Hello, les traigo esta vez un fic UlquiHime (sí, soy multi-shipper xD). Espero que les guste, dejen su comentario, nos leemos pronto. ¡Saludos!

Las únicas aclaraciones son que Ulquiorra no murió y apenas ha pasado poquito tiempo desde la derrota de Aizen, no 17 meses como en la historia original. Pero bueno, eso lo van a ir viendo conforme lo lean.

Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.

RECUERDOS

Capítulo uno: Reencuentro.

Luego de que Ichigo perdiera sus poderes, las cosas en el mundo humano habían vuelto a la normalidad. O al menos lo que se podía considerar "normal" en Karakura. Algunos hollows de vez en cuando de los que Chad o Uryuu se encargaban.

Todos habían retomado sus labores, Ichigo se reintegró en la escuela y no había vuelto a ver fantasmas, ni siquiera podía sentir un poco de reiatsu. El golpe había sido más duro de lo que esperaba, pero trataba de convencer a todos de que lo estaba sobrellevando.

Al anochecer Orihime se dirigió a la tienda de Urahara. Se aseguró de que no la siguieran y apresuró el paso.

Flashback

Recién había terminado de prepararse la cena cuando alguien llamó a la puerta. Se preguntó quién podía ser, ya que rara vez alguien la visitaba que no fuera Tatsuki o sus amigos, pero en todo caso le habrían avisado que iban a ir.

Cuando abrió, se quedó un poco sorprendida de que fuera Urahara.

-Urahara-san, buenas noches –saludó.

-Hola, Inoue-san. Lamento molestarte tan tarde, pero tengo que pedirte un favor.

-Por supuesto –respondió-, pasa.

-De hecho, requiere que vayamos a la tienda. Te explicaré en el camino.

-D-De acuerdo -Orihime agarró un suéter y acompañó a Urahara hasta la tienda.

Se preguntó para qué necesitaría su ayuda. Seguramente había algún herido y requerían los poderes de su Shunshun rikka, ¿qué otra cosa podría ser?

-Esta mañana recibí una llamada de la Sociedad de Almas –explicó Urahara.

-¿Sucedió algo?

-Luego de que Aizen fuera encarcelado, armaron un escuadrón de búsqueda en Hueco Mundo, más exactamente en el castillo de Las Noches. Encontramos varios arrancar, algunos escaparon y otros fueron aniquilados porque seguían siendo leales a Aizen y mataron a muchos shinigamis. Encontramos también a Ulquiorra, fue capturado y llevado a la Sociedad de Almas. Aunque no sabemos si él sigue siendo leal a Aizen, creemos que podríamos utilizarlo como potencial de guerra. Al menos vale la pena intentarlo.

Orihime se quedó estática. Esa era la última noticia que habría esperado. Ulquiorra… ¿vivo? Después de lo sucedido en Las Noches, la tortura psicológica y física que había tenido que pasar, la sola mención del nombre del Espada le causaba escalofríos. Retomó la compostura y se limpió las gotas de sudor de la frente. Urahara no pasó por alto esto.

-Ya veo –respondió Orihime con la voz más calmada de la que fue capaz.

-De todas formas, necesitamos tu poder para curarlo. Kurosaki-san no acabó con él pero está muy herido. Con las habilidades de la capitana Unohana no es suficiente, y como tú ya has sanado antes a un Espada, pensamos que lo mejor sería que tú te encargaras.

No sólo tenía que recordarle a Ulquiorra, sino también a Grimmjow. ¿Quién seguía? ¿Aizen?

-Creí que Ulquiorra tenía la capacidad de regenerarse él sólo.

-Supongo que recibir un cero de Kurosaki-san en esa forma le impidió regenerarse como quería.

-Entiendo, lo sanaré –Orihime recordaba muy bien aquella forma de Kurosaki, y no era algo en lo que le gustara pensar.

Urahara pensó que rara vez Orihime le negaba algo a alguien, pero se sintió mal porque no tenían el derecho de pedirle algo como eso, dado lo que había tenido que pasar en Hueco Mundo. Desconocían los detalles, pero Orihime había cambiado mucho desde que habían vuelto al mundo humano.

-Gracias.

Llegaron a la tienda y bajaron al sótano secreto que tenía Urahara para poder entrar a la Sociedad de Almas. Urahara la acompañó hasta la puerta pero no entró con ella.

