, le hacía caso omiso al tonto de Antonio. ¿Te contó que le di muchas de mis costumbres?

―Sí. Pero también viajaste donde mi papá, si no me equivoco. Es el segundo país latino con influencia británica, después de mamá.

―Sí, pero él me odia… ―trató de continuar, pero el otro lo interrumpió.

―Y trataste de invadir Río de La Plata.

― ¿Tanto sabes? ―se sorprendió por aquella información que le había traído dolores de cabeza.

―Mi papá me cuenta cuanto te odia.

―Ya veo… ―frunció el ceño― Como iba diciendo, me odia y es un mal agradecido. El único que valora todo es tu mamá…digo…no importa.

―Quiero saber más de mi mamá. Abuelo España me ha contado muchas cosas, pero son muy malas…son aburridas…

Mientras tanto en España:

― ¡Romano, Romano! ―gritó en lloriqueo.

― ¿Qué demonios quieres bastardo? ―no le dio preocupación.

―Siento que alguien muy importante en mi vida está hablando mal de mí. ―dramatizaba.

―Bien por ti, y bien por esa persona.

Regresando a Inglaterra:

Tierra del Fuego se había acercado al británico tomándole más atención.

―Mamá me contó que una vez se subió a tu barco.

―Eh…sí, sí. ¿Quieres que te cuente?

―Ujum. ―acertó con la cabeza.

―Es gracioso…la primera vez vomitó… ―luego siguió contando más y más y más, hasta saber todo de Manuel cuando era niño, incluso las discusiones constantes con Martín―. Fin.

―Argentina es el mejor país del mundo. ―en una parte de lo narrado por Arthur, hubo algo que le molestó al menor sobre su padre.

Ante esto, hizo memoria de las notas. ― ¿Y Chile?

―También. Los dos son los mejores países del mundo ―el castaño tenía razón en corregirle de acuerdo a la lista, para cambiarle un poco el ego era necesario decirle algo con respecto a su mamá―, junto con tío Uruguay. ―y agregó al señor brillitos.

Arthur río bajó y volvió a su semblante natural.

―Es hora de dormir, ¿no te parece?

―No tengo sueño.

―Beee~. ―Como tú yacía debajo de la cama.

―Sé que te gusta que te cuenten cuentos antes de dormir ―era lo mejor para Inglaterra, adoraba contarles cosas mágicas a los niños cuando solía hacerlo con Alfred. Ante esto Carlitos acertó, se acomodó, recostó, dejando la cabeza sobre la blanca almohada―. De piratas no te gustan.

―No.

― ¿De unicornios? ―ojala dijera que sí, no obstante de sintió confuso cuando el rubio del rizo lo señaló inocente.

―Hadas… ―pronunció sin dejar de apuntar.

― ¿Las…puedes ver? ―se preguntó y le preguntó.

―A veces… Como sea, cuéntame de unicornios. ―ordenó.

Niño extraño…

―Había una vez, hace mucho tiempo, un unicornio y una hada, y eran muy amigos. El unicornio era muy pequeño… ―y así continuó con la historia mágica llenas de unicornios y hadas que solo Arthur puede lograr a contar con emoción y ser entretenido― El unicornio dio gracias a la luna y a su madre y así vivió con la hada muy feliz. Fin. ―finalizó, volteó a mirarlo y grata fue su sorpresa, pues se había dormido. Lo contempló, cada detalle de ternura mientras dormía, era completamente diferente al monstruito que suele atacarlo cuando Martín se lo ordenaba o al estar cerca de Manuel.

Se veía tan lindo e inocente. Quizás si recibiera mejor educación, sería más amable, pero que más daba, le tocó los dos países que peor hablan español…pobrecito, él no tiene la culpa.

Lo observó un poco más, ese rizo sobresaliente le hizo recordar a Alfred… Hey, espera un momento. Alfred fue su colonia, tiene ese rizo, y Arthur no. ¿Es necesario no tener un rizo para darse cuenta que podía de ser su hijo?...

¡No! ¡Arthur, quítate esa tonta idea de la cabeza! Está más que claro que es digno hijo de Martín.

Demonios, dejaría de pensar en estas tonterías. Apagó la televisión y la lámpara, y se durmió al lado del rubiecito.

Continuará…


N/A: El fic no va a ser tan largo, constará de dos capítulos como mínimo. Quise escribir algo con la relación de estos dos, que no sea como perros y gatos. Pero descuiden, el pequeño también puede meterlo en problemas, y la relación mejorara bastante x3

Espero que les haya gustado.

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