Los personajes de Samurai X pertenecen a su autor y este fic es sólo para divertirse un rato…

Antes de empezar a leer: Espero les guste mi particular visión de esta pareja, dejo por aquí algunos términos que puedan ayudar si las palabras que utilizo no se entiende… aunque casi estoy segura que si andan por acá es porque muchas de estas palabras no les serán desconocidas jiji! ^^, bueno ahora si aquí esta:

Términos Japoneses:

Tatami: Son rectángulos hechos con paja que hacen función de piso en las casas tradicionales japonesas.

Futón: Cama japonesa tradicional

Shoji: especie de biombo japonés, son de muchos tipo, pero todo elaborados con papel opaco.

Yukata: Prenda de vestir que es una especie de bata ligera, se utiliza bajo el kimono o Haori.

Obi: Cinto con el que se amarra la Yukata o el Kimono, el de los hombres es más delgado que el de las mujeres.

Kimono: Prenda de vestir por excelencia en Japón, es usado por hombres y mujeres. Sus diseños son variados y pueden indicar hasta el estado civil de las mujeres según el largo de sus mangas.

Yakusa: Miembro de la mafia japonesa.

Geisha: es una artista tradicional japonesa.

Sake: Licor japonés.

Shamisen: Instrumento de cuerdas tradicional. Especie de pequeña guitarra.

Shakuhachi: Flauta de bambú.

Okiya: Casa de Geishas, es donde ellas viven y reciben toda su educación y preparación.

CICATRICES.

Por: Nary_Mont

Capítulo 1 Viviendo en el infierno.

Intentaba mantener la mente perdida en algún otro lugar menos en donde se encontraba ahora, después de años de práctica lograba fugar sus pensamientos, era una acción que noche a noche, día a día realizaba para poder al menos tener un poco de cordura y no volverse loca de asco y repugnancia. Aunque a veces, como en esta ocasión, parecía una tarea imposible debido a que el tipo en turno ponía demasiado "énfasis" en sus acciones. Por más que miraba el techo de la habitación siguiendo con sus ojos el diseño de las maderas, contando el número de tablones que contenía, seguir los patrones de sombras que la lámpara reflejaba o simplemente pensando en Sakura y la celebración que tendrían por la mañana simplemente en esta ocasión su técnica no funcionaba. Podía sentir claramente el asalto a su cuerpo. Las caricias grotescas en sus senos los besos asquerosos en su cuello y aquella sensación desagradable de las embestidas salvajes del hombre en su intimidad. Además los jadeos del tipo seguro se escuchaban en todo el piso superior de esa casa de placer. Rogó internamente que todo aquello terminara rápido, como un mantra que repetía desde que tenía 16 años "Que termine rápido, que termine rápido", mientras que unas lágrimas se iban acumulando en sus ojos amenazando con salir de un momento a otro, estaba tan harta de ese infierno, pero era una cobarde y ni siquiera tenía el valor de poder terminar con éste por su propia mano, aun cuando varias veces lo había pensado.

Un gruñido animal en su oído, seguido de que las acciones se detuvieron le indico que por esta ocasión la tortura había terminado. El peso lánguido del cliente en turno la aprisionó por un momento ahogándola y con asco percibió el olor a sake mezclado con el aliento amargo del tipo que intentó besarle, movió rápidamente la cara evitando la caricia.

El hombre la miró con cierta burla, había disfrutado con aquel hermoso cuerpo y ahora esa zorra le negaba su boca.

-¡No te muevas! – le ordenó mientras que con una mano aprisionaba su quijada y juntaba sus labios a los de la joven tratando de meter la lengua en aquella dulce boca. Ella se retorció y con fuerza lo mordió haciéndole sangrar. - ¡Maldita Puta! – gritó enojado al sentir el sabor salado y metálico de su propia sangre y con saña abofeteó a la chica.

Yumi Komagata había pasado muchas veces por aquello, tantas que ya había perdido la cuenta, con rapidez metió la mano bajo el futón y en su mano apareció una pequeña daga que de inmediato colocó en la garganta de aquel bastardo.