-Del otro lado te recibirá el capitán Ukitake. Él te explicará los detalles. Buena suerte.

Orihime asintió y caminó largo rato sumida en sus pensamientos. No podía creer que fuera a reencontrarse con Ulquiorra en una situación así. Pero no podía simplemente ignorar una petición de ese tipo. No porque tuviera miedo de las consecuencias, sino porque su ética como persona le impedía dejar a alguien herido si estaba en sus manos hacer algo para cambiarlo.

No se dio cuenta de cuando llegó a la otra orilla hasta que pudo distinguir dos siluetas.

-¡Inoue! –saludó Rukia con una enorme sonrisa.

-¡Kuchiki-san! ¿Cómo estás? –Orihime estaba muy contenta de verla.

No había pasado mucho tiempo desde la última vez, pero estaba acostumbrada a verla casi diario mientras estaba en Karakura.

En la Sociedad de Almas también era de noche. Las estrellas brillaban aún más intensamente que en el mundo humano y una suave brisa meció su cabello mientras bajaba de la plataforma.

-Escuché que venías a la Sociedad de Almas y le pedí al capitán Ukitake que me dejara venir a recibirte.

Orihime volteó y vio al capitán del treceavo escuadrón de pie a unos metros de Rukia. Su cabello plateado caía libremente por su espalda y sus ojos la veían amablemente. Lo saludó con una sonrisa y los tres se dirigieron a la brigada médica del Seireitei.

-Supongo que ya sabes por qué estás aquí –dijo Rukia.

-Sí, Urahara-san me explicó una parte.

-Me alegra que accedieras a ayudarnos. En serio lo apreciamos mucho –dijo Ukitake.

Orihime se sonrojó y caminó nerviosa, no estaba acostumbrada a un trato similar. Simplemente hacía lo que podía.

-No hay nada qué agradecer. Ustedes han hecho más por mí.

Entraron al edificio de la cuarta división y los saludó la capitana Unohana. A lo largo del pasillo había una larga hilera de camas con algunos pacientes. Desde shinigamis hasta personas del Rukongai. Isane estaba entre el personal ayudándolos a recuperarse.

Unohana los llevó a un cuarto aparte, cuya puerta estaba siendo custodiada por dos shinigamis. Entraron a la habitación; había una cama, una mesita con equipo médico y una silla. Ulquiorra estaba acostado en la cama, había vuelto a su forma arrancar y estaba cubierto de vendas manchadas de sangre. Su máscara presentaba algunas fisuras y sus manos estaban atadas con unas extrañas esposas con símbolos grabados.

Orihime se acercó lentamente a él. Parecía que estaba inconsciente. No había tenido la oportunidad de observarlo tan cerca con detenimiento. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar lo que había pasado en Las Noches. No tengo miedo, se recordó.

-No te preocupes, no puede hacerte nada. Esas esposas suprimen su reiatsu, por lo que no puede usar el sonido ni el cero. Incluso diría que parte de su fuerza está bloqueada también. En este momento no es más fuerte que un shinigami de quinto rango. De todas formas, estaremos aquí mientras sanas sus heridas, sólo por precaución –exclamó Ukitake al notar el escalofrío de Orihime.

Orihime se sentó en la silla y comenzó el proceso de curación. Lo primero que desapreció fueron sus heridas superficiales, pero para las heridas internas tomaría mucho más tiempo.

Unohana trajo dos sillas más para Rukia y Ukitake, pero Rukia se dedicó a observar a Orihime y pasear por el cuarto. Se preguntó qué había pasado con ella y los Espadas en Hueco Mundo. No había tenido la ocasión de preguntarle, pero de todas formas dudaba que ella quisiera decir una palabra al respecto.

Al cabo de dos horas las heridas de Ulquiorra estaban casi cerradas por completo.

-Será mejor que tomes un descanso, puedes continuar en la mañana –dijo Ukitake poniéndose de pie.

-Estoy bien, puedo seguir –replicó Orihime.

-No te desgastes mucho, Inoue. Vamos, cenemos algo. El capitán ya arregló todo para que te quedes en la división trece.

