Disclaimer: Esta historia es una traducción de Aurette, The Occluded Soul. Los personajes de universo Harry Potter son de J.K. Rowling. Nada me pertenece ni me beneficia, me limito a traducir y a disfrutar con esta fantástica historia.
Hola a todos! Os traigo uno de los fic que más me han enganchado, intrigado y enamorado de esta pareja. La magnífica Aurette me ha autorizado su traducción. A ver qué os parece, si os entusiasma tanto como a mi.
CAPÍTULO 1: AFERRARSE A LAS BRIZNAS Y A LOS PALOS
El Profesor Snape levantó la cabeza del trabajo que estaba corrigiendo y se quedó inmovil. Lo que le había sobresaltado no se repitió, ni se manifestó de otro modo. Por lo que tras un momento de escuchar el silencio del castillo a medianoche, volvió a su corrección.
Lo más probable es que no fuese nada, pero todos su sentidos estaban alerta. Dumbledore había abandonado el castillo con el mocoso de Potter hacía unas horas, y Snape no necesitaba que su bello se erizase para saber que algo terrible se avecinaba. Incluso Dumbledore lo había sentido y le había avisado. Los otros miembros del personal estaban patrullando los pasillos, además de dos miembros de la Orden. Snape permaneció en sus habitaciones. No estaba seguro de qué Snape debía abandonarlas, el profesor o el mortífago. Desde luego, ninguno de sus otros personajes cuidadosamente construidos eran necesarios esa noche, así que mantuvo sus escudos de oclumancia alzados y su espíritu entre los dos papeles.
Estaba corrigiendo un trabajo interesante al menos.
Estaba en medio de un tedioso ensayo de Granger sobre los usos y defensa de la Magia del Alma. La chica iba por el buen camino, pero como siempre, se había perdido en las minucias y olvidado los matices. La chica era realmente brillante y, llegado el momento, podría marcar una diferencia con el resto del mundo mágico, no es que el fuese a decírselo en ningún momento, pero ella podía ser verdaderamente una cabezota de la manera más frustrante.
El profesor la calificó con dureza, pero le dejó una serie de pistas para que avanzase en su investigación a modo de comentarios despectivos, porque le divertía hacerlo.
El mortífago, merodeando al borde de su mente, se burló porque sabía que ella nunca tendría la oportunidad de cambiar. Ella también sería destruida, y nunca utilizaría sus conocimientos. Sería un desperdicio de talento, pero esconder pistas en su investigación era una tontería y una debilidad para ignorar lo inevitable.
Snape se estremeció y empujó al mortífago hacía su caja, pero manteniendo la tapa abierta. Años de práctica le permitían hacer malabarismos con sus personajes -una habilidad necesaria para sobrevivir en su papel como agente doble- pero incluso tantos años después, le hacía que no se sintiese cómodo con sí mismo.
Su yo mortífago construido con impulsos que tenía la gente normal y que se negaban a aceptar y tenían profundamente enterrados, se había vuelto más fuerte y adictivo en los últimos años. Siempre existía la tentación de abrazarlo, para permitirse descansar. Pero era lo suficientemente sabio como para saber que sólo la locura y la ruina le esperaban en ese camino. Sólo una vez en la vida se había dejado llevar por su lado más oscuro y había pasado el resto de su vida tratando de enmendarlo.
Era igualmente tentado cerrar esa caja para siempre. Erradicar todos esos pensamientos violentos y mezquinos de una vez por todas. Pero eso también le conducía a la ruina. Lo necesitaba para sobrevivir cinco minutos bajo el escrutinio del Señor Tenebroso. Lo necesitaba para defenderse del acoso constante e interminable de las ambiciones de los otros mortífagos. Todos sus instintos de protección estaban ligados a su lado más oscuro. Si los perdía lo más probable es que acabase en San Mungo al lado de Lockhart.
Un grito en el pasillo hizo que levantase la cabeza. Con la varita en la mano rodeó el escritorio, su puerta se abrió de golpe y Filius entró corriendo, moviendo sus cortas piernas.
