Hola!
Sí, aquí regreso con un nuevo fanfic SasuSaku. En principio iba a ser un oneshot, pero me di cuenta de que para desarrollarlo bien me harían falta más capítulos, y me parece que probablemente queden tres. Como aclaraciones preliminares, diré que en edad rondan los catorce y quince años, que siguen siendo genins todos (o casi todos, no me voy a meter en matices tan profundos xD). He suprimido muchos detalles importantes para hacer que vivan bastante más tranquilitos... quién sabe cómo evolucionará en este aspecto xD En fin, espero que os guste.
Agradeceré los reviews :-) Decidme lo que opináis del fic ;-) Tanto si os gusta comos si no, se apreciarán las aportaciones
Disclaimer: Naruto no me pertence
MÁS QUE MIL PALABRAS
1 - Tegami
-Hasta mañana, chicos. Ya sabéis, como siempre, a las nueve en el puente –se despidió Kakashi de los integrantes de su equipo.
Los tres genins miraron, incrédulos, a su maestro. Los tres sabían muy bien que así como Kakashi quedaba con ellos a las nueve, lo más pronto que llegarían a verle sería a las diez menos cuarto... eso si le iban a buscar a casa y tiraban piedrecitas a los cristales de la ventana de su cuarto.
Una vez hubieron contemplado la silueta del jounin alejarse calle abajo, Naruto dio un salto y anunció:
-¡Te acompaño a casa, Sakura-chan!
La pelirrosa declinó el ofrecimiento lo más amablemente que pudo:
-No... gracias, Naruto, pero no.
El jinchuuriki hizo oídos sordos a las palabras de su compañera y gritó, señalando a la calle que llevaba a la casa de la muchacha:
-¡Sí! .¡No dejaré que te ataquen en la oscuridad de la noche! .¡No te dejaré indefensa a merced de los maleantes que rondan las calles!
La Haruno comenzó a perder la paciencia y estalló:
-¡Idiota! .¡No me va a pasar nada, hago este camino todas las tardes! .¡Ni siquiera ha anochecido! .¡Y deja de decir esas cosas, pareces Lee!
-¿El cejas encrespadas? .¡Eso sí que no! –Respondió Naruto a grito pelado.
Los dos shinobis siguieron discutiendo hasta que Sasuke, dándoles la espalda con su habitual aire frío y chulesco, dijo:
-Hmph. Sakura es una genin, supuestamente debería ser capaz de defenderse solita en caso de que la ataquen, cosa que dudo... Así que no estaría de más que la dejaras largarse, dobe, que el único que la está acosando eres tú.
El Uzumaki se encaró a su orgulloso compañero de equipo, furibundo.
-¿Qué es lo que acabas de decir, Sasuke-baka?
-Lo has oído perfectamente, usuratonkachi.
-¿A qué viene? .¿Es que acaso los Uchiha, que tan poderosos y todo eso sois, no tenéis honor y preferís dejar a las mujeres pudriéndose en las cunetas?
Aquel comentario hirió al altivo muchacho, que se giró para quedar cara a cara con Naruto. Su sharingan ardía, furioso, y las tres aspas de éste parecían echar chispas. Sakura comprendió que era el momento idóneo para salir por patas de allí. "Si quieren matarse, que se maten. Yo tengo sueño" Aprovechando el mutuo odio que rezumaban por todos los poros y la exclusiva atención que se habían dedicado el uno al otro, la Haruno hizo mutis por el foro y se largó como quien no quiere la cosa. En diez minutos estaba en su calle.
A pocos metros de la puerta de su casa, la kunoichi se giró, en medio de la silenciosa calle. Esperaba ver fulgores, nubes de humo y escuchar gritos, resuellos y nombres de técnicas, pero sólo halló silencio. Suspiró, aliviada "Si es que en el fondo... son tal para cual". La pelirrosa reemprendió la marcha hacia su hogar, mientras en el horizonte el sol se hundía en las montañas. Saludó a sus vecinos, que entraban en casa en aquel momento, y siguió de largo hasta su propia morada. Recogió el correo del buzón –cinco sobres blancos, del mismo tamaño aproximadamente- y, tras sacar las llaves del bolsillo, abrió la puerta.
