You found a way to get inside my head
Than to sleep with you but
At the same time I got this need to feel you
Let me put my hands all over you

Encontraste una manera de meterte en mi cabeza
Más que dormir contigo pero
Al mismo tiempo tengo esta necesidad de sentirte
Déjame poner mis manos sobre ti


El bar habitual estaba extremadamente ruidoso para sus gustos esa noche, precisa razón por la cual odiaba caer por allí los viernes. Pero la necesidad lo había obligado a actuar fuera de la comodidad de sus hábitos.

De pie y apoyado en la pared de la esquina menos iluminada del lugar, Ogata Hyakunosuke escudriñaba con atención felina la oscuridad como si ésta le debiera algo, como si estuviera ocultándole en las sombras una presa que él no merecía cazar. Ogata se acomodó el cabello y le dio un sorbo a la botella de cerveza que había comprado casi dos horas atrás; el líquido ya no estaba frío y había perdido su encanto, pero de todas maneras se lo bebió todo. Decidió que esperaría 30 minutos más y luego se largaría de ahí. A él le gustaba aquel bar: era sobrio y amplio, no tenía que preocuparse por tener gente que no deseaba cerca y la mayoría de las noches era bastante silencioso. Excepción hecha de los fines de semana, cuando subían el volumen de la música para diversión de los concurrentes que querían pasarla bien gastando su dinero para olvidar la miseria de sus monótonas vidas.

Media hora más tarde, Ogata salió del bar y caminó sin rumbo por la ciudad. Se encendió un cigarro tras otro y aunque mantuvo la mirada fija en la calle para reconocerlo por si se cruzaba con él, aquella noche simplemente no tuvo suerte. Ya eran tres semanas desde la última vez que había dormido con él, Sugimoto Saichi.


El lunes por la mañana Ogata fue a la cafetería de la compañía y pidió un café. Antes de que pudiera escoger el sitio más alejado para sentarse a beberlo, empero, fue interrumpido por un sujeto alto; el elegante traje blanco que vestía hacía resaltar más su piel morena.

-Ogata, ¿qué coño haces aquí?

-Aquí trabajo -respondió lacónicamente Ogata.

-No te hagas el idiota -gruñó el más alto-. Tú nunca vienes a desayunar. Si no, te habría visto antes.

-Precisamente por eso odio venir -dijo Ogata-. El café es bueno aquí, pero el verte más de la cuenta me jode el día.

-Escucha bien, maldito bastardo…

-Koito, ya basta -interrumpió alguien detrás de ellos.

-Tsukishima, ¿por qué lo defiendes? -se quejó Koito.

-Te estoy defendiendo a ti -corrigió Tsukishima-. El traje que llevas es demasiado caro y Ogata puede ser letal con una taza de café en la mano.

-No necesitas salvarle el culo, Tsukishima -se quejó Ogata-. Koito es un niño rico. Ha de tener otros mil trajes caros como éste.

-Ogatamalditohijodeputavoya…

-Más lento -interrumpió Ogata-. No puedo insultarte apropiadamente de regreso si no entiendo qué dices.

-Koito, estás perdiendo el tiempo con Ogata. Ve a hacer alguna cosa productiva con tu mañana -pidió Tsukishima.

Increíblemente, Koito le hizo caso a Tsukishima y, tras proferir un par de insultos más contra Ogata, se retiró de la cafetería.

-¿Estás esperando que te dé las gracias?

-No. No tengo intenciones de quedarme esperando hasta morir de viejo -replicó Tsukishima-. Además, sabes perfectamente que Koito tiene razón: tú nunca vienes a la cafetería.

-Pues qué pendientes andan todos.

-No porque nos importes -aclaró Tsukishima-. Es sólo que tú eres demasiado sospechoso.

Ogata sólo torció una sonrisa.

-Desayuno un par de cigarros por la mañana, pero hoy los olvidé en casa -explicó Ogata-. Tuve que venir por un café.

-Hay una máquina dispensadora de cigarros en el piso 13 -le recordó Tsukishima-. Al lado de la sala de fumadores. Estoy seguro de que lo sabes bien.

-Así como tú sabes bien quién está en el piso 13.

