¡Hola, muchachos!

Esta historia se me había ocurrido hace tiempo, es como un enorme songfic, ya que lo estoy escribiendo en base a muchas canciones, que irán apareciendo en cada capítulo.

Espero que les guste.

Disclaimer: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima, las canciones utilizadas en cada capítulo pertenecen a sus respectivas bandas.

Tracklist:

Wrong Side Of Heaven – Five Finger Death Punch (Recuerdos de Laxus)

Tremor – Dimitri Vega, Martin Garrix, Like Mike (Mezcla de Juvia)


La feroz lluvia que se expandía afuera en aquellos momentos calmaba un poco el dolor de sus heridas, debido a que el agua estaba helada, y se alcanzaba a empapar por los chorros que caían justo encima de él, a pesar de encontrarse encerrado en una celda. Podía sentir todavía la sangre caliente deslizándose a través de sus muñecas, y la agónica punzada que sentía en el abdomen. Los cabellos rubios se pegaban a la sien en una asquerosa mezcla de sudor, sangre y agua de lluvia. Intentó mover los dedos de la mano, pero la acción lo dejó tremendamente adolorido. Estaba quedándose sin fuerzas poco a poco. Si él no fuese el hombre que era, hubiese muerto ante la repulsiva sesión de tortura que acababan de aplicarle. Sin embargo, la aguantó de principio a fin. Todavía sentía el olor a carne quemada, cuando le aplicaron un soplete directo en la piel de su espalda.

—Oye, oye—escuchó un chirrido metálico que le hirió los oídos— ¿Ya te moriste? Mira que el jefe aún quiere hablarte.

Pero él no respondió. No iba a gastar sus últimas fuerzas en un maldito bastardo como aquél. Oyó los pesados pasos arrastrarse al interior de la celda, y se detuvieron justo en frente de él, pero se mantuvo con los ojos cerrados.

—Ah, ¿te vas a hacer el muerto? —y luego de una risa macabra, sintió dos dedos en su estómago. Inmediatamente gimió de dolor y se removió incómodo, haciendo que las cadenas le cortaran más las muñecas—Mira eso, parece que te vas a morir de la hemorragia que tienes, Dreyar.

El tipo retrocedió por donde vino, sin dejar de regodearse con su estruendosa risa, cerró la reja de un portazo y se alejó. Laxus apretó la mandíbula, se estaba muriendo y no podía hacer nada para evitarlo. Después de semejante paliza, ¿quién no? Intentó tragar saliva, e incluso los músculos de su garganta protestaron de esfuerzo. La boca le sabía al hierro de la sangre. Necesitaba que ellos vinieran, y que vinieran ahora, de lo contrario moriría. Se sorprendió al ver el rumbo de sus pensamientos, y lanzó una risita.

—No voy a morir… no hasta haberlos matado… con mis manos…

No obstante, se dio cuenta de que merecía morir en realidad. Podía sentir el dolor, la sangre, cuán débil latía su corazón, el esfuerzo que necesitaba para respirar. Lo merecía, lo sabía, y aun así no podía permitirse morir, no aún. Se lo prometió. El agua helada de la lluvia aún se estrellaba con fuerza sobre su cuerpo, y no pudo evitar recordar lo que lo había traído hasta allí. Todo lo que había hecho, en lo que se había convertido. Sabía que se había equivocado al pensar que el cielo lo podía tener en la palma de la mano, y justo ahora se encontraba en el infierno, lo sabía… ¿a quién quería engañar? Él no era ningún héroe, mucho menos un dios, ¿cómo era que después de todo, terminó donde había empezado? Sonrió, con la poca fuerza que le quedaba.

Sí, estoy en el lado equivocado del cielo, y en el lado correcto del infierno.

Y cayó en la inconsciencia.

Sólo un corte limpio en el estómago bastó para matar al decimotercer de ellos. Murió al instante, así que sin más, lo soltó, cayendo en medio del charco de su propia sangre. Para la responsable también le resultaba algo escalofriante el tener que desmembrar a sus víctimas, pero no tenía opción, no le gustaban las armas de fuego. Limpió la hoja de su katana y la enfundó nuevamente en su espalda. Resopló, e inmediatamente se lamentó. La máscara de hockey que portaba le impedía respirar con facilidad.

— ¿Falta mucho? —preguntó abiertamente a sus acompañantes.

