¡Hola!

Muy bunas a todos, les traigo por fin un fic HitsuHina largo, como hace tiempo había prometido ^^

Primero que todo quiero aclarar una cosa, y esa es que a mí no me gusta el IchiRuki. Sé que la mayoría de los fans del HitsuHina lo adoran y lo ponen como pareja secundaria, así que les pido que no vayan a rechazar este fic por no tener eso, porque ¿Ustedes vienen por el HitsuHina no? xDD

Oh, estoy muy feliz de que el bendito error ya se haya arreglado, acabo de darme cuenta y tuve que subir mi historia ya, porque la debiaaaa xDD

Y bueno, ahora les dejo leer el primer capi, me falta decir que esta historia va dedicada a mi amiga Lavi-Hime porque se la había prometido hace tiempo.

Capitulo 1: Nueva asistente

Era extraño volver después de tanto tiempo, pues habían sido muchos años los que estuvo alejada de su país natal para poder completar sus estudios, pero hoy regresaba a Tokio en gloria y majestad, más hermosa que nunca y más sonriente que ninguna otra vez.

—Todo está casi igual a cuando me fui – Dijo esbozando una leve sonrisa de felicidad al estar de regreso. Tomó las dos maletas que eran de su equipaje y comenzó a caminar por el aeropuerto.

Su cabello castaño oscuro estaba un poco más largo y le llegaba algo más abajo de los hombros, lo traía suelto y el viento lo ondeaba un poco, mientras observaba todo con sus ojos cafés claros.

Sonrió al reconocer a sus dos mejores amigas. Una de ellas era alta, tenía el cabello anaranjado y largo y sus ojos eran grises, mientras que la otra era más pequeña y tenía el cabello corto, negro y los ojos azules.

Ambas chicas se acercaron sonriendo.

—¡Hina-chan! – Gritó la más baja mientras se abrazaba a la recién llegada, la cual sólo le miró algo apenada, pues su amiga seguía siendo la misma efusiva de siempre.

—Rukia-chan, por favor déjame respirar – Pidió amablemente la muchacha. Rukia la soltó pero seguía sonriendo.

La otra chica se acercó más calmada, aunque se veía muy emocionada también.

—Momo-chan, que gusto verte de nuevo – Le dijo la de cabello naranja amablemente. Momo sonrió también y asintió con la cabeza.

—Gracias Orihime-chan, las extrañaba un montón – Dijo la joven con nostalgia, observando a su alrededor —. ¡Estoy de vuelta por fin! – Gritó emocionada y al instante sus dos amigas la volvieron a abrazar.

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—¿Renunció? – Preguntó un joven de aspecto serio a una de sus empleadas, mientras fruncía el ceño enojado. Su cabello era de color blanquecino y sus ojos aguamarina, los cuales le daban un toque algo misterioso. Lucía un elegante traje negro, perfectamente acomodado, sin ninguna imperfección, pues eso en él era imposible.

Estaba parado frente a su secretaria, la cual sostenía un teléfono torpemente y le miraba algo desconcertada. La mujer tenía el cabello largo y de un color rubio oscuro, casi anaranjado, sus ojos eran azules y sus proporciones eran exageradamente grandes, además de que usaba una blusa que no cubría demasiado su busto, lo cual causaba los suspiros de todos sus compañeros, menos los de su jefe, quien no estaba interesado en esas cosas.

—Sí, es la quinta de éste mes Taicho – Dijo la mujer con voz algo chillona —. Creo que es usted demasiado exigente, nadie se querrá quedar con todo eso que pide y con el sueldo que les da, a este paso no tendremos un sólo reportero más en la revista y nos iremos a la quiebra.

—Matsumoto, sólo pido las cosas básicas para un empleado responsable – Replicó el albino con una venita marcada en su frente, pues él consideraba que no exigía demasiado como le estaba diciendo esa mujer, pero claro, ella era capaz de esconder todo el papeleo que debía hacer e irse a beber sake por ahí con sus compañeros de trabajo, pero eso él no lo toleraba, sólo no la despedía porque era hija de unos amigos de sus padres.