"Severus! Mortífagos! Hay mortífagos en la escuela! Debes venir, están luchando por todas partes!"
Severus cerró sus ojos por un momento. Cuando lo abrió de nuevo Filius retrocedió ante lo que vio. Los ojos del diminuto profesor se pusieron en blanco cuando un Stupefy le golpeó. Snape hizo una mueca cuando el hombre se dio un fuerte golpe contra el suelo. Se sacudió para alejar el impulso de comprobar si su compañero de trabajo estaba herido y escondió al simple profesor en lo profundo de su caja. Se puso la capa y salió corriendo de la habitación. Vio a dos estudiantes merodeando cerca de su puerta.
Lovegood y Granger le miraron con sorpresa y... preocupación. La preocupación se le retorció como un cuchillo en el estómago.
"El Profesor Flitwick se ha desmayado. Quiero que las dos cuiden de él. Permanezcan con él. La escuela está en peligro y debo ir a ver"
La chica Lovegood se giró inmediatamente y fue por su Jefe de Casa. Granger le miró con sus enormes ojos marrones y levantó una mano temblorosa hacia él.
"Tenga cuidado, señor", dijo.
Se alejó de la mano que le tendía sin contestar y salió corriendo.
Cruzó el castillo, ignorando a todo el mundo hasta que vio a Gibbon. Le agarró del brazo y le gritó: "Donde?". Gibbon le señaló la dirección y se alejó. Snape corrió hacia la Torre de Astronomía, atravesó varios combates y subió las escaleras. Se paró un momento y escuchó las voces de Amycus y Alecto metiendo prisa a Draco para que lo hiciese.
Había llegado.
Cerró la tapa de sus pensamientos e impulsos que podrían arruinar todo para abrazar completamente al mortífago. Empujó la caja en los confines de su psique y abrió la puerta.
La Marca Tenebrosa flotaba en el cielo como la vela rota de un barco fantasmal iluminando un cuadro. Dumbledore estaba desarmado, a merced de cuatro mortífagos y de su ahijado. El lado crítico de su mente evaluó la situación de su maestro y vio que su tiempo era limitado. Pasó junto a Draco, empujando al chico de forma ruda fuera de su camino.
"Tenemos un problema, Snape", dijo Amicus.
Snape le ignoró. Sólo tenía ojos para el estado decaído de Dumbledore contra la pared junto a dos escobas, que le miraba con esperanza.
"Severus..."*
La ira de Snape y el sentimiento de traición crecieron. Se hincharon y le envolvieron. Ese hombre, que el había amado como un padre, le pedía eso a él... El mortífago se burló. Eso es lo que te da el amor.
"Severus... por favor"*
El odio se deslizó de sus ataduras.
"Avada kedabra"*
El tiempo pareció detenerse. Snape miró paralizado, como hechizado el modo en que la luz se desvaneció de los ojos de Dumbledore y su cuerpo fue lanzado hacia atrás, al borde de la pared. Un profundo dolor, una equivocación, se extendió desde su pecho hacia el resto de su cuerpo llegando hasta la punta de sus extremidades.
El tiempo se detuvo. El cuerpo de Dumbledore se quedó suspendido en el aire como un rugido, un lamento, un sonido de algo roto bloqueó todo alrededor de Snape. Un dolor como ningún otro quemó sus huesos. El miedo le desgarró. Un terror primario le sobrepasó. La imágenes le asaltaron.
Fue entonces cuando lo entendió. Se vio oscuro y lleno de poder, gobernando al lado de Señor Tenebroso. Se vio a sí mismo paralizado por el miedo, sobrepasado por no poder hacer llegar su mensaje al chico, como la serpiente asesina del Señor Tenebroso flotaba en su jaula. Vio los cuerpos de los estudiantes nacidos de Muggles yaciendo en un montón, sabiendo que el había ordenado sus muertes. Vio al último de los Merodeadores, Lupin, y su futura esposa muertos en el suelo de la escuela, sabiendo que tenían un hijo nunca verían de nuevo. Miró con los ojos apagados y muertos a su Sabe-lo-todo favorita y se deleitó con la certeza de que nunca descubriría los secretos de la Magia del Alma. Oyó la voz de Albus reprendiéndolo suavemente: "Sólo tu sabes si dañará tu alma..."
