Holaaaaaaaaaa!
Esta historia tendría que haber salido a la luz hace años, originalmente es una solicitud especial de una amiga que la verdad es una increíble Dibujante no se me ha olvidado Natsylove…
Esto es un…
Universo Alterno ajeno a la historia original del manga de "Koi Suru Boukun" creado por Sensei Hinako Takanaga
¡Un abrazo fuerte desde el caluroso y bello puerto de Veracruz!
Agradezco también a Neko Pink por ayudarme a encontrar un nuevo nombre pues su original ya fue ocupado por otra Autora y pues no quiero causar confusión… gracias Neko o más bien gracias a tú linda y hermosa mami si supiera que le dio el nombre a un fic tierno y pervertido XD me mataría XD
En fin me largaré a terminar de escribir el regalo de mi amado bebe mientras les dejo este nuevo lanzamiento que esperaba hacer y compartir con ustedes…
A leer…
Nota reflexiva mía: A pesar de los diversos universos alternos en que los coloque… ellos siempre se enamoraran al mirarse a los ojos por primera vez…
Capítulo 1. Cuando nuestras miradas se cruzaron.
-"Disculpe… disculpe si quiere puede usar la mía…"- esa fue la primera vez que escuchó su voz y al levantar su rostro por unos segundos que parecieron eternos pudo ver por primera vez su hermosa sonrisa aunque de cortesía pero era solo para él y en ese momento se perdió en ese par de hermosos ojos color esmeralda…
-¡Eh!... ah… sí- esa fue su estúpida respuesta hace unos segundos como resultado de los nervios que se apoderaron de todo su ser y que inundaron su cara de un bello color carmín -"como pude ser tan idiota"- se recriminaba mentalmente viéndolo salir rápidamente de aquel lugar -"Demonios Souichi oportunidades como estas solo existen una sola vez en la vida" - se reprendía así mismo por el hecho de haberla perdido en ese momento -¡Ah! ¡La pluma!- exclamó mirando su mano con sus ojos brillantes -"Genial esta es mi oportunidad, hasta mañana… Morinaga-san"- exclamó en pensamientos guardando recelosamente aquel artículo olvidado en el bolsillo de su uniforme.
Por las transitadas calles de la ciudad de Tokio, corriendo como si su vida dependiera de ello un joven de aproximadamente 25 años, 1.78 de altura y cabello largo, se abría paso sin ninguna reserva entre el mar de gente que abarrotaba el centro de la ciudad, llevaba un maletín de color café claro con correa larga que traía colgado a su delgado cuerpo -¡Demonios voy llegar tarde… maldición!- se decía mientras observaba el reloj colocado en su muñeca y entraba casi atravesando la puerta trasera de un gran edificio con acabados coloniales cuyo atractivo principal era sus grandes jardines y hermosos ventanales que eran decorados finamente con unas elegantes cortinas en color vino ajustadas sutilmente con unos cordones dorados, la entrada principal de aquel lugar era una hermosa puerta de madera automática, con vidrios templados biselados cuyo logotipo grabado indicaba ser un prestigioso Restaurant Café.
Llego enfrente de aquel reloj checador deslizando audazmente su tarjeta de asistencia y viendo con gran satisfacción que marcaba exactamente las 4:30 pm, treinta minutos antes de las 5 pm horario en el cual comenzaban sus labores diarias como capitán de meseros de aquel lujoso lugar -"lo conseguí… puntualidad ante todo Souichi"- pensaba orgulloso de su cualidad inquebrantable que siempre había tenido desde niño por supuesto inculcado por sus padres. Se adentraba al área de servicio en donde ubicado enfrente a su locker se disponía a guardar sus pertenencias y a colocarse su uniforme, el cual consistía en un pantalón en color negro una camisa de manga larga color blanco, un chaleco a botones en color negro con unas bolsas simuladas enfrente, una corbata de color negro ajustada elegantemente en su cuello y su delantal de cintura en color negro que llegaba más abajo de sus rodillas en el cual de lado derecho a la altura de su cadera tenia bordado con letras blancas el nombre de aquel lugar "Restaurant & Cafetería Royal".
