DESEOS DEL CORAZÓN

(Desires of the Heart)

Por Zapenstap

Traducido por Inuhanya

Nota de la autora: Esta es una historia de Heero y Relena. La trama es estrictamente Heero y Relena a menos que me vuelva espontáneamente creativa en el futuro. Esta historia es independiente de cualquier otra historia que haya escrito, aunque podría seguir las Crónicas de Mandred porque voy a utilizar a Mandred como una figura paterna para Heero. Sin embargo, ninguna de mis otras historias necesitan leerse primero para disfrutas de esta porque esta historia es estrictamente sobre Heero y Relena y asumo que los fans de 1xR saben suficiente de ellos para descifrarlo todo. También, esta historia puede ser sexualmente específica. Los limes podrían incluirse eventualmente.

Nota de Inu: Hola a todos!!... Es la primera vez que publico algo de Gundam Wing más no la primera vez que lo hago pero igual siento que fuera nueva en esto… jejeje… Es un gusto saludar a todos los fans de esta serie e igualmente de esta linda parejita, me fascina y solía leer muchos fics sobre ellos. Por tal motivo me encuentro aquí para traerles unas historias maravillosas, altamente recomendadas… Originalmente fueron escritas en inglés pero su autora, Zapenstap, en un hermoso gesto, me ha dado su permiso para traducirlas al español y así compartirlas con todos ustedes. Les agradezco mucho todo el apoyo que nos puedan brindar sin olvidar que todo el crédito de autoría es para Zapenstap, ella es la mente creativa, yo sólo soy su traductora. Espero que les guste y que la disfruten como yo lo hice alguna vez… Feliz lectura!!

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Capítulo 1 - Contemplación

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Heero estaba sentado en su propia mesa en su propia casa. Un libro yacía boca abajo en su mano derecha, detenido en algún lugar a la mitad, el lomo crecido de sobre extender las páginas. Una taza de te aún estaba humeando ligeramente junto a él, sin azúcar ni muy fuertemente cargado. Heero mismo estaba sentado encarando el exterior, hacia los árboles en lo que podría llamarse un patio trasero, mirando las montañas en la distancia.

La Tierra. Le estaba gustando vivir aquí. Los colores eran hermosos, ricos con aromas y sabores, el detalle silvestre en el mundo natural era una maravilla infinita para los sentidos. El espacio también tenía su belleza. Una fría y calma belleza, amplificada por la generosidad de sus ciudadanos luchadores, la paz de los colonos quienes estaban muy ocupados viviendo en un hábitat tan enemistoso para desperdiciar tiempo peleando entre ellos. Pero aún era un lugar frío, frío para huérfanos sin familia, para soldados sin guerras que pelear. Trató de no pensar en la guerra o el vacío del espacio; la sórdida soledad que estaba en los lugares más profundos de su corazón parecía hacer eco con tales ideas, su historia pulsaba con un destino al que se rehusaba sentirse encadenado. Esa era una razón de por qué se mudó aquí.

Levantó su libro de la mesa con una sonrisa y escaneó las líneas para encontrar su lugar. No era más un soldado. La Tierra era tan cálida como fría, tan bienvenida como ruda, un mundo de trabajo y triunfo, donde el polvo de la tierra y el dulce jugo de las frutas de los árboles se mezclaban como uno en un obsequio de dios para el hombre. Aquí, los cobardes y los héroes eran formados iguales, criminales y humanitarios, malos y buenos, la oscuridad y la luz.

Pensativo, Heero regresó a su libro, hojeando distraído las páginas un sábado en la mañana, ignorando sus inseguridades. Cuando sonó el timbre, sólo se sorprendió de lo temprana de la llegada de su visita. Había pensado que Duo era alguien de dormir hasta tarde y aplazar sus asuntos sociales.

Heero se levantó inmediatamente, doblando la página en su libro para guardar su lugar, y caminó hacia la puerta. Los grandes ojos de Duo lo saludaron, un puño ubicado para golpear la puerta, boca levemente abierta. Estudiando en silencio al otro piloto, Heero se preguntó no por primera vez qué era mayormente en los ojos de Duo que lo hacían parecer un tonto. Sus tamaños parecían hacerlo ver infantil, incluso curioso y cuestionante.