-Ah -soltó Tsukishima-. Entiendo. Pero, bueno, eso sólo hace un poco menos sospechosa tu presencia aquí.

-¿Entonces ya se terminó el interrogatorio? -se burló Ogata.

-Ya, ya. Sólo no te tomes toda la mañana. Tenemos junta con el director Tsurumi en un rato.

Ogata volvió a sonreír y fue a sentarse en la mesa más alejada de la cafetería. Su situación cada vez se hacía más y más problemática: primero había terminado por dejarse caer por el bar casi todas las noches durante la última semana y ahora estaba desayunando en la cafetería del trabajo. Ya bastante tenía con socializar lo mínimo indispensable para hacer su trabajo como para querer tener a toda esa gente más cerca. Pero no tenía opción: hacía varias semanas que no veía a Sugimoto y sabía que él desayunaba todos los días en la cafetería.

Si bien ambos trabajaban en la misma compañía y en la misma sede, pertenecían a diferentes áreas, lo que limitaba sus encuentros casuales durante el día. Pero por otra parte, Ogata trabajaba directamente con el director de proyectos Tsurumi y eso le daba muchos privilegios: el área de Innovación había ganado mucho prestigio y poder dentro y fuera de la compañía desde que Tsurumi estaba al mando. Además de sus aportes a las reestructuración de los procesos de la compañía, su área era la única que podía trabajar transversalmente con todas las demás. Esta característica única le daba a Ogata la autoridad de inmiscuirse en todas las áreas sin que nadie pudiera negarse, y siete meses atrás había encontrado una gran motivación para pasarse por el área de Crédito y Cobranzas con más frecuencia.

Dicha motivación hizo su aparición en la cafetería en ese preciso instante.

-Sugimoto de mierda -saludó alguien ni bien el mencionado puso un pie en el lugar.

-Shiraishi, ¿qué quieres jodiendo tan temprano? -respondió Sugimoto.

-Sabes que los lunes tenemos reunión de status. Al menos para la reunión deberías traer corbata -se quejó Shiraishi.

-No iré a la reunión -informó Sugimoto, arreglándose la bufanda que siempre llevaba encima-. Ushiyama irá en mi lugar.

-Bueno, al menos él siempre viste de traje y corbata.

Sugimoto usualmente vestía con pantalones negros y camisa blanca y nunca llevaba corbata porque en su lugar lucía una bufanda. El mayor logro que el equipo de Recursos Humanos de la compañía había logrado con él era hacer que dentro de las instalaciones no usara la gorra oscura que llevaba prácticamente pegada a la cabeza el resto del tiempo.

Ogata pretendió ignorar el jaleo que Shiraishi y Sugimoto habían armado mientras desayunaban, pero subrepticiamente le prestó atención a cada mínimo detalle para confirmar que Sugimoto parecía estar igual que siempre. Se veía perfectamente bien y, previamente, Ogata había espiado en su historial de trabajo para descubrir que no había faltado ni llegado tarde y que tampoco había ningún cambio en su rendimiento ni en la presentación de ninguno de sus reportes. Ni siquiera había tenido que hacer horas extras durante las últimas semanas. Entonces, ¿por qué carajos no había ido al bar a verlo?

Con la agilidad de un gato, Ogata abandonó la cafetería antes de que Sugimoto advirtiera su presencia.

Tras confirmar que Sugimoto seguía vivo, se dirigió al piso 4, pero lejos de ir a sentarse detrás de su escritorio, pasó de frente a la oficina del director Tsurumi.

-Ogata, hola -saludó Tsurumi al verlo entrar.

-¿Está ocupado? -preguntó Ogata.

-No. ¿Pasa algo?

-Pasa que su oficina es el único lugar en un perímetro de tres pisos a la redonda en donde se puede fumar.

-Pero si comienza un incendio moriré antes de que cualquiera de ustedes lo sepa -rio Tsurumi-. Desactivar todos los sensores de humo tiene sus desventajas.

-No creo que un incendio baste para matarlo.

-Sé que sueles fumar en la terraza del piso 6. ¿Debo por lo tanto pensar que esto es un acontecimiento especial?

-Olvidé mis cigarros.