—Bueno, no se enoje o le saldrán arrugas – Bromeó Matsumoto sonriente y agitando su mano, pero se dio cuenta de que su broma no causó ningún efecto en su serio jefe, el cual sólo la miraba enojado. Suspiró y tomó un montón de papeles —. Creo que me iré a revisar estas cosas ¡Bye Taicho!

—Esta mujer me matará de un colapso nervioso un día – Aseguró yéndose hacia su oficina, pero antes de eso notó un puesto vacío. Miró a uno de los empleados que llevaba una caja —. Kira ¿En donde está Inoue? – Preguntó algo molesto.

—Inoue-san dijo que no vendría porque tiene gripe – Respondió el rubio de ojos azules volviendo a lo suyo.

Toushiro Hitsugaya sólo suspiró resignado y entró a su oficina. Tal vez debía bajar un poco sus exigencias y así su próxima asistente personal no renunciaría como lo habían hecho todas las anteriores, tal vez y sólo tal vez, Matsumoto tenía algo de razón.

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—La cuidad está hermosa, tal como la recuerdo – Dijo Momo mientras observaba por la ventana del auto de su amiga Rukia todos esos edificios.

—¿Y como te fue en Paris? – Le preguntó Orihime sonriendo y muy curiosa, pues ella no conocía otro lugar que no fuera Tokio y la verdad era que le encantaba oír relatos de las experiencias vividas de otros en otros países o ciudades.

—Bueno, Paris es hermoso, tienes que verlo algún día – Le comentó Hinamori sonriendo —. ¡Ya sé! Durante las vacaciones iré a visitar a mi madre, si quieres puedes ir conmigo —. Ofreció. Orihime sonrió encantada de la vida.

—¡Por supuesto, eso sería genial! – Aceptó emocionada.

—Oigan, no me dejen fuera – Se quejó Rukia mientras conducía el automóvil.

—Por supuesto que tú también estás invitada Rukia-chan – Le dijo Momo sonriendo. Rukia sonrió y siguió conduciendo como si nada. Orihime se volteó hacia la recién llegada y volvió a entablar conversación.

—¿Y tienes novio Hina-chan? – Interrogó, notando como la chica de cabello castaño se sonrojaba levemente.

—N-no… no tengo novio – Dijo bajando la mirada con una tierna sonrisa en sus labios, pues su sueño era tener un novio que la amara y del cual ella estuviera muy enamorada, aunque ya comenzaba a pensar que ese hombre perfecto para ella, que su alma gemela, no existía, pues nunca se había enamorado y a veces se decepcionaba debido a eso.

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—Ahhh que delicia se siente con esto – Se dijo Momo mientras se relajaba dentro de la bañera que estaba repleta de espuma. Se encontraba en la casa de Orihime, pues no tenía donde más quedarse al menos por un corto periodo de tiempo, en lo que encontraba un lugar donde vivir.

Ya era de noche, había llegado por la mañana y ahora se encontraba algo cansada, pues había estado recorriendo las calles de Japón como una loca junto con Rukia y Orihime, que había llamado al trabajo, diciendo que se quedaría en cama porque tenía gripe, que mentirosa había sido.

—Bueno, es hora de dormir – Se dijo saliendo de la bañera. Tomó una toalla blanca y con ella cubrió su cuerpo desnudo, mirándose luego al espejo para amarrar su cabello en una especie de tomate y así poder secarse mejor. En un momento se miró de cuerpo completo, la verdad era que siempre había sido pequeña y delgada, y sus pechos no era del tipo que enloquecerían a un hombre, pero para ella estaba bien así, prefería mil veces ser una mujer normal que una exageradamente agraciada.

Después de ponerse su ropa interior, se colocó un pequeño short de color verde agua y una remera sin mangas del mismo color, que decía en letras rosas "Sexy". La verdad ella no se encontraba sexy, pero la pijama era bonita.

Luego de aplicarse un poco de crema humectante sobre sus piernas, brazos y rostro, salió hacia la sala, divisando a su amiga ojigris instalada sobre el sillón, viendo la televisión como hipnotizada.