Mientras ajustaba su gafete de identificación arreglo su hermoso cabello el cual era muy largo sin embargo se las ingeniaba para amarrarlo de forma en que le quedaba una hermosa coleta baja usando un cordón en color negro que combinaba con su uniforme, el gerente de la cafetería al principio le solicito cortarlo orden que Souichi temía tener que cumplir para poder seguir trabajando en aquel lugar; sin embargo el gerente jamás había vuelto a solicitar aquello ya que su cabello largo junto con su cuerpo delgado y su apariencia atractiva le daba un porte inigualable, además de ser uno de los meseros más solicitados por los comensales, siempre eficiente, amable y eficaz en su servicio al cliente.
-Muy bien comencemos… tal vez esta noche yo pueda volverlo a ver- susurró para él mismo saliendo del área de servicio listo para adentrase a su área de trabajo en ese momento observó de reojo como algunos empleados que al igual que él entraban en ese horario comenzaban a llegar corriendo -"¡Es muy tarde!... como pueden ser estas personas tan informales"- pensaba molesto al verlos peleándose por checar su entrada con los demás y comenzándose a preparar de manera rápida pero con mucho entusiasmo para la agradable tarde de trabajo -Buenos Tardes Tatsumi-san- inmediatamente saludaban con educación portando su distintivo uniforme, al igual que él tomaban sus libretas, plumas, servilletas, las cartas y su charola correspondientes algunos corrían al área de cocina en donde encendían rápidamente las cafeteras, los hornos, etc. para iniciar su jornada de trabajo, otros al área de jardinería en donde había dispuestas las mesas para aquellos que deseaban fumar con tranquilidad.
Listo para iniciar sus actividades cerro sus ojos y se concentró respirando con tranquilidad era una costumbre que él había adoptado durante todo este tiempo en donde tenía que tratar con todo tipo de personas sin embargo algo lo saco abruptamente se su relajamiento -¡BUENAS TARDES MI QUERIDO SOUICHI-KUN!- a sus oídos llegaba el característico grito que tenía como saludo su mano derecha y gran amigo un joven risueño de ojos claros y cabello corto color rubio quien entraba como un torbellino en aquel lugar, alistándose y en segundos se encontraba al lado de él con su característica sonrisa burlona y guiñándole un ojo listo para entrar juntos.
Inmediatamente algunos jóvenes empleados se pusieron de espaldas, se taparon los oídos, otros simplemente atravesaron la puerta para comenzar sus actividades ya que sabrían lo que a continuación vendría -¡ISOGAI TE HE DICHO MIL VECES QUE NO ENTRES GRITANDO DE ESA MANERA!-
Un grito retumbo en aquella pequeña extensión causando los nervios en todo el lugar, pues todo el mundo sabía que aquel atractivo joven era uno de los empleados más ejemplares de ese lugar sin embargo tenía una reputación de tirano y pésimo carácter, conocían realmente lo difícil que era tratarlo, estaban sorprendidos como es que Isogai-san el segundo mejor empleado podía llegar a ser su mejor amigo e incluso hablarle de esa manera ya que sus personalidades eran completamente opuestas, sin embargo aquella personalidad era un escudo que el joven Tatsumi utilizaba para defenderse del mundo entero, Isogai conoció su historia una noche de copas hace años atrás y desde ese momento se convirtió en su mejor amigo y confidente pues conocía realmente a la persona que en verdad era; sin embargo aquellas faltas de respeto en el lugar de trabajo le salían bastantes caras y sus miles de actas administrativas le indicaban a los empleados que con el jefe Tatsumi Souichi Capitán de Meseros nadie debía meterse o al menos mantenerse al margen.