Vacío.
Las luces estaban apagadas; no había nadie. Sakura, sorprendida por esto, accionó el interruptor. La bombilla se encendió bajo la pantalla blanca. Apretando aún los sobres en sus manos, entró en la cocina, abrió la nevera y sacó una botella de agua fresca. Al cerrar la puerta del electrodoméstico, reparó en la nota, garrapateada con la desigual caligrafía de su padre:
"Sakura, cariño:
Tu madre y yo hemos decidido hacer una locura, como cuando éramos jóvenes, así que nos hemos ido a pasar el fin de semana a un balneario en las montañas. Tienes comida de sobra en la nevera y la ropa limpia en el armario. No olvides cerrar con llave por las noches. Cuídate mucho.
Besos,
Papá"
La Haruno tomó el papel entre sus manos con gesto de fastidio y lo arrugó entre sus manos, hasta dejarlo irreconocible, y lo lanzó al cubo de la basura. Como estaba sola, no se cortó a la hora de hablar en voz alta, como para sí misma:
-Y encima se van a un balneario, y ni me lo dicen, no vaya a ser que me apetezca ir, claro. Vaya fin de semana divertido que me espera.
Aburrida, dio un largo trago de la botella de agua y echó un vistazo a los sobres que había recogido del buzón. Los recogió de la mesa de la cocina y los extendió en sus manos sosteniéndolos por un extremo, como si de naipes se trataran. De repente, uno de ellos, algo más pequeño que los demás, llamó su atención. En lugar de la dirección del destinatario, se podía apreciar un gran kanji negro pintado con esmero:
花
Sakura notó calor en las mejillas. "Flor" repitió para sí, saboreando las connotaciones de la palabra. Flor. No sabía qué tipo de broma era aquella, pero sin duda se trataba de una broma encantadora. "Porque está dedicado a mí, .¿verdad?" Mirando alrededor, como si temiese que alguien pudiera espiar su acto, abrió lentamente el sobre, con los dedos temblorosos por la emoción. En su interior albergaba una hoja de papel blanco inmaculado cuidadosamente doblada. La muchacha la desdobló con presteza, tratando de conservar la calma, aunque le resultaba difícil. Sus verdes ojos recorrieron las letras trazadas sobre el papel, que rezaba:
"Elijo amarte en silencio...
ya que con el silencio no me rechazan.
Elijo amarte en la soledad...
ya que en la soledad nadie
te posee excepto yo.
Elijo adorarte en la distancia...
ya que la distancia nos protegerá del dolor.
Elijo besarte con el viento...
ya que el viento es más amable que mis labios.
Elijo abrazarte en mis sueños...
ya que en mis sueños, no tienes fin"
A la pelirrosa se le secó la garganta, y el corazón empezó a latirle como un caballo encabritado. Estaba tan emocionada que se quedó completamente en blanco, mirando al vacío, repitiéndose todas y cada una de las palabras que figuraban en la misteriosa carta. Tardó unos minutos en reaccionar, y lo hizo preguntándose en voz alta, como si alguien pudiese oírla:
-¿Quién...?
Mentalmente se respondió: "Sasuke-kun no, desde luego, pero..."
-¿Por qué no? –Se autocontradijo.