-¡No lo intentes de nuevo o te mato! – Le amenazó presionando ligeramente la daga en la manzana de adán del tipo – Ahora lárgate de aquí – le susurro fieramente con una rabia y seguridad que estaba muy lejos de sentir, pero evitó que él lo notara, sabía que tenía que ser así, no demostrar miedo.

El hombre no lo pensó dos veces se acomodó medianamente la Yukata y salió de la habitación maldiciendo.

- Esto no se va a quedar así, zorra – siseó bastante furioso antes de desaparecer tras la puerta.

Apenas se vio sola y comenzó a llorar en silencio, se preguntó cómo sería la próxima vez, tal vez no lo contaría, sintió lo labios hinchados debido al golpe que le diera y limpio el hilillo de sangre que escurría por la comisura de su boca, sin perder más tiempo y aún desnuda se acercó tras el shōji que dividía la habitación en dos ambientes, había allí una palangana con agua, toallas, yukatas limpias y otros artículos de aseo.

Con manos temblorosas mezcló agua, vinagre y un polvo verde de olor fresco* se hizo un enjuague en su intimidad con cuidado, al contacto con aquella mezcla sintió un ardor agudo, ese maldito la había lastimado en serio.

Paso una toalla húmeda por su piel, tratando inútilmente de borrar el aroma a sudor y la saliva dejada por ese asqueroso hombre. Se colocó una Yukata limpia y anudó hábilmente el obi hacía enfrente, como lo hacían todas las mujeres de su profesión, fácil de atar y desatar porque sencillamente ellas eran así: fáciles. Se miró en el espejo circular sobre la pequeña mesa, lucía horrible, totalmente pálida, con el cabello desarreglado, su labio partido y observó sus ojos opacos y sin brillo, literalmente muertos. No parecían los ojos de una joven de apenas 22 años, pero en ellos parecían que se reflejada lo de toda una vida de infierno vivida.

La puerta se deslizó violentamente y una mujer mayor vestida con un kimono elegante, perfectamente maquillada y con un peinado alto y elaborado, seguida de un hombretón se introdujo en la habitación.

-¡Yumi, ¿Qué demonios estabas pensando?! – le gritó la mujer al tiempo que la tomaba por los hombros y la zarandeaba – Amenazaste a uno de mis mejores clientes, estúpida. Esto te va a costar caro.

- P-pero, Yuri-San, él me golpeó, yo sólo me defendí – trató de justificarse sabiendo de antemano que eso no le importaba, tembló ligeramente al mirar los ojos fríos del guardaespaldas de Yuri cuando recordó lo que le pasaba a las chicas que se ponían "rebeldes"

-¿Pero qué demonios estaba pensando cuándo te acepté?, ya estás vieja para esto – le escupió la mujer arrojándola sin misericordia sobre el futón todavía revuelto. – No le dejes marcas en la cara o no podrá trabajar en días y aún es mucho el dinero que me debe – ordenó la mujer al tipo tras ella.

- No, por favor, Yuri-San – le rogó tomando la parte baja del kimono de la mujer aunque sabía de antemano que Yuri tenía todo menos misericordia.

Una sombra se paró en el umbral de la entrada. Era aquél tipo que había querido besarla a la fuerza.

- Como verá Hoki-Sama la chica recibirá su castigo – le informó al tipo sonriendo maliciosamente – no se volverá a repetir una acción así – le aseguró con una profunda inclinación de cabeza – será mejor que otra de mis chicas lo entretenga esta noche, tengo unas niñas preciosas recién llegadas.

- Espera un poco - Hoki- San se acercó a la temblorosa joven la tomó fuertemente del cabello y atacó su boca deleitándose con el sabor cereza de los labios femeninos, su lengua paseándose a su antojo hasta que la dejó sin respirar. Luego una carcajada se dejó escuchar en la habitación.

Yumi suprimió sus náuseas y con impotencia apretó los puños a sus costados hasta encajar las uñas en sus palmas, las lágrimas corrían pos su ojos. Y de repente algo se rompió en su interior, sintió lo mismo que cuando tomara su cuerpo por primera vez, se sintió violentada, mancillada.

