Entrada 0 - Frío.
La luz del crepúsculo empezaba a quitarme, poco a poco, la visión del horizonte que se fundía con la oscuridad de la fría noche. ¿A dónde voy? ¿Por qué solo puedo ir yo? ¿Y si sólo me quieren por estar lo suficientemente loca para hacer algo así de forma altruista? ¿Y si todos se están intentando aprovechar de mí y se ríen a mis espaldas?
Sabía que si pedía agua, llegaría alguien tarde o temprano a ofrecérmela para que siguiera trabajando. —"Trabaja" — digo por dentro — "¿Si no lo haces tú, quién lo va a hacer?" —.
Cada vez que vuelvo del trabajo a casa, me lanzo sobre mi cama con estos tristes pensamientos en mente y, cuando consigo recuperarme, me voy a la ducha con la esperanza de que tarde o temprano encontraré respuesta a estas preguntas tan esenciales o simplemente podré tener un cambio importante en mi vida.
Acabo de ducharme y me dirijo a la puerta. A pesar del frío que va a inundar toda mi casa, la abro y me quedo mirando a la nada. A través de las luces de las casas vecinas se ven pasar siluetas de otros ponis, con sus propias preocupaciones que resolver, igual que yo. Un pegaso sale de la penumbra y pasa por delante de mi casa, camino a quién sabe dónde, mientras me sigue con la mirada. Yo le sonrío y vuelvo a mirar hacia el vacío.
Si no mira hacia adelante se va a caer. Seguro que sólo se ha extrañado de que vaya desnuda, sin ropa de abrigo. En realidad no me suele afectar nunca el frío como a los demás, quiero decir, mi piel sabe que está "haciendo frío", pero no es que me afecte como para que mi cuerpo tuviera que recogerse en una pequeña bola para mantener el calor. Al menos en este tiempo.
Pienso en todo lo que he hecho durante hoy. En cómo podría haberlo hecho mejor. En qué decisiones he cometido errores y en la suerte que tengo de estar rodeada de estos ponis. Un tiempo indefinido después miro hacia el número que preside el portal de casa. "53. La raíz cuadrada de 53 es 7 coma veintiocho y pico". Siempre he sido buena en matemáticas.
Cierro la puerta y me dirijo al espejo del lavabo. Me quedo mirando mis grandes ojos de verde iris. — "Espero que tengáis un buen día!" Ugh, seguro que mi voz es peor que como me la oigo yo—. Vuelvo a quedarme suspendida un buen rato, sumergida en mis pensamientos, hasta que consigo recuperarme y vuelvo al salón un rato.
Finalmente decido acostarme. Usando mi magia verde abro con bastante esfuerzo el pomo de la puerta de mi habitación y me acuesto. Apago la luz pulsando el interruptor con un casco y cierro los ojos. — "Buenas noches, Sweetie Belle". —