-No te enojes así… jajajaja Pero que carácter… sí sigues arrugando tu entrecejo de esa manera te comenzarán a salir arrugas- le decía Isogai en un tono burlón mientras se colgaba en su hombro presionándole con su dedo índice la frente juguetonamente -Ya déjate de tonterías bastardo… arreglaré asuntos contigo al terminar nuestro turno por el momento ¡A TRABAJAR! - ordenó mirando su reloj que marcaba exactamente las 4:55 pm. empujo aquellas puertas abatibles y junto al risueño de Isogai los demás empleados tomaron sus respectivas posiciones en medio del gran salón, todos miraban atentamente a Souichi quien se colocó enfrente de ellos con una carpeta de cuero en color negro entre sus manos la cual abrió y comenzó a leer rápidamente, expresaba oraciones largas y cortas, horas con sus respectivos minutos, nombre de personas y de negocios comerciales, números de mesas, tipos de café, tipos de licor, snacks, postres, alimentos, cada palabra volaba al aire que cualquiera que lo hubiera escuchado no entendería nada de nada, sin embargo para cada chico enfrente de él aquellas instrucciones eran suficientes, cada uno sabía que oración le correspondía a cada uno, pues después de trabajar con él un tiempo se acostumbraban a su exigente ritmo y método de organización.
Minutos después de dar a cada uno las diferentes reservaciones y órdenes especiales que tendrían en aquella tarde, se dispuso a supervisar que las diferentes áreas se encontraran en perfectas condiciones, para minutos después hacer que aquel negocio abriera sus puertas para inmediatamente comenzar a llenarse de clientes e iniciar una agradable jornada de trabajo.
Aquel lugar era tan agradable y ameno la música ambiental se escuchaba perfecta, ya que armonizaba con la iluminación y los clientes que se encontraban conversando en aquel lugar, las pequeñas mesas de caoba y aquellas sillas forradas en terciopelo le daban al lugar un aspecto formal y encantador, como todas las tardes aquel lugar se llenaba de gente de alta clase social que se reunían para degustar una excelente taza de café, disfrutar de una agradable lectura, organizar reuniones, tener citas, cerrar contratos de negocios, Souichi Tatsumi tenía un par de años trabajando en ese lugar razón por la cual servía con elegancia y distinción el café en aquella fina cerámica en la mesa de uno de sus más selectos clientes.
-Muy Buenas Noches Akamura-san, permítame comentarle que el día de hoy tenemos un nuevo pastel de chocolate… ¿Le gustaría probarlo? - con una sonrisa enigmática Souichi ofrecía lo nuevo del menú a una hermosa mujer quien era una diseñadora reconocida en aquella ciudad -¡En serio! Por supuesto, quiero probarlo enseguida- respondía emocionada y aceptaba encantada la sugerencia ofrecida por aquel apuesto joven; aquella mujer tenía varias sucursales de ropa para caballero y cada que vez que tenía la oportunidad le pedía a Souichi ser parte de sus modelos pues en verdad era un chico bastante atractivo a sus ojos, sin embargo Souichi siempre de manera cordial declinaba su oferta -Permítame un momento enseguida se lo traerán- respondía con educación y una sonrisa cordial.
Después de dar las instrucciones a una joven para terminar de atender a la risueña diseñadora y otros clientes a quienes les había tomado sus órdenes de manera rápida y profesional, se dirigió a las otras áreas en donde observaba que todos clientes que llegaban fueron atendidos inmediatamente al mismo tiempo que él tomaba las ordenes por cortesía mientras amablemente los visitaba en su respectiva mesa.
Sin embargo para Souichi existía un área en todo aquel Restaurant que le encantaba supervisar y era el área en donde se encontraban todas aquellas personas que venían a disfrutar de una apacible lectura mientras degustaban tazas y tazas de café, observaba como los demás meseros atendían con cortesía a los clientes y casi de memoria se sabían el tipo de café que a cada cliente solicitaba día con día.
