Estimanodos Lectores:
Este es un nuevo fanfic que comencé a dibujar realmente, pero no me acomodé sin tener un gúion fijo, asi que ahora lo escribo y luego lo dibujo.
Y como he mecionado antes: sé que los personajes no son mios, sino de su creador (Pendlenton Ward y Natahasha Alegri) y sus colaboradores

Mencionado esto, espero les guste.

Ice Cream Princess.
Capitulo 1. Cartas.

En la tierra de Aaa, el Dulce Reino vivía en paz, en una mañana de invierno. Fionna y Marshall Lee habían ya declarado su amor. Más un príncipe, derrotado ante la noticia veía por su ventana como estos eran una feliz pareja:

-Fionna… te he perdido- suspirante y melancólico el o podía creer que había perdido a la persona que había amado e secreto durante un largo tiempo. Y una lágrima escapaba de sus ojos: -Quizá pude haberte hecho la reina que yo deseaba, pero mi deber pudo antes que mi corazón, y ahora sufro por no tenerte- sus pensamientos le invadían y los celos le carcomían en lo mas profundo de su ser.

Pero a la distancia, una nube blanca acechaba cercas del feliz y colorido castillo: -Será muy fácil robar al Dulce Príncipe- tramando su malvado plan, la Reina Helada se acercaba lentamente, pero se paralizó al centrar su mirada a la ventana -¿Huh?- vio al joven de cabellos rosados con lagrimas en los ojos, luego la escena de aquel singular par besándose bajo una arboleda –Pero… creí que Fionna, era novia del príncipe- entonces ce acerco en forma de nube a la ventana y escucho los lamentos del joven:

-Es que, me siento tan solo en este castillo, con tantos súbditos y sin una princesa; y la única que m podía complementar, es demasiado joven, y fui tan torpe que ahora que ya es mayor, ahora es demasiado tarde….- golpeo la puerta con ira y resignación, se dio la vuelta y salió de la habitación. La dama de azul, solo se quedo pensativa un instante y luego cerró los ojos, una lágrima corrió sus mejillas y se dirigió a casa, ahí en el Reino Helado.

La noche había caído sobre ambos reinos y mientras era cepillada por Guntherina: -Es que te digo que lo vi tan mal, era pues, no sé, me dio tristeza- ella estaba contando su día –Es que m recordó a alguien- ella se miró al espejo, y con un gesto de desanimo, se dirigió a su cama, se cubrió y finalmente estaba quedándose dormida; cuando la fugaz idea cruzó por su mente, entonces de un golpe se levantó -¡Una carta!- Guntherina se despertó asustada, la mujer levantó al pingüino –¡Tienes razón, si le escribo una carta, el sabrá que alguien si lo ama!- Abrazó al pingüino y le dio un beso; luego bajó las escaleras y corrió a su habitación del pasado, -Era muy buena escribiendo poemas en el pasado, debo tener algo meloso y cursi para ofrecer al príncipe- tomó una vieja libreta, volvió a escribir en otra hoja lo que la libreta decía:

"Hola. Quizás tú no conozcas mi existencia
pero yo estoy fascinada con la tuya.
Cada mañana despierto con anhelos
pensando en que estarás haciendo
y cada noche duermo con el deseo
de encontrarnos un día y regalarte un beso.
Pues desde aquel instante que cruzamos la mirada
sabía que mi corazón te pertenece a ti.
No paro de imaginarnos juntos
de estar a tu lado cuando el rojo atardecer nos cubra
y ver reflejado en tus ojos, el brillo de las estrellas
y que seas tú, mi pasión
Sinceramente. Tu amante en silencio."

Y con este escrito, perfumó la hoja y le dobló cuidadosamente hasta formar un avión de papel.

A la mañana siguiente, voló hasta donde los jardines del príncipe, el cual siempre daba su paseo matutino con algunos de sus súbditos:

-Entonces Canelita, si contienes la respiración mucho tiempo podrías lastimarte- él estaba hablando con la señorita Pan de Canela; la dama de azul se escondía detrás de un árbol, y mientras estaban de espaldas, ella lanzó el avioncito que terminó alojándose en la cabeza de aquel pan.

-Tiro perfecto- susurro mientras veía a distancia

-¿Oh? ¿Que es esto?- miró la cabeza del pan a su lado y tomó el extraño objeto de papel, le desdobló y finalmente leyó su contenido. Un súbito sonrojar se apodero de sus mejillas y una sonrisa acompañada a este –Canelita ¿Tu escribiste esto?- se dirigió a la señorita pan, pero ella solo le miro con su sin igual mirada perdida, entonces levantó los brazos y grito a todo volumen: -¡Mi destino es el aire!- y corrió entre los jardines haciendo sonidos extraños –¡Muuuuu puedo volar! Muuu, muuu-

-Ese es el sonido de una vaca- no entendía lo que había ocurrido con aquel pan, más no era quien escribió la carta, intuyó. Devolvió la mirada al trozo de papel y con una sonrisa embelesada por el sentimiento, esa misma noche; tomó una pluma y contestó a la misma amante misteriosa:

Para una hermosa señorita
que tiene un corazón tan puro
que me ha cautivado con su escrito
ahora me siento culpable
y deseo conocer a mi amante.
No tenia ida que alguien pudiera
escribir tan hermosas palabras
y solo dirigirlas a alguien como yo.
Espero y puedas venir al festival de primavera
pues deseo conocer a la hermosa dama
que me ha dejado sin aliento…
Con cariño. Príncipe Gumball.

La mañana siguiente, el joven príncipe dio un vistazo a la carta de la misteriosa mujer; luego tomó la suya y se dirigió nuevamente al jardín, colocó la carta entre los rosales, con esperanza que la misma mujer que envió la carta el día pasado, fuera la que lo recogiese: -Espero en verdad que pueda venir-

En el cielo, solo observando entre los pueblerinos del Dulce Reino, miró de rojo como el príncipe había dejado algo en sus jardines. Con curiosidad, se dirigió ahí y volvió a esconderse detrás de los arboles, esperó hasta que el príncipe diera algunos pasos, y luego con rapidez, tomó el trozo de papel y se escondió nuevamente entre los arboles, él había sentido como una brisa le soplo por la espalda y luego miró en dirección a sus rosales, alguien había ya tomado la carta.

-Que no vea, que no me vea- sonrojada se repetía en la mente, sus piernas temblaban y sudaba mas frio de lo normal; pero el príncipe se sonrojo y sonrió:

-¡Espero puedas asistir al festival princesa!- luego se fue caminando hacia el castillo.

La noche ahora en el frio reino de hielo, una eufórica reina abrazaba a todos los pingüinos con fuerza y emoción: -¡Guntherina! ¡Él me escribió! ¡Cree que soy hermosa! ¡Y quiere que vaya a verlo en el…- pero justo antes de terminar la siguiente palabra, se quedo paralizada, soltó a sus pingüinos y se sentó decepcionada en una esquina –El festival de primavera- entre lagrimas -Soy… soy… -se miró al espejo y se entregó al llanto –¡Mi amor es imposible!- entonces sus pequeños súbditos palmípedos notaron la enorme tristeza de su ama.

El festival sería la próxima noche y la Reina Helada estaba desolada ante la idea que si se presentaba como ella ante el príncipe, este huiría.

Continuara...