Disclaimer: Ni Glee ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de RIB y Fox. Solo la historia y los personajes originales son de mi creación.

PRÓLOGO

2020 era el año en el que estaban, el mundo había cambiado, los mutantes y humanos ya no podían vivir a salvo en comunidad. Un grupo de científicos empezaron a experimentar con cierto tipo de mutantes, logrando crear una sustancia que ellos llamaban "cura" que servía para quitarle sus poderes, pero eso no era lo único que hacían, a parte, había otro grupo de científicos militares que experimentaban con los mutantes que lograban capturar, utilizándolos para crear armas, de esa forma podrían terminar con ellos con mayor rapidez. Por otro lado, había una hermandad de mutantes comandada por una mutante despiadada, hambrienta de poder y venganza, ella y su séquito querían la exterminación de humanos, para tener un mundo solo de personas como ellos; solo quería que los humanos sufrieran por ser inferiores, también aquellos mutantes que no estuvieran de su lado. Pero había un tercer grupo, que creía en la convivencia de humanos y mutantes, ellos se encargaban de albergar a los mutantes, sobre todo a los jóvenes, para que aprendan a controlar sus dones. Pero a su vez protegían a los humanos que eran atacados, ellos estaban en el medio de las dos batallas.

2002. Dieciocho años atrás. Frontera de Estados Unidos y Montreal.

Una mujer pelirroja de cabello corto y ojos color miel corría por el bosque cargando a una pequeña de un año y meses, de cabello largo negro, ojos celestes, que lloraba asustada; a su lado estaban una niña y un niño de ocho años, él de cabello negro, ella de cabello castaño, ambos lo tenían ondulado corto y ambos con el mismo color de ojos que la mujer, el niño cargaba a un niño pequeño igual que la niña pequeña, solo que tenía el cabello corto; eran un par de gemelos.

- por aquí – dijo la mujer guiando a sus hijos mayores, bajaron corriendo entre los árboles. Pero una explosión los alcanzó, provocando que cayeran rodando por la colina donde estaban - ¿están bien? – preguntó cuándo llegaron a la orilla de un río.

- sí – contestó la niña más grande – hay alguien que absorbe y genera energía solar – dijo mirando hacia el frente.

- vamos – dijo la mujer guiando a sus hijos, pero ya no sabía dónde correr, solo se le ocurrió una cosa – ten a tu hermana Lizzie – la niña más grande sostuvo a la pequeña que se aferró a ella con fuerza. La madre se acercó a sus cuatro hijos – los amo a los cuatro – besó las cuatro cabezas y los abrazó con fuerza – pero deben seguir sin mí.

- pero mamá – protestó el niño más grande.

- Blaine no creo poder resistir – dijo ella con la voz derrotada, los gemelos más grandes vieron la herida de su madre asustados – deben cuidar a sus hermanos – ellos asintieron con lágrimas cayendo sobre sus mejillas, ella los miró fijamente – lamento hacer esto… van a olvidar todos sus recuerdos, solo van a recordar que se llaman Blaine, Elizabeth, Mason y Madison; son solo ustedes cuatro de ahora en adelante – los niños no se movían, estaban en trance – de ahora en adelante van a usar sus poderes, controlándolos y entendiéndolos a la perfección, pero Lizzie – miró a la niña – no le digas a nadie lo que puedes hacer, solo a tus hermanos y a quien creas correcto decirle – suspiró para alejar sus lágrimas – ahora corran hasta estar a salvo, van a saber en quien confiar – los besó por última vez – sean felices pequeños – los niños se dieron la vuelta y empezaron a correr con fuerzas, cargando a sus hermanos pequeños, la mujer no tuvo en cuenta que los más pequeños no prestaron atención, y mucho menos tuvo en cuenta de las habilidades que funcionaban como método de defensa. La mujer se concentró en sus hijos, para hacer que nadie pueda verlos, luego se alejó todo lo que pudo, pero su cuerpo ya no resistía mucho.

- ¡Eleanor! – Gritó con fuerza un hombre de cabello negro y ojos celestes, corrió hasta la mujer que estaba tirada sobre el suelo, se dejó caer a su lado y la cobijó en sus brazos – Eleanor no – dijo con la voz desgarrada – no me dejes – pidió rogando.

- lo… siento John – dijo como pudo la pelirroja.

- shh tranquila – dijo el hombre llorando – los niños ¿dónde están? – preguntó con desesperación.