-Buenas Noches Yamamoto-san ¿Desea que le sirva otra taza de café? - Souichi llamo a un joven que se había perdido totalmente en aquel mundo de letras, que el grueso libro que tenía en manos le regalaba -¿Eh? Sí por favor… no me había dado cuenta que ya me había terminado mi café- aquel joven respondió sorprendido mientras trataba de dar un sorbo a la taza vacía que había tomado aún inmerso en su lectura -Debe de ser un libro muy interesante ¿Acaso ya termino el anterior?- le comentaba mientras servía sutilmente aquella taza de humeante café -El anterior fue una delicia, este es uno nuevo… me sorprende mucho este autor tiene una forma de escribir tan increíble que desde el momento que empiezas las primeras páginas te atrapa en la trama y no te deja ir hasta que concluyes la última- explicaba emocionado aquel hombre joven mientras tomaba un sorbo y miraba a los ojos a Souichi quien le encantaba leer igual que a estas personas, por eso amaba tanto esa área podía grabar de manera fotográfica los títulos y los autores de los libros que sus clientes traían a la cafetería -¿Y dígame como se llamaba ese autor?- preguntaba de manera interesada aunque él conocía muy bien el nombre de aquella persona -El nombre del autor es Morinaga Tetsuhiro, debería leer alguna de sus obras Tatsumi-san son realmente increíbles- le respondía con un brillo en sus ojos -"Lo sé muy bien sus libros son realmente hermosos"- pensaba devolviéndole la sonrisa -Lo haré, con su permiso lo dejaré disfrutando de su lectura- Souichi se retiró de manera amable mientras se dirigía a una barra en donde solicitaba que llenaran varias jarras de café.
De repente Isogai se acerba a su lado y de manera sobreactuada le daba la noticia que tanto deseo escuchar aquella tranquila noche -¡Souichi-kun mira mi hermoso ángel por fin ha descendido esta noche en el salón!- exponía de forma radiante mientras se dirigía a atender a sus ya muy bien conocidos clientes, quienes habían entrado al restaurant haciendo que Souichi volteara de repente a ver aquel hermoso joven de esbelto cuerpo, tez apiñonada, cabello negro azulado y ojos verdes, que venía vestido de manera formal un traje en color gris con una camisa blanca y una corbata en color vino, se adentraba al salón en compañía de otro chico de cabello castaño, ojos grises, un poco más bajo de estatura, que igual que el venia vestido de una manera formal con un traje en color negro y una camisa blanca sin corbata; ambos eran atendidos por Isogai quien los dirigía a la mesa que siempre solicitaban cerca de un gran ventanal en donde se podían admirar los jardines.
Souichi adentro su mano al bolsillo de su pantalón y palpo aquella pluma que hace unas semanas aquel joven le había prestado tan amablemente -"¡Morinaga-san!"- expresó en su mente al ver aquel hombre de radiante sonrisa conversar amenamente con su asistente quien abrió una gran agenda y le indicaba de manera seria probablemente sus futuros compromisos, sin embargo aquel joven se aflojaba su corbata un poco y se sentaba de manera cómoda en aquella silla sonriendo admirando la belleza de aquellos jardines.
El joven Tetsuhiro Morinaga era un joven autor de novelas descubierto hace aproximadamente cinco años por el agente literario Masaki Junya quien trabajaba para uno de los más reconocidos grupos editoriales que existen en Nagoya.
Mientras buscaba nuevos talentos para lanzar algo novedoso al mercado literario, Hiroto Daisuke un nuevo joven asistente que había iniciado a trabajar con él, le entregó uno de los tantos manuscritos que les llegaban de parte de autores anónimos que buscaban tener una oportunidad de dar a conocer sus obras al mundo.
