Título: Everything has changed

AU

Resumen: Caroline y Elena viven juntas. Stefan es el guitarrista del grupo de Elena. Damon es el hermano responsable de Stefan... El día que Caroline se muda al apartamento de Elena, nada volverá a ser lo mismo.

1000 PALABRAS EXACTAS (tras mucho esfuerzo)

Este fic participa del Reto "Juguemos al Universo Alterno" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".


TODOS

Caroline se atusó el pelo rubio, cortado a la altura de las clavículas. Tenía veintiún años, pero ya había saboreado la tragedia: su padre la había abandonado a su madre y a ella por un hombre, para luego morir en un accidente de tráfico. Lidió con ello mientras estudiaba y trabajaba para seguir viviendo en California.

Pero quería cambiar, solo necesitaba que Elena Gilbert decidiera que era suficientemente ''algo'' como para compartir piso con ella.

Salió por la puerta con la fija determinación de no resultar demasiado escandalosa, aunque ya llegaba bastante tarde. Cuando apareció en la puerta del apartamento suspiró profundamente antes de llamar.

Elena abrió la puerta mientras soplaba sus uñas rojas, su pelo, castaño oscuro, largo, estaba decorado con unos mechones de un verde fosforito brillante, su maquillaje era sencillo, pero agresivo, remarcaba su iris chocolate con negro intenso. Caroline abrió la boca, impresionada: era guapísima.

Cuando Elena dejó de prestar atención a sus uñas y se dirigió a la rubia sonrió, satisfecha y divertida al fijarse en lo distintas que eran: ella vestía una falda de cuadros rojos y negros, unas medias negras destrozadas y un top del mismo color que enseñaba el ombligo, en su muñeca llevaba miles de pulseras de metal con pinchos y otros símbolos punk. La rubita, en cambio, parecía que había sacado su ropa del armario de Taylor Swift: llevaba una blusa sin mangas de flores, azul y amarilla, con unos vaqueros cortos, unos botines marrones y un enorme bolso.

-Entra rubita -dijo Elena, sonriente.

Caroline titubeó mientras Elena la miraba divertida. No sabía porqué, pero había encontrado en aquellos ojos azules el requisito indispensable para que pudieran compartir vida. A las demás tiparracas les cerró la puerta en la cara.

-Eeeem, soy Caroline Forbes -se presentó la rubia- vengo por lo de compartir...

-¿A qué sino? -la interrumpió, cogió el teléfono y marcó el numero de su guitarrista, si, tenía un grupo de Punk en plena California y había dejado los estudios en contra de la opinión de su tía Jenna. Tocaba la guitarra desde los trece, cuando sus padres (un médico y una enfermera) murieron calcinados por una bomba en Irak.

Caroline se sentía fuera de lugar, observando a esa belleza punk al teléfono.

-Caroline... ¿quieres tomar algo? -preguntó Elena, que había recordado sus modales de repente- hay cerveza...

¿Cerveza? ¿A las once de la mañana?

-No, gracias -sonrió levemente- Esto... ¿tienes alguna pregunta?

Elena despegó el teléfono de la oreja y asintió.

-¿Cuando quieres mudarte? - a la rubia se le iluminó la cara mientras Elena hablaba- Tengo que informar a un amigo para que quite unas cosas de tu cuarto y ya está listo... ¿Quieres verlo? Segunda puerta a la derecha.

Caroline entró en el cuarto y reprimió un gritito de emoción.

-¡Stef! -gritó Elena por teléfono- tienes que quitar los trastos de la habitación de mi compañera...

-Ah, ¿pero tienes? -dijo Stefan al otro lado de la línea, mirando a Kol con aire extraño- Lena, no puedo, luego viene Jeremy...

-Mientes -dijo ella- Jer ha quedado con Rebekah, -suspiró pesadamente- Jer me informa de todo.

Stefan volteó los ojos mientras la chica le gritaba. Se pasó exasperado la mano por su cabello castaño claro mientras sus ojos verdes recorrían la habitación, pero siempre acababa mirando a su amigo que se reía sin poder evitarlo.

-Elena... he quedado con Damon -gruñó y tristemente notó el silencio al otro lado de la línea- después de todo, a parte de ser mi hermano me ayuda con las facturas...

-Pero pásate mañana -le contestó intentando parecer indiferente, pero ambos sabían que no lo era.

Stefan la colgó y dio un largo suspiro, agarró la cazadora de cuero ante la mirada socarrona de Kol.

-No entiendo como Elena nos tiene a los tres tan bien agarrados por los huevos... -comentó mientras terminaba de desayunar.

-Es la vocalista... ella tiene el poder -dijo resignado- vuelvo en un par de horas.

-Ok, man... trae algo para comer- le pidió sonriendo.

Nada más salir por la puerta se encendió un cigarrillo y se colocó la chaqueta. No sabía muy bien para que quería verle su hermano, ya que trabajaba en la empresa familiar desde hacía unos años y estaba muy ocupado. En seguida llegó a su destino.

-Tienes que dejar esa mierda, hermano- le regañó una voz a su espalda.

Stefan se giró, cigarro en mano, sin intención de apagar su vicio, pero en cuanto esos ojos felinos, de un azul helado, se posaron sobre él con aire severo, lo tiró inmediatamente al suelo.

-Damon - le saludó con una media sonrisa- pareces alguien importante y todo...

- ¿Vamos a tomar algo?-dijo ignorando el comentario.

-Claro... -caminaron un rato antes de que el rockero saciara su curiosidad- ¿No vas a preguntarme por Elena?

-Stef... -respondió, aturdido.

-Tocamos dentro de tres meses... podrías venir... -dejó caer el pequeño, interrumpiendo- a ella no le importaría...

-Basta -cortó tajante- No nos vemos en mucho tiempo... y solo me hablas de tu cantante. Déjalo ya.

Los hermanos Salvatore eran tan atractivos que podrían pasar por modelos, aunque sus diferencias eran más que evidentes: Damon, con su traje impoluto, con el pelo negro perfectamente engominado y con maletín en mano, parecía un ricachón de los grandes, Stefan era todo lo contrario, con sus vaqueros desgastados, sus orejas con piercings, camiseta blanca, chupa, aire dejado... Y sus ojos verdes, pura aventura: no se sabía que pensaba, que deseaba... quien era.

Ambos se habían criado igual, pero Stefan encontró en la guitarra a la mejor amante, que le daba más cariño que sus padres adoptivos, así que dejó la carrera en segundo para dedicarse a la música. Eligió la libertad de su alma que a la esclavitud que le ofrecía la felicidad que ella le daba. No estaba preparada para él. Damon renunció a su gran amor, que corría hacia lugares a los que no podía seguirla, para cuidar de Stefan.

Ninguno imaginábamos que, a partir de ese día, todo sería diferente.