Mecánicamente comenzó a escrutar la hoja y después el sobre, en busca de una señal de su remitente, pero en vano: no había ni una sola pista, ni un indicio. Sakura suspiró, desesperanzada. ¿Quién era el autor de tan romántica misiva? .¿Cuál, entre todos los chicos que conocía, podía sentir algo tan profundo y secreto por ella? Comenzó a pasar revista mentalmente: Sasuke, imposible, él no era de ésos; Naruto, negativo, él jamás tendría la brillante idea de mandarle una carta; Kakashi-sensei no, aunque fuese un pervertido que leía Icha Icha Paradise, no se imaginaba a su maestro con esa faceta pseudo-pederasta, y desde luego no era capaz de concebirle escribiendo cosas tan románticas. El autor de la carta debía pertenecer, pues, a otro equipo. "Pues anda que no conozco chicos en Konoha, y fuera de ella" el distraído pensamiento despertó en ella la bombilla, que se encendió de repente: "¿Gaara-kun... tal vez?" Sacudió la cabeza, confundida. "Eso es imposible. Es más que imposible: es absolutamente impensable".
Leyó la carta de nuevo. Una vez más, la felicidad, salpicada de unas motas de tímida vergüenza, la inundó. Finalmente, optó por comportarse como una persona sensata y salir de su ensimismamiento: dobló de nuevo la hoja de papel, la metió en el sobre y guardó éste en el bolsillo oculto de su vestido rojo. Acto seguido, tomó el resto de las misivas del día y las dejó sobre la mesa del despacho de su padre. Hecho esto, subió al piso de arriba, dispuesta a darse un baño.
El resto de la jornada transcurrió de manera extraña, como un sueño del que apenas recordaba los detalles. Cenó frugalmente y preparó las cosas para el día siguiente, y más tarde se metió en la cama, aún con la carta en las manos, y la releyó varias veces más, empapándose de los versos hasta que se supo de memoria el trazo de éstos, decidido y apasionado. Ya de madrugada, soñolienta y exhausta, depositó vagamente la carta en la mesilla de noche, quedándose dormida al instante.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-¡DESPIERTA, SAKURA-CHAAAAAAAAAN!
La pelirrosa se cubrió la cabeza con la almohada. Los gritos de Naruto resultaban infernales a aquella hora de la mañana. Bueno, bien pensado, lo eran las veinticuatro horas del día.
-¡SAKURA-CHAAAAAAAAAAAAAN! .¡LEVÁNTATEEEEEE!
La muchacha maldijo mentalmente a su compañero de equipo y suplicó mentalmente a Sasuke que le descuartizase. La voz del jinchuuriki le taladraba los tímpanos sin piedad.
-¡UEOHHHH, SAKURA-CHAAAAAN! .¡EL FUTURO SEXTO HOKAGE TE RECLAMA!
Aquello fue demasiado para ella. Furibunda, se incorporó, salió de la cama, se apoyó en la mesita porque se mareó y, dirigiéndose a la ventana, la abrió y vociferó al escandaloso Uzumaki:
-¡Cómprate un duro de bosque y piérdete!
Se disponía a lanzar nuevas imprecaciones a Naruto cuando advirtió lo despeinado de su corto cabello y el hecho de que Sasuke se encontrara también en la calle, de manera que la pelirrosa salió en desbandada, cerrando la ventana de golpe, y comenzó a vestirse a toda prisa. Al subirse la cremallera del vestido, reparó en que no había visto la carta en la mesilla al levantarse. "No la he perdido. Dime que no se me ha perdido, por favor. ¡Por el amor de todos los Hokages, es un pedazo de papel! .¡No tiene patitas con las que salir corriendo" gritó en su mente, neurótica perdida. Azuzada por los gritos del Uzumaki, que había cambiado de registro ("¡Venga, que no tenemos todo el día!", "Ya te pintarás el ojo por el camino, ahora baja!"), abrió cajones, deshizo la cama por completo y levantó la alfombra. Finalmente encontró el folio, que había caído debajo de la cama. Suspirando aliviada, lo recogió, lo dobló de nuevo, lo metió en su sobre y se lo guardó en el bolsillo. Hecho esto, se miró en el espejo de su dormitorio, se pasó el cepillo por la desordenada melena y se colocó la bandana a modo de diadema. Hora de partir. "Creo que no me dará tiempo a desayunar" lamento, mientras bajaba las escaleras. De paso por la cocina, cogió una magdalena, para comérsela por el camino, y se disponía a salir, tenía ya el pomo de la puerta en la mano cuando le asaltó una tremenda duda: "Un momento... ¿y por qué han venido Sasuke y Naruto a buscarme?"