—Es tan guapo… — Murmuró la chica sin darse cuenta, provocando que una leve sonrisa apareciera en los labios de la chica durazno.

—¿Qué es lo que estás viendo Orihime-chan? – Interrogó ella, causando que la joven que abrazaba un cojín blanco diera un salto asustada y lo lanzara sobre el televisor, fue entonces que Hinamori posó su mirada sobre el aparato y vio que estaban dando un programa de talentos bastante reconocido, incluso por ella que no había estado en el país, pero lo veía de vez en cuando por el cable.

—N-no me asustes así Hina-chan – Reclamó Inoue levantándose a recoger el cojín y volviéndose a sentar al instante.

Momo se sentó a su lado y la miró, notando como sus mejillas se sonrojaban adorablemente cuando en la pantalla enfocaron a un muchacho de la edad de ellas, que era alto y tenía el cabello anaranjado, sus ojos eran cafés y tenía el ceño fruncido. Usaba ropa bastante casual, un pantalón desgastado de color verde militar y una camisa roja que no tenía abotonados los tres últimos botones.

—Es muy guapo, aunque su cara da miedo ¿Quién es él? – Preguntó Momo volviendo a observar a Orihime, la cual apretó el cojín contra sus enormes pechos y se sonrojó más.

—Él es Ichigo Kurosaki, un chico que desde hace unas semanas vino a participar aquí con su grupo y han ganado mucha fama gracias al concurso – Fue la respuesta de la chica. Momo no pudo evitar sonreír pícaramente al oírla.

—Así que estás enamorada de él ¿No es verdad?

—N-no… — Respondió Orihime cubriéndose el rostro con sus dos manos —. Ni siquiera lo conozco en persona, sólo lo he visto por la tele, pero es que él es… es tan lindo…

—Si tú lo dices… — La chica se acomodó sobre el sofá y miró hacia la televisión, notando que otros tres chicos acompañaban al joven peli naranja, que al parecer era el cantante.

¡Denle un fuerte aplauso a nuestros amigos del grupo Karakura! – Salió un hombre de cabello negro amarrado con rastas y un gracioso sombrero alto que decía con letras doradas "Don Kanonji". Tenía la piel oscura y una voz estridente, pero sus ojos estaban cubiertos por unos lentes negros.

Apuntó hacia el grupo de cuatro jóvenes, los cuales sacaban sus instrumentos del escenario. El que parecía ser el bajista vestía algo más formal, tenía el cabello negro azulado y usaba lentes, los cuales escondían un poco sus ojos del mismo color de su cabello. Su camisa era blanca, de mangas largas y sus pantalones de color gris, casi parecía un uniforme escolar.

El chico de la guitarra era el más alto de todos, tenía el cabello castaño oscuro y rizado, cubriendo uno de sus ojos con el flequillo, su piel era morena y su aspecto bastante intimidante, aunque vestía una camisa hawaiana bastante colorida.

Y por último estaba el baterista, un joven de apariencia algo agresiva. Tenía el cabello rojizo, recogido en una coleta alta y algo desordenada. Tenía los ojos negros y una mirada amenazante, combinada con un par de tatuajes sobre sus cejas. Vestía un pantalón azul oscuro y una musculosa verde.

Los custro chicos hicieron un gesto de saludo hacia la cámara, mientras que el público presente les aplaudía con muchas ganas.

Ya lo sabes, si quieres votar por estos chicos sólo envía Karakura al número 2343 y podrás ganar muchos premios – Decía el presentador Don Kanonji al público en su casa —. ¡Ahora nos vamos a unos comerciales y ya volvemos con más "Buscando la fama"!

Las propagandas comenzaron y Orihime soltó un suspiro de resignación al ver que ya no saldría más Ichigo por hoy, pues su participación ya había acabado.

—Oye Orihime-chan… — La llamó Momo, tratando de cambiar el tema un poco —. ¿No sabes si hay algún puesto vacante en la editorial donde trabajas? Tal vez pueda trabajar ahí y así me sería más fácil entrar en un diario o revista luego.

