¡Saludos, lectores y personas curiosas que se pasen por aquí! owo
Vengo a presentar (?) un fanfic sobre dos de mis pokemon favoritos de la cuarta generación. Sé que no son precisamente los pokemon que se usarían para una historia romántica (más para un shonen-ai) pero igualmente quisiera pedir a los que se paseen por aquí que le den una oportunidad al fic. Los que lo leyeron me comentaron que si bien los pokemon no eran de su tipo preferido, la historia vale la pena de leer; ojalá consiga algún lector por aqui owo
Subiré algunos capítulos de a 2 pues varios de ellos son muy breves. Espero les guste y quieran dejarme sus reviews c:
Shonen ai - Drama - CroagunkxToxicroak
Heridas
Capítulo 1
El reloj en la pared indicaba las cuatro cincuenta y cinco. Su invitado estaría por llegar dentro de los próximos minutos, por lo que el pokemon guardó y cerró el trabajo que llevaba en la computadora, se volvió y salió de la habitación, recogiendo en el camino el abrigo azul y vistiéndose con él. En un espejo mediano que había en uno de los amplios pasillos, la criatura se ordenó el cuello de la camisa blanca que había quedado bajo el abrigo. Conforme con esto, caminó y bajó por la enorme escalera que llevaba al primer piso, consultó de nuevo el reloj que había en este nivel y echó una mirada en rededor: ciertamente la mansión de su entrenador era grande y acogedora, y los sirvientes siempre tenían todo en perfecto orden y decoro. Lástima que el hombre nunca estaba para notarlo. No había mucho arreglo que buscar, por lo que el pokemon se encogió de hombros y se sentó en uno de los amplios sillones a esperar.
El sol de media tarde entraba a raudales por los grandes ventanales, y una suave brisa se filtraba refrescando la habitación. Los rayos daban de lleno en los dos grandes anillos que el pokemon llevaba, uno en cada mano, haciéndolos resplandecer. Su entrenador se los había regalado hacía tiempo: gruesos anillos de cromo que según el hombre, le daban un toque perfecto a su "personalidad". Toxicroak sonrió. Ojalá algo de esa personalidad fuese suficiente para tener de nuevo al humano en casa, y no perdido en las fiestas y salidas nocturnas que habían consumido a su compañero desde la partida de su esposa. Supuso que como mejor amigo él no había sabido hacer su trabajo ni darle el consuelo necesario al hombre, pero era demasiado joven en ese entonces para saber qué hacer o qué decir. Él nunca había estado en semejante situación antes, de cualquier modo…
El timbre sonó con su peculiar llamado: largo y lento. El pokemon levantó la cabeza y luego se levantó él. Uno de los criados abrió la puerta, y al tiempo que se volvía para buscarlo a él, Toxicroak le dio las gracias y le indicó que ya podía marcharse. Era extraño como era que un pokemon daba las órdenes en casa y no el dueño de casa en sí, pero desde que su entrenador pasara día y noche afuera, él había tenido que asumir aquella inesperada responsabilidad.
Al acercarse a la puerta sonrió anchamente de ver a su pequeño invitado al fin. La criaturita lucía nerviosa y algo abochornada. Traía un pañuelo de seda al cuello y un pequeño paquete entre sus manitas oscuras. Le miró hacia arriba y sus mejillas se prendieron levemente.
—Qué bien que llegas—saludó el mayor cálidamente e indicándole que pasara.
—Ho-hola—saludó el más bajo, agachando la cabeza y siguiéndolo adentro.
Si el exterior de la casa le había impresionado, a Croagunk el interior le impresionó todavía más. A pesar de que él vivía tan cómodamente como su anfitrión, la elegancia y sobriedad de aquella casa le llamaron la atención, pues su alocada entrenadora tenía gustos exagerados y cambiaba los estilos de su hogar cada semana. Nunca había estabilidad en casa, por lo que aquella comodidad y "normalidad" agradaron mucho a la pequeña ranita.
Toxicroak le invitó a sentarse y se acomodó junto a él. Le observó algunos segundos, notando lo ansioso que se veía el menor.
—Ya puedes dejar de estar tan nervioso—le dijo, a ver si conseguía calmarlo.
—N-no estoy nervioso—respondió Croagunk, mirando sin atención su paquete entre las manos—, es solo que me pongo así cuando estoy en casas ajenas…
—No creo que salgas mucho—dedujo el otro, a decir por los nervios del menor.
El pokemon más pequeño hinchó las mejillas, aguantó la respiración algunos segundos, expiró y se relajó. Se volvió a ver al mayor y de pronto reparó en que no le había entregado su presente.
—Te traje algo—dijo, estirándole el pequeño paquete blanco.
Toxicroak sonrió y lo recibió. Lo abrió y sacó de su interior un anillo, tan grande y brillante como los que traía, pero con un delicado diseño tribal que lo decoraba. El pokemon de inmediato se lo ajustó en el pulgar y lo observó detenidamente bajo el sol.
—La primera vez que nos vimos traías anillos—dijo Croagunk—, y también la segunda. Deduje que te gustaban y…
—Me gusta—dijo Toxicroak. Luego se acercó al otro, lo rodeó con una mano y lo presionó levemente contra él—. Gracias.
Croagunk se coloreó enteramente ante el gesto, pero no hizo nada para intentar zafarse. No por nada había aceptado la invitación de aquel extraño al que solo había visto un par de veces, y del que no había podido dejar de recordar ni una sola vez. Algo tenía el pokemon venenoso que simplemente había capturado de lleno su atención y su curiosidad. Algo…difícil de entrever, y que se escondía en sus ojos y en su gesto amable. Croagunk no sabía si era algo bueno o malo, solo sabía que quería descubrir qué era y disfrutar además de esa extraña emoción que lo invadía desde el primer día en que cruzara una mirada con ese pokemon.
Continuará...