Magia del Alma. Ese era el dolor. Ese era el miedo. Había cometido un terrible error. Tendría que haberlo hecho por amor, en lugar de eso bloqueó cualquier sentimiento de cariño para ser capaz de hacerlo.
Como si el entendimiento le hiciese regresar al presente, vio el cuerpo de Dumbledore caer. Se introdujo en los recovecos de su mente y rebuscó frenéticamente en la oscuridad de su caja mientras el dolor lo atravesó. Arañó la tapa de la caja mientras su alma comenzaba a arder. No podía encontrar amor. Gimió mientras lo buscaba en su mente. El dolor era insoportable, gritó y perdió el control de todas sus cajas -sus emociones y sentimientos cuidadosamente etiquetados y preservados en sus necesarios apartados. Su visión se nubló y supo que se enfrentaba a dos posibles futuros. Uno, morir por un fracaso de la Luz- se vio aceptando ese destino. Se veía agarrando a Draco y huyendo del castillo. El otro futuro era abrazar la Oscuridad y burlarse de la muerte- también se vio aceptando ese destino. Se vio buscando al propietario de la segunda escoba, capturando al chico que había jurado proteger. Sintió cómo su alma se desgarraba y se aferraba a cualquier cosa que le diese una tercera opción. Ya no era capaz de ver nada en absoluto.
"Oh, Albus, ¿qué he hecho? Lo he hecho mal!"
Severus Snape se vio a sí mismo descender a la oscuridad y se aferró a algo brillante, briznas rotas de luz se extendieron a su alrededor, buscando la más mínima gota de amor. Una imagen de Granger, levantando su mano temblorosa, flotaba entorno a su mente que trabajaba salvajemente rápido. Por un momento sintió una oleada de esperanza y resolución. Se estiró para agarrar su mano, mientras su mente se rompió con un crujido ensordecedor, se deslizó en la oscuridad aferrándose a las briznas ardientes.
Cinco años después...
"Y el siguientes de nuestra lista es el Hombre Milagro. Ahora, el es un caso interesante. Le conservamos en buena forma física y las luces se encuentran encendidas, pero no está en casa, ya sabes lo que quiero decir. Sigue las órdenes, así que es fácil hacerle pasar los ejercicios, pero no para hasta que se lo digas. Recuerda eso. Es posible que quieras tomar nota. El necesita que le digan que pare y lo hará. Es verdaderamente triste, es casi un zombi. Hola, Mike! Pesé que estabas de noche".
"De mañana, Jen. Es todavía de noche para mi ¿Quién es esa?"
"Mike, te presento a Meg. Meg, este es Mike. Es uno de nuestros auxiliares. Meg es la nueva Psico de nuestro equipo. Lo que quiere decir que pronto podrás tener unas vacaciones. Ella está haciendo el seguimiento conmigo hoy".
"Encantada de conocerte, querida Si necesitas que te eche una mano, dame una voz"
"Gracias. Mike ¿verdad?", Meg estrechó la mano de hombre joven y sonrió.
"De acuerdo. Así que ¿cuál es vuestra próxima víctima?"
"Sé amable. Estoy a punto de presentarle a Meg al Hombre Milagro"
"Oh, ho! Le gustarás. No da mucha conversación, pero es fácil trabajar con él. Iba a ir para que tomase su baño"
"¿No deberías irte a casa? Annie está a cargo de la mañana y pareces reventado".
"Quería que Hombre Milagro y Bob el Salpicado hiciesen algo antes de irme. Las cosas estuvieron algo revueltas anoche y me retrasé"
"Bueno, vamos a ver al Hombre Milagro. Deberías irte a casa, le haremos saber a Annie que necesita un baño cuando hayamos terminado"
"Nos vemos. Encantado de conocerte Meg"
Meg le vio alejarse.