Finalmente, los tres genins se encaminaron calle abajo. Sakura estaba completamente convencida de que iban al puente, donde habían quedado con Kakashi el día anterior, y su sorpresa fue mayúscula cuando sus dos compañeros torcieron por una de las calles principales. Clavada en la calzada, la muchacha preguntó:
-¿Dónde vais?
-A la Academia –respondió Naruto, muy serio. Acto seguido preguntó-. ¿No te lo habíamos dicho?
-¡Claro que no! –Protestó la pelirrosa-. ¡Lo único que habéis hecho ha sido meterme prisa!
-Eso es porque te llamábamos y no respondías –intervino Sasuke, cortante-. Eres una pesada.
A Sakura se le vino el alma a los pies. Apenas escuchó al Uzumaki explicar atropelladamente:
-Sí, es que Tsunade baa-chan ha decidido que tenemos que tomar unas clases teóricas especiales porque dice que vamos muy mal preparados en cuantos a calcular unas inercias de no se qué... Sakura-chan, .¿te encuentras bien?
La kunoichi sacudió la cabeza, metió la mano derecha en el bolsillo y acarició el papel de la carta anónima. Aquel sencillo roce le dio fuerzas para continuar.
-Sí, no pasa nada... ¿Qué, vamos a la Academia? .¿Qué os parece una carrera? –Los dos muchachos la miraron, sorprendidos por su repentino cambio de humor- .¡El último que llegue invita a ramen!
Dicho esto, echó a correr en la dirección de sobra conocida, recorrida durante tantos años de su niñez. Naruto, como si la palabra "ramen" constituyera en sí misma una fuente de energía que triplicara a los cereales del desayuno que anunciaban en televisión, se lanzó a la carrera tras su compañera de equipo. Sasuke, por su parte, sonrió con vehemencia, pronunció su famoso "Hmph" y salió corriendo tras el jinchuuriki y Sakura, seguro de que, como siempre, sería el primero.
Naruto cayó, resollando, a los pies del Uchiha, que le lanzó una altiva mirada.
-Has perdido.
El Uzumaki alzó el rostro, ofuscado.
-¿Me toca pagaros el ramen? –Preguntó.
-Pues claro, dobe. Y mirarnos mientras nos lo comemos –fue la respuesta del sarcástico genio shinobi.
-¡Eh! .¡Sakura-chan no dijo nada de eso! –Naruto se giró hacia la pelirrosa, como pidiéndole que le defendiera- .¿Verdad?
Sasuke, aún de espaldas a Sakura, viró la cabeza para lanzarle una mirada levemente amenazadora. Ella no se arredró.
-Yo sólo dije que lo pagaría, no que tendría que hacer eso. Eres muy cruel, Sasuke-kun.
-Muchas gracias –respondió él, irónico.
El jinchuuriki se puso en pie de un salto.
-¿Ves? Tenía yo razón –presumió-. Bueno, entremos de una vez, .¿eh, Sakura-chan?
Ella asintió con la cabeza, y siguió a su compañero al interior de la Academia. Por suerte para ellos, comprobaron que no eran los últimos en llegar: el Equipo Diez aún no había hecho acto de presencia. Todos los compañeros se aglomeraban en el Aula Magna de la Academia, y nutridos grupos de genins se agolpaban en las mesas. Eran muchísimos. Los jounins dedicados a la docencia temblaban ante la idea de meter mano a la apabullante masa de pre-adolescentes aburridos y sedientos de acción que aparecían allí. Finalmente, la Quinta Hokage hizo acto de presencia, y con ella, un silencio que se fue asentando mientras las voces se transformaban gradualmente en susurros.
-Bien –comenzó a hablar Tsunade-. Cada cuatro equipos irán con un profesor, .¿de acuerdo? Shizune, lee las listas –ordenó.