—No sé, creo que habrá que preguntarle a Rangiku-san, pero parece que la asistente personal del jefe renunció – Comentó Inoue en pose pensativa, pero al ver como su amiga se ilusionaba decidió que lo mejor era advertirle desde un principio —. Pero él es muy malo, trata muy mal a sus asistentes, así que no te lo recomiendo.

—Oh vamos ¿Qué tan malo puede ser? – Cuestionó inocentemente la chica durazno, sin saber que el haber escogido presentarse en esa editorial, al momento de que ella pusiera un pie dentro de ese edificio, su vida cambiaría para siempre y ya no habría vuelta atrás.

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—Bueno, supongo que hoy estuvo bien ¿No creen chicos? – Habló Ichigo Kurosaki mientras él y los integrantes de su grupo salían hacia el exterior del estudio de donde se transmitía "Buscando la fama" el programa busca talentos más famoso del país.

—Esperemos que las fans nos apoyen – Dijo ahora el de cabello azulado, mientras que se acomodaba sus anteojos. Ichigo lo miró entornando los ojos.

—Con ese aspecto de nerd dudo que tengas muchas fans Ishida – Ironizó el Kurosaki.

—¿Qué has dicho? ¡Repite eso maldito Kurosaki! – Reclamó Ishida molesto, apretando su puño y mirando de mala manera a Ichigo, mientras que el pelirrojo trataba de hablar por su celular y el castaño no hacía nada más que admirar el cielo estrellado.

—¿Podrían callarse? Trato de hablar con alguien – Se quejó al fin Renji Abarai, pues tantos gritos de parte de sus amigos no le dejaban oír la voz de su amiga, la cual lo trataba de felicitar por su excelente actuación hoy.

Y bien ¿Me vas a invitar a algún lado para celebrar mandril? – Escuchó la voz de la joven, por lo que sonrió mientras se rascaba la mejilla.

—Tú siempre con lo mismo Rukia, pero de acuerdo, te invitaré para que veas que la fama no se me subió a la cabeza – Respondió Renji mientras comenzaba a caminar. Los otros tres le siguieron en silencio, Ichigo con las manos cruzadas sobre la nuca e Ishida con sus dos manos en los bolsillos del pantalón, pero el castaño seguía sin decir nada, sólo llevando su guitarra a la espalda, pues no la soltaba casi para nada.

—Oye Chad – Lo llamó Ichigo —. ¿Y que piensas hacer mañana?

—Nada, estaré en casa – Fue la respuesta clara y corta de Sado Yasutora, mejor conocido como Chad por todos sus amigos, el cual casi nunca hablaba nada y a pesar de ser intimidante era muy tranquilo, jamás se metía en problemas.

—Yo tendré que acompañar a papá a una ridícula exposición – Dijo Ichigo sin ningún ánimo, pues ese tipo de cosas no le llamaban para nada la atención.

—Yo tengo una entrevista de trabajo en el centro de la ciudad, mientras no ganemos el programa tengo que vivir de algo – Aseguró Ishida, por lo que los otros dos sólo asintieron, ya que Renji no le oía por seguir hablando por su móvil.

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Era un nuevo día, donde el sol brillaba radiante y le daba de lleno sobre sus ojos marrones. La joven se levantó, dejando que su pequeño y frágil cuerpo quedara libre del edredón que la cubrió toda la noche. Estiró los brazos y sonrió.

—Bien, hoy será un estupendo día para buscar trabajo – Se dijo convencida. Se acercó a su maleta, que estaba junto a la cama y de allí sacó una teñida bastante bonita y juvenil. Se trataba de una remera de color amarillo pálido, que decía "Girl" con letras rosadas, justo sobre el pecho, mientras que para abajo se pensaba poner un jean ajustado de color negro. Después de tomar su ropa interior también, bajó al baño de la casa de su amiga, la cual salía de él con el cepillo de dientes en su boca.

—¿Ya estás lista tan temprano Hime-chan? – Preguntó la chica durazno un tanto confundida.

—Sí, es que si llego tarde Toushiro-kun se molestará – Respondió Orihime, que salió corriendo y se enjuagó los dientes en el lavabo, para después guardar rápidamente todas sus cosas.