-Y la única máquina dispensadora está en el piso 13 -completó Tsurumi.

Toda la compañía sabía perfectamente que Hanazawa Yuusaku, el famoso abogado, había sido trasladado a esa sede para apoyar al área de Asuntos Legales en el piso 13. Lo que pocos sabían era que Hanazawa Yuusaku era medio hermano de Ogata y que este último prefería ignorar su existencia.

-Sírvete -dijo Tsurumi, lanzándole a Ogata una caja de cigarros.

-Gracias.

La oficina del director Tsurumi era amplia y muy cómoda. Ogata se sentó en uno de los elegantes sofás y se encendió un cigarro, pero antes de que pudiera disfrutar de él, la puerta se abrió para dejar paso a Tsukishima y Koito.

-¡Tú! -gritó Koito, señalando a Ogata.

-No esperaba que te presentaras tan temprano a la reunión -comentó Tsukishima.

-Y no lo hice -dijo Ogata, ignorando los gritos de Koito-. Vine a robarle cigarros al director Tsurumi.

-¡¿Cómoteatrevesmalditogatorastrero?!

-Más lento -pidió Ogata, sonriéndole.

-Aprovechando que ya todos estamos aquí -interrumpió Tsurumi-, comencemos de una vez la reunión para que así pueden continuar con lo que tengan que hacer. Salvo Ogata, que ya entregó el reporte de mañana. Aún no he decidido a qué nuevo proyecto asignarte, por lo que puedes hacer lo que te plazca hoy. Sólo trata de aparentar que estás trabajando y no que estás molestando a los demás por diversión.

-No prometo nada.

-¡Malditogatomierdero!

Tras dos horas de reunión y de un par de nubes de humo que le lanzó a Koito, Ogata abandonó la oficina de Tsurumi porque los siguientes temas no tenían relación con sus responsabilidades. Koito estuvo tan feliz de que se largara, que incluso fue raudo a abrirle la puerta.

Sin nada más en qué ocupar el resto de la mañana, Ogata decidió ir a la terraza del piso 6 a fumar, aprovechando que Tsurumi le había dado toda su caja de cigarros. Tener a Koito gruñéndole todo el rato le había hecho imposible el disfrutarlos y, estando a media mañana, el horario más ajustado antes del mediodía, era seguro que no habría nadie perdiendo el tiempo allí, con lo que podría fumar en paz.

O al menos eso había creído Ogata: al salir a la terraza reconoció instantáneamente al sujeto de bufanda que hablaba por celular allí.

-No pasa nada -decía Sugimoto-. Puede ser durante la semana o el fin de semana. Sólo avísame un día antes y ahí estaré. ¿Qué? No, claro que no. Entonces el sábado. Ajá, todo está bien… ¡¿Qué carajos?!

Sugimoto se sobresaltó al darse cuenta de que tenía a Ogata fumando junto a él y mirándolo con sus penetrantes ojos oscuros.

-¿Qué? -soltó Sugimoto, regresando su atención a la conversación telefónica-. ¡No, tranquila, no pasa nada! Sólo me acabo de encontrar un jodido gato que me asustó. No te preocupes. ¿Que por qué grité? Si lo vieras, entenderías: está bien feo -rio Sugimoto-. Hablamos luego. Adiós.

Sugimoto cortó la llamada y pasó su atención a Ogata.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?

-Sólo un rato.

-Cuánta precisión -soltó Sugimoto al ver que el gato no iba a elaborar más.

Ogata advirtió que, tras guardar su teléfono celular, Sugimoto se acomodó la bufanda. Conocía bien aquella manía: estaba a punto de irse y él quería un poco más de atención.

-Qué duro trabajan algunos -dijo Ogata con sorna.

-¡Quién habla! -replicó Sugimoto-. Lo único que haces es fumar y joder al resto.

-Para eso me pagan -aclaró Ogata-. Bueno, fumar lo hago gratis.

-No lo dudo. Tú y todos los del área del director Tsurumi han jodido tanto, que escuché que dejarán el piso 4.

-Sí. El siguiente mes subiremos al piso 10. Ya no tendremos que compartir el piso con ninguna otra área.