La joven dio un paso al frente y, desenrollando un pergamino, leyó en voz alta:
-Equipos del uno al cuatro: Hibiki Morino –Doce chavales de edades comprendidas entre los catorce y los dieciséis años tragaron saliva ante la vista del imponente jounin, con su rostro rasgado en numerosas cicatrices y los ojos severos, implacables-. Equipos del cinco al... Tsunade -sama, aquí hay un error –señaló la joven.
A la Godaime no le sentó nada bien esto. Detestaba cuando las cosas se hacían mal... y si la que las hacía mal era ella, bueno, ser la superior de la Villa tenía sus ventajas: siempre podía culpar a otro.
-Da igual –respondió la legendaria sannin-. Que se haga como pone ahí y ya está.
Shizune se encogió de hombros y siguió leyendo:
-Equipos cinco, seis, once y doce... Anko Mitarashi –los integrantes masculinos de estos equipos, que eran mayoría, se dieron la enhorabuena entre ellos-. Equipos del siete al diez: Asuma Sarutobi.
De repente, uno de los jounins presentes informó:
-Godaime-sama, el Equipo Nueve está en una misión en el País del Rayo...
Tsunade gruñó. Quería retirarse de una vez, aquel trabajo la ponía enferma.
-Bueno, pues metemos a otro equipo, veamos... ¡Vosotros! –La Hokage señaló con el dedo índice a Neji, Tenten y Rock Lee. Sabía de sobra lo bien que éstos se llevaban con los equipos siete, ocho y diez... al menos, siempre habían parecido muy integrados- Iréis con esos equipos.
Los tres genins asintieron con la cabeza. Shizune se giró hacia la Godaime, alterada.
-¡Pero eso cambia todas las listas!
-Confío en tu capacidad para solucionarlo, Shizune –respondió la aludida, escurriendo el bulto-. Tú te ocupas, .¿verdad? Yo voy a darme un baño en las aguas termales... tanto estrés me está destrozando.
Así, la Quinta Hokage se largó, más pancha que nada, dejando toda la responsabilidad del embrollo a su pobre discípula. En aquel momento, todos compadecieron a Shizune... pero nadie deseó estar en su lugar.
-Bueno, os voy a poner unos ejercicios en el encerado para comprobar vuestro nivel y mientras tanto... hum... voy a salir a echarme un pitillo al pasillo. Prohibido copiar, .¿eh? Si lo hacéis me voy a dar cuenta...
Asuma tenía el aspecto más aburrido del mundo. Sin duda, enseñar teoría a unos chavales de edades tan problemáticas resultaba tedioso. Además, el jounin no presentaba un aspecto precisamente saludable.
Comenzó a escribir los ejercicios en la pizarra lentamente, con mucha calma. Kiba empezó a jugar con Akamaru, Shikamaru se recostó en la silla y Naruto se tumbó encima de la mesa. Aquel día prometía ser de todo menos entretenido. Sakura echó una simple ojeada a los primeros números del problema que planteaba el shinobi. "Qué fácil" se dijo, aburrida. Cerró los ojos. Tenía tanto sueño... había pasado largas horas leyendo una y otra vez la carta, y apenas había descansado...
La carta. Sakura se enderezó de repente. "Aún la tengo en el bolsillo"
Miró a sus compañeros de reojo y se sacó la misiva del bolsillo, disimuladamente. Abrió el sobre con cuidado, tratando de no provocar ni un crujido con el papel. Desplegó el folio en la mesa y se sumergió en la lectura, por enésima vez, de su anónimo y apasionado poema, con los murmullos de sus compañeros y el suave repiqueteo de la tiza sobre el encerado.
Fue Ino, cómo no, quien, al dirigirse a Sakura para preguntarle algo, la vio concentrada en una hoja de papel que despertó su curiosidad.
-¿Qué lees, Sakura?