"Parece un buen amigo"
"Mike? Es el mejor. Se toma su trabajo muy en serio. Tal vez demasiado para un hombre tan joven. Todavía estaría aquí cuando vayamos al descanso, sino lo hubiésemos echado. Tiende a ser un poco posesivo con sus pacientes favoritos y Hombre Milagro es uno de ellos".
Caminaron por el pasillo hacia su próximo paciente.
"¿Por qué le llamáis Hombre Milagro?"
"Es por su historia, sabes? Es un poco misterioso. Lleva aquí tres años por ahora. Un vagabundo sin identificar que se encontraron en un callejón. Estaba completamente epiléptico. Con convulsiones durante todo el día, terribles algunas. Sufría demencia antes de la cirugía. Decía cosas muy extrañas. Nunca supimos si debía quedarse con nosotros, o en el hospital de salud mental de Broadmoor. Parecía delirar siempre sobre cómo había matado a muchas personas pero la policía no consiguió asociarlo a ningún delito. Nunca fue violento con nosotros, parecía tan inofensivo en ese estado, así que aquí se quedó.
Al principio, los medicamentos funcionaban, las convulsiones eran menos frecuentes y tenía momentos lúcidos. Aunque no tenía ni idea de quién era, pobre hombre. Desafortunadamente, desarrolló una tolerancia a todos los medicamentos y volvió a caer en frecuentes episodios. A veces ningún medicamento le funcionaba. No tuvieron elección y consideraron las opciones de la cirugía, para intentar eliminar las áreas dañadas que causaban las convulsiones. Aunque no pudieron ver áreas dañadas en ningún scaner, siguieron adelante y eliminaron dos pequeñas secciones del cerebro que parecían el origen de las convulsiones.
Era la única opción que quedaba para intentar darle algo de calidad de vida. En aquella época estaba constantemente sufriendo episodios. La cirugía funcionó. Estaba curado. Aún no tenía ningún recuerdo de antes de su llegada, pero lo teníamos todo listo para mandarle a una nuestras instalaciones de cuidado menor".
"¿Qué pasó?"
"Bueno, comenzó a perder ciertas funciones. El control motor primero, luego el habla. Finalmente se sumergió en un coma. Fue horrible, perdimos las esperanzas con él".
"No estoy viendo ningún milagro", dijo Meg.
"Fue un día de repente cuando se despertó, vale? Se le hicieron un nuevo juego de scaners del cerebro. MRI, PTE, las funciones. Ahí fue cuando encontraron el milagro. Las partes del cerebro que se había eliminado. Había vuelto a crecer. Igual que si fuese magia".
"Eso es imposible. ¿Cuánto estuvo en coma?"
"Cuatro meses"
"Simplemente es imposible"
"Lo sé. Por eso lo llamamos el Hombre Milagro. Tristemente, el milagro no ha sido completo. Podemos mantener su cuerpo de la mejor forma posible, pero su mente se ha ido. Al menos que tenga otro milagro bajo la manga, estará con nosotros o en cualquier otra zona de cuidados el resto de su vida", dijo Jen, abriendo la puerta con ladera.
"¿Cómo le llamabais antes del milagro?"
"Señor Nariz, no delante de la hermana de Annie, ni de la Gerente de la Unidad, son muy rigurosas con el protocolo. Si ella estaba de guardia era el Sr. Smith, John Smith. Original, ¿verdad?"
Sentado en una silla, mirando la pared, estaba el Hombre Milagro. Llevaba un par de pantalones de color caqui y un jersey azul claro. Su cara decía que estaba entre los cuarenta y los cincuenta. Alto y delgado, con una leve inclinación en los hombros, tenía el pelo fino y oscuro atravesado por mechones grises y lo suficientemente largo para cubrir sus orejas y sus ojos. Tenía los rasgos afilados, pómulos altos, con una mandíbula angular y una prominente nariz representante de su mote anterior.
