La cárcel era oscura y fría, pero al ser de la realeza le daban mejor comida y ropa que a los demás presos. En una esquina de la helada celda se encontraba Hans Saiz, el hijo número trece de los reyes del sur. Estaba de espaldas a los fuertes barrotes de hierro y su mirada estaba en el suelo mientras daba una respiración tranquila. Estaba sentado en un viejo banco de madera, con las manos descansando en las rodillas, con el cabello un poco suelto pero peinado. Su traje no era el de un príncipe pero era lo suficientemente cómodo, sus botas eran nuevas y su rostro lucía normal, tranquilo

–hace tres semanas que está en esta cárcel- se escucha a alguien decir, de seguro algún guardia de por ahí

-¿puedo verlo?- escucho una voz femenina. No era la de su madre ni la de una de sus cuatro hermanas mujeres, era una voz extraña para el ex príncipe. Pero aun así ni se inmuto, realmente le daba igual que esa mujer fuera el mismísimo diablo que viniera a llevárselo

–me temo que no- hablo de nuevo el guardia. Escucho un suspiro y los pasos tenues y delicados de esa mujer yéndose. Él no se sentía culpable en lo absoluto, no se sentía mal por lo que había hecho o por no tener algún arrepentimiento… pero tampoco se sentía bien, sentía una furia crecer dentro de él buscando venganza de los que tenían la culpa de que este ahí… de Anna, la estúpida princesa que debió haber muerto y dejar que matara a la reina… de Kristoff, ese mediocre leñador que tuvo el descaro de guiar a la princesa hacia su hermana…de Elsa, que debería de estar muerta para que él tomara el poder… y también del pueblo, de sus padres y hermanos por haberlo condenado a esta horrible cárcel ¡de TODOS! ¡Porque todos tenían la maldita culpa que se encuentre aquí!- así pensaba el joven príncipe sin si quiera sentir algún remordimiento por lo que pasaba por su mente

–tú has sido el único culpable Hans, no culpes a nadie más- esa voz femenina atrás suyo lo hiso reaccionar. Al darse vuelta se encontró con una fina joven de su edad que estaba sentada en otro banquito cerca de la reja pero dentro de su cárcel. Ella tenía el cabello negro que a veces llegaba a ondularse hasta llegar a su cintura, sus ojos era grises brillantes como estrellas, su rostro era totalmente angelical… la miro confundido. Estaba vestida como toda una princesa, un precioso vestido azul como la noche la arropaba, este llegaba hasta el suelo cubriendo sus pies, dos delicados guantes de tela muy fina y suave cubrían sus manos y tenía un collar plateado con una hermosa estrella azul de zafiro colgado en su cuello. Hans levanto la ceja y la miro con burla

–como que si fueras a leer mis pensamientos- dijo sin ninguna mancha o rastro de respeto. Pero en vez de enojarse la joven le sonrió con compasión

–si puedo mediocre mortal- dijo con el mismo tono de voz burlón que él. Si el príncipe quería jugar, pues jugarían

-¿mediocre mortal? ¿Y tú que eres? ¿Un ángel? Porque si así fuera no estarías en la cárcel no mortal- dijo con burla, esa mujer estaba loca si creía que diciendo eso podía callarlo

–otra equivocación degenerado mental- dijo sin ningún matiz de enojo y sonriendo con cierta diversión –no soy ningún ángel, si fuera así tuviera alas… y estoy en tu cárcel para hablar contigo, si quiero puedo salir de aquí con tan solo caminar hacia la salida- dijo normalmente. Ok, esta mujer era una loca al 100% ¿creía que solo por ser, al parecer importante, los guardias la dejarían marchar sin más? ¡Eso era estar demente! La miro con maldad y con una sonrisa sínica le respondió

–pues sal, camina hacia la salida de las cárceles por el pasillo hasta llegar a la puerta, luego date la vuelta y vuelves…- dijo desafiándola, seguro alguien le diría algo y si solo vino a visitarlo le dirían que si ya salió debía irse. La mujer le sonrió y asintió con la cabeza mientras se paraba. Camino tranquilamente hacia los barrotes… y los traspaso, traspaso uno por uno a los guardias hasta llegar a la puerta dar media vuelta y volver. El príncipe la miro atónito unos segundos pero luego recobro la compostura tratando de no verse sorprendido

