Este fic participa en el minirreto de noviembre para El Torneo de los Tres Magos del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Disclaimer: Los personajes, personalidades y lugares son propiedad de la gran J.K. Rowling, esta pequeña narrativa es de mi autoría para mi disfrute personal y el de algún que otro lector.
Resumen: "Harry sonrió; gracias a Luna, aquellas horribles chapas que deformaban su rostro en una fea masa verde, ya no le parecían tan malas".
"Perspectiva"
No había tenido tantas ganas de golpearlo en el año hasta ese mismo momento. Malfoy se había convertido, desde que su nombre saliera en el cáliz, en uno de los incordios más grandes de su vida escolar; ¡incluso más que en años anteriores!
Aunque debía agradecerle que al menos mitigaba la preocupación de morir durante alguna de las pruebas.
Y es que sus intentos de burla, pese a que se veía que ponía esfuerzo, solo conseguían arrancar las risas de su fiel sequito de lamebotas de Slytherin. Desde hace ya tiempo los miembros de Hufflepuff que le rehuían como si fuera portador de alguna enfermedad mágica y horrible, habían dejado de reírse con las tontas bromas del heredero de los Malfoy.
Todo era un pésimo chiste.
Su no deseada participación en el torneo, las estúpidas discusiones con Ron y la lejanía por parte de Hermione, asi como sus soporíferos sermones para hacer las pases con su amigo; todo aquello lo traía loco de remate, pero sin duda alguna la gota que derramaba el vaso eran las bromas y burlas molestas por parte de Malfoy. A veces tenia ganas de poner en practica los consejos de los gemelos. Hasta ese punto había llegado.
En eso se hallaba pensando cuando se encontró con Luna Lovewood al caminar por uno de los desiertos corredores del castillo.
En un comienzo, planeó sólo saludarla y retirarse a su habitación; Luna era una buena amiga, amable y hasta cierto punto extravagante chica con la que había entablados curiosas conversaciones, pero ahora no tenía ánimos para una de sus extrañas charlas sobre creaturas mágicas no descubiertas.
Estaba por simplemente saludarla y pasar de largo cuando algo llamó su atención. Luna sostenía en sus manos una de las muchas chapas que Malfoy había repartido a todo lo largo del colegio. Esas mismas chapas que al voltearlas, apretarlas o fuera Merlín saber qué cosas más, convertían su cara en una masa verde y soltaban un ruido similar a una flatulencia.
La idea de ignorarla y retirarse le pareció atractiva en ese momento.
─Es curioso, ¿no? ─preguntó Luna sacándolo de su ensoñación. ─Pueden no agradarte del todo, pero a mí me parecen graciosas.
Harry la observó dudoso, pensando seriamente si su amiga comprendía la razón de esas horribles chapas.
─Mi madre trabajó haciendo pociones ─continuó ella apretando la chapa entre sus dedos y sonriendo al ver como la cara dibujada de Harry se pintaba de verde. ─Solía ayudarla y siempre terminaba con alguna masa verde y espesa que hacia sonidos extraños. Era muy divertido.
Él sabía que la madre de Luna había fallecido hace mucho tiempo.
─No me parecen tan malas ─Luna dio la vuelta y comenzó a caminar por el corredor. ─Me recuerdan a ella.
Harry la observó partir sin decir una palabra más. Luna era una chica sumamente impresionante.
Sonrió, aquellas horribles chapas que deformaban su rostro en una fea masa verde, ya no le parecían tan malas.
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