Masaki quedo completamente maravillado al leer aquella historia, cada palabra, cada frase, cada pedazo en la trama era una exquisitez sin lugar a duda, ese autor desconocido sabia como expresar las emociones de manera sublime, no espero más lo contacto de manera inmediata quería conocer a la persona que podía crear tan hermosa historia. Sin embargo cuando lo conoció no solo quedo impactado por lo joven que era, si no por su gran belleza física que poseía aquel chico de 18 años que terminaba apenas la educación media superior.
Se llevó a cabo la firma del contrato de manera inmediata, procedió a llenar todos formularios correspondientes pues al ser un menor de edad necesitaría un tutor que lo apoyara hasta que el cumpliera su mayoría de edad, razón por la que él tomo ese puesto, no dejaría que un autor de ese nivel se le fuera de las manos. El tiempo paso y como era de esperarse los libros de aquel joven se dieron a conocer colocándolo en las primeras posiciones, a pesar de ser muy joven podía crear obras de calidad que dejaban maravillados a más de un lector.
Souichi conocía de memoria sus libros en realidad eran obras pequeñas pero con un contenido bastante bueno, eran novelas que le transmitían un sinfín de emociones, al leer aquellas obras una y otra vez el chico de cabello largo se permitían escapar de su mundo, de su realidad que estaba llena de preocupaciones y problemas, amaba imaginarse el protagonista de todas ellas y de esa manera él era feliz, ese autor le gustaba, le gustaba mucho… en pocas palabras está enamorado de su forma de escribir por lo menos hasta ese momento.
-¿Disculpe joven necesita una charolita?- le preguntaba en son de broma su amigo Isogai detrás de él por lo cual Souichi dio un respingo del susto -¡Idiota!- susurró molesto -Es que cada vez que ese joven viene a la cafetería te quedas con la boca abierta y la baba se te resbala jajajaja- se burlaba el rubio mientras Souichi lo miraba con los ojos más asesinos que solía hacer -¡Ya cállate déjame en paz!- le contestaba exasperado porque aún no llenaban las jarra de café que había solicitado -Vamos Souichi no te enojes… te entiendo perfectamente es un chico cautivador, realmente sexy, amable, tiene una encantadora sonrisa… es lógico que te haya flechado desde hace tiempo- le comentaba mientras preparaba su charola con la orden de aquella mesa a la cual ambos estaban mirando -¡Eh! ¡Que estupideces estas diciendo!- susurró bajito volteándose rápidamente de frente a la barra y de espaldas a los comensales.
-¡Oh ya veo! ¿Entonces me equivoque?- le cuestionó su amigo observándolo de manera inquisitiva, sus ojos claros se afilaban lentamente apreciando el rostro de su gran amigo, quien tenía una mirada inmune a dejarle leer expresión alguna -Por supuesto que estas en un error, ese chico no me interesa en lo más mínimo- Souichi le respondía más tranquilo mientras observaba por inercia a aquel joven a través del espejo detrás de esa gran barra -¡Mmmm!- Isogai dejó escapar ese sonido apenas perceptible de sus labios acción que hizo que Souichi lo mirara directamente -¡Entiendo!- expresó el de cabellos cortos como resultado de su análisis, él sabía muy bien lo necio y reservado que era el pelilargo en cuestiones de sentimientos, pero tantos años de amistad eran suficientes para saber que mentía y tenía la seguridad de desenmascararlo con unas simples frases que saldrían de sus labios en segundos mientras tomaba su charola y comenzaba a caminar con dirección a aquella mesa -Bueno Souichi si es así, no deberá haber ningún problemas si yo… "yo voy tras él"… ¿Verdad?- le cuestionó con una sonrisa pícara y un giño en su ojo derecho, dejándolo completamente sorprendido, sus orbes doradas temblaron tras escuchar aquel insano comentario de su amigo.
-¡Rubio idiota!- expresó con una sonrisa de lado mientras recordaba cómo le había conocido.