La muchacha alzó la mirada, sonrojada, como sintiéndose sorprendida. Su amiga adolecía de un irritante defecto, que era el de tener un tono de voz muy alto, de manera que todos los presentes se habían enterado de la pregunta de la Yamanaka, y el aburrimiento había propiciado el repentino interés de los presentes por la pelirrosa. Once pares de ojos se posaron sobre ella.
-Una carta –respondió Neji, restando importancia al hecho.
-¿Quién te la ha enviado? .¿Desde cuándo tienes amigos fuera de la Villa que te mandan cartas? –El tono burlón de Ino velaba, pero sin llegar a ocultar, cierta envidia.
Sakura se puso nerviosa, y su propia culpabilidad la delató, cuando sus mejillas se encendieron y tartamudeó:
-¡Na-nadie!
Los azules ojos de la rubia se clavaron en su amiga, sagaces.
-Sí, claro. Lo que tú digas. Venga, dímelo.
-¿Qué nos estás ocultando? –Preguntó Tenten, apoyando la cara en las manos y los codos en la mesa, con mirada cómplice y pícara.
La atención sobre la Haruno se redobló. El rubor se extendió hasta sus orejas.
-¿Yo? .¿Ocultar? .¡No!
-Eso quiere decir que sí... –la Yamanaka se encaramó en la silla para llegar al lado de la pelirrosa, que se echó hacia atrás instintivamente- Veeeenga, cuéntamelo. No me obligues a tomar una medida definitiva.
Sakura abrió los ojos de par en par.
-¿Qué? .¿A qué te refieres?
-Ino, no irás a... –intervino Shikamaru, ligeramente mosqueado.
La rubia esbozó una sonrisa maliciosa, confiada. Realizando un sello con los de dos, gritó:
-Ninpou shintenshin no jutsu!
El cuerpo de Ino cayó inerte, sobre la mesa, y la voz de ésta sonó cuando Sakura despegó los labios.
-Ahora veremos de lo que se trata... hum... –desdobló la carta, se aclaró la voz y, en voz alta, comenzó a recitar-.Elijo amarte en silencio... ya que con el silencio no me rechazan. Elijo amarte en la soledad... ya que en la soledad nadie te posee excepto yo. Elijo adorarte en la distancia... ya que la distancia nos protegerá del dolor. Elijo besarte con el viento... ya que el viento es más amable que mis labios. Elijo abrazarte en mis sueños... ya que en mis sueños, no tienes fin.
La voz de Ino se apagó lentamente, y el silencio se hizo en el aula. Incluso Asuma había dejado de escribir en la pizarra y contemplaba a la pelirrosa, con la conciencia de su alumna en ella, mientras leía el apasionado poema. Al terminar, la primera reacción fue la de Tenten, que dijo:
-Es... realmente bonito.
Lee sollozaba:
-¡Refleja la pasión encendida de los jóvenes en la primavera de la juventud! .¡Es realmente hermoso!
-¿Quién... ha podido escribir algo así? –Preguntó Chouji, sorprendido por la belleza del poema.
Ino, aún en el cuerpo de Sakura, escrutó el sobre y respondió:
-No hay remite. Sólo una palabra: flor.
-Muy apropiado –comentó Asuma, apoyándose en la mesa del profesor.
-¡Una carta de amor anónima! .¡Qué romántico! –Exclamó Lee.
-Qué típico –contradijo Neji.
-¡.¿Quién ha sido el desgraciado que le ha mandado una carta de amor a Sakura-chan?.! –Estalló, de repente, un celoso Naruto, como acusando a alguno de los presentes.
-Tú no, desde luego –dijo la voz burlona de Ino desde la boca de la Haruno.
-¡Averigüémoslo! –Propuso un entusiasmado Kiba.
-Pues anda que no hay candidatos posibles –resopló Shikamaru. Como siempre, la perspectiva de mover un dedo agobiaba al Nara.
-¡Eso lo hace más divertido! –exclamó una animada Ino.
