The only choice

No, tenía otra opción, nunca la tuvo.

Como aquella vez en Antigua, ya tan lejana en su memoria, en la que el príncipe Oberyn Martell le había dado a elegir, entre la lanza o las lágrimas, por lo que en un vano intento de proteger a su madre, ella había elegido la primera.

Aun menos en aquel momento, aunque las circunstancias fueran casi idénticas, pues, o se unía al príncipe o moría, olvidada en los jardines de agua, para ser recordada luego, al igual que sus hermanas, como la serpiente que se rebeló, en busca de romper lanzas.

Pues, los Martell no se dejarían vencer tan fácilmente, después de todo, no por nada su lema era: "Nunca doblegado, nunca roto."

Pues así eran ellos, como la arena que se pega entre los pies, siendo muy difícil de sacar, para la gente cuanto más tiempo permanece, imposible de romper.

Pero lo que desconocían era, que todas ellas también eran de arena, tal como rezaba aquel distintivo que poseían, jamás se rendirían. Fue por aquel motivo que Obara, en nombre de todas acepto la ofrenda de paz que le hiciera Doran Martell. Dado que pese a todo entendía que, solo habría una forma de que ellas cumplieran su venganza, por la memoria de su padre y esta era, servir en el juego que jugaba el príncipe, hasta jugarlo mejor que él. Solo cabía servir y esperar, a que "La hierba" muriera.

Ya que, tarde o temprano esta moriría y solo entonces, las serpientes lograrían abrirse paso por el camino en busca de concretizar su venganza y alcanzar la tan anhelada victoria.