Uno de ellos gruñó, su rostro iba cubierto por una máscara de hombre lobo y llevaba el cabello negro alborotado tras su espalda. Él señaló a quien estaba a sus pies, ella tecleaba con rapidez sobre una MacBook y también llevaba la cara cubierta, sólo que por un pañuelo negro, y su cabello azul no pasara mucho por inadvertido.

—La enana se está tardando una eternidad—cruzó sus brazos—No sé tú, pero yo me estoy hartando.

—No es sencillo hackear el sistema de este lugar, Gajeel—se defendió Levy, sin despegar los ojos de la pantalla—Tienen demasiados anti-espías en línea, y me es algo difícil intentar bloquearlos todos al mismo tiempo.

Gajeel parpadeó, y bufó en silencio. Odiaba cuando Levy hablaba de sus cosas, porque él no entendía ni media palabra, aunque resultaba sexy algunas veces. Alguien rió.

— ¿Qué ocurre, Gajeel? —se burló el que estaba recostado a una columna. Había escogido portar la máscara de cerdo nada divertida—De repente te quedaste sin palabras.

—Cierra el maldito pico, Jellal.

—Calma, calma—se disculpó, sin dejar de reírse.

De repente, las puertas que los mantenían prisioneros en aquella habitación llena de cadáveres se abrieron, todas y cada una de ellas. Levy cerró su computadora.

—Laxus se encuentra en la celda al final del corredor—dijo incorporándose—Pero me temo que hay muchos guardias.

—Eso realmente no es ningún problema para Erza—ironizó Lucy, quién también resguardaba su rostro con una máscara de Anonimus.

La aludida fingió ofenderse.

—Ustedes realmente tienen un pésimo concepto de mí—recalcó la pelirroja, ajustándose la máscara—Vamos, no tenemos mucho tiempo.

Todos recogieron sus cosas, rápidamente atravesaron el pasillo, evadiendo el montón de cuerpos desangrados que yacían a sus pies. No había ningún indicio de luz por ninguno de los extremos, sólo se podía escuchar el goteo lejano, y el olor a humedad y moho resultaba bastante incómodo, incluso teniendo máscaras como aquellas. Habían salido disparados de Magnolia cuando se enteraron que Laxus había sido capturado en Oak, por un grupo de mercenarios.

— ¿Estás segura de que es por aquí, Levy-chan? —Lucy no estaba muy convencida.

—Por supuesto, Lu-chan—señaló hacia adelante, aunque fue difícil ver entre la oscuridad del pasillo—Logré descargar la información sobre las cámaras de seguridad y lo dejé en la laptop, así que pude controlarlos desde allí.

— ¿Cuándo te volviste una hacker? —preguntó Jellal, intrigado. Hasta donde él sabía, Levy prefería los libros sobre las computadoras.

—Ayer—respondió sin vergüenza. Los demás sonrieron nerviosos—Erza me llamó para decirme que iríamos a por Laxus, así que debía estar lista, ¿no? Además, los libros sobre ingeniería de sistemas resultaron entretenidos.

—Oye, ¿qué es eso? —interrumpieron su marcha al notar la advertencia de Gajeel. Una tenue luz azul se derramaba hacia el final del pasillo, mientras el sonido del diluvio cayendo fuera se incrementaba.

Optaron por guardar silencio. Erza dio un paso hacia delante, estirando la mano para empuñar una de sus katanas. Gajeel se aproximó al otro extremo, aferrando fuertemente una escopeta Mossberg ya cargada. Al parecer la siguiente ronda se acercaba más rápido de lo que creían.

Jellal entrecerró los ojos; se alcanzaba a escuchar perfectamente las pisadas y los sonidos de las conversaciones de alrededor unos cinco hombres.

— ¿Cómo llegaremos a Laxus? —habló lo más bajo que pudo.

—Gi-hi—el moreno no pudo evitar soltar la risa—La psicópata y yo nos encargaremos. Tú, llévate a la enana y a la conejita y busquen al loco de los rayos.

Nadie tenía muchas ganas de protestar realmente. Jellal miró a las dos mujeres, que simplemente se encogieron de hombros. Usualmente cuando Gajeel se autoproclamaba el líder de sus misiones, no replicaban, puesto que aquél era el trabajo de Natsu y Gray.

Jellal asintió, y se colocaron detrás de Erza, esperando el momento adecuando, y justo cuando los tipos se acercaban.

—…y la noche anterior apenas y habíamos logrado traerlo hasta acá. ¿Qué piensa el jefe?

—No lo sé, quizás sólo quiera tener su dinero y listo.

