Capítulo 1.

Odiaba volar. Los insufribles pasajeros que no paran de roncar o conversar con volumen para que todos sepan lo espectaculares que son, los molestos niños que se reían de cualquier estupidez y sus padres, en vez de callarlos, seguían animando a los mocosos. Levi tenía su paciencia en el borde gracias a esas personas. En cualquier momento se levantaría de su asiento para hacer silencio. Lo único que quería era calma, como en el primer viaje, donde todo fue tranquilo. Pero su mala suerte amaba presentarse en sus peores momentos.

Volvía a su poca adorada ciudad después de estar cuatro meses fuera. No estaba contento con el ambiente en donde vivía, pero era mucho mejor que el bullicio y contaminación de donde venía. A la siguiente ocasión que Erwin le pidiera viajar por trabajo, renunciaría en el momento o le diría que mueva su estúpido trasero y viajara él. Desde que Erwin se casó y mudó a otra ciudad, todo lo que respectaba a su trabajo debía hacerse a distancia, usando la maravilla de la tecnología. Sin embargo, en esta ocasión, requerían hacer todo cara a cara, y Erwin salió con su excusa de "seré padre, Levi. No puedo dejar la ciudad por tanto tiempo." Levi, quien no era un maldito descorazonado, entendió la situación y aceptó ir. Pero no más. La siguiente ocasión era Erwin quien se subía a un avión.

Del viaje no quedaba más de una hora, la cual podía usar en dormir, porque después no iría directo a casa para relajarse. No, su mala suerte seguía activada. Sólo iría a casa para dejar el equipaje, darse una ducha rápida y partir hacia el hogar de Carla, otra compañera de trabajo y ex suegra.

Lo único bueno que podía rescatar de su situación actual eran dos cosas:
1. No tendría que volver a tratar con una mujer embarazada. Sus antojos de madrugada, el mal humor, etc. A ella no le importaba que no conociera a Levi lo suficiente, si Erwin no estaba o se encontraba ocupado, era Levi quien tenía que aguantar a la mujer.
2. Donde Carla podría encontrar a Eren. A diferencia de muchas parejas que terminan, ellos no tenían ningún rencor con el otro. No había necesidad de hablar mal del otro con amigos. Su relación seguía siendo buena. Eran amigos.

Cerró sus ojos para descansar un rato. Cuando dormías todo pasaba más rápido que llegaba a sorprender. Su mente comenzaba a relajarse, lo cual era excelente para Levi. Quería dormirse lo más pronto posible y no desperdiciar el tiempo pensando en temas absurdos. Entonces recordó que tenía una novia a la que ver. Abrió sus ojos, sintiéndose un poco culpable por no haberse acordado de ella antes. Sólo se había comunicado con ella por mensajes y llamadas durante los cuatro meses. Durante los cuatros meses, para agrandar su culpa, no había sentido ganas verla y estar cerca de ella. Intentaba creer que era porque se mantenían en contacto, pero Levi sabía que las cosas entre ellos no estaban siendo las más cálidas. Tenía muchos motivos para justificar la falta de calidez, pero no quería pensar en eso ahora. Iba a llamarla más tarde.

Al final no logró dormir.


Una vez que dejó las maletas en su habitación, se apresuró en desnudarse para ir hasta el primer piso, donde tomaría una rápida ducha en el baño. Quería más que nada sentir el agua corriendo por su piel. Podía relajarse por unos minutos bajo el agua tibia. A Levi le hubiera gustado poder quedarse en la tina por un buen rato, pero debía apurarse porque ya eran las cinco de la tarde y quería estar en casa antes de que anocheciera.

Se vistió con su ropa casual, nada de trajes y su formalidad. Por lo menos hoy iba a darse algo más de tranquilidad para hacer las cosas. Debía dejar de pensar, preocuparse y esforzarse tanto sin que fuera necesario, o antes de terminar el año terminaría con estrés.

Dejó su casa atrás para ir hasta la casa de los Yeager. Eran casi cuarenta minutos a pie, veinte en automóvil, y ni siquiera estaba seguro si el automóvil iba a funcionar después de tanto tiempo sin ser utilizado. Esperaba que no diera tantos problemas, porque no quería hacer una caminata de cuarenta minutos ni enfrentarse al transporte público.
Después de unos cuantos intentos, el motor partió para alegría de Levi. Ahora también podía hacer que el viaje fuera más silencioso, rápido y corto.