Momo sólo la miró algo confusa por su extraño comportamiento, de verdad que Orihime era un poco acelerada a veces.

—¿Quién es Toushiro-kun? – Se preguntó con curiosidad, pero no quiso pensar demasiado en eso y se dirigió al baño para vestirse, a pesar de que ese nombre le traía algunos recuerdos de cuando era una niña —. Shiro-chan… me pregunto que habrá sido de ti después de que me llevaron del orfanato – Pensó cerrando la puerta.

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—¡Matsumoto! – Gritó apenas entró a su piso. Era el colmo, eran ya las ocho de la mañana y esa mujer aún no se aparecía ¡La entrada era a las siete cuarenta y cinco!

Caminó por la especie de pasillo que había entre los cubículos de sus empleados, los cuales estaban todos muy serios y bien sentados, pues sabían que si su jefe veía una sola imperfección en ellos los regañaría, ya era una costumbre diaria.

—Inoue – Llamó a la chica, la cual se puso de pie como un resorte —. ¿Ya hay alguien disponible como asistente personal?

—B-bueno, una amiga mía está allá abajo pero ella…

—Perfecto, hazla pasar – La interrumpió el albino antes de que la joven de ojos grises pudiera terminar su frase, dejándola para irse a su oficina. Orihime sólo suspiró y se dirigió al teléfono, llamando a la recepcionista del primer piso.

—¿Bueno?

Mientras tanto, Toushiro entraba a su cómoda oficina, decorada con algunos cuadros de paisajes de invierno. Así era él, el ser más frío que hubiese pisado la tierra, aunque por dentro no fuese así en realidad, le costaba mucho relacionarse con las personas y todo se debía a lo que habían hecho sus verdaderos padres con él, cuando sólo tenía dos años, apenas lo podía recordar, sólo tenía una imagen de su padre golpeando a su madre y luego de ella abandonándolo en un orfanato. Desde aquella vez se había vuelto un niño malcriado y ahora un adulto frío y serio.

Se acomodó en su asiento reclinable y miró la hora; ya eran las ocho y diez y esa floja de Matsumoto aún no llegaba.

—Ya me tiene harto, la despediré – Se dijo en voz baja y justo en ese momento la puerta de su oficina sonó. Miró hacia ella frunciendo el ceño —. Pase – Indicó de manera algo ruda.

Estaba enojado, todo por culpa de Matsumoto, siempre era por su culpa, sin embargo cuando la puerta se abrió, de pronto todo pareció cambiar.

—Permiso – Dijo una dulce voz que le pareció incomparable con ninguna otra, acompañada de una tierna sonrisa en el rostro de la joven más hermosa que haya visto en su vida, la cual se paró en frente de él.

Momo también se quedó sorprendida por un momento, como había escuchado que el jefe de su amiga era un cascarrabias se imaginó más bien a un hombre ya maduro, no a un joven que al parecer no era más alto que ella.

—Disculpe… — Lo llamó la chica, sacándolo por fin de su ensoñación, pues Toushiro se había quedado mudo y con una expresión un tanto estúpida al verla entrar a ella, pero al oírla rápidamente se sentó serio y carraspeó aclarando su garganta.

—Así que tú quieres ser mi asistente personal ¿No es cierto?

—S-sí señor, mi nombre es Momo Hinamori… — Dijo la chica extendiendo su mano, sin embargo él no hizo nada, lo que la hizo sentir a ella un poco avergonzada y molesta, pues él había sido muy grosero al dejarla con la mano estirada.

—Ya veo… — Toushiro no la miró, comenzó a ojear unos papeles, haciendo como si su presencia no fuera importante, o al menos así lo sintió ella. De verdad, era un tipo bastante presuntuoso ¿Es que acaso se creía mejor que ella? ¿Cómo se atrevía a ignorarla? Lo único que hizo fue decir "ya veo" ¿Y nada más?

Momo sintió que estuvo una eternidad parada frente a él, pero la verdad era que ni siquiera quería mirarlo, ya no le parecía tan buena idea trabajar con él, no era más que un idiota y eso que lo acababa de conocer, pero entonces algo le llamó la atención, haciendo que lo mirara fijamente mientras él revisaba su Curriculum para ver si la aceptaba o no.