Orihime asintió y los siguió afuera. Antes de cerrar la puerta le echó un último vistazo a Ulquiorra. Se veía mucho mejor que cuando había llegado y podía jurar que lo vio abrir los ojos apenas unos milímetros.

De camino al comedor, Ukitake se disculpó diciendo que tenía otros asuntos que atender. Rukia y Orihime siguieron su camino.

Rukia le iba mostrando los lugares interesantes de la Sociedad de Almas, Orihime miraba todo fascinada. La última vez que había estado ahí era considerada una intrusa, por lo que no había dado precisamente un tour.

-Y por último, éste es el comedor.

Entraron a una habitación enorme. Estaba llena de mesas y sillas por todos lados. Hasta el fondo se ubicaba la cocina y había un gran bufet donde llegaban todos los shinigamis de todas las divisiones a servirse lo que más les apetecía.

-Wow, parece que todos están muy animados –comentó Orihime mientras tomaba una bandeja y se servía una ración de comida. No se dio cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que probó el primer bocado. Todo estaba delicioso.

-¡Miren quién nos visita! Orihime-chan, me da gusto verte nuevamente –exclamó Rangiku sentándose a su lado. Renji y Kira venían a su lado.

Orihime los saludó a todos con una sonrisa, era extraño verlos hacer algo tan común como comer. Siempre los había observado en horas de servicio y en batalla.

-¿Ya sanaste al Espada? –preguntó Renji.

-Sí, al menos la mayor parte. Mañana por la mañana voy a continuar.

-Ichigo lo dejó bastante jodido, ¿no es así?

Rukia le dio un codazo a Renji para que se callara. Orihime asintió y se apresuró a terminar su comida. Rukia y ella se levantaron, se despidieron de todos y regresaron al cuartel.

-Veo que te incomoda un poco recordar lo que pasó en Hueco Mundo.

Llegaron al cuarto de Rukia, había dos futones y después de desvestirse se metieron en ellos para descansar. Orihime se giró de cara a Rukia mientras pensaba un poco la respuesta.

-No he tenido mucho tiempo para procesarlo, es todo.

-Si necesitas hablar con alguien, aquí me tienes.

-Muchas gracias, Kuchiki-san.

-Descansa, Inoue.

A la mañana siguiente Orihime se levantó y vio que el futón de Rukia ya estaba tendido. No había ningún reloj cerca pero por la luz que entraba por la ventana se dio cuenta de que ya era bastante tarde. Se vistió y salió corriendo. Afuera, Rukia estaba practicando su kidou en unas dianas. Parecía que ya llevaba un rato ahí.

-Buenos días, Inoue –saludó secando el sudor de su frente.

-Kuchiki-san, lo lamento mucho, me quedé dormida –exclamó avergonzada.

Rukia sonrió.

-No te preocupes, después de todo lo que hiciste anoche es normal que quisieras dormir un poco más. Vamos, nos daremos una ducha y luego iremos a desayunar.

Un rato después llegaron a la brigada médica. Orihime había tomado prestado un uniforme shinigami. Esta vez el capitán Ukitake no pudo acompañarlas pero el capitán Hitsugaya y Matsumoto se ofrecieron para hacer guardia.

Rukia fue la primera en entrar a la habitación. Matsumoto había traído una botella de sake y se sentó junto a la ventana para beber mientras ignoraba la reprimenda de Hitsugaya. Orihime entró después y tomó asiento. Ulquiorra estaba despierto.

-¿Cómo te sientes hoy? –preguntó Orihime en voz baja.

Ulquiorra la observó en silencio con sus penetrantes ojos verdes. Estaba serio como siempre y trató de zafar sus manos al notar las esposas que lo rodeaban. En un abrir y cerrar de ojos Hitsugaya tenía su zanpakutou en su cuello.

-Escucha, Espada. Estás en la Sociedad de Almas. Inoue accedió a curar tus heridas, así que no intentes nada, ¿entendiste?

-No pedí por su ayuda –respondió.

-Bien, entonces no tendrás ningún problema si acabo con tu vida aquí mismo.

-Adelante, hazlo –lo retó.

-Capitán… -exclamó Rukia.

-Capitán, ¿cuál será el punto de curarlo si lo mata? –dijo Rangiku.

-¿Podrían…podrían por favor…dejarnos solos un momento? –Preguntó Orihime.

