LO PROMETO
Felicity estaba en silencio. Un extraño silencio para ser Felicity. Ella miraba de un lado para otro. Laurel estaba gritando a Oliver porque estaba enfadada por el asunto de Malcom. En realidad Felicity estaba de acuerdo con ella, pero prefería no decir ni una sola palabra en el asunto. La otra chica salió de la guarida dando un portazo. Y ahí estaban Oliver y ella solos. Él la miró esperando ver su cara de enfado, dispuesto a escuchar otra nueva bronca, pero para su sorpresa Felicity estaba sonriendo.
-¿Qué pasa?-preguntó él tratando de averiguar el motivo de su sonrisa.
-Nada-respondió ella simplemente.
-No te creo-
-Podría decirte que estoy enfadada contigo por irte otra vez pero eso ya lo sabes-
-Sí, lo sé-dijo Oliver más cerca de ella-Pero sabes que me preocupo por mi hermana, y esto es por ella, no por mi.
-Es por ti también, pero no lo sabes todavía-Felicity sonrió de nuevo.
-¿Así que…?-
-Espero que vuelvas-dijo ella evitando su mirada. Estaba nerviosa.
Oliver se quedó congelado. No esperaba eso. Él estaba esperando a la chica que le había dicho que no quería ser una mujer a la que amaba pero no era esa mujer ahora.
-Felicity…-
-No quiero estar enfadada contigo, Oliver. Estoy cansada-
-Yo también-
-Así que por favor… por favor vuelve aquí, vuelve conmigo-
-Lo prometo-dijo Oliver tocando su brazo suavemente.
-¿De verdad?-
-Sí si eres tú quien lo está pidiendo-
-Te estoy pidiendo que regreses vivo-dijo Felicity casi llorando. La última vez que Oliver estuvo cerca de Ra's al Ghul casi murió y ella no quería sentir de nuevo ese dolor. La ira, el miedo, la tristeza, la soledad…Era como si la hubieran estado comiendo viva por dentro.
Oliver tocó su cara. Sabía que no tenía derecho pero lo necesitaba en ese momento. Felicity puso su mano en la de él sintiendo su suave piel y disfrutando su contacto. No podía perderle otra vez.
-Felicity…-
Felicity tiró de él hacia ella y le besó con pasión, necesidad, deseo. Demasiado tiempo esperando por él en ese beso. Era un beso de despedida, pero también una promesa. Porque los dos sabían que incluso cuando las cosas fueran complicadas siempre encontrarían su camino de vuelta al otro.