—Oigan, par de cerdos, cierren el pico. El jefe nos paga para trabajar, no para hablar.

—Sí, bueno. ¿Y quién irá a botar el cuerpo de ese tipo cuando lo matemos? ¿Cómo diablos se llamaba?

—Un tal Dreyar no sé qué.

—Bueno, no seré yo. ¿Lo has visto? Es enorme, y te apuesto a que muerto pesa el doble…

—Serás marica.

—No sean gillipollas y ya cierren el maldito hocico.

—Y preciso nos mandan a buscarlo, qué pereza…

Erza y Gajeel reaccionaron al acto. Un disparo resonó y se escuchó un gemido ahogado. Cuatro de los tipos se espantaron al ver que su compañero ahora llevaba un agujero sangrante en el pecho. Sangre llovió por todos lados.

— ¡¿Qué mierda…?!—y su sorpresa fue aún mayor al notar cómo el cuerpo se estrellaba violentamente contra el suelo, cortado en dos.

Claramente asustados y traumados de por vida, los tipos agarraron sus armas y dispararon ciegamente en la oscuridad. Las balas vacías retumbaban en el frío suelo, y los cañonazos se ahogaban en las paredes del pasillo. No se escuchó nada.

—Tsk, que pésima puntería tienen.

Una zancada, dos, y la cabeza de otro de ellos voló por los aires, igual que pelota de fútbol americano. Ni tiempo a reaccionar, tres disparos justo en el blanco, y dos segundos después cinco cuerpos se encontraban desplomados en el suelo. Gajeel y Erza se abrieron paso entre los cuerpos, lanzándose una mirada.

—Eres una loca—dijo Gajeel asqueado—Mira que descuartizar a estos tipos…

Erza se encogió de hombros con naturalidad.

—Tú les disparaste a la cabeza—limpió la espada y la guardó—No te quejes.

Dejaron los cuerpos atrás y se apresuraron a seguir el rastro de la luz azul. No tardaron en descubrir una celda hecha una porquería, y se filtraba el agua de la creciente lluvia. Ambos se quedaron petrificados de la sorpresa fuera de la celda. Lucy hacía su mejor esfuerzo por destrozar las cadenas que tenían apresado a Laxus, quien se encontraba colgado como toro en matadero, con heridas profundas repartidas en todo su cuerpo, sangre fresca que la lluvia no alcanzaba a lavar, y un repugnante hematoma violáceo en todo su abdomen. Las cosas que debieron hacerle…

—Debemos sacarlo que aquí rápido—anunció la rubia, intentando derretir las cadenas con un soplete—Jellal, echa un vistazo a lo que tiene en el estómago.

Él hizo caso inmediatamente, y tocó la herida. Laxus inmediatamente protestó sin fuerzas, lastimándose.

—Es una hemorragia interna—intervino Erza, ingresando a la celda—Si lleva mucho tiempo con eso, hay que sacarlo de aquí y hacer que lo operen. Probablemente le perforaron el estómago.

—No alcanzaremos a llevarlo a un médico—replicó Jellal—Lo llevaremos con Wendy. Ella sabrá que hacer.

Lucy deshizo las cadenas, y Laxus se desmoronó en los brazos abiertos de Jellal, quién lo incorporó un poco con ayuda de Gajeel. El rubio no hizo otra cosa que gemir y blasfemar cosas incoherentes. El dolor lo estaba enloqueciendo.

— ¿Laxus? ¿Te sientes bien? —mientras Gajeel intentaba ponerlo consiente, Levy pasó una venda improvisada por el abdomen del Dreyar. Éste se quejó automáticamente, pero abrió los ojos.

—Sigues teniendo… una fea cara… ¿verdad…?—Laxus arrugó el gesto. No pensó nunca estar tan feliz de ver a aquella bola de mocosos.

—Se siente bien—rezongó el moreno—Nos echaremos mínimo siete kilómetros hasta Magnolia, ¿oíste? Más te vale cerrar la boca y aguantar.

Ya era hora—pensó el rubio. Al fin podría descansar… mientras pensaba un modo de decirles a ellos lo que había descubierto. No les iba a gustar nada, y no podía culparlos. Él ya se odiaba.

— ¿Siete kilómetros? —Levy observó el reloj en su muñeca—Es casi medianoche, ¿cómo volveremos a Magnolia a tiempo?

—Entonces yo conduzco—Erza se apresuró buscar la llave en sus bolsillos.