Hace 5 años atrás…
Pasaba por una de las más crueles decepciones amorosas que le había tocado experimentar a lo largo de su vida, en cuestiones del corazón jamás había tenido suerte, si no era rechazado desde el principio cuando trataba de cortejar a alguien, lo abandonaban en el transcurso, o simplemente lo dejaban por otro, pero jamás lo habían utilizado como lo habían hecho la persona que hace dos meses aún era su amante, aquel despreciable ser que no se merecía ser nombrado de nuevo, lo había utilizado durante tres años, haciéndole creer que por fin había hallado el tan añorado amor que él tanto soñaba, su mundo se vino abajo cuando por fin después de tantas sospechas, descubrió que sólo lo necesitaban por su posición y abundancia económica.
Su corazón se quebró en miles de pedazos al encontrar a un amado chico disfrutando de una apasionada noche con su real amante en su propio departamento, aquellos inhumanos jóvenes habían estado jugando sucio con él desde el comienzo, sacándole todo el dinero y beneficios que pudieron, engañándolo y burlándose a sus espaldas, hasta que Isogai un día se había armado de valor en contratar a un investigador para seguir a su amante quien había comenzado a mostrar cambios drásticos en su relación, meses atrás.
El plan de aquellos chicos fue que uno de ellos se acercará al joven rubio ayudándose de su tan envidiable atractivo, envolverlo en sus redes y sacar todo el provecho que pudieran de aquel hombre de negocios, para así poco a poco ellos disfrutar de TODO lo que el joven Isogai poseía a sus espaldas, al principio fue tan fácil, pero al pasar el tiempo aquel a quien le tocaba la misión de satisfacerlo como la relación lo implicaba, comenzó a mostrar cierta apatía que no pasó desapercibida por aquel rubio enamorado.
El golpe de dolor había sido tan brutal que después de correr a golpes a esos dos sinvergüenzas lejos de su vida, se dedicó a ahogar sus penas en el alcohol durante meses, visitando todos los bares de aquella zona, su deseo de olvidar su dolor lo convirtió en un hombre totalmente diferente, estaba deprimido, enojado, lleno de rencor, se volvió frio, se condenó a sí mismo a jamás volver a sentir amor por alguien, ese sentimientos no sólo estorbaba, si no que había experimentado que no existía, porque volver a preocuparse por eso, era mejor llevar una vida placentera y tranquila de ahora en adelante -HEY! CANTI… RO ¡HIP! DAME O… TA BOTE… LLA ¡HIP! PE… ROO QUE SE… A ¡HIP! MA FUE… TE ¡HIP!- estaba totalmente ebrio, apenas y pronunciaba aquellas palabras entre patéticos gritos dentro de aquel bar cuya música resonaba excesivamente fuerte y las luces deslumbraban sus ojos claros dejándolo por momentos ciego, derrochaba el dinero que jamás había sido un problema puesto que su abuelo le había heredado una gran fortuna, además que después de concluir sus estudios comenzó a laborar y ganaba bastante bien; así que pagar por servicios extravagantes esos meses no era ningún problema, había comprado a varios sexys chicos con los que desahogo su frustración, a aquellos jóvenes sólo les interesaba lo bien que este apuesto hombre pagaba y el sólo quería diversión, compañía y porque no, darse el lujo de disfrutar el sexo.
Toda su vida había seguido reglas, cumplido objetivos, había construido un plan de vida, había actuado con buenos principios y educación, tratando de ser un hombre si no perfecto, lo suficientemente bueno para ser reconocido, sin embargo aquella tracción lo había transformado en alguien tan deplorable. En menos de dos meses tuvo tantas aventuras que no se comparaban con sus años de formales relaciones. Ahora él era quien insistía en salir con alguien, si lo rechazaban lo intentaba hasta conseguirlo y después de un tiempo era el quien destruía corazones o simplemente concluía el trato de sólo una noche.