"Entra," dijo Heero vacíamente. "Te esperaba un poco más tarde, pero ahora no estoy haciendo nada."

Duo entró y retiró sus guantes de cuero, temblando un poco en el frío de noviembre mientras se ajustaba al calor de la casa. "Tienes un bonito lugar. Te quedas esta vez?"

"No tengo planes para mudarme a ningún lado," dijo Heero mientras entraban en la cocina y se sentaban en la mesa. "Quieres un poco de te?"

Duo se sentó casualmente, recostándose con un brazo extendido por la mesa y el resto de su cuerpo recostado en su silla. "No gracias. Realmente no me gusta," dijo con un educado rechazo, o tan cerca como Duo llegaba a ser educado, no es que Heero pudiera hablar. "Gracias por recibirme," añadió Duo animado. "Sé que es un poco extraño toparse contigo. También es extraño para mi, y no sólo tú, también los otros. No puedo decidir si, siendo camaradas, debimos dejar nuestros lazos atrás con las guerras o intentar ser amigos. Pero imaginé que en tanto como esté en el pueblo, quería ver cómo estabas."

"Estoy bien," dijo Heero. Podría haber añadido que a veces estaba solo pero no lo hizo. No era algo que diría, ni algo en lo que pensara mucho si no había estado pensando en otras cosas primero. En este caso, el comentario de Duo trajo la idea. Usualmente era porque pensaba en Relena. "Hilde se está ocupando de tus negocios?" preguntó él conversador.

"Sí," respondió Duo. "Me sorprende que recordaras su nombre."

"Presto más atención de lo que algunos piensan."

Duo se encogió. "Si tú lo dices, pero diría lo contrario. Eres diferente. Has cambiado mucho desde la primera vez que te conocí, y no es un error. No eres tan cerrado. No ofendes a las personas con mirarlas. Dices más de lo que pasa por tu mente. No tengo la impresión de que solieras ser un soldado y nada más cuando te miro. Tienes una vida fuera de eso, o al menos el justo comienzo de una."

Heero no comentó. Realmente no había nada que decir a algo así, aunque hubiese sido dicho antes. Heero recordó cómo era, por supuesto, y en el momento era quien había querido ser. En el momento, había pensado que era la única forma de ser, especialmente para alguien como él, pero mucho cambió desde entonces. Había tomado una decisión. Aunque no pudiese borrar el pasado, podría dar pasos para cambiar el futuro. Ahora era una persona diferente.

"He tenido mucho tiempo para pensar," dijo él, y tomó un sorbo de su te.

Duo miró alrededor. "Sí, supongo. Viviendo en una casa, cuidando de un perro…" Sus ojos se movieron hacia donde el labrador negro de Heero estaba enroscado en el piso. "Y todo ese tiempo que pasaste en las Colonias después de la guerra con ese Mandred. Qué era él, tu mentor o algo? Alguien que conociste en el pasado?"

"Él ayudó a construir el Wing Cero. Me conoció cuando estaba entrenando." Heero movió su cabeza, deseando no pensar en esos días. "Dices que soy diferente? Puedes tener razón. Solía vivir el día a día, planeando la próxima batalla si planeaba algo. Tal vez soy diferente ahora porque la vida es diferente. Cuando las batallas terminaron no estaba seguro cómo continuaría…"

"Yo tampoco," aceptó Duo tranquilamente, y por un momento, una mirada perdida en los ojos de Duo igualaron la que Heero dejaba algunas veces.