—Tú conduces como un demonio—Lucy se estremeció de sólo recordarlo.

—Precisamente por eso—Jellal sonrió. Sin mencionar sus asesinatos, a Erza la buscaban por exceder el límite de velocidad.

La lluvia incrementaba, y con ello, su señal de partida.

—Vámonos—ordenó Gajeel.

Les esperaba un gran tramo desde Oak hasta Magnolia. Bastante desalentador.


Palpitante y retumbante. Oh, sí. La música resonaba con la fuerza de una avalancha y una demoledora juntas, y a los espectadores ni les importaba, de hecho desfrutaban demasiado al saltar y bailar al pie de la Dj, que tampoco es que se quejara.

— ¿No puedes hacer esas mezclas sólo para mí?—él era bastante alto, y vestía solamente unos vaqueros desgastados. Colocó sus firmes manos en las caderas de la chica, quién simplemente saltaba junto al público que tenía debajo. Ella rió, incluso por encima de la música, el muchacho pudo escuchar perfectamente su risa, que le parecía afrodisíaca.

—Lo siento, Lyon-sama, pero Juvia está trabajando—contestó ella entre risas, moviendo las caderas al compás de la música que ella misma creaba. Para Lyon, aquello fue enloquecedor—Si quiere, puede quedarse aquí y bailar con Juvia.

—Me encanta eso—pasó una mano por su cabello y agradeció a la chica internamente por ello.

Juvia se echó a reír y levantó los brazos hacia el público, quienes la imitaron entre gritos de júbilo y disfrute total.

Tres, dos, uno, ¡vamos!

La multitud enardecida todavía se restregaba entre ellos mismos, completamente absortos en el electro dance de Juvia. Lyon la abrazó justo por detrás y comenzó a bailar con ella. A Juvia no le desagradó, de hecho era divertido tener a Lyon cerca, puesto que él la animaba bastante cuando venía a este lugar como Dj. Ellos habían llegado alrededor de unos dos días, y era demasiado tiempo ya, por lo que corrían peligro fácilmente.

Desde hace seis años ya, han tenido que dormir de ciudad en ciudad, sin quedarse demasiado tiempo, corrían el riesgo de ser atrapados y entonces su única oportunidad se desvanecería, y eso ninguno lo iba a permitir.

Su única oportunidad para conseguir vengarse.

El sonido estridente, tan anestésico como morfina pura, fácilmente comparado con un coro celestial. Toda la gente, vibrante, enloquecida. Juvia, que los coreaba con el ánimo al mil por mil. Lyon, que la cercanía y el baile de la chica lo tenían al borde de un colapso neuronal. Aquello era el Tomorrowland para gente como ellos. Gente peligrosa y criminal.

Tantos de ellos, que vivían de los crímenes como única alternativa, pero que al momento de ayudarse, era una sola familia. Nadie traicionaba a nadie. Y si alguno se atrevía simplemente a pensarlo, no saldría con vida. Era lo mejor que tenían de todas formas, tuvieron la mala suerte de verse involucrados en cuestiones en las que ni siquiera tenían la menor culpa.

Aún estaban a tiempo para dar la vuelta a la moneda.

Con tanta gente revoloteando alrededor, y tan absortos en el movimiento frenético de tantos cuerpos entre sí, que casi se vio tragado por tantas personas a su alrededor. A los empujones, se abrió paso como pudo, evitando ser empujado de vuelta por la multitud excitada. Incluso estando entre el público, no era difícil el verla, ya que todos los reflectores estaban puestos sobre ella y su acompañante. Torció una sonrisa, el maldito ni siquiera sabía bailar bien. Caminó hasta la tarima en un par de zancadas, y subió, pasando de largo al tipo de seguridad que con sólo ver su ceño fruncido, permitió acercarse a la Dj. Juvia se congeló al instante.

—Gray-sama, qué…—se le había quedado el aire atascado en la garganta—… ¿qué hace usted aquí?

Un par de vaqueros desgastados era lo único que colgaba sexymente de sus caderas, y el tribal que llevaba en el brazo resaltaba con todos los flashes y luces del lugar. Gray cruzó los brazos sobre el pecho.

—Deja de perder el tiempo—contestó sin rodeos y con dureza, escuchándose perfectamente sobre la intensa música—Tenemos que irnos.

Lyon, que todavía sujetaba las caderas de Juvia, se apresuró a contestar.

—Eh, ¿no puedes ver que está ocupada? —estúpido Gray. ¿Sólo llegaba así sin más y ya daba órdenes?