La puerta se deslizó dejándola sola con el hombre de mirada fría. Su vista se nubló al sentir la primera cachetada golpear su rostro, luego vinieron otras, pero una vez más fugó su mente y ningún quejido logró salir de sus labios.

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La luz iluminaba fuertemente la habitación. Principalmente el mapa que se encontraba en el centro de la mesa de estilo occidental que resaltaba en el centro de la estancia. Un hombre alto, corpulento y de incipiente calva lucía nervioso, Hiro Matzu se paseaba ansiosamente de un lado a otro de la habitación, era el Yakusa más importante de la ciudad, pero aun así no dejaba de sudar frío debido al personaje que esperaba. Se escuchaban cosas terribles de aquel hombre o más bien de aquel demonio como lo nombraron algunos de los que vivieron para contar alguna entrevista con él. Veinte de sus hombres, fuertemente armados, algunos con armas occidentales, se encontraban en fila a la pared custodiando la vida de su amo.

Las 9:00 p.m. sonaron en el elegante reloj y al instante la puerta se abrió, un temblor involuntario recorrió de pies a cabeza al Yakusa, frente a él se encontraba el verdadero demonio.

Era eso y más, no sólo su aspecto impactaba de primera impresión, aquel cuerpo completamente cubierto de vendas y unos ojos que trasmitían maldad pura, sino también la presencia y porte del hombre, irradiaba poder con tan sólo respirar, como si con solo poner sus pies dentro de la habitación esta se volviera completamente suya y no aceptaba discusión al respecto. Lo acompañaban un tipo con ropas extrañas occidentales, un joven, no más bien un adolescente, que en su rostro dibujaba una amplia sonrisa no menos escalofriante y otro hombre que se encontraba a espaldas del hombre vendado.

-Shishio-Sama – Saludo el Yakusa inclinando muy ligeramente la cabeza hacia los recién llegados.

Una sonrisa siniestra se dibujó en los labios del aludido y no realizó inclinación alguna.

-Hiro Matzu, al fin podemos encontrarnos – comentó el hombre con ropas occidentales. Mi nombre es Houji Sadojima y soy el asesor financiero de Shishio-Sama, estamos aquí para hacer unos negocios que serán muy ventajosos para todos.

El Yakusa pasó saliva, a esas alturas estaba casi seguro que ya ganaba bastante con terminar la noche todavía respirando...

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Ya habían pasado algunos días desde que Yumi fuera "reprendida" y aun había partes de su cuerpo que le dolían, pero aun así lucía inmaculado, era el arte de ese hombre que Yuri-San tenía como guardaespaldas, no dejaba marcas pero el dolor que podía infringir era mucho.

Con cuidado terminó de colocarse el ligero maquillaje blanco sobre el rostro, con maestría esparció el polvo blanco con una brocha de bambú, coloreo sus labios formando un perfecto corazón rojo en ellos. Luego retocó el peinado, ningún cabello salía de éste, parecía una peluca, pero podía sentirse orgullosa que esa su propia melena azabache la que estaba atrapada en el elaborado moño. La Yukata que vestía era hermosa pero ligera. La abrió hasta sus generosos senos y siguió con la tarea del maquillaje. Si Yuri-San la viera seguro diría que era un desperdicio, pero su educación de Geisha estaba demasiado arraigada como para sólo llegar con el maquillaje hasta el cuello. Sonrió con tristeza, desde la maldita restauración Meiji todo ese arte iba en decadencia y el arte de ser una Geisha se confundía con el de una prostituta, aunque en su caso no existía esa confusión.

Por último pasó un carboncillo por sus cejas y con coquetería destaco el lunar que tenía junto a su boca, esparció algo de perfume de cerezas y al fin la ceremonia que tarde a tarde realizaba llegó a su fin, ordenó todo de la mesa que servía como tocador y lo guardo en los cajones.

Unos ligeros toquidos en la puerta seguida de una dulce voz la hicieron voltear.

- Hola Sakura-chan – Sonrió Yumi a la jovencita de no más de 17 años que entró a su habitación, pero su sonrisa se apagó al ver el semblante grave que tenía la comúnmente risueña muchacha.

