AI—shiteru — seamos sinceros

Capitulo 1

Reencuentro

—Adiós Mimi, cuando llegues a Estados Unidos avísanos—. Dijo la rubia que se despedía de su amiga en el aeropuerto.

— ¿Cuando volverás a visitarnos Mimi?— pregunto Joe, el mayor del grupo. Todos sus amigos la miraban tiernamente.

—No lo sé, es un poco difícil venir. De ahora en adelante tengo que concentrarme en los últimos exámenes para pasar el curso. Una mentira más en su largo curriculum, no sólo era capaz de mentirles a sus amigos, también a sí misma.

—Espero que te vaya bien—. Dijo Joe. Ella le sonrió. Siempre supo que ese joven de cabellos azules le tenía cierto agrado, mejor dicho, cierto cariño que nunca fue capaz de declarárselo.

Pero no importa que no se lo hubiera dicho, ella no podría haber correspondido esos sentimientos, ya que antiguamente estaba enamorado profundamente del rubio novio de Sora, claro, qué en ese entonces ellos no eran novios. No quería admitirlo, pero Sora se había inmiscuido en su relación aunque fuera hubiera sido involuntariamente. Ahora realmente no le importaba nada de lo que sus amigos le dijeran, solo estaba detrás de alguien, solo amaba a alguien, y ya no podía seguir ocultándolo, no obstante su mente lo negara; su corazón, su cuerpo, su piel, sus labios, lo pedían a gritos. Ella dio un paso para despedirse de él, el líder del grupo.

—Visítanos pronto Mimi—. Ella asintió y no se movió de su lugar. Taichi la acercó a él y la abrazó. Mimi pensó que se iba a desmayar, los brazos que tuvo en tantas noches de apasionado amor, la volvían a abrazar. No pudo aguantar sus lágrimas. –Tranquila—. Le murmuro al oído. –se que encontraras a alguien mejor que él—. Sus palabras eran tan dolorosas. ¿Cómo no entendía? ¿Cómo no se daba cuenta que realmente la persona que amaba era él? Y nadie más.

—Lo siento—. Dijo Mimi mirando a sus amigos. –Es que las despedidas no me gustan, me deprimen mucho—. Se secó las lágrimas rápidamente.

Pasajerosdelvuelo104,condestinoaNewYork,abordar. Se aviso por parlantes. Los chicos sonrieron.

—Será mejor que me apresure—. Ella tomó su pequeña maleta y comenzó a caminar hacia el hombre que recibía los pasaportes y boletos.

En esa semana habían pasado muchas cosas, demasiadas. No podía coméntaselo a nadie, ni siquiera a Sora, su mejor amiga.

Hace una semana había venido para participar en el casamiento de su primo en representación de sus padres. Ese fue su primer error.

El segundo fue…

Él tomó su teléfono celular, miró la pantalla ID y contestó — ¿Mimi?—

Tantotiemposinconversarcontigo,Tai. Su voz era mucho más madura.

—Es cierto—. El chico sonrió. Su amiga de la infancia lo llamaba en buen momento, quizás ella era la indicada. No. Ella era la indicada.

Eresuningrato,nisiquieraerescapazdellamarmeprotestó la chica.

—Lo siento—. Dijo él, y miró el libro que tenia en frente. Estaba estudiando, el siguiente año entraría a la universidad y tenia que pasar con buenos puntos los exámenes si quería entrar a una destacada. –Se que no tengo excusa, pero estaba estudiando.

Se escucho una risa al otro lado del teléfono

PorfavorTai,notienesunaexcusamejor.¿Estudiando?...¿tú?

— ¡Es cierto!—

Bien.Tevoyacreer,peroprimeroinvítameapasar la comunicación se corto. Tai quedo quieto, a que se refería con invitarla a pasar.

El timbre de la casa sonó.

Se levantó y corrió hasta la puerta. Al abrirla vio a Mimi, ahora más cambiada que la última vez que a vio. Su cabello era ondeado y castaño, al igual que sus ojos. Su cuerpo estaba mucho más formado –"mejor formado"—. Pero ¿Qué pensaba? que todavía era la misma niña que viajó al digimundo. No podía creer que el tiempo la había hecho con ella, convirtiéndola en toda una mujer. No mal habían pasado esos siete años.

— ¿No vas a invitarme a pasar, Tai?— preguntó ella. Él asintió rápidamente y le dio el espacio suficiente para que ella entrara.

—Si… claro—. Dijo con un poco de nerviosismo.

—Has cambiado mucho en este último tiempo—. Le dijo ella.

—Si—.Estaba maravillado. Nunca la había imaginado como una mujer, solo como una niña llorona y malcriada, la que solía ser. Mimi miró la mesa donde se encontraban los libros.

— ¿Realmente estabas estudiando?—. Él por fin salió de su trance y volvió los pies a la tierra.

