¡Hola a todos y bienvenidos a Irresistible!

Primeramente, me encanta que hayan cliqueado a la historia y que les llamara la atención. Pero antes de que pasemos a leer, quiero hacer ciertas aclaraciones que no había hecho anteriormente, por lo cual me disculpo, pero soy demasiado despistada con las fechas en los libros, por eso decidí enmendarlo y explicarles un poco la situación del fic.

Como ya sabrán, Harry Ron y Hermione no cursaron su séptimo y último curso por estar en busca de los Horrocruxes. La autora aclaró que Hermione regresó para graduarse, sin embargo, Ron y Harry decidieron ayudar al Ministerio de magia en la búsqueda de los demás mortífagos. En este fic, por causa de toda la guerra y todos los problemas que se pasaron, se decidió repetir el curso a todos los estudiantes sin excepción. Por lo cual, después de la guerra y aunque suene injusto, todos los estudiantes regresaron a Howgarts para sus cursos normalmente. El fic, está situado un tiempo después de la culminación de la batalla. Las clases comenzaron el primero de septiembre de 1998, Hermione tiene 18 años, pronta a cumplir los 19 y Draco tiene 18 años.

Es necesario aclarar que los personajes pertenecen a la gran Jk. En ningún momento los reclamo como míos. También debo decir que he aumentado el mundo un poco y que incluso he añadido nuevos personajes y una magia antigua, la cual no sale en los libros y pertenece enteramente a mi invención, como también los personajes que salen de ella.

Por último, les pido que abran su mente y disfruten…

HERMIONE GRANGER

La Cámara de los secretos.

Sábado, 18 de septiembre de 1998.

Era conocida como pragmática y muchos osaban llamarme "La bruja más inteligente de mi generación." Mi ingenio había sido comparado con el gran padre de la filosofía, Sócrates, cosa que me halagaba increíblemente porque no soy una persona carente de emociones y da la casualidad que a mi ego le gusta ser alimentado. Entonces, ¿Por qué demonios me estaba dirigiendo hacia la parte prohibida del castillo, aquella parte oscura y misteriosa controlada únicamente por los alumnos disolutos de la escuela? Mi respuesta era bastante sencilla…

Corrían rumores que un grupo demente de estudiantes se había apoderado de la antigua Cámara de los Secretos como sede principal del asiento de sus negocios ilícitos. ¿Qué vendían? Todo lo que Hogwarts prohibía, e incluso, había escuchado que tenían un grupo de jóvenes que se prestaban para… ¡Merlín!

Era casi media noche, lo cual explicaba la ausencia absoluta de personas en los pasillos de la escuela. Los candelabros alumbraban tenuemente mi pecaminoso camino, mis pasos eran cuidadosos en la fría cerámica de piedra y cada aliento que salía de mi boca iba en perfecta sincronía con el movimiento de mis pies. El castillo de noche era otro mundo, uno que siempre atraía miradas curiosas en busca de peligros desconocidos, de criaturas fantásticas y encuentros furtivos. Numerosas veces había recorrido estos pasadizos a escondidas, sin embargo la sensación de alerta nunca me abandonaba sin importar cuántas veces había realizado mis escapadas.

Me detuve en medio del pasillo y me giré para comprobar si estaba siendo seguida, un suspiro de alivio salió de mi garganta al comprobar que todo estaba tan desierto como yo esperaba. En caso tal de que no estuviera desierto, nadie lograría verme ya que la capa de invisibilidad que le había pedido prestada sin su permiso a Harry, me protegía de cualquier mirada intrusa que pudiera delatarme. Sin embargo, la extraña sensación de que alguien me seguía no lograba apartarse de mí. Pero dada mi situación no me sorprendía que todo fuera producto de mi alocada imaginación que no paraba de reprochar cada parte de mi asqueroso plan, señalándome por estar a punto de cometer un acto que iba en contra de todos mis valores cristianos.

Continué caminando entre la penumbra de la noche, gracias al cielo el castillo se encontraba sumido en un acogedor silencio madrugador, los profesores, que usualmente hacían sus guardias durante estas horas, dormían plácidamente ya que dudaban que a dieciocho días de comenzar clases, alguien pudiera meterse en problemas. Usualmente, costaba más de dos meses para aventurarse a esta clase de situaciones.

Sin embargo, allí estaba yo, caminando en medio de la noche para hacer una estúpida travesurilla que me costaría mí… mi virginidad. Sí, yo la sosa Hermione Granger, la estudiosa e impecable alumna de la casa de Gryffindor estaba caminando hacia un lugar que no combinaba con mi impoluta reputación para perder algo que para mis otras compañeras de casa, era completamente absurdo tener a la edad de diecinueve años, los cuales por cierto, cumpliría dentro de algunos minutos…

¡Dentro de poco sería mi cumpleaños! ¿Y cómo lo celebraría? Acostándome con un desconocido y pagándole por ello.

¿Dónde quedó mi sentido común cuando esa estúpida idea vino a mi cabeza? ¿Dónde quedó mi conocida y admirada inteligencia? ¡Enterrada debajo de las sábanas del deseo por conocer aquello que hasta ahora se escapaba de mis manos! Es más, podía admitir con toda honestidad que era mi interés científico el que me impulsaba a actuar como lo hacía. Eso y el hecho de cumplir diecisiete sin tener un mísero romance en mi vida. Muchas chicas recuerdan a Viktor con determinada envidia y es entonces cuando yo a su vez, recuerdo su estado de homosexualidad contenida que para evitar chismorreos, había ocultado conmigo.

¡Soy una santa! Lo sé. Una santa a punto de ser descomulgada.