Sus ojos eran perturbadores. Eran casi negros, rodeados por unas gruesas pestañas por las que las mujeres matarían. También estaban planos y sin vida. Meg se estremeció. Había visto muchos pacientes en diversos estados de demencia y estados de vigilia en los que no responder, pero nunca había visto uno que parecía que estuviese ya muerto.
"Da un poco de miedo, ¿verdad? No siempre fue así. Solía producir un poco de terror. Ruin, con un ingenio afilado"
"John, ponte de pie"
Meg observó como el paciente se levantaba lentamente de la silla.
"¿Qué tiene en la mano?"
"Sus palos. La hermana de Annie lo llama sus varitas mágicas. Los tiene desde que ingresó por primera vez. Le calman. En realidad, el nudoso parece que le calma cuando lo toca. Te los deja si se lo pides. La única cosa que hace por sí mismo es volver a cogerlos si tardas demasiado en dárselos o muestras interés en ellos"
"John, camina hacia mi, por favor". A medida que el hombre se acercaba a Jen, Meg se quedó sorprendida por su modo de andar. No cojeaba ni vacilaba como había esperado. Se movía con gracia, algo muy inusual en un caso como el suyo. "Sube los brazos". El paciente lo hizo. "Estíralos hacia el techo para mi". Un vez más, siguió las órdenes fácilmente. "Muy bien, suéltalos... espera ¿podría dejarme los palitos, por favor?". John Smith abrió sus manos y Jen cogió los palos de sus palmas. "Ahora, ponga sus manos en sus costados y estire los dedos. Si, perfecto. Ahora con tu mano derecha, toca tu nariz. Muy bien. Y de vuelta. Ahora con la izquierda, toca tu nariz. Excelente. Relaja tus brazos". Jen se volvió a Meg. "¿Ves? Balance, coordinación... tiene la gracia de una bailarina de ballet. Pero no está aquí. Es todo lo que podemos conseguir"
Meg señaló la cinta en la esquina. Parecía que llevaba veinte años fuera de servicio. "¿Por qué tenéis eso tan antiguo? Y ¿por qué lo mantenéis en la habitación?"
"Oh, John es el único que la usa, no te preocupes. Tiene la tendencia a romper los modelos más nuevos. Los aparatos demasiado informatizados, se los carga"
Meg se echó a reír. "¿Los rompe intencionadamente?"
"No, sólo se rompen a su alrededor. Eso es por lo que tenemos ese aquí, en lugar de otros equipos. Tienen que sedarlo completamente para hacerle los scaners, las máquinas no funcionan apropiadamente si está despierto"
"Muy bien, John. Vamos a dar tu paseo. Camina a la cinta de la esquina. Siempre tienes que aclarar el sitio donde tiene que ir o sólo se quedará parado. Enciende la cinta"
"Hola señoritas, ¿cómo vais con el Hombre Milagro?"
"Mike, deberías estar de camino a casa"
"Sólo pensé si vosotras lo iban a hacer pronto..."
"Vete a casa", Jen ordenó con firmeza.
Meg estaba mirando a Mike que estaba en la puerta, así que hasta que Jen dijo, "No, John", no volvió la cabeza y lo vio. El paciente había arrancado los palos de la mano de Jen. Sólo había logrado arrancarle el nudoso antes de que John Smith comenzase a girar, como si estuviese haciendo una pirueta. Hubo un fuerte crujido, como si un rayo hubiese caído fuera de los muros, y entonces el paciente... desapareció.
Doris Shunpike estaba trabajando en el despacho de la policía cuando entró una llamada de la Sala de Rehabilitación de Susan Freedman. Ella era buena en su trabajo. En ambos trabajos. Nacida squib, Doris era una de esos pocos que estaban entre los dos mundos. Había cogido llamadas como esa varias veces en sus quince años de trabajo y sabía exactamente que tenía que hacer.
Meg apuró la taza de café fría que había estado mareando desde hacía casi tres horas. Miró a Mike y a Jen y les miró con la misma incredulidad aturdida que sabía que estaba aún grabada en su rostro. Los administrativos del hospital les habían amenazado si decían la verdad. La seguridad les había separado e interrogado individualmente. Por último, le había permitido comer y los metieron en una pequeña sala de conferencias hasta que llegase la policía. Había compartido breves comentarios, pero la conversación se había desvanecido después de eso. ¿Cómo podía uno hablar de lo que no podía ser real?
