Este fanfic está escrito como respuesta a un pedido de ilyann (Lyann Jade) en el Kink Meme de la comunidad de LJ spanishfemslash. (Os pongo un link para ver el reto en mi profile).

Es un AU dentro de Glee. Mantengo el escenario y los personajes, pero la historia es diferente. La historia, de hecho, está basada en el famoso trailer que posteó ilyann en spanishfemslash como fuente de inspiración para el reto. Así pues, sería interesante que le echéis un vistazo, aunque no es necesario verlo para leer el fanfic. (Os dejo un link en mi profile).

Tened en cuenta que este fanfic no sigue las pautas de la serie de televisión, sería como empezar desde el primer capítulo.

También debo decir que Glee, ni los personajes de Glee me pertenecen. No obtengo ningún beneficio económico al publicar esto.

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CAPÍTULO 1 - ¡ALGÚN DÍA!

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A falta de quince minutos para las nueve de la mañana los pasillos del instituto McKinley rebosaban de estudiantes que se dirigían a la primera clase de la jornada. Muchos revisaban el interior de su taquilla, y un número bastante importante conversaba con otros compañeros sobre los temas más variopintos. O no tan variopintos porque, al final, casi todas las chicas hablan de ropa y los chicos de temas deportivos.

Rachel casi nunca hablaba de ropa. Porque, claramente, hablar del atuendo que lleva la protagonista del último estreno en Broadway no es hablar de ropa, es atrezzo. Además, Rachel tenía cosas mucho más importantes de lo que ocuparse esa mañana.

Era lunes, y los lunes un cúmulo de circunstancias convergía para que el que podría ser el peor día de la semana se convirtiera en su preferido. Prácticas de las Cheerios a primera hora, justo antes de comenzar las clases. Y después del almuerzo ensayo con el Glee Club.

En realidad Rachel no formaba parte de las Cheerios, ni le interesaba estar en el equipo y, probablemente, aunque le interesara jamás la aceptarían. Pero cada lunes se levantaba mucho antes del amanecer sólo para llegar a tiempo de ver las prácticas. Se sentaba al final de las gradas del campo de fútbol con un termo bien cargado de café y su Ipod con las canciones de Barbra.

Tina y Mercedes le habían preguntado más de una vez por qué espantosa razón le interesaba tanto mirar a las Cheerios y Rachel les respondía en cada ocasión con una miscelánea de razones que dejaba a las chicas estupefactas. Un día les explicó que las animadoras eran un grupo social de gran interés antropológico y estudiarlas podría ser útil para su clase de sociología. Otra vez les dijo que ver las coreografías durante los ensayos era como tomar clases de baile gratuitas y eso sería muy útil de cara al futuro, cuando trabajase actuando en musicales en Broadway. Tina y Mercedes nunca parecían demasiado convencidas, pero Rachel, que casi siempre llevaba preparados esos discursos, se sentía como una gran diva del teatro interpretando su mejor papel. A veces, después de alguna de estas peroratas, tenía fantasías en las que recogía un Tony a la mejor actriz por interpretarse a sí misma y se reía sola, pensando en lo irónico del asunto.

Lo cierto es que se inventaba todas esas razones para no tener que contar la verdad. Intentaba engañar a los demás, pero no podía, ni quería engañarse a sí misma. La razón por la que madrugaba cada lunes tenía el pelo rubio como el trigo de verano y unos ojos acaramelados que sacaban de quicio. Su razón se llamaba Quinn y era la capitana del equipo de animadoras.

Rachel no sabría decir a ciencia cierta cuándo le había empezado a interesar Quinn. No habían ido al mismo colegio y no se movían en los mismos círculos en el instituto. Lo normal hubiera sido que no captase su atención más allá de lo que podría hacerlo cualquier otra persona, pero Quinn Fabray era alguien muy difícil de ignorar.

Era la capitana del equipo de animadoras del instituto y estudiante de sobresaliente. La típica chica que siempre destaca en un grupo de gente. La más bonita, la más femenina, la más encantadora. La que consigue todo lo que quiere. Y, sin embargo, la más cruel y despiadada de todas.

Si Quinn quería tu sitio en el comedor ya podías recoger tu bandeja y largarte de allí lo más rápidamente que pudieran tus piernas. Si no le gustaba tu peinado, o tu ropa, o tu manera de cargar los libros, bien podías echarte a temblar porque no se cortaba en decirlo y siempre había un corro de gente dispuesta a insultarte y reírse de ti para congraciarse con ella. Y a Quinn no solía gustarle la ropa de Rachel, ni su peinado, ni su presencia. Quinn siempre tenía alguna palabra afilada para dedicarle cuando se cruzaban en los pasillos repletos de estudiantes del instituto. Y Rachel, al principio, la había odiado con todas sus fuerzas.