–interesante- de pronto se le ocurrió que podía utilizarla para salir de ahí, la miro unos segundos -¿Qué eres?- le pregunto mientras hacía como que si no le importaba. La joven le sonrió con altivez mientras meneaba la cabeza

-¿no te has dado cuenta tu solo? Sí que eres mediocre mortal- dijo con algo de desdén –soy una estrella, las estrellas solemos guiar y para eso he venido- hablo duramente poniéndose seria –no te ayudare a escapar, porque si no te acuerdas leo cada cosa que estás pensando, así que no podrás engañarme con tus juegos Hans… para mi tan solo eres un humano mortal común y corriente- dijo seria pero neutral. Él medio sonrió

-¿entonces a que has venido?- dijo con desprecio mientras desviaba su mirada

-¿creías que matando a la reina Elsa y engañando a Anna podrías lograr tener el poder de su pueblo? ¿Eso es lo que querías?- dijo como que si no fuera gran cosa

–yo no lo creía, lo hubiera logrado si no fuera por…- más en ese momento ella lo señalo con su mano y una luz le pego en la boca obligándolo a callar

–no te he preguntado de quien era la culpa- dijo seriamente –sé que no me quieres en tu vida, sé que quisieras que me valla o poder molestarme con tus dichos mortal… pero si quieres que me valla y te deje en paz como estás pensando en este mísero momento me responderás las pocas dudas que tengo- dijo seriamente. El príncipe asintió logrando que la chica le quite eso que le impedía hablar

–solo lo voy a hacer porque estoy harto de ti- dijo con desprecio Hans mientras la miraba con odio. Más a ella pareció no importarle y sonrió normalmente

-¿y después de eso que Hans? ¿Ibas a tener el reconocimiento de tu padre y de tu difunda madre? ¿Tus doce hermanos y hermanas irían y se inclinarían ante ti pidiéndote perdón por haberte dejado de lado todos estos años? ¿Serías feliz?- dijo con un tono algo misterioso. Hans dejo escapar una carcajada y pensó como hubiera sido si hubiera ganado

–sí, sería feliz porque todo lo que quiero se cumpliría. Llegaría al trono, tendría el reconocimiento de mi padre, mis hermanos aun príncipes y princesas me mirarían con respeto- dijo sonriendo levemente al imaginárselo

-¿Cómo manejarías el reino?- volvió con sus preguntas ella

–haciéndolo, tonta- dijo como que si fuera lo más obvio del mundo

-¿si tuvieras un problemas que? ¿Les pedirías ayuda a tus hermanos? No te la darían y te darían la espalda- dijo seriamente

–no habría problemas linda- dijo con burla

–aunque tuvieras el mundo entero Hans no podrías lograr recuperar el tiempo que has perdido, el tiempo que no estuvieron contigo… y si no te aman no lo harán nunca, el oro no cambia a las personas realmente- dijo mirándolo con seriedad

-¡me da igual lo que pienses!- le grito de manera grosera -¡me da igual! ¡Sería mi vida perfecta! ¡Tú no sabes lo que se siente!- dijo sin tintes de tristeza ni nada. Ella por primera vez lo miro directamente a los ojos, los grises chocaban con los verdes. Un silencio de unos segundos los inundo

–si se lo que se siente- hablo por fin ella llamando la atención del pelirrojo –yo tengo millones y millones de hermanas, muchas no las conozco siquiera… todas nos ignoramos unas a las otras y vivimos en soledad… acepto algunas que se reúnen. Yo soy la menor de todas ellas… debería sentirme mal por estar en esta situación y no ser mejor que mis hermanas en nada- ella desvió la mirada –pero no me molesta ¿Por qué? Porque yo ayudo a la gente, yo hago acciones buenas que me llenan de satisfacción- hablo. Eso hiso entrar un poco en duda al príncipe, pero en seguida la miro con odio

–tú no sabes nada, si yo hubiera ganado todo sería perfecto- volvió a hablar

–puedo mostrarte como hubiera sido Hans y lo hare…- dijo decidida –pero no sabes manejar un reino, no fuiste educado para eso… no eres para eso- dijo mirándolo con cierta pena –me da igual hazlo… si es que puedes- dijo con burla. Ella suspiro y la celda empezó a brillar –si quieres que volvamos todo a la normalidad solo di "Cristal" tres veces y apareceré- escucho el pelirrojo mientras sentía que la luz lo segaba –no lo necesitare- dijo bastante seguro.