-Ninguna otra área tendrá que aguantarlos, dirás -corrigió Sugimoto-. Pero... ¿el piso 10 no les quedará muy grande? El área de Innovación es el departamento que tiene menos personal.

-Será que somos eficientes.

-Será que se necesita mucho talento para joder con tanto ímpetu. Han de ser pocos los elegidos.

-No te pongas celoso. Ya jodes lo suficiente como para pedir un traslado de área.

-No, gracias.

-¿Por qué estamos hablando de trabajo? -preguntó de pronto Ogata, clavándole una mirada tan aguda que bien pudo atravesar a Sugimoto.

-Porque estamos en el trabajo.

-Entiendo.

-Y hay gente a la que sí nos pagan por trabajar -agregó Sugimoto mientras se volvía a acomodar la bufanda.

Dicho aquello, se fue de la terraza, dejando a Ogata solo con sus paranoicos pensamientos. Sugimoto trabajaba en el piso 7, lo que significaba que se había dado la molestia de bajar un piso para poder hablar por teléfono, y claramente la conversación había sido con una mujer. Ogata también advirtió que Sugimoto se apuró por terminar la conversación y huyó tan pronto pudo.

Definitivamente estaba evitándolo.


Ogata llevaba una hora fumando. Fiel a su costumbre, lo estaba haciendo en el extremo más oscuro del estacionamiento de aquel complejo residencial. Un par de personas habían ido y venido, pero nadie se percató de su presencia. Lo único que delataba el tiempo que llevaba ahí, de pie y sin moverse, era la cantidad de colillas tiradas en el piso alrededor de él.

Se encendió otro cigarro y en la primera calada casi llegó a consumirlo hasta la mitad. La pequeña llama del cigarro era lo único que delataba su ubicación en aquella noche, acompañado como estaba por la oscuridad y sus insanos pensamientos. No sabía cómo, pero Sugimoto se había metido tan profundo en su cabeza, que no podía dejar de pensar en él. Había tenido la situación bajo control durante los meses en que habían coincidido en el bar para luego, tras varias cervezas, terminar teniendo sexo en algún hotel. En el trabajo apenas se veían, por lo que no les costó nada ocultar la relación; relación que en principio ni existía. Simplemente, eran dos sujetos que se juntaban a disfrutar de un poco de sexo casual. Pero después de varios meses con la misma rutina, un día Sugimoto dejó de ir al bar.

Simplemente, un día Sugimoto lo dejó.

Habían pasado tres semanas desde que Ogata sintiera que se habían desecho de él y eso sólo aumentó su locura. Él necesitaba respuestas. Necesitaba tenerlo de regreso.

Ogata no terminó de fumarse aquel último cigarro, sino que lo tiró al suelo y dejó que terminara de consumirse al viento. Atravesó el estacionamiento y se detuvo frente a una pequeña casa de dos pisos con un pequeño jardín lleno de flores de colores en la fachada. La reja que cercaba el jardín y toda la casa no tenía seguro, por lo que Ogata la abrió cuidadosamente para no producir ningún sonido. Luego atravesó el jardín y tocó la puerta.

Un minuto más tarde Sugimoto abrió la puerta y todo rastro de vida desapareció de su rostro.

-Hola -saludó Ogata, sonriendo con maña.

-¡O-Ogata! -logró tartamudear Sugimoto-. ¿Q-qué carajos haces aquí?

-No tenía nada que hacer, así que vine.

-¿Qué? -soltó Sugimoto, sin entender.

-Odio el frío -se quejó Ogata-. ¿No vas a invitarme a pasar?

-¡No!

-Me enfermaré y será tu culpa.

-¡¿Y a mí qué mierda me importa?!

-Shhhhhh, no hagas tanto ruido -dijo Ogata, llevándose un dedo a los labios-. ¿Acaso no sabes qué hora es? Vas a despertar a tus vecinos.

-¡Maldito gato mierdero! -insultó Sugimoto en un susurro-. ¡Está bien! Entra de una jodida vez.

Sugimoto se hizo a un lado para dejar que Ogata entrara a la casa.

-Siéntate en algún lado, pero no te pongas cómodo.