Ese cabello blanquecino, esos ojos color esmeralda, tan claros y profundos… esa mirada de cascarrabias, ese porte tan bajito ¡Pero claro!

—S-Shiro-chan… — Murmuró ella sorprendida, pero enseguida se cubrió su boca con la mano, como si nunca hubiese tenido que decir aquello, sin embargo él logró oírla, dirigiendo su mirada a ella.

—¿Cómo me llamaste? – Cuestionó molesto, hace años que nadie lo llamaba así, de hecho ella era la única que lo hacía. Sus ojos se abrieron con la sorpresa al reconocerla, era ella la niña que pasó su infancia con él en el orfanato, la tonta Momo moja-camas —. Momo… ¿Momo eres tú? – Preguntó parándose, aún algo confundido por lo que acababa de pasar. Cuando ella le había dicho su nombre hace algunos minutos, ni atención le había puesto, pero ahora era diferente, era ella ¿Cómo no lo notó desde un principio?

—¿Eres Shiro-chan? – Preguntó Momo sonriendo dulcemente, aunque aún no olvidaba lo grosero que él había sido, pero recordando su forma de ser era bastante obvio, siempre fue un niño agresivo y grosero. Cuando él se puso de pie y llegó a su lado, ella pudo darse cuenta de que en verdad él era un poco más alto, pero no eran más que unos dos centímetros de diferencia, la verdad casi eran del mismo tamaño.

—Estuvimos juntos en el mismo orfanato cuando éramos niños – Dijo él, asintiendo con la cabeza ante la pregunta de la joven chica, que seguía sonriendo, sin poder creer que se habían vuelto a encontrar después de casi dieciocho años —. No puedo creer que seas tú… — Susurró en un tono mucho más dulce, uno que hace tiempo que no usaba.

—Y-yo… — Momo bajó la mirada ente aquellos penetrantes ojos, tan hermosos como jamás había visto. Se sintió extraña ante esa mirada, no supo por que no le podía seguir viendo, era hipnotizante y a la vez placentero mirarle, pero lo mejor era que no lo hiciera.

—En fin… — Toushiro carraspeó su garganta, de pronto se había quedado perdido en aquella chica, mirándola como si no hubiera otra cosa más interesante en el mundo. Siempre le había parecido bonita, pero jamás pensó que de grande se volvería una mujer tan hermosa. Se alejó de ella algo perturbado, ya que las mujeres no solían causarle esa impresión la mayoría del tiempo, incluso se había sonrojado. Volvió a su asiento y la miró, tomando los papeles en sus manos —. Veo que estás muy bien preparada, sólo espero que seas una buena asistente.

—E-espera… Shiro-chan… ¿No vas a preguntarme como he estado durante todo este tiempo? – Cuestionó Hinamori algo desconcertada, pues se suponía que eso hacían dos personas que no se veían desde hace tiempo, sin embargo él sólo la miró, arqueando una ceja.

—No me interesa, además… ¿No has venido por el trabajo? Pues ya lo tienes, no hay razón para quedarte más tiempo, espera afuera y saldré para darte las instrucciones – Frío, inexpresivo y por demás, totalmente mal educado, así lo acababa de sentir Momo, quien no podía creer que ese cabeza dura iba a ser su jefe y, que a la vez era aquel niño con el que compartió su infancia en el orfanato ¿Quién demonios se creía que era, el rey del mundo o que?

—Entiendo, con permiso – Y sin más Hinamori abandonó la oficina, ya después preguntaría que era lo que tenía que hacer, porque la verdad no estaba dispuesta a verle la cara un segundo más a ese idiota.

La chica caminó hacia donde su amiga estaba sentada, expectante por saber como le había ido, mas al ver la cara de pocos amigos que se traía supo que no le fue bien del todo.

—¿No te aceptó? – Preguntó Inoue en tono preventivo, como si lo que iba a oír ahora ya se lo hubiera estado esperando.

Por su parte Momo sólo suspiró.