La puerta se abrió y entraron dos caballeros. El primero era un hombre negro, alto, calvo, con una voz musical y una sonrisa amable. El segundo era más joven, sobre los veintitrés. Tenía el pelo oscuro, desordenado y gafas redondas. También tenía una sonrisa amable y tranquilizadora.
"Lamento que hayan tenido de esperar tanto. Necesitamos aclarar una serie de cuestiones con sus superiores antes de preguntarles. Soy el Inspector Jefe Shacklebolt y este es el Inspector Potter".
"¿No deberíamos tener algún tipo de representación?", preguntó Jen nerviosa.
"No, no. No será necesario. No van a ser acusados de nada. Sólo necesitamos haberles una preguntas para aclarar el asunto antes de encontrar al paciente desaparecido. Hemos sido informados del historial médico que hay aquí en el hospital. Nosotros sólo esperábamos que pudiesen hacernos el favor y describirnos al Sr. John Smith?"
"Puedo hacer algo mejor que eso. Aquí", Mike sacó su móvil y comenzó a pasar por la diferentes aplicaciones. "Tengo una foto de él. Siempre tomo fotos de mis pacientes favoritos". Le pasó el teléfono al más joven. Meg vio como el joven reaccionó ante la foto con un jadeo. Le pasó el teléfono a su superior que pareció también impactado. Hubo un chispa, y el móvil se apagó. El Inspector Jefe le devolvió el móvil a Mike con una mueca de disculpa.
"¿Lo conocéis?", preguntó Jen. "Ha estado aquí durante años. Sus colegas lo examinaron de arriba a abajo cuando llegó"
"Si, si, lo conocemos", dijo el hombre mayor. "Dígame, ¿tiene algo de él? ¿Se ha dejado objetos personales?"
"Sólo uno de sus palos", dijo Jen. "Siempre los ha tenido. Nunca lo dejaba a menos que se lo pidiésemos y nunca por mucho tiempo. Yo tenía uno de ellos justo antes de que el... cuando se desvaneció". Levantó uno de color claro nudoso.
De nuevo, el joven oficial se sorprendió. "Es de Dumbledore!", espetó tomándolo de Jen.
El hombre mayor se volvió hacia ellos. "Necesito que me expliquéis exactamente lo que ocurrió hoy. No os dejéis ni el más mínimo detalle"
"¿Está en problemas?", preguntó Mike.
Los hombre intercambiaron una mirada antes de que el joven contestase. "No. No en problemas. Sólo necesitamos tener una imagen más clara de lo que ocurrido"
Meg no necesitaba ser psicóloga para saber cuando la estaban mintiendo.
Meg llegó algo tarde el primer día de su nuevo trabajo. Estaba exhausta. El día parecía haber pasado volando. Lo único que había hecho había sido seguir a la otra Psico, Jen, en su ronda, no tomó demasiadas notas, pero por alguna razón, estaba exageradamente cansada y sentía la cabeza a punto de explotar.
En una zona deteriorada de los suburbios de Manchester, un hombre sentado en un columpio miraba, con los ojos planos y sin vida, un conjunto de casa adosadas. El sonido de los cláxones de los coches no le molestaron. El llanto de un bebé infeliz no le afectó en absoluto. El ruido de una pelea de borrachos que flotaba en la brisa de la tarde no le perturbó lo más mínimo. Pero los pops apenas imperceptibles de la aparición de dos personas a una manzana de distancia, hizo que levantase la cabeza y sus ojos volviesen a la vida, llenos de destellos de malicia. El columpio soltó un leve chirrido cuando el hombre se levantó y se alejó en la noche, agarrando el otro palo que le quedaba.
* Son fragmentos originales del libro de JK Rowling.
Espero que os haya gustado. No he olvidado A Dark Tale, tengo a la mitad otro capítulo.
Besos
