Pronóstico acertado

Era una noche abominable, pero igualmente el equipo había decidido salir. Nubarrones cubrían el cielo nocturno, a la vez que el aire se tornaba más pesado. Evidentemente estaba por llover.

Toda la generación milagrosa se encontraba allí, incluída Momoi. Celebraban algo, un partido, un cumpleaños, un feriado nacional; realmente no importaba. Eso no sería motivo por lo que la noche quedaría en memoria de algunos.

En un tumulto de risas y malos chistes, Kise, asombrosamente se rezagaba quedándose para atrás. Algo nada propio del chico.

Nadie se había percatado del hecho. Nadie menos él.

Aomine podía ser un inconsciente y un idiota de tiempo completo, pero eso no le quitaba lo perceptivo que era. Por lo que instantes luego de Kise haber desacelerado la marcha, se encontró al morocho a un lado suyo.

—¿Por qué tan serio?—preguntó imitando penosamente al Joker.

Kise fingió no haber captado la referencia y soltó:

—Quizá porque no tengo nada que decir.

—Mentiroso—lo acusó y Kise volteó a mirarle. —Siempre hablas, aunque no tengas nada que decir. Si no estás hablando es porque tienes algo en mente. Así que suéltalo de una vez.

El chico desvió la mirada al cielo y sonrió por tristeza. Definitivamente Aomine le conocía a la perfección. Tanto como era evidente que esa noche iba a llover.

Volvió su mirada a los ojos del contrario, y sin más miramientos, lo dijo:

—Me gustas, Aominecchi.

No pudo saber la expresión que puso, puesto que de inmediato se dio la vuelta para empezar a caminar en la dirección opuesta. Pero de todas formas, tres posibles respuestas acudieron a su mente. Decepción. Confusión. Asco.

El pensar en la última el nudo en su pecho se acentuó. Mas Kise continuó con su andar. Fuese la que fuese, él no iba a detenerle. Ya no tenía motivo para permanecer en ese sitio.

Avanzó tres, cinco, ocho pasos. Y cuando lo hizo, notó como su vista se cristalizaba.

Con certeza Aomine no le quería. Y era evidente que esa noche iba a llover.