—Sí lo hizo, pero… él es un idiota ¿Puedes creer que se comportó como un patán a pesar de que…? – Se detuvo a mitad de su frase, pensando en que tal vez no era buena idea que lo dijera, después de todo… para ella también era difícil saber que había sido adoptada, que su adorada madre en realidad no lo era, seguro para él era lo mismo.

—¿A pesar de que? – La chica de cabello naranja la miró arqueando una ceja, esperando a ver como continuaría su frase, sin embargo Momo sólo negó con la cabeza.

—No, nada Hime-chan, no me hagas caso – Respondió la chica sonriendo, aunque se encontraba algo nerviosa. En ese momento todos guardaron silencio, pues el jefe acababa de salir de su oficina.

Momo se dio la vuelta, sintiendo de pronto un extraño escalofrío recorrer su cuerpo, pues esa mirada fija en su persona otra vez, realmente la ponía nerviosa. Toushiro caminó directo hacia ella, parándose en frente.

—Estoy necesitando con urgencia a alguien, así que si quieres el puesto deberás quedarte ahora mismo, y lo primero que debes hacer es ir a la oficina de informes y ordenarlos todos por fecha, para luego llevarlos a mi oficina.

—S-sí… — Momo aún estaba algo desconcertada con ese trato, a él realmente parecía importarle un comino el volver a verla y eso le dolía, porque para ella no era así, durante todo este tiempo pensó en él, lo extraño, estuvo preocupada por su futuro, por como estaría.

Justo ahí fue que por fin se apareció Matsumoto, quien venía con una brillante sonrisa que desapareció al instante al ver a su taicho, el cual la miraba como si la fuese a aniquilar.

—Así que has llegado… — Dijo en un tono algo intimidante.

—Etto… taicho yo puedo explicarlo…

—No lo necesito, sólo ayúdala a ella a conocer todo lo que debe hacer, es mi nueva asistente – Y sin más Hitsugaya regresó a su oficina, para que después todos suspiraran con alivio, pues de verdad le tenían bastante miedo.

Después de un par de segundos de silencio, Matsumoto dirigió su mirada a la muchacha que estaba aún mirando aquella puerta cerrada que era la de la oficina del albino, para después sonreírle ampliamente.

—¡Hola, bienvenida, espero que mi taicho no te deje mucho trabajo! Es un cascarrabias pero en el fondo es bueno… aunque muy en el fono… — Dijo lo último entornando los ojos y bajando la voz, cosa que causó gracia tanto a Momo como a Orihime —. Pero bueno ¿Cuál es tu nombre? ¿En que te puedo ayudar?

—S-soy Hinamori Momo, y la verdad… no tengo idea donde queda la oficina de informes – Fue la respuesta de la joven, que extendió su mano hacia la rubia, pues realmente le pareció muy simpática —. Me alegra que aquí si haya buena gente.

—¡Descuida! Te llevaré con gusto, y por cierto soy Rangiku Matsumoto, espero que nos llevemos bien – Sin dejar que Momo hablara, Rangiku la jaló del brazo y la llevó hacia el ascensor, mientras que Orihime simplemente volvía a su puesto.

Este sería el comienzo de algo nuevo en la vida de Momo, algo que jamás esperó vivir, porque tal vez su alma gemela siempre había estado cerca de ella, esperando su llegada.

Continuara…

Avance:

Momo no soporta los abusos y malos tratos de su jefe, así que decide renunciar, lo que la llevará a conocer a un sujeto muy particular. Orihime conocerá sin querer a esa persona que tanto admira. Toushiro se da cuenta de que la oficina sin Momo es un desastre, por lo que resuelve pedirle que vuelva, pero inesperadamente las cosas toman un giro bastante complicado, que los meterá en muchos líos.

Próximo capítulo: Ella es mi prometida.

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Bueno ¡Espero que les haya gustado!

Muy pronto habrá conti, así como de mis demás fics y los nuevos que pienso hacer apenas vaya terminando historias ¡Estoy muy feliz de que se haya arreglado el problema!

Sin más me despido, gracias por leer ^^

¡Bye!

PD: Sé que Toushiro es todo un cascarrabias, pero ya lo verán sucumbir lentamente jojojo.