Todo cambió un día cualquiera en un cuarto de baño. Rachel tenía la hora libre y apenas había gente pululando por el instituto, la mayoría estaba dando clase en sus respectivas aulas. Entró al aseo abstraída en sus pensamientos y tropezó con ella, que se estaba marchando. Se miraron incómodas durante unos segundos, hasta que Quinn la esquivó y salió a toda prisa.

Aquel día dejó de odiarla. Quinn no le insultó, ni le miró con desprecio. Era la primera vez que se encontraba con ella a solas en algún sitio, pero no tropezó con la chica popular y desagradable de siempre, a solas era una chica cualquiera, quizás un poco tímida. Le sorprendió darse cuenta de que, en realidad, Quinn también era una actriz en su propio teatro.

Poco después se unió al Glee Club junto a su novio y algunos miembros del elenco de animadoras y deportistas del instituto, así que comenzó a verla con frecuencia por los ensayos.

Quinn era ácida, arisca y un poco desagradable cuando estaba enfadada. Pero marcaba el ritmo de las canciones, tamborileando contra su rodilla la yema de sus dedos, y sonreía durante las actuaciones, si creía que nadie la miraba.

Nunca miraba a Rachel, pero Rachel comenzó a mirar cada vez más a Quinn. Era bonita, diferente, interesante y muy enigmática.

Comenzó a inundar sus pensamientos, deslizándose sutilmente entre los planes para ir NYADA y las letras de sus canciones favoritas. Y se entretenía soñando despierta en cómo sería hablar con ella a solas. Y lo fantástico que sería hacerle reír. Y besarla… Tuvo que considerar la posibilidad de que comenzaba a sentir algo por ella.

Esa mañana, tras acabar los entrenamientos, Rachel había entrado al instituto y había esperado pacientemente a que el resto de alumnos comenzaran a llegar. Cuando faltaba poco para que sonara la campana de la primera clase se dirigió a su taquilla para dejar el termo de café y recoger algunos libros. Alguien la empujó al pasar y, sin querer, golpeó con violencia la puerta de su taquilla, golpeando a su vez a la persona que estaba sacando sus cosas en la taquilla de al lado. Un par de libros y varias pegatinas con forma de estrella cayeron al suelo, pero antes de que tuviera la oportunidad de recogerlos, un ciclón con forma de persona la empujó contra la pared de taquillas y le señaló con el dedo tan cerca de la cara que para poder verlo tenía que ponerse bizca.

- ¡Maldita sea, Berry! Eres insoportable. ¿No sabes que la gente se ríe de ti? Crece un poco y deja de pegar estrellas doradas por todos los rincones del instituto. No es especial, es de ser retrasada – dijo Santana muy enfadada frotándose el hombro con indignación.

Rachel se mordió el labio inferior angustiada, entre todas las personas había tenido la mala suerte de golpear a Santana López

- Además – añadió Santana –, eres un poco fea.

- ¡Santana! – le reprendió Brittany a su espalda, con el ceño fruncido y los brazos en cruz.

- Y bizca… - continuó, volviéndose para mirar a Brittany mientras seguía señalando a Rachel que estaba de pie frente a ella, agarrando fuertemente su libro de trigonometría y tragando saliva intentando no echarse a llorar.

- No me gustas cuando eres así – se volvió a quejar Brittany –; te quería porque creí que eras valiente, como Juana de Arco, pero no me gusta cuando gritas a la gente.

- ¿Qué quieres decir con que me querías? – preguntó Santana con repentina inquietud ignorando a Rachel por un momento -. ¡Me quieres! – añadió bajando el tono de voz. Brittany inclinó la cabeza hacia un lado y apretó los labios con fuerza.

- No lo sé. No así – le dijo mientras se daba la vuelta.

Brittany se alejó de ellas y se perdió con la marea de estudiantes que cruzaba el pasillo durante el cambio de clases.

- ¿Ves lo que has hecho, hobbit? – le dijo Santana a Rachel con evidente acritud -. ¡Maldita sea! – volvió a decir cerrando su taquilla de un portazo.

Santana se alejó a grandes zanjadas y entró en una de las aulas. Rachel, que había permanecido todo el tiempo quieta, deseando con todas sus fuerzas que el ataque dialéctico de Santana acabase, suspiró aliviada y recogió a toda prisa sus libros del suelo con la esperanza de llegar a tiempo a la primera clase. Sin embargo, y a pesar de las prisas, se tomó su tiempo para revisar que todas sus cosas estuvieran perfectamente ubicadas en su sitio y tocó con la yema de los dedos el panfleto de NYADA que tenía pegado en la parte interior de la puerta.

¡Algún día! pensó apretando los ojos con fuerza.

Un momento después, cerró con delicadeza su taquilla y avanzó por el pasillo ya vacío hacia su clase.


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Espero que os haya gustado la lectura, en caso positivo, por favor, dejad un review.

Como pequeño adelanto, el título del próximo capítulo es: Cosas malas ;)