Su vida nocturna comenzó a afectar su vida profesional, causándole de vez en cuando reprimendas por parte de sus superiores quienes lo consideraban un excelente trabajador sin embargo desconocían la situación por la cual atravesaba y que afectaba su rendimiento laboral.
-¡OYE! YA LARGATE DE AQUÍ- Le decía un sujeto que veía de mala manera, como el rubio acaparaba a los mejores chicos de aquel bar para su disfrute personal. Isogai no se inmutaba ante aquel reclamo, ni se sorprendía de aquel hombre que sobrepasaba su altura y complexión, sólo se reía burlonamente bajo los efectos del alcohol, mostrando su desdén hacía aquel tipo quien lo tomo furiosamente del cuello e intento golpear, sin embargo Isogai tenía algunas cualidades útiles para momentos como esos, una de ellas era su gran habilidad para hacer movimientos de defensa personal, y la otra era que pese a su apariencia de un hombre delgado, poseía una gran fuerza, lo suficiente para ganar un encuentro con aquel gorila quien se encontraba furioso por no lograr acertar ningún golpe aquel burlesco rubio.
Debido a los grandes problemas que se generaban en esos centros nocturnos Isogai se estaba generando el odio de algunos tipos quienes ya los habían identificado y buscaban la manera de librarse de él.
Esa misma noche mientras se suscitaba otra pelea más en aquel bar bastante concurrido, aquel gorila que habían intentado golpear al joven Isogai caían al piso sin compasión en repetidas ocasiones sin embargo aquel tipo no estaba sólo, uno de sus acompañantes había ido a buscar ayuda y regresaría con más de diez que tenían expresiones tan malvadas que cualquiera quisiera no estar frente a ellos, Isogai rio un poco diciendo -¡hooo! Así que… ¡hip! quieren jugar sucio ¡hip! je je ¡hip! no importa vengan todos los que quieran ¡hip!-.
Sin embargo a pesar de la resistencia y el valor de Isogai, más de diez no sería una pelea justa -¡DESGRACIADO INFELIZ NO VAS A SALIR VIVO DE ESTE LUGAR!- gritaba uno de los hombres fúricos que atacaban a Isogai sin tregua, el rubio resistía los golpes sin embargo otro más lo atacaba cobardemente por la espalda golpeándole en la cabeza con una botella, provocándole que perdiera el equilibrio y haciéndole llegar a la barra entre tropezones chocando con la espalda de una persona quien se encontraba tomando un par de cervezas tranquilamente.
-¡Hip! Lo siento mucho ¡Hip!- el rubio sobaba su cabeza mientras se reía nerviosamente -Estos tipos ¡Hip! No juegan limpio ¡Hip!- le decía mirándolo por primera vez y admirando un par de ojos dorados brillantemente fulminantes -¡Que hermosos!- expresó anonadado al ver aquel chico de cabellos largo, volvió a reír cínicamente recargándose en la barra aún más mareado.
-¡Oí! Parce que esos malditos te abrieron la cabeza- le comentaba observando una hemorragia humedecer su cabello -¡Rubio idiota! Sólo a ti se te ocurre enfrentarte sólo contra todos ellos- le decía con una sonrisa de lado admirando a un tipo que se aproximaba a ellos -je je je si la verdad es que soy un idiota, creo que me darán una paliza… dame 5 minutos ahora termino con ellos- le dijo Isogai mientras cerraba los ojos.
-¡Rubio Idiota!- expresaba terminando su cerveza y poniéndose de pie.
-¡Ni se te ocurra infeliz!- expresó Souichi con voz amenazante y con su ceño fuertemente fruncido dejando al tipo que se detuvo en el acto temblando por ver esa expresión asesina -Creo que mi amigo tomará un descanso, mientras tanto nosotros podemos jugar un rato, desde hace tiempo he buscado con quien descargar TODO mi estrés- lo expresaba tranquilamente mientras se tronaba los nudillos de los dedos fuertemente.
Continuará...