—Por su puesto. Piensas que tú eres la única que ha cambiado. — La peli—castaño no entendió su directa, a lo cual él se maldijo en silencio y volvió a retomar el tema, sin darle importancia a lo anterior —Tengo metas y por eso mismo ya se acabó el tiempo de ser el holgazán y no preocuparse por nada—. La chica se sentó frente a donde estaba Taichi y ahí paso las siguientes dos horas.

— ¿Cómo han estado las cosas entre los demás?—

—Ahora que lo preguntas, normal. Tú nos conoces… las peleas, las discusiones y ya sabes el resto.

— ¿Estas saliendo con alguien?— Mimí tomó el vaso de jugo, que minutos antes había traído el joven, y se lo llevo a los labios.

—No por el momento—. Él dirigió su vista hacia su jugo – ¿y tu?, ¿estas saliendo con tu amigo de Estados Unidos? ¿Cómo es que se llamaba?... ¿Michael?—

—No—. Dijo secamente. –No estoy saliendo con él—. Ambos se miraron. —Tai, sabes… tengo una duda—. Mimí dejo su vaso en la mesa y lo miró. – ¿crees que después de pasar cuatro años y vivir lejos de una persona, se pueda olvidar? ¿Crees que la distancia pueda hacer olvidar el amor más profundo?—. Las palabras de Mimi llegaron al corazón de Tai. Supo enseguida a lo que se venia, ella había venido a preguntarle por eso, por los sentimientos de Matt.

— ¿Aún lo quieres?— Mimi no pudo auricular palabra. Tai se levantó y se acercó a ella. –No puedo creerlo ¿Aún lo quieres después de todo este tiempo?, ¿Después de que tienes a muchos chicos detrás de ti?— ella no pudo aguantar las lagrimas y se tapó la cara para ocultar su tristeza y vergüenza, pero era inútil, aun en esa posición ya había quedado al descubierto frente a su amigo. Tai la observó sin emitir palabra, cualquier cosa que digiera podía ocasionarle más dolor al corazón de la chica. Sin saber que hacer se acercó a ella y la abrazó, en tal posición que la cara de la chica quedo sobre su hombro.

—Si tienes que llorar hazlo, si con eso puedes quitarte todo ese dolor aceptare gustoso de ser tu paño de lagrimas— ella asintió antes las toscas, pero dulces, palabras de su amigo y correspondió a su abrazo.

Aquella mañana quedaría grabada en su mente, cuando Mimí fue a su departamento para buscar un amigo con quien desahogarse. Pero no solo por eso la recordaría, sino por aquel abrazó tierno que había dado a la chica. Los recuerdos de su tierno e infantil cortejo con Sora no se comparaban a lo de ahora.

Se apoyó en el respaldo de la cama y observo las cortinas que se movían con el viento. Suspiró y siguió perdido en sus pensamientos. Los sentimientos de Mimí no habían cambiado a pesar de los siete años de ausencia, eso lo hizo meditar en sus propios sentimientos, los que tenía por Sora. Cerró los ojos y recordó aquella ocasión cuando trajeron a los digimon al mundo humano para navidad. Sería la primera navidad que pasaran con sus amigos y era hermoso, pero él quería algo más. Tenía listo él regaló que le daría a Sora para pedirle que saliera con él.

Ese día Matt daría un concierto, sabía que podría encontrarla porque había mandado una nota para juntarse con ella, pero en vez de ir por la nota, ella había asistido para poder encontrarse con Matt y decirle lo que sentía. Eso realmente lo lastimó, pero no podía hacer nada más que darle ánimos. Incluso Agumon le dijo que había madurado. Sonrió irónicamente. Citar a la chica que amaba para darle ánimos y que se fuera con otro. No podía recriminárselo, no podía obligarla a estar con él cuando nunca le dijo exactamente lo que sentía.

Mimí como se sentía, igual que él o peor. Él había influenciado a Sora para que se le declarase a Matt, pero él no sabía que Matt estaba con Mimí.

Un pensamiento horrible se cruzó por su cabeza. Acaso Mimí había ido a su casa a recriminarle que él hubiese influenciado en sora. Se levantó de un saltó y negó con la cabeza. Si era así, tenía todo el derecho de decirle lo que quisiera. La posibilidad de venganza por parte de Mimí se desvaneció rápidamente. Ya habían pasado siete años, no podía ella querer querellarse ahora. Suspiró y volvió a acostarse. Se tapó con la sabana y cerró los ojos, al otro día era su cumpleaños y para colmo tenía un importante examen. –"Quelindoregalodecumpleaños"

Sus días en Japón estaban contados. Solo tenía una semana para quedarse y disfrutar con sus amigos, pero todos estaban ocupados y la semana se le había hecho eterna. Tai era el que mas estaba en casa, pero ocupaba su tiempo estudiando. Esa era a semana crucial de todos los jóvenes de Tokio, porque con los resultados de esos exámenes ellos podrían postular a las universidades y ver si quedaban. Tai estaba postulando a dos universidades importantes y él esfuerzo que había puesto era de admiración. Si él estaba feliz con eso, ella lo apoyaría. Se sonrojó por sus pensamientos, un sentimiento de duda creció en su pecho al pensar en aquel apuesto chico. Su teléfono celular sonó. Se incorporó de la cama y lo miró. Observó la pantalla y una mueca se formó en su rostro, con quien menos quería hablar pero no podía rechazarla. Contestó y habló.

