Capítulo I:

El mundo que no debió ser

El ocaso de la tarde cubría con sus rayos tenues y tranquilos las cinco tumbas puestas en una línea horizontal. Y a lo lejos como una sombra que se acerca con silencio, emulando una velocidad que pudiera competir con el mismo Hermes, pero aterrizando suavemente en aquel pasto delicado y corto, cuidando de no dañar ninguna planta que pudiera ser doblada.

Y mientras sus cascos hacían un eco sordo que rebotaba en todas las direcciones un silencio fúnebre predominaba en todo el campo santo. A lo lejos pero a la vez cerca unas alas revoloteaban suavemente mientras sus garras se enterraban en la tierra fresca y fértil pero a la vez olvidada por el paso de un tiempo indeterminable.

Quien sabía realmente cuando fue la última vez que algún jardinero podó este sitio, pero aun en ese descuido imperdonable un par de tumbas permanecían limpias y pulidas y decoradas con detalles de mármol y una estatua al fondo con cinco ponis cada una en una posición que exaltaba cada una de las virtudes que en vida tuvieron.

Pero ya nadie recordaba realmente quienes fueron, nadie sabía con exactitud quienes fueron, con excepción de unos cuantos que sabían leyendas superfluas y llenas de incoherencias sobre "Las guardianas de la armonía" pero aun más extraño eran los que sabía la verdad de la princesa de Equestria. Todos pensaban que siempre fue así. Que ella siempre había estado allí y nunca nadie había tenido la sospecha de que la sombra que ahora miraba nostálgicamente las tumbas, alguna vez fue un unicornio normal justo como cualquier otra. Y sin embargo aquella alicornio purpura y con cutie mark de estrella chispeante se veía tan agotada, tan decaída, tan acabada y envidaba de cierta manera a las que fueran sus amigas en otros tiempos.

-¿Cuánto tiempo ha pasado?

-Pareciera ayer ¿no?

-Sí. En ese entonces todo parecía ir tan despacio- La unicornio purpura soltó un largo y melancólico suspiro mientras su mente lentamente se aclaraba- Ahora parece ir más rápido y jamás detenerse. Es como si fuéramos engranajes de una gran maquinaria elabora de forma meticulosa en la cual la mas mínima equivocación pudiera haberla acabado aun antes siquiera de empezar a andar. En la cual a cada engranaje oxidado fuera sustituido con una precisión que es casi aterradora pero a la vez… ¡Esplendida! Quizás eso sea la vida, una maquina perpetua.

-A excepción de que nosotros nunca nos oxidamos

-Creí que el sarcástico era yo

-¡Oh! vamos Spike, una broma de vez en cuando no afecta a nadie.

-Tampoco una fiesta ¿Verdad Pinkie?- el dragón giro a su izquierda con una sonrisa inocente y miró, por una fracción de eternidad que no duró más, la figura de aquella poni hiperactiva, rosada pero confiable, se desvaneció como un hola que acaba en un adiós. Entonces agachó su cabeza y se disculpo ante la princesa de una forma como si hubiera cometido la peor atrocidad del mundo.

-Está bien. Yo también la extraño. A ella, a Applejack, Fluttershy, Rainbow Dash y a Rarity- El dragón sonrió ligeramente. Pero Twilight apenas lo notó y solo respondió con una efímera sonrisa- A mi hermano, y a ella

-Es gracioso no. Quiero decir. No. Nada olvídalo

-¿Qué?

-Nada. Solo vamos a hacer esto y ya ¿está bien?

-Sí.

Ambos dejaron unas hermosas flores que brillaban como diamantes que reflejaban el sol en cada instante que este les bañaba, aun cuando el astro rey estuviera decayendo al fondo de ellos. Se quedaron en silencio un momento y luego Twi miro la leyenda puesta debajo de ella "Que arda por siempre la llama de la amistad. Y que su calor haga la magia para que perdure en la eternidad" la princesa miró al dragón tranquilamente y ella suavemente mencionó

-Por favor- El dragón asintió tranquilamente. Tomo las flores viejas y podridas, las colocó frente a su hocico y sopló un fuego frío azul el cual las incineró de una forma que pareciesen renacer nuevamente. Entonces las cenizas cayeron lentamente en forma de un baile espectral al suelo donde Twi con una magia elemental hizo que renacieran como una rosa escarlata y transparente justo en medio de las tumbas.

-Es hermosa

-¿Cuánto durará?

-Lo que tenga que durar

-No hablo de eso- La princesa vuelve a la realidad y se da una media vuelta dándole la espalda a Spike.

- No lo sé. Solo espero que esta vez perdure. Vámonos

-Por supuesto. Mmmm. ¿Puedes? O ¿Te llevo?

-No, estoy. ¡Ey! Que haces

-Solo cállate- La eleva a su lomo y ella se recuesta tranquilamente en su espalda cálida y segura. Un lugar confortable donde ella se siente a salvo, donde ella puede llorar amargamente un buen rato. Donde la culpa le puede consumir todo lo que ella cree merecer.

-¿Camino largo?

-Por favor-

Agita sus alas un momento y el aire que despide quita las hojas secas que cubren las tumbas olvidadas, algunas más que otras, y en medio de ahí, unas tumbas se relevan. El busto de Sunset Shimer aparece ante ellos y el de una grifo a su lado que miran perpetuamente al horizonte y observan como los visitantes se van perdiendo en el horizonte consumidos por un, ahora, anaranjado sol.