Sugimoto pasó junto a él y Ogata lo siguió a través del corto pasillo de bienvenida hasta llegar a una pequeña sala que compartía el ambiente con el comedor. La televisión estaba encendida, pero Sugimoto la apagó. Ogata prefirió sentarse en una de las sillas del comedor y antes de que Sugimoto se sentara frente a él, colocó boca abajo un portaretratos que estaba en una de las repisas cercanas.

-Linda casa -comentó Ogata, sonriendo.

-Pero no se admite animales.

-¿Ni siquiera un gatito?

-Especialmente gatos.

-Pues qué pena -dijo Ogata, acomodándose el cabello.

-¿Qué quieres?

-Sólo quiero hablar -mintió Ogata.

-Nos vimos en la mañana.

-Pero sólo hablamos de trabajo, según tú porque estábamos en el trabajo -dijo Ogata, tratando de hacer larga la explicación-. Y yo no quería hablar de trabajo.

-No tenías que venir hasta aquí para hablar… -Sugimoto se detuvo y pensó en lo que acababa de decir-. ¿Cómo supiste en dónde vivo?

-Me lo dijiste tú una vez.

-No es cierto.

-Claro que no -corroboró Ogata-. Saqué tus datos de Recursos Humanos.

-Serás desgraciado -se quejó Sugimoto-. Momento... Si leíste mi expediente también debiste ver mi número de celular.

-Sí. También lo tengo.

-¡¿Y entonces por qué no me llamaste?!

-Porque no es divertido el sexo telefónico.

-Pensaba que sólo querías hablar.

-No me enojo si tenemos sexo después.

-No.

-Bueno, también podemos tener sexo ahora y hablar después.

-Ogata, ¿por qué coño estás aquí?

-Vine a buscarte -respondió Ogata, clavándole la mirada encima-. Porque parece que a ti se te olvidó buscarme.

-Estuve ocupado -dijo Sugimoto, desviando la mirada.

-Con el trabajo no creo -se burló Ogata-. Ni siquiera has hecho horas extras las últimas semanas.

-¿Quieres dejar de expiarme?

-No -respondió Ogata-. Si tengo que hacer algo con mi tiempo libre prefiero invertirlo en ti.

-No necesito tanta atención.

-Yo sí.

-Ya me di cuenta -se quejó Sugimoto-. Un par de semanas sin ir a buscarte y te has puesto como un bastardo hijo de puta jodiendo por atención.

-Bueno, es culpa tuya. Debiste buscarme antes -reclamó Ogata-. ¿O ya te aburriste?

-Sólo estuve ocupado -repitió Sugimoto tras varios segundos de pensar en su respuesta.

-Ya veo -soltó Ogata, poco convencido-. ¿Y estás ocupado ahora? -agregó, frotando su pierna contra la de Sugimoto debajo de la mesa.

-Ogata, vete de una vez -dijo Sugimoto, poniéndose de pie y cortando el contacto-. Cuando pueda, te buscaré.

-Entiendo.

Ogata también se puso de pie, pero en vez de dirigirse a la salida, caminó hasta la pequeña repisa empotrada en la pared donde yacía el portaretratos boca abajo. Tan pronto lo tocó, empero, Sugimoto se adelantó y colocó su mano sobre el portaretratos, impidiendo que Ogata pudiera levantarlo para ver la fotografía.

-Vete -pidió Sugimoto.

Ogata se acomodó el cabello y sonrió antes de dar media vuelta y salir de la casa.

Por primera vez Ogata había ido a buscar a alguien y a cambio sólo había conseguido confirmar sus sospechas: se habían desecho de él.


Créditos
Agradecimiento a mi beta reader: Scyllua.


Notas
Sólo por el gusto de fangirlear se me ocurrió escribir este fic aunque tengo 4 fics LawLu de OP en proceso, pero en mi defensa no pude evitar pensar que bien podría inaugurar la categoría de Golden Kamuy en FFnet subiendo el primer fic ¡y en español! El momento de invadir de la red con mis desvaríos Kinkamunezcos ha llegado *insertar muchos brillos de colores*. A menos, claro está, que caiga redonda en algún otro fandom o suceda algo de magnitudes bíblicas en OP como un Kid vs Law x Luffy y me explote la cabeza.