De repente, Asuma recordó su misión como profesor, y lanzó una ojeada a la pizarra, con los ejercicios en ella, y dando dos palmadas, llamó la atención de sus alumnos.
-Ino, vuelve a tu cuerpo –ordenó.
La Yamanaka cruzó las manos, murmuró "Kai!" y acto seguido la cabeza de Sakura se desplomó sobre la mesa. Pasados unos minutos, las dos se incorporaron. Todas las miradas observaban a la pelirrosa, que por la situación no tardó en darse cuenta de lo que había pasado. Víctima de la vergüenza, guardó la carta en el sobre con cuidado, con la mirada baja, mientras Asuma hablaba:
-Venga, a trabajar. Aquí tenéis los ejercicios, tenéis dos horas para hacerlos... Y más os vale hacerlos bien, porque con la tontería vamos muy rezagados. Si queréis buscar a vuestro misterioso poeta, tendrá que ser en vuestros momentos de ocio.
Acto seguido, empezó a repartir los folios. Los doce genins se inclinaron sobre sus hojas de problemas, a cual más concentrado, con variopintas expresiones en sus rostros. Sakura fue, evidentemente, la primera en terminar. Tras entregar el ejercicio, abandonó el aula. De repente, Sasuke se materializó frente a ella. La muchacha se detuvo en seco.
-¿Cuándo has acabado? –Preguntó, cortada.
-No he acabado. He dejado un bunshin ocupando mi lugar y he salido a que me digas las respuestas –respondió él, seco.
-Esto no es como el examen escrito de chuunin, Sasuke. Que yo te diga las respuestas va en contra de todas las normas.
-Me da igual. No voy a quedar como un ignorante que no sabe resolver un problema matemático tan sencillo –el obtuso orgullo Uchiha salió a flote.
La pelirrosa negó con la cabeza.
-No es tan sencillo.
-¿Entonces por qué has sabido resolverlo tú? –Le espetó Sasuke.
La frase "Porque soy más lista que tú" murió en sus labios. Sabía que decir eso equivalía a la muerte a manos de su compañero de equipo. Sakura se encogió de hombros.
-Lo mismo lo he hecho mal –respondió.
-Hmph. De todos los que estábamos ahí dentro, las dos únicas personas que sin duda sabéis hacer esos problemas sois Shikamaru y tú. Y como ese Nara no se ha decidido aún ni a sacarle punta al lápiz porque le da pereza, sólo quedas tú. Sakura... –el shinobi dejó de hablar cuando su orgullo le impidió articular una súplica. En lugar de eso, preguntó-. ¿Qué te impide decírmelo?
-Lo mismo que a ti te impide pedírmelo por favor –los oscuros ojos del Uchiha se encontraron directamente con los de ella-. Te van a pillar. Asuma no es tonto, por más que seas el genio Uchiha.
-¿Y si en vez de pedírtelo por favor te propongo un trato? –El orgullo de raza más el personal de Sasuke empezaba a convertirle en un tipo repulsivo.
-Creo que sigo prefiriendo ese "por favor".
Sakura se giró y comenzó a caminar en dirección contraria a la que se encontraba su compañero. Éste, por su parte, no se arredró y volvió a materializarse ante ella y dijo, con tono autoritario, pero concesivo, como haciéndole un favor:
-Si me dices las respuestas del examen, identificaré, buscaré y te traeré a tu poeta anónimo.
La muchacha bajó la mirada, sonrojada. La tentación era considerable. Quería saber quién le había enviado la carta, pero al mismo tiempo, le asustaba lo que pudiera hallar detrás de los versos que tanto la habían emocionado. Se lo pensó durante cinco largos minutos, acuciada bajo la penetrante e impaciente mirada de Sasuke. Finalmente, susurró:
-Hecho.
Una sonrisa orgullosa y altiva se dibujó en el rostro del muchacho, y una nueva preocupación, aunque pequeña, invadió su mente: cómo llegar hasta el pretendiente de Sakura mediante la única pista de unos pocos versos.
