Naruto y sus personajes no son míos.
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Me importas
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Contempló el cielo pintado de naranja y respiró muy, muy profundamente. Cerró los ojos antes de chasquear la lengua y luego miró al frente.
Ella estaba allí, y Sasuke frunció el ceño.
¿Qué estaba haciendo exactamente? Solamente estaba parada en la entrada del instituto, una hora después de que las actividades de los clubes terminaran.
Sasuke revolvió la cabeza, y la brisa, casi nocturna, despeinó sus cabellos azabaches. De todas formas, ¿por qué le importaba a él?
Negó una vez más. No, a él no le importaba, por su puesto que no le importaba lo bonita que lucía con el uniforme, o lo muy largo y resplandeciente de su cabello oscuro, ni lo hipnotizantes que se volvían sus ojos al atardecer, mucho menos lo inocente y frágil que se veía con aquel maletín escolar cerca de su pecho. No, a Sasuke no le importaba, en lo absoluto.
Chasqueó la lengua por segunda vez y tomó su bicicleta.
Con paso firme y decidido, atravesó la salida, pasando justo a lado de ella, repitiéndose unas mil veces que no le importaba.
No, no, no, no. ¡Por supuesto que no le importa!
Paró en seco (no había avanzado ni un metro). Maldijo por lo bajo y arrugó la frente.
¡Demonios!
¡Por dios y todos los santos, ella sí que le importaba! ¡Al diablo con las inseguridades y con el orgullo!
—Hey, tú —le dijo de forma tosca y poco amable, aunque sin intención—. ¿Piensas pasar la noche ahí?
Pudo sentir la mirada perlada sobre su espalda, y de inmediato fue atacado por un suave escalofrío que trató de disimular.
En vista de que la chica no respondió, se giró furiosamente para enfrentarla.
Oh, oh. Eso fue una mala idea.
Sus miradas se cruzaron y Sasuke se dio cuenta de que estaba perdido ya. La boca se le secó de pronto, y quiso apartarse, pero no pudo.
—Es-estaba —habló tiernamente, en un tono delicado y tímido—. Estaba esperándote.
Declaró.
El viento sopló suavemente y el silencio reinó apacible. Sasuke la observó, y pensó que los colores rosados en sus mejillas eran realmente preciosos.
—¿Me esperabas? —repitió por inercia, como un tonto.
—S-sí —jugó con el borde de su falda—. ¿Está mal?
Sasuke se preguntó si aquello sería una broma de Naruto, pero no había nadie alrededor del instituto.
No dijo nada, simplemente se montó a su bicicleta.
—Sube —ordenó fríamente para después arrepentirse—. Quiero decir… puedo llevarte a tu casa, Hinata… si quieres —se restregó el cabello, sin atreverse a mirarla.
Hinata sonrió dulcemente y asintió, colocándose en el asiento trasero, aferrándose con fuerza al torso de Sasuke, y él, aunque hubiera preferido evitarlo, no pudo resistir el sonrojo que cubrió su rostro cuando ella lo abrazó.
Ella le importaba, y mucho, más de lo que él mismo pudiera imaginar.
Le importaba, porque Hinata siempre le gustó.
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FIN
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NA:
Gracias por leer!