Estaba tan sumida en mis tortuosos pensamientos que no noté que había llegado a mi destino. La puerta mohosa y olvidada del tan mal afamado baño del segundo piso me recibía con su lúgubre portada de misterio. Una electrizante sensación de peligro corrió por mi cuerpo erizando lo vellos de mi nuca, sentí la voz sensata de mi conciencia gritarme que saliera corriendo de esa pequeña Gomorra, sin embargo, mi obstinación fue más fuerte que ella, así que apretujándome las manos debajo de la capa pensé en un modo para entrar. Pero antes de que pudiera alzar mi varita, la puerta se abrió con un chirriante sonido, como si estuviese esperando mi visita y antes de que pudiera acobardarme, ingresé en la estancia llena de un humo extraño que me impedía ver más allá de mis propios e inseguros pasos. Solo fui consciente de que la puerta se cerró tras de mí, parpadeé varias veces para adaptar mis ojos a mi nuevo entorno, pero fue imposible. El sonido de un cerrojo me puso en estado de alerta, me giré hacia la dirección por la que había ingresado, dispuesta a salir corriendo y forzar la cerradura, pero fui detenida por unos pasos invisibles que pesadamente se movieron bloqueando mi única salida.

-Mi queridísima señorita Granger…-la voz llegó a mí como un fuerte eco, uno que viajaba desde muchos kilómetros de distancia, su efecto en mí fue inmediato y contundente, sin querer me estremecí de pies a cabeza. Entonces, lo más inaudito ocurrió. La capa de invisibilidad que hacía un momento me cubría por completo, cayó al suelo con un susurro apesadumbrado, casi como si se estuviera disculpando por abandonarme en el momento más crucial de mi aventura.

Poco a poco, la niebla a mi alrededor comenzó a disiparse, noté que diversos aromas dominaban la olvidada estancia llenándola de la dulce esencia del lirio, la indomable y reconocible almizcle, a madera y agua salada. Dichos olores que eran extraños, prohibidos y exóticos conseguían combinarse perfectamente logrando una reacción inesperada y no del todo desagradable. Los olores flotaban en el aire emanando un poder enorme sobre el espectador, un poder que lograba inmiscuirse en la piel, viajar por todo el sistema nervioso y activar todo lo que a simple vista parecía dormido. Respiré profundo reconociendo el efecto que tenían en mí. No podía evitar sentirmeme salvaje, libre e indomable, fuera de aquel molde que desde tan tierna edad me había empeñado en piel, comenzó a sentir un sensual picor y poco a poco, me adentré en la estancia, siguiendo el eco de la voz que de manera hipnotizanteme incitaba a acercarme a descubrir el misterioso lugar que pensaba no podía ser real.

Una vez se hubo dispersado la niebla, vi claramente donde me encontraba. Ya no era la sombra de aquel baño sombrío y olvidado, era un manantial mágico, lleno de árboles y frutas tan apetecibles con los colores más vivos que jamás hubiese visto, en el centro del claro, iluminado tenuemente por la luz de la luna, se encontraba la cascada más hermosa, pura y cristalina que ningún pintor nunca podrá plasmar. Me sentía en un sueño, lejano y censurado, definitivamente estaba en el Edén.

-¿A qué debo esta inesperada visita?- reconocí que la voz pertenecía al guapo fantasma de la torre de Astronomía. Sabía que pocas chicas lo habían visto y habían quedado marcadas por el romántico encuentro y la trágica historia del apuesto hombre. Muchos rumores circulaban en el castillo concernientes al fantasma, pero el más famoso era en definitiva su muerte a manos de la mujer que amaba y que estaba muy pronta a convertirse en su esposa, la razón de tal decisión permanecía siendo un misterio.

El fantasma conocido como Roger el guapo, se encontraba bañándose en el manantial (si es que un fantasma podía bañarse), su figura transparente estaba apoyada en unas rocas y a cada lado de su fantasmal cuerpo, se encontraban unas ninfas admirando su melancólica belleza.

-¿Es usted quien controla el negocio?- pregunté con tacto, sorprendida de verlo a él precisamente allí. Esperaba a unos chiquillos llenos de acné y con hormonas elevadas viendo porno de una revista o incluso esperaba a un estudiante de la casa de Slytherin llevando las riendas del negocio, es decir, todo, menos a él. El fantasma me dirigió una apuesta sonrisa lobuna.

-En cuanto al funcionamiento de mis… negocios, como usted lo llama. Debo decir que esa información se encuentra bajo una estricta confidencia que no puede ser revelada a cualquier estudiante.

- ¿Entonces quien…?- me detuve al sentir que mis mejillas se sonrojaban, impidiendo que continuara con la oración. El fantasma me miró con ojos expertos y divertidos.

-Si primero me comunica sus deseos, quizás podría ayudarla. Aunque soy un fantasma, no poseo talentos de mentalista.

-Yo… eh…- ¿Qué demonios le diría? ¡Era obvio que me conocía! Es decir, ¿Quién demonios no conocía mi nombre en el castillo, por Merlín? Sin embargo, era bochornoso para mí hacer lo que hacía y pedir lo que estaba a punto de pedir. Decidí comenzar por lo más lógico.- Dentro de treinta minutos, es mi cumpleaños…

-¡Oh! Muchas felicidades…- exclamó la voz cantarina del fantasma. Asentí, restándole importancia a sus buenos deseos.

-Vine porque he decidido darme un regalo de cumpleaños.- con un gesto educado, Roger el guapo, me instó a continuar.- quiero perder mi virginidad con uno de sus asistentes

Entonces supe, que había firmado un contrato con el mismo demonio al ver la sonrisa salvaje que se dibujó en sus labios transparentes…