Estacionó frente a la casa, notando que el estacionamiento estaba vacío, lo que significaba que Carla no estaba. Maldijo en un susurro, porque quería hacer el encuentro lo más corto posible, pero ahora tenía que esperar a que la mujer llegara. Hace meses no le hubiera importado esperar, eso significaba más tiempo con Eren.

Se aseguró de dejar bien cerrado el automóvil y caminó hasta la entrada, tocó el timbre una vez. La persona que abrió la puerta era bastante conocida con sus grandes y brillantes ojos, el cabello un poco crecido, sus labios levemente caídos en las comisuras. Levi, aunque no lo admitiera, conocía cada parte del cuerpo y mente de Eren.

—Me dijeron que vendrías —Eren se apartó para dejar pasar a su ex.

Levi no esperó invitación para sentarse. Conocía a los Yeager desde años, por lo que la confianza existía, por lo menos con Eren. Escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y, a los segundos, Eren se sentó a su lado. Vio como Eren tomaba el cuaderno de dibujo que tenía a su lado y seguía dibujando.

—No te ves muy contento. ¿Mal viaje? —Eren inició la conversación.

—Sí, una mierda de viaje.

—Espero que no hayas discutido con algún otro pasajero en el aeropuerto.

Levi escuchó la risa de Eren, por la cual siempre había tenido una debilidad. Los padres de Eren se separaron cuando él tenía recién doce años. Desde entonces Eren comenzó su faceta de niño rebelde, buscando atención de su madre, la cual se dedicaba más al trabajo e intentaba criar a un hijo en poco tiempo. Levi conocía la historia desde Carla y Eren. Para cuando Carla se separó, Levi ya conocía a la mujer, pero no conoció a Eren hasta que cumplió quince y comenzó a ir al trabajo de su madre. Recordaba que Eren llegó fastidiado donde su madre, pidiendo hablar con ella a solas, pero Carla no podía dejar la oficina, así que Eren hizo el show ahí mismo. Levi no aguantó mucho antes de gritar a Eren de que se detuviera de ser un puto niño inmaduro sin respeto. Para sorpresa de Levi, Carla no hizo más que mirarlo enojada por tratar así a su hijo. Eren, en cambio, murmuró algo que Levi no escuchó y se fue. Al final del día, Eren lo buscó para disculparse por el show. Levi lo regañó un poco más, y Eren, buscando un desahogo, contó sus motivos para actuar así a Levi. Sabía que Carla no conocía que Eren buscó ayuda en un desconocido, y nunca pensaron en decirle. Con el tiempo siguieron hablando, haciéndose más cercanos, pero la relación no se hizo más seria hasta que Eren estaba a la mitad de sus dieciséis. Levi, en un comienzo, no tomó con seriedad la declaración de Eren. Él estaba en una edad difícil, donde te cuestionas todo y es fácil creer que "quieres" a alguien. Además los problemas que tenía con su familia no ayudaban, ya que Levi estaba ayudando más a Eren de lo que su madre o el padre habían hecho, lo que podía confundir más al chico. Carla intentaba llegar a Eren, saber qué le pasaba, pero él no la dejaba. En esos tiempos Eren apenas sonreía, ni se reía como lo hacía antes.
Levi tenía en sus recuerdos la primera vez que escuchó reír a Eren. El chico siendo feliz era algo que Levi disfrutaba.

Mirarlo ahora resultaba interesante. Eren había cambiado mucho con los años.

—Has cambiado tanto —Levi cambió el tema.

—No soy más un rebelde niño de quince. Es mejor, ¿no?

—Sí, mejor.

Eren acortó la distancia entre ellos. Sus hombros chocaban a pesar de que había espacio para que Eren se alejara, lo cual Levi deseaba, un poco. Lo correcto era querer que Eren no estuviera tan cerca, porque era fácil recordar el pasado y caer de nuevo en él. Aun así, no quería apartarlo. No existía nada malo en la cercanía. No se podía ser infiel si no había contacto físico, pero Levi no estaba seguro si tener sentimientos por otra persona podía considerarse infidelidad.