Había llegado a esa casa hacía seis meses y de inmediato consolidaron una amistad sincera, la pequeña la miraba con admiración, ya que Yumi a diferencia de la mayoría de las jóvenes que vivían en aquella casa, habían llevado una educación especial por años en un okiya, con una Geisha verdadera y no solo había sido vendida por sus padres para dedicarse a "trabajar" en una casa como aquella.

Varias chicas eran educadas para atender a sus clientes, conversar, servir el sake, conocían la ceremonia del té y algunas otras habilidades, pero no era más allá de eso. Yumi en cambio sabía cantar, danzar, tocar el shamisen, el shakuhachi y conocía muchos poemas y relatos de memoria, todos expresados la entonación perfecta en cada caso. Claro que durante el último año todas esas destrezas aprendidas y practicadas arduamente durante años habían quedado relegadas a sus "habilidades" sobre el futón. Ella no lo sabía pero la dueña de la casa, Yuri-San, envidiaba la mente prodigiosa e inteligencia de Yumi.

- ¿Qué sucede Sakura-Chan? – le inquirió Yumi al ver la cara de preocupación de la muchacha.

- Yuri-San viene para acá, creo que te tiene un trabajo especial en una fiesta privada esta noche – dijo para luego sentarse a su lado y la joven le tomó las manos como para darle valor - ¡Es horrible Yumi, sólo he estado ahí una vez con ese hombre y casi no lo soporto! Es una pesadilla, es repugnante.

Yumi se estremeció ligeramente tratando de imaginar qué pesadilla podía ser peor que la que ya vivía en ese momento. Ya había escuchado a varias jóvenes quejarse de la visitas a la casa de aquel personaje, palabras como "asqueroso", "repugnante", "horrible" y "aterrador" se repetían una y otra vez. Aunque para ella todos esos calificativos eran su día a día con cada hombre que la tomaba para obtener un insano placer con ella.

-Estaré bien Sakura-chan, no te preocupes –dijo tratando de tranquilizar a la muchacha, después de todo tenía la ventaja que esa noche al estar con el cliente especial no tendría que atender a otros.

-Eso espero, yo deseo jamás tener que volver a estar ahí con él, me atemoriza demasiado – Sakura tembló como una hoja al viento.

Yumi le dedicó de nuevo una sonrisa y luego la puerta se abrió dejando pasar a Yuri-San y a dos mujeres de mediana edad junto con ella. Observó con desprecio a las dos mujeres con las manos tomadas y luego dirigiéndose a la mayor le dijo:

-Yumi, esta noche tendrás un trabajo especial, vas a demostrar todas esas habilidades de las que te sientes tan orgullosa, atenderás a Makoto Shishio.

No supo por qué pero aquel nombre reverberó profundamente en el corazón de Yumi, como si su destino dependiera de ese desconocido.

Notas de autor:

* Quise mencionar una especie de medio anticonceptivo que se utilizaba en esa época las mujeres dedicadas a la prostitución. No es que fuera uno real, se me ocurrió porque hace mucho tiempo leí una novela (no fic) en la cual se decía sobre el lavado de agua y vinagre usado como medio para no embarazarse.

Espero que este fic, mi primer intento de un fic largo de mi anime favorito sea de su agrado, me gustan mucho, mucho los personajes buenos o protagonistas de los animes (Kenshin Himura, Goku, Inuyasha, etc), siempre prefiero escribir sobre ellos, pero lo cierto es que he leído tantos fics geniales que no creo aportar nada nuevo, además que no quiero, porque no sé si a ustedes les pasa pero cuando lees un fic realmente bueno te quedas con esa idea del personaje y cuando a mí me sucede eso prefiero ni siquiera tocar el tema. También cabe mencionar que MaKoto Shishio es un villano el cual me encanta, adoro su humor negro y por eso me he atrevido a escribir un fic sobre Yumi y él.

Estoy terminando el capítulo 2 y tengo un bosquejo del 3, prometo subirlo pronto. Espero sus comentarios, críticas constructivas y tomatazos!. Hasta la próxima! ^^! 17 de Marzo, 2016.