-Inoue, podría ser peligroso. Tenemos que estar presentes para que no intente hacerte daño.

-Kuchiki-san, te lo agradezco, en serio. Pero estaré bien. Sólo será un momento.

Rukia sabía que Orihime era capaz de arreglárselas ella sola, pero no estaba segura de que fuera lo correcto. Aun así, algo en su mirada le decía que en verdad lo necesitaba. Asintió y sonrió.

-De acuerdo. Llámanos si necesitas algo. Andando –llamó a los otros.

-Pero no podemos dejarla, son órdenes –replicó Matsumoto.

Hitsugaya asintió también y le ordenó a Matsumoto que salieran del cuarto.

-¿Estás segura de que eso fue lo correcto, mujer? Estaban aquí para protegerte de mí –dijo Ulquiorra cuando Rangiku cerró la puerta tras ella.

-Te lo dije antes, no te tengo miedo.

-Aún con mi poder suprimido, matarte no sería ningún problema.

-No vas a hacerme nada.

-¿Cómo puedes estar tan segura?

-No lo sé. Es una corazonada.

-¿Una corazonada?

-Es…como un instinto.

-Sé lo que es una corazonada, pero me parece estúpido que creas en algo como eso.

Orihime activó sus poderes y siguió curándolo sin prestar atención a su comentario. Ulquiorra la veía fijamente sin decir nada.

-¿Sabes? No pensé que volvería a verte después de lo que pasó en Hueco Mundo –dijo Orihime-. Es…un poco difícil para mí revivir esos recuerdos.

-¿Se supone que debo decirte que todo estará bien? ¿Que no te preocupes? –se burló.

Al cabo de una hora ya había sanado todas las heridas de Ulquiorra. Toshiro, Rangiku y Rukia entraron para asegurarse de que todo estaba bien.

-Buen trabajo, Inoue –dijo Rukia con una sonrisa.

Los dos guardias de la puerta entraron para llevarse a Ulquiorra. Lo tomaron de ambos brazos y los tres salieron seguidos de Hitsugaya y Rangiku.

-¿A dónde lo llevan?

-Habrá una junta de capitanes, van a decidir qué hacer con él –dijo Rukia.

-Ya veo, entonces supongo que ahora regresaré al mundo humano.

-De hecho, el comandante Yamamoto quiere que tú estés presente también.

-¿Yo?

Orihime no sabía la razón, tal vez iban a agradecerle por sus cuidados pero no creía que una junta oficial fuera necesaria para eso.

-Vamos, te acompañaré allá.

Orihime nunca había estado en la sala de juntas de los capitanes. Era muy amplia y elegante, y la seguridad estaba muy reforzada. Rukia la dejó en la puerta.

-Puedes entrar. Cuando terminen, te acompañaré de regreso a Karakura.

Orihime abrió la puerta y entró. En la sala ya estaban todos los capitanes formados. En el centro al fondo estaba el capitán Yamamoto. Al lado de él estaba Ulquiorra aún con las manos esposadas. Fue el primero en voltear a verla.

-Orihime Inoue, acércate –la llamó el comandante.

Orihime llegó frente a él. Estaba en medio de los demás capitanes y se sentía observada.

-Ah…hola, yo...

-Primero que nada –la interrumpió-, debo agradecerte por prestar tus servicios una vez más a la Sociedad de Almas.

-N-No es nada…

-En segundo lugar, estoy consciente de que Urahara Kisuke ya te informó lo que está sucediendo.

-Sí…bueno…él me dijo que viniera a curar a Ulquiorra y…

-Me temo que no es todo lo que necesitamos de ti. Debo pedir tu ayuda en nombre del Seireitei una vez más.

-¡P-Por supuesto! Lo que necesiten, por favor no duden en pedírmelo –hizo una reverencia.

-Creo que no es justo que Orihime-chan acceda sin saber de qué se trata –intervino Kyoraku.

-Tiene razón, no sabemos si está de acuerdo –opinó Soi Fon.

-Sabes ya que la Sociedad de Almas estuvo de acuerdo en perdonarle la vida y en cambio utilizar su poder para nuestro beneficio –comentó Byakuya.

-Ah, debo discrepar en eso, capitán Kuchiki. Yo quería analizar sus restos en mi laboratorio pero todos se opusieron –se quejó Mayuri.