Ignorándola, Heero continuó sin pausa, "… pero resultó que puedo, en tanto como me enfoque en el presente y viva en el mundo que existe a mi alrededor." Él inhaló el vapor de su te y cerró sus ojos. Luego miró por la ventana, al cielo, donde la blanca luna del día se mostraba sobre las cimas de las montañas. Su mirada cayó e inconscientemente la idea llegó a él de que en algún lugar en esa dirección había una ciudad, y en uno de los pisos más altos de uno de los edificios más altos había una delgada rubia sumergida en una pila de papeles. "Dejé el espacio y vine a la Tierra porque sabía que necesitaba un cambio externo para igualar el resto de cambios al vivir de esta forma. Quatre tenía razón. Es muy hermoso aquí. No solía verlo tan claramente."

Duo siguió su mirada y luego rió como si algo se le hubiese ocurrido. "Qué edad tienes Heero?" preguntó él casualmente.

Heero parpadeó, aunque no mostró otra seña externa de sorpresa. "Diecinueve, casi veinte. Por qué?"

"Bueno, viajo mucho por negocios y cuando me topo con alguno de los otros, preguntan por ti algunas veces."

Heero intentó imperar en un gruñido. El tono de Duo era muy sugestivo.

Duo sonrió, inclinándose en sus codos. "Bueno, generalmente inquieren todo tipo de bromas, pero una cosa siempre sale. Verás, todos tienen una forma diferente de decirlo. Trowa pregunta casualmente, pero Quatre tiene una verdadera y sincera inquisición. Admitiré que la de Wufei es un poco insultante, pero…"

"A dónde quieres llegar?" demandó Heero, sin perder la paciencia, pero urgiendo las conclusiones de comentarios tan crípticos.

"A que sientes que no tienes nada atándote al espacio excepto tal vez algunos malos recuerdos y hábitos innecesarios, pero la opinión popular acuerda que tu principal razón para mudarte a la Tierra, especialmente a este pueblo, es que Relena vive a veinte minutos al norte de ti," dijo Duo. "Entonces, la has visto?"

Heero no reaccionó en la forma que Duo hubiese querido. Había adivinado a dónde iba Duo antes de que llegara ahí, y no le sorprendió. "La he visto," dijo calmado. "La visito de vez en cuando voy a la ciudad."

Duo esperó por lo que se sintió una anticipación sin aliento. Sólo segundos habían pasado antes de que hablara finalmente, pero por cómo sus ojos se abultaron, podría haber parecido como si Heero lo hubiese dejado colgando por una hora. "Y?" inquirió él. "Vamos, Heero. Si no te gusta en la forma que todos parecen asumir, sólo dilo, si sí, podrías actuar en eso."

"Qué quieres decir?" dijo Heero. "Y por qué pensarías que puedo responder esa pregunta? Tiene menos sentido para mi." La sensación era difícil de entender, de doblar a su voluntad.

Duo sacudió su cabeza. "Te gusta."

"Sí, me gusta. Arriesgué mi vida para protegerla. Peleé por su paz. A todos les gusta."

"Sabes que eso no es lo que quiero decir."

No, no lo era y Heero lo entendió perfectamente bien. Lo había pensado por mucho tiempo, horas, días. Trató de analizar la forma en que se sentía cuando la veía, preguntándose por qué la forma en que se movía su cabello llamaba su atención, la forma en que la elegancia de su cuerpo y la forma de su rostro parecía atraerle más que los cuerpos y rostros de otras personas. Estaba consciente que era perfectamente normal, perfectamente humano, y tomaba tales sensaciones con calma como todo lo demás, pero lo que hacía de ellas o haría sobre ellas, no estaba seguro.

"Me gusta," dijo al fin, sin encontrar los ojos de Duo. "De mucho tiempo."

Duo se sentó como perplejo, ambas manos planas y quietas en la mesa. "No estoy seguro de que pensara realmente que lo admitirías. Sabes, luce realmente bien estos días. Y, bueno… todos creen que ella te quiere. Digo, todos los que la conocen personalmente. Por qué no le pides ser tu novia?"