- bu…bus… búscalos… en el bosque – pidió sujetando con la poca fuerza que le quedaba la mano de su marido – te amo John – sonrió cerrando los ojos, de pronto el agarre de sus manos se aflojó.

- no – dijo el hombre derrumbándose sobre el cuerpo de su mujer – te amo Eleanor – besó la cabeza de la pelirroja rompiendo en llanto. Un hombre de cabello castaño rizado desordenado, barbudo de barbilla llamativa llegó a su encuentro, junto a una mujer rubia de cabello hasta los hombros, amarrado y ojos azules, ambos se arrodillaron al lado de los otros dos.

- ¿John? – preguntó el hombre, este solo negó con la cabeza.

- debo darle de mi sangre – dijo desesperada la mujer rubia.

- es tarde Holly – contestó el hombre que estaba a su lado tras comprobar los signos vitales.

- Will tiene razón – contestó John sin soltar el cuerpo de su mujer.

- John los niños – dijo Holly mirando al hombre – debemos buscarlos.

- lamento ser yo quien de estas noticias – dijo una mujer rubia de cabello corto con el rostro serio – pero me acaban de informar que gente de Cassandra los persiguió hasta que cayeron por la cascada – John bajó la vista sollozando – lo siento mucho John.

- pongamos un equipo de rescate – dijo Will – hasta que no tengamos los cuerpos no podemos darnos por vencidos.

- esa zona está llena de rocas Will – le recordó John desesperanzado – pero al menos quisiera tener el cuerpo de mis hijos para velarlos como es debido – añadió sin dejar de llorar.

- esto va a destrozar a nuestros niños – comentó Holly.

- debemos irnos – informó la mujer de cabello corto – que descienda el jet – dijo por un intercomunicador.

- lo siento tanto John – dijo Will apretando el hombro del hombre.

- no más que yo amigo – contestó este con el corazón completamente roto.

Mientras tanto, al otro lado del río, los cuatro niños corrían por el bosque, estaban empapados de pies a cabeza.

- ¿a dónde iremos? – preguntó Blaine a su hermana.

- no lo sé, pero aquí no estamos a salvo – contestó ella mirando a sus hermanos – pero no sé quiénes nos persiguen – susurró sin entender.

- miedo – dijo la niña pequeña apretando el agarre de sus brazos.

- Maddy siente que no son buenos – dijo Blaine.

- ¿mamá? – preguntó el niño pequeño a Blaine.

- somos solo nosotros Mace – contestó el chico sin entender.

- mamá – dijo Madison tocando la mejilla de su hermana, ella pudo ver una serie de imágenes de hacía unas horas. Desde la persecución hasta que llegaron allí.

- ¿Lizzie qué sucede? – Le preguntó Blaine con preocupación, la chica tocó la sien de su hermano, pasándole las imágenes, él cayó al suelo abrumado – no debes decirle a nadie lo que puedes hacer – dijo mirándola con preocupación.

- sigamos – dijo alzando nuevamente a su hermana.

Vagaron por el bosque por días, no eran conscientes que provocaban que nadie los pudiera ver, gracias a la barrera psíquica que su madre les había dejado, pero esa barrera se rompió cuando los cuatro estaban sin energía, se refugiaron en una pequeña cueva.

- no podemos morir – dijo Lizzie mirando a su hermano, ambos vieron a los gemelos pequeños, estaban temblando, estaban deshidratados y famélicos.

- hay que resistir por ellos – contestó Blaine – mandemos una señal – dijo de pronto – hago una bola de hielo y tú la haces explotar en el cielo.

- como una bengala – comprendió su hermana – de acuerdo – acomodaron a sus hermanos menores bajo sus camperas y salieron de la cueva. Blaine se concentró, con la poca energía que le quedaba logró hacer una bola de hielo, se la pasó a su hermana, quien la tomó con sus dos manos sin lastimarse, cerró los ojos, la bola de hielo empezó a rodearse de una energía color violeta medio rojo, luego Lizzie la lanzó con todas sus fuerzas hacia el cielo. Alzaron la vista viendo cómo explotaba en el aire – Blaine – susurró cayendo al suelo inconsciente, el chico la arrastró hasta la cueva, pero no pudo hacer más, él también cayó. No pudieron ver cómo aparecía un hombre vistiendo un traje rojo, dicho hombre tenía una máscara para ocultar su rostro.

- oh por dios – dijo al ver a los cuatro niños, lo primero que hizo fue cargar a los más pequeños, desapareciendo a gran velocidad, no tardó en volver a la cueva, esta vez para llevarse a los otros dos niños.