Día 1: Solo amigos (Just friends)

Marinette Dupain - Cheng se había propuesto que ese sería el año en el que por fin le confesaría su amor a Adrien y de que si él también la quería, trabajaría en que su relación fuera un éxito.

Seguiría el consejo de su madre: Al hombre se lo conquista por el estómago.

Le pido a su padre que le enseñara a hacer unas de sus recetas de galletas con chispas de chocolate que eran sus preferidas y que sabía que a Adrien le gustaría probarlas.

Su papá enternecido y entusiasmado por enseñarle a Marinette, preparo todo para la clase con su alumna favorita.

Después de algunos intentos fallidos y la torpeza de Marinette en algunas ocasiones, por fin lograron tener una tanda de galletas que guardaron en una caja decorada con la firma de la panadería y la firma de Marinette.

Yendo a la escuela, tuvo cuidado de que no le pasara nada a su preciado paquete. Tuvo mucha suerte, parecía que ese sería el día.

En la hora de descanso, se apresuró para entregarle la caja a Adrien antes de que se encaminara a la mansión.

—H-hola Adrien —dijo Marinette mostrando una sonrisa radiante —Te hice estas galletas, espero que te gusten —un ligero sonrojo cruzaba sus mejillas.

Adrien le sonrió

—Gracias Marinette, eres una buena amiga.

Al escuchar eso Marinette se esforzó por mantener su sonrisa, haciendo que esta pasara a ser una mueca rara. Miro hacia su bolso y noto a Tikki observándola, como si le estuviera dando su apoyo de manera silenciosa.

Adrien se despidió de ella antes de irse a su casa a almorzar. Marinette solo pudo suspirar ante su comportamiento. ¿De verdad valía la pena?


En la mansión cuando Adrien termino de almorzar, miro el regalo de su amiga. La decoración y el fino aroma que este tenía, denotaba la calidad de las galletas que se moría por probar. Las llevo su habitación y las coloco en su escritorio. Plagg salió de su chaqueta para tomar un trozo de camembert de su reserva y vio la caja.

—Parece que a esa chica le agradas mucho chico, podría tener interés en ti.

—No Plagg —dijo el mirando a las galletas que le había regalado Marinette —Ella solo es una amiga, además a ella le gusta Luka.

Plagg se llevó una patita a su cabeza y negó, incrédulo.

—No tienes remedio, chico.


Marinette almorzaba en casa un poco desanimada. Movía con el tenedor una patata de su plato de manera desinteresada.

—Tranquila Marinette algún día sé que lo lograras –le decia Tikki de manera dulce, abrazando su mejilla.

Eso era lo que su kwami siempre le decía para animarla y en parte tenía razón, no podía rendirse tan fácilmente.

Y cumplió con su cometido. Varios años después, después de mucho esfuerzo y dedicación (además de la revelación de sus identidades) por fin Adrien la había hecho su novia y posteriormente su esposa. La vida de casados había sido lo más maravilloso que Marinette había vivido en toda su vida, y junto a Adrien todo era mucho mejor.

Suspiro de manera soñadora mientras terminaba de preparar la cena, que le tocaba a ella preparar ese día. Oyó como se abría la puerta y los pasos que se dirigían a la cocina.

—Hola Adrien, amor.

Él le beso la mejilla mientras ella cortaba unos vegetales.

—Hola mi querida amiga, ¿Qué vamos a comer hoy, eh?

Marinette detuvo todo lo que estaba haciendo. Dejo el cuchillo en la encimera y puso una postura rígida. Adrien se separó de ella.

— ¿Marinette? — pregunto extrañado por el repentino comportamiento de su esposa.

Ella volteo a verlo. Tenía un tic en su ojo derecho y una mirada muy seria. Lo que no se espero fue que ella lo tomara de la oreja e hiciera que la siguiera hasta afuera. Ahí ella entro y le cerró la puerta en la cara.

—Marinette por favor fue una broma, déjame entrar por favor.

—Lo siento señor Agreste, tendrás que dormir afuera hoy —dijo ella en tono molesto.

—Mari, por favor, me voy a congelar aquí —Comenzó a golpear la puerta, con la esperanza de que le abriera.

—Eso lo hubieras pensado, antes de decirlo, Adrien Agreste.

—Mi lady, por favor, haré lo que sea —se arrodillo en la puerta, suplicante, sabiendo que podía verlo a través de la mirilla de la puerta.

Adrien se quedó golpeando un buen rato, hasta que la chica le abrió la puerta para que entrara a cenar.

Nunca volvió a hacer la misma broma de nuevo.