-Tch, ¿a quién le importa? Vamos a rebanarlo y asegurarnos de que no cause problemas –dijo Kenpachi.

-¿Qué sucede contigo? ¿Es que sólo piensas en rebanar gente? –exclamó Komamura.

-¡Silencio todos! Orihime Inoue, queremos que el Espada vaya al mundo humano durante unos meses. No puede regresar a Hueco Mundo porque se trata de un lugar fuera de nuestra jurisdicción, pero tampoco puede quedarse en la Sociedad de Almas ya que no es un shinigami.

-E-Entiendo…

-Sería de mucha ayuda que pudieras ayudarlo a encajar en la sociedad y le dieras asilo en tu casa. Estaremos en contacto contigo y si algo ocurre no dudes en acudir a Urahara Kisuke para que te ayude –dijo Unohana amablemente, ya que nadie parecía explicar la segunda parte.

Orihime no estaba segura de las consecuencias que eso le traería, pero no tenía razones para negarse.

-De acuerdo, lo haré.

Llegaron dos guardias y escoltaron a Ulquiorra hacia la salida. Al pasar junto a Inoue le dirigió una mirada penetrante.

-El capitán Kurotsuchi y Urahara Kisuke están trabajando juntos para crear un gigai especial para un arrancar. Sus poderes serán suprimidos por completo y no podrá salir de él a menos que tenga la llave que está bajo mi cuidado. Te informaremos cuando los preparativos estén listos. Por lo pronto, regresa al mundo humano y espera nuestras indicaciones –informó el comandante.

Agradeció a Orihime nuevamente y dio por terminada la sesión. Ukitake la acompañó hasta la entrada al mundo humano y ambos se detuvieron ante la puerta.

-Orihime-chan, el capitán Yamamoto no lo dijo, pero esta misión debe permanecer en secreto hasta que Ulquiorra esté en el gigai. Si alguien de sus amigos se enterara de que está en la Sociedad de Almas, no dudarían en atacarla para apoderarse de él. Una guerra justo en estos momentos es lo último que queremos. Después de lo de Aizen…todos están asimilándolo todavía.

Orihime sonrió tristemente por el comentario de Ukitake. Ella sabía perfectamente la clase de persona que era Ulquiorra. En su vocabulario no estaba la palabra "amigos", así que dudaba mucho que alguien fuera a rescatarlo. Ni siquiera contaba con una fracción a su disposición cuando vivía en Las Noches.

-Yo…sólo tengo una pregunta –dijo Orihime antes de entrar por la puerta.

-¿Cuál es?

-¿Por qué yo? –Preguntó- No tengo ningún inconveniente –se apresuró a añadir-. Es sólo que… ¿no estaría mejor vigilado en casa de Urahara-san?

Orihime había pensado también que si Kurosaki aún conservara sus poderes, le habrían pedido ese favor a él.

Ukitake sonrió.

-Eso es cierto. Sin embargo, creo que te subestimas demasiado –le puso una mano en la cabeza y sacudió su cabello en un gesto fraternal-. Ulquiorra accedió a hacer todo lo que le dijéramos. Ir al mundo humano, suprimir su reiatsu y sus poderes, con una sola condición.

-¿Qué condición?

-Que pudiera quedarse contigo.

Orihime abrió mucho los ojos. Las palabras de Ukitake la habían dejado helada. ¿Ulquiorra quería estar con ella? No tuvo tiempo de responder nada porque en ese momento llegó Rukia para acompañarla al mundo humano.

Ukitake le deseó buena suerte, después de todo iba a necesitarla.

Fin del Flashback

Urahara sonrió cómplice cuando vio a Orihime vestida completamente de negro con una capucha cubriendo su cabeza. Ahogó una risita y la hizo pasar a la tienda.

-Inoue-san, ¿vas a robar mi tienda?

Orihime se sonrojó. Tal vez había exagerado con lo de "mantener en secreto la misión".

-Eh, no, bueno, yo no…

-Sígueme -la cortó Urahara.

Bajaron al sótano y esperaron a que el portal se abriera. La luz cegadora los obligó a cerrar los ojos, y cuando los abrieron se encontraron con tres figuras frente a ellos.

Continuará…

Hasta aquí el primer capítulo. ¡Hasta pronto!