—No me interesa su ocupación—le cortó—Se tiene que ir conmigo en este instante.

Juvia tragó saliva. Ella y Gray habían hecho un trato hacía un par de años, en la que ambos estaban de acuerdo para dejar al otro en paz. Para ninguno era un secreto lo locamente enamorada que estaba Juvia de Gray, pero de algún modo u otro, él simplemente parecía alejar a todo el mundo. Sin embargo, era demasiado sobreprotector con ella, cosa que le irritaba a la Loxar. Entonces decidieron que jugarían bajo las mismas reglas.

Pero esta llegada de Gray no estaba violando su acuerdo. Casi al fondo del lugar, un grupo de recién llegados se movilizaban a toda prisa por la orilla, evitando al gentío, trasladando un cuerpo que desde lejos era obvio que estaba en pésimas condiciones.

De un tirón, se descolgó los Beats del cuello y puso sus manos en el pecho de Lyon, tranquilizándolo.

—Juvia tiene que irse ahora mismo—se inclinó, dejando un suave beso en la mejilla del albino—Lo llamaré luego, Lyon-sama.

A Gray le dio un tic en el ojo. Lyon sonrió.

—Ten cuidado, ¿sí?

Juvia asintió con una sonrisa y comenzó a bajar la tarima, seguida de un Gray que no le quitaba la mirada a Lyon. No les tomó casi nada mezclarse entre la multitud y salir literalmente corriendo de ahí. Esquivaron demasiadas personas para su gusto, casi que en circuito se vieron obligados a rodear a aquél mar de gente. Habían tomado un pequeño lugar en el segundo piso de aquella pocilga para borrachos, era muy probable que ya estuviesen todos allá. Gray tomó la mano de Juvia, quien se sonrojó violentamente, al parecer dispuesto a ayudarla a subir.

— ¡Gray, Juvia!

Apenas ambos se volvieron, hicieron un tremendo esfuerzo por no asombrarse. Empujando a la gente que veía la pelea, un pelirosa sangrando por todos lados no tardó en darles alcance.

— ¿Qué demonios…?—pero Gray fue interrumpido.

—No preguntes, cabeza de hielo—Natsu no hizo ni el menor intento de limpiarse las heridas—Escuché por ahí que llegaron ya. ¿Es cierto?

—Juvia los vio cruzar hace algunos momentos—repuso la peliazul.

A Natsu se le iluminaron las facciones. Por primera vez en bastante tiempo.

—Eso quiere decir que lo trajeron de vuelta—feliz, haló a sus dos compañeros— ¡Vamos! Hay que darnos prisa.

El moreno sólo atinó a encogerse de hombros, y luego de que Natsu subiera, ayudó a subir a Juvia. El lugar era sólo una plataforma metálica que se erguía por encima de todo aquél rodeo. Se encontraba dividida en muchas secciones, y una de ellas pertenecía a ellos. La 107, recordó que Levy había dicho. La puerta fue abierta de sopetón, y dentro, todos y cada uno de ellos, a salvo. Podían respirar al fin, aunque…

Laxus respiraba con dificultad sobre el sofá de cuero negro, donde había sido recostado. Wendy Marvell había decidido acompañarlos, aunque realmente tenía nocturno en el hospital. Y con tantos años junto a ellos, apenas y había cambiado. Aquella dulce niña había adquirido un par de centímetros más, al igual que su cabello, y su rostro definidamente era mucho más maduro.

— ¿Qué rayos pasó? —anunció Natsu, en voz alta—Laxus parece como comido por lobos y escupido.

—Bueno, tú no eres quién para decir eso, Salamander—Gajeel sólo le bastó echarle una mirada de refilón para ver el estado deplorable del Dragneel.

Lucy palideció, ¿qué le había pasado a él? Sin embargo, Natsu le lanzó una mirada seria, lo que significaba que hablarían después. Odiaba que se metiera en líos.

—Al parecer en Oak pillaron infiltrado a Laxus y le dieron de baja—dijo Jellal—Aparentemente.

El rubio se retorcía del dolor, siendo retenido por Gajeel y Erza, mientras Wendy hacía un intento por dar un diagnóstico rápido.

— ¡Hay que…salir de…aquí…!—Laxus gruñó, para sorpresa de todos.

—Contigo en ese estado, no es mucho lo que podemos hacer—Lucy intentó razonar, pero él se mostraba bastante reacio.