— ¿Si? Sora—. No le gustaba escuchar mucho su voz. Algo de rechazo había surgido dentro de su corazón desde ese día hace cuatro años, cuando Matt la llamó para decirle sobre su rompimiento y su noviazgo con Sora.

Mimi,¿estarásocupadaestanoche? preguntó la joven.

Dudo un poco. –No. ¿Por qué?—

HoyeselcumpleañosdeTai,vamosahacerunafiestaensucasa.¿Porquénovienes?

—Bien—. Fue una conversaron breve y simple. No podía entender como Tai podía invitarlo a los dos y no sentir nada. Quizás ella era demasiado diferente y rencorosa. ¿Seria acaso ese su problema?

La fiesta fue sorpresa.

Cuando Tai llegó de su examen, todos los chicos lo estaban esperándolo. Kari había puesto las llaves y los demás su presencia.

Todo fue muy tranquilo, se dedicaron a conversar, tomar y bailar. Aunque Tai estaba muy contento porque le había ido muy bien en los exámenes y lo único que quería era celebrar. Fue él que mas pidió cerveza y comida. Aunque todo fue muy improvisado la fiesta fue un éxito, Tai pedía cervezas para celebrar y Matt lo acompañaba. Ella reía al verlos a los dos juntos pero no podía evitar sentirse miserable por ser tan rencorosa.

Al final todos se fueron y sólo quedaron Kari y Mimi. Tai dormía tranquilamente en uno de los sofás.

—Sería bueno que nos retiráramos Kari, ya es muy tarde—. La pequeña asintió. Las dos caminaron hasta el ascensor. – ¿Cómo te irás a tu casa?

—No te preocupes mi padre dijo que me recogería, además TK. Esta esperándome abajo—. Mimi sonrió sarcásticamente. —no te burles. ¿Y tú?

—Pediré un taxi— respondió Mimi.

— ¿Quieres que te acompañemos a tú casa?—. Se ofreció amablemente la joven.

—No, estoy bien. Llamare a un taxi—. Mimi comenzó a buscar su celular en su cartera, mientras el ascensor llegaba y abría las puertas. –Creo que se me quedo en el departamento, olvide guardarlo cuando llamamos a Davis y los demás.

— ¿Te acompaño?

—No es necesario. — Dijo Mimí —Se donde esta—. Kari tomó las llaves del departamento de su hermano y se las entregó a la chica.

—Toma. Así no lo despertaras. Ya que se pone muy cargante—. Mimi sonrió por las palabras de la chica. Kari se subió al ascensor y ella esperó a que las puertas de este se cerraran, para irse.

Caminó hasta la puerta del departamento mientras sonreía agriamente. Le había mentido a la simpática joven, su celular estaba en su bolso.

Se hubiese ido con Kari si ella le hubiese dicho que se iría sola, pero T.K. la esperaba abajo y con él, su hermano y su novia.

No quería volver a encontrarse con aquella pareja. La sola idea la ponía nerviosa. Entró en el departamento del chico y se apoyó en la puerta. Tenía más confianza en quedarse con Tai que irse con Sora y Matt. Sintió los pasos de alguien que se dirigía hasta el recibidor.

— ¿Qué haces Mimí?— la voz de Tai la sorprendió.

—Estaba esperando a que… olvide mi celular –Cambió rápido de idea – ¿te molesta que haya entrado sin avisar?

—No, pero es tarde. Me preocupa cómo te irás a casa—.

—No te preocupes por eso. Pediré un taxi— Ella puso la mano en la perilla y comenzó a girarla.

—No tienes que irte, puedes quedarte a dormir aquí, en mi cama— tragó saliva con dificultad. Había escuchado mal o el indecente de Tai le había dicho que se fuera a acostar con él. –"Quizásteníaunfutón.¿Peroqueestabapensando?Sivivíasolo,unhombre".

—Creo que será mejor que me vaya—. Dijo rápidamente, pero él le afirmó la mano.

—Mimi. ¿Aún estas enamorada de Matt? ¿Verdad?— ella se detuvo y lo miró.

—No quiero hablar de eso—. Ese tema siempre la entristecía.

—Pero yo sí. Quiero ofrecerte un trato.

— ¿Tai estas bien? Se que estas pasado de copas y no creo que razones bien.

—Sí, estoy bien, y si no tuviera alcohol en mi cuerpo nunca me dignaría a decirte esto—. Mimi puso atención a sus palabras. –Te ayudare a olvidarte de Matt y tú me ayudaras a olvidarme de Sora.

— ¿Cómo?

—Yo seré la persona que reemplace a Matt. ¿Aceptas?— Mimi lo miró sin comprender sus palabras. – ¿Qué me dices?

Continuara…