Ahhhhh! Me lleva...
Ya se que tengo 15 ficts pendientes por continuar (si, los tengo bien contados), y que en vez de traerles esta nueva historia, yo debería traerles la continuación de todos... pero es que por segundo año consecutivo, el trabajo no me da chance de continuar nada! Se los juro, de verdad u.u
Pero, la buena noticia es que ya mañana es navidad! Y como regalo, les traigo este nuevo fict, que espero que les guste y pues a ver que les parece... jajaja xD
Pero bueno, ya ke lo lean, me dejan un review con sus comentarios, ¿vale? xD yo por mi parte, les quiero desear a todos una muy feliz navidad, y a ver qué otro regalo les traigo para año nuevo jajaja, pasenlo bien, y cenen bien!
Con cariño, Yusha!
Disclamer: Ninguno de los personajes usados para este fict me pertenecen, todos son de Masashi Kishimoto, y yo no tengo regalías por mis geniales historias (tengo ego, no me culpen xD).
La chica y el ciervo
Él siempre la había mirado.
Prácticamente desde que él era todavía un diminuto cervatillo, casi casi recién nacido… y tanto para él como para toda la manada, ignorarla era prácticamente algo imposible…
Después de todo, la chica rubia de brillantes ojos verdes de la que él se creía enamorado, iba día tras día, a veces incluso por las noches a ese descampado, a llevarles siempre algo de comer…
-Vengan, no voy a hacerles daño – les pedía tranquilamente ella en silencio, pero transmitiéndoles aquellas palabras con una dulce mirada…
Y él, ese joven ciervo enamorado, aún bajo la estricta y reprochante mirada de los más ancianos, siempre era el primero que la distancia entre ellos había acortado, comiendo incluso directamente de aquellas suaves y tersas manos…
-Despacio, despacio… - la escuchaba entonces susurrar, y el ciervo, aún más emocionado, se olvidaba entonces de los sagrados alimentos, y le lengüeteaba ansiosamente sus manos, haciéndola reír… - basta, basta, que se me ha caído ya la comida… - le decía con voz divertida y entre risas… y él, que se detenía al no tener más escusa para mantener aquel cálido contacto con su amada, entonces la miraba a la cara, queriendo sonreírle…
Pero él era un ciervo y no tenía una boca tan fina como la de ella, y aunque él trataba y trataba, ella no podía verlo sonreír…
-¡Temari…Temari! – se escuchó de pronto y a lo lejos una voz, y la chica rubia de ojos verdes, dándole la espalda a ese ser que tanto la amaba, respondió rápidamente al llamado…
-¡Espera, ya voy!- dijo ella, alzando un poco la voz, aunque cerrando inmediatamente los ojos y dibujando en su rostro una mueca, al darse cuenta que los ciervos y cervatillos salieron corriendo alborotados ante su grito… - Maldición…- murmuró la chica, chasqueando entonces la lengua y negando su actitud imprudente con un movimiento de su cabeza, echando entonces a andar hacia donde aquella persona que la esperaba, sin siquiera molestarse en mirar de nueva cuenta atrás…
Y aquel joven ciervo enamorado, que a pesar de escucharla hablar con un tono de voz un poco más elevado no se había movido de su lado, dando un par de pasos hacia ella, casi como siguiéndola, queriendo pedirle que se quedara a su lado, queriendo pedirle que no se marchara, queriendo decirle lo mucho que la amaba… y sin embargo, al mirarla abrazar con todas sus fuerzas a la persona que le había estado llamando, como cada día el ciervo se detuvo, recordándose a sí mismo que ella nunca se daría cuenta de cuanto era que la quería, y deseando como cada día el poder convertirse en humano, sin darse cuenta que en el firmamento, una solitaria estrella surcaba fugazmente el cielo…