Miró hacia otro lado, buscando distracción en cualquier parte menos Eren. Tenía que asegurarse de que no existía más que cariño entre ellos. Ese cariño que sientes por cualquier persona por la que te preocupas. Entonces, ¿por qué estaba evitando mirar a Eren? ¿Por qué la cercanía entre ellos encendía algo que no podía explicar en él? Tonterías. Seguramente eran sólo tonterías de él, causadas por un largo viaje y la falta de descanso. No existía el amor eterno. Ni siquiera el amor de familia o por uno mismo es eterno. Con el tiempo absolutamente todo acaba. Empezaba a creerse sus pensamientos, estaba a un paso de aceptar que no existía nada entre ellos hasta que el día en que terminaron apareció en su mente.

—Levi, estoy hablando —Eren agarró el mentón de Levi, haciendo que lo viera—. ¿Te encuentras bien? Encuentro que estás un poco ido.

Levi leía muy bien la preocupación en Eren. Se obligó a esbozar una sonrisa, la cual estaba más cercana a una mueca. No acostumbraba a sonreír, no porque fuera infeliz o parecido, únicamente no le nacía sonreír en cualquier momento.

—Estoy bien —apartó la mano de Eren.

—Puedes decirme si algo está mal —Eren ladeó un poco su cabeza, mirando con interés y preocupación a Levi.

Estaba claro que no se quedaría sin saber qué pasaba con Levi. El mayor sabía muy bien que Eren no era fácil de convencer. Lo vio acomodarse en su lugar, dejando de lado su cuaderno de dibujos.

Llegaba a ser molesto que Eren todavía se preocupara tanto por él. En ocasiones prefería que Eren fuera indiferente. Sería mucho más fácil seguir sin recordar. Pero Eren se negaba a actuar como si no fueran nada, ni siquiera amigos.

Levi pensó en qué estaba mal. La respuesta no era muy difícil de encontrar.

¿Qué está mal? Está mal que tu cercanía me haga pensar. Está mal que durante los cuatro meses que estuve lejos, hablara más sobre mi vida contigo que con mi novia. Está jodidamente mal que, después de tanto tiempo, sigas importándome más que el resto.

—Nada está mal —no iba a admitir.

—Algo está mal —confirmó Eren—. Si quieres decirme, sabes cómo.

Eren volvió a sus dibujos. Mientras que él seguía dibujando, Levi se quedó observando. Por lo que recordaba, Carla siempre decía que su hijo, si no estaba haciendo peleas, siendo imbécil o un buen niño, estaba dibujando en cualquier superficie posible. A medida que el dibujo iba tomando forma, Levi notaba cómo Eren fue mejorando con el tiempo. La primera vez que Eren se decidió a mostrar lo que dibujaba, Levi no evitó decir que el dibujo, en general, no tenía calidad. Eren se negó a hablar con él por el resto del día. Pero no se detuvo por una mala crítica. Levi admiraba la capacidad de Eren para no rendirse. Cada vez que sus planes fallaban, en vez de quedarse rendido, pensando en todo lo malo que tenía, él seguía adelante lo más pronto posible, buscando mejorar. Era una de las razones porque le gustó —gusta, ¿quién sabe? —Eren.

—Estoy bien, Eren —aclaró.

—Lo que tú digas.

Como por acto reflejo —asumió Levi— Eren acercó su rostro al de él. Era algo parecido a una costumbre de cuando estaban juntos. Cada vez que Levi seguía negando lo que era obvio, Eren optaba por darle la razón y besarlo, dejando claro que no le creía. En esta ocasión, no debía ser así, y por suerte, Levi se apartó a tiempo. De todos modos, si Levi no se hubiera movido, ningún beso hubiera ocurrido. Eren se detuvo a mitad, dándose cuenta de lo que estaba por hacer.

—Lo siento —dijo rápido—. Debería llegar pronto. Yo iré a ordenar mi pieza.

Eren se levantó, llevándose con él su cuaderno de dibujo y lápices. Levi no dijo nada, ni siquiera un movimiento que respondiera. Se quedó sentado, esperando, sin notar la sonrisa triunfante que Eren llevaba en su rostro al irse.