"Así es como funciona?" Murmuró Heero mayormente para sí. "No sé. La veo de vez en cuando pero no siento como si fuera una opción." Sin mencionar que lo asustaba. Lucía realmente bien esos días y algo en él lo había notado, pero las sensaciones asociadas con esas ideas eran prohibidas para él. Sabía que lo que quería era inapropiado, completamente imposible. No podía definir su relación como lo era. Ella enviaba lejos a las personas cuando iba a visitarla, y le hablaba en privado. Una vez tomó su mano para mostrarle algo, y la había atrapado mirándolo de vez en cuando, pero qué era? Evidencia, tal vez, de mutuo interés, pero lo que Duo sugería sabía que era un paso más grande que el que estaba listo a dar.

"Qué si le pides salir en una cita?" dijo Duo. "Y hecho."

"Para que pueda conocerla?" preguntó Heero. "Ya la conozco." Pensó en eso. Se sentiría extraño, intentar impresionarla de esa forma, llevándola afuera, comprándole cosas…? La idea de acercarse más a ella lo hacía sentir levemente mareado y extrañamente bien.

"Bueno, sí, pero eso la dejará saber que estás interesado en ella."

"Creo que ya lo sabe," replicó Heero.

Duo le dio una mirada para sugerir lo contrario, echándose levemente hacia atrás y girando su cabeza. "Eres del tipo de persona difícil de leer. Yo no estaría tan seguro. Además, ella es del tipo conservador e igual tú. Uno de ustedes tendrá que hacer algo, y como también es del tipo tradicional, esa responsabilidad cae completamente sobre ti, amigo."

Heero aceptó distraído, pero no dio indicación de eso. "Le hablaré," dijo él, pero no daría más. Con las rudimentarias habilidades sociales que aprendió de Mandred, cambiaría el tema, moviéndolo a la relación de Duo con Hilde, sus negocios, sus viajes y sus expectativas para el futuro. Él y Duo eran personas completamente diferentes, lo cual se hacía más claro cada vez que se encontraban, pero se entendían en formas sutiles simplemente de pelear juntos por tanto tiempo. Incluso, el estar en compañía de Duo hacía a Heero pensar en la de Relena con un extraño anhelo. Sus suaves curvas eran preferibles a los delgados músculos de Duo. Sus destellantes ojos eran más interesantes que las vacías miradas de Duo. Había hecho largos estudios diarios de ella antes y hablarle al piloto trenzado mientras pensaba en Relena lo hacía extrañarla. La forma en la que hablaba era suave y atractiva. Su inteligencia estaba puesta en sus palabras, pero sus entonaciones eran relajantes, calmadas, como escuchar las olas rompiendo en la playa. Podría hacerlo por horas y nunca sentiría el cansancio.

Duo continuó balbuceando mientras Heero consideraba, perdido en un nublado e indistinto sueño. Lo único claro era que, para cuando Duo se fue, Heero estaba seguro de lo que quería hacer. Cómo iba a hacerlo, no lo sabía, y lo que quería de eso permaneció incierto, pero estaba determinado a intentar algo. Actuar por tus emociones, eso era lo que le habían enseñado, y en este momento sus emociones estaban envueltas en una joven diplomática. No se preguntó si estaría listo para una relación, especialmente con esta chica, esta chica con quien había tenido mucha historia, esta chica en quien siempre estaba pensando. No había caso en preguntar si podría hacerse; sólo tenía que hacerlo. Sabía de seguro que si nunca hubiese sido un piloto gundam y aún fuera él mismo en otro lugar, y si ella nunca hubiese sido una diplomática o alguna de las otras cosas en las que se había vuelto; aún habría querido esto, aún le habría gustado. Había algo en ella que era atractivo, algo que era como él, algo que quería explorar más profundo, y aunque había todo tipo de obstáculos y distracciones en la proposición que se hizo, no había caso en acobardarse por eso.

Lo había decidido. Iría y la vería hoy.

Se preguntó, por supuesto, cómo podría tomarlo, pero esperaba que estuviera lista, incluso que pudiese haberlo estado esperando. Eso, esperaba, haría las cosas más fáciles, pero entonces, realmente no sabía nada sobre esta parte de la vida, y aterradoramente, ella tampoco.

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Continuará…