— ¡No importa! —bramó. Por un instante, olvidándose de sus heridas—No importa…hay que salir de aquí…

Todos se miraron a las caras. Wendy dejó escapar un siseo.

—Tengo que llevarme a Laxus-san al hospital—mencionó. Ocho pares de ojos taladrándola—Tiene una hemorragia interna que debe ser operada inmediatamente.

Casi maldicen conjuntamente. Casi.

— ¿Has oído eso? —Gajeel sonrió, sádico—Te estás muriendo, así que no podemos irnos.

Sólo por un segundo, el Dreyar dejó de arremeter violentamente contra sus captores y optó por relajarse, lastimándose con tan sólo respirar. Tenía que decirles, era ahora o nunca, pero no quería ni imaginar el rostro de decepción absoluta de aquella bola de mocosos, los mismos mocosos que se han encargado de salvarle la vida una y otra vez. Laxus era el que menos había perdido de todos ellos, y sin embargo, se los debía. Por eso estaba ahí, con ellos, siendo un criminal, como ellos, viviendo en la inmunda, como ellos, porque simplemente esos mocosos, eran su familia.

Gray echó un vistazo por la ventana.

—Mest está allá abajo—levantó el pulgar hacia el cristal—Wendy y él pueden llevar a Laxus al hospital y hacer que lo operen, mientras nosotros averiguamos un modo de salir de aquí sin ser vistos.

—Las principales carreteras a esta hora de la madrugada están llenas de oficiales—mencionó Levy—Si salimos ahora, nos atraparán.

—Tendremos que usar entonces un atajo—sugirió Erza— ¿Cuál es el camino más rápido hacia el puerto Hargeon?

—Si pasamos por detrás del South Gate Park, no nos verán—comenzó a decir Natsu—Está desolado por ese lado…

—Perdí el rastro—dijo Laxus.

La habitación se sumió en un silencio absoluto. Esperaban que no fuera lo que escucharon.

— ¿Qué quiere decir con eso, Laxus-san? —dijo Juvia en un murmullo.

Laxus simplemente cerró los ojos, conteniendo un bramido de dolor. Sentía que quería vomitar. Tanto tiempo, desperdiciado.

—Tártaros—casi gruñó, a través de su mandíbula firmemente apretada—Perdí completamente su rastro. Ya no…sé dónde están.

La tensión que rodeó a cada uno de ellos se podía cortar con un cuchillo.

— ¡No me jodas, Laxus! —Encolerizado, Natsu cruzó la habitación como una bala y agarró al indefenso rubio por la camisa— ¿Qué es esa mierda de que los perdiste? ¡Hemos estado siguiéndolos por seis años, maldición!

—Tranquilízate, Natsu—Lucy se lanzó a interceptarlo con ayuda de Gray, alejándolo de Laxus.

— ¡Y una mierda!

Natsu tenía todo el derecho de estar a punto de estallar, Laxus lo sabía, y todo lo que podía hacer era observar todos y cada uno de los rostros familiares que ahora eran rebosantes en agonía, frustración, ira, dolor, desesperanza y tristeza.

Tártaros, el más grande grupo de narcotraficantes de la zona, dueños del imperio de armas y drogas más grande que se haya visto en Fiore. Muchos deseando ese poder a cualquier precio. ¿Ellos? Sólo querían sus cabezas en bandeja de plata. Fue lo que los había unido, el odio común hacia aquél grupo por haberles quitado algo preciado a cada uno de ellos. Juraron vengarse, no iban a rendirse aún.

—Tendremos que empezar de cero—susurró Levy, hundiendo los hombros.

—Hemos matado a todos los que habían tenido contacto alguno con ellos—Erza torció el gesto—Saber la ubicación de esas ratas nos tomará tiempo.

—Que lleve el tiempo que quiera llevar—Natsu, aun entre los brazos una temerosa Lucy, apretó el puño—Vamos a encontrarlos y a matarlos, así sea lo último que hagamos.

Todos asintieron. Su razón de vivir, estaba delante de ellos. Laxus no mencionó nada más, por no calentar más a esos mocosos. Era consciente de que eran capaces de atravesar incluso el infierno por sus propósitos. Un voto silencioso entre los diez daba como única salida al marcharse, y eso no era discutible.

—Juvia y yo iremos a buscar armas y municiones—Jellal se irguió, seguida de Juvia.

—Nos iremos al amanecer—Gray señaló a Laxus—Y tú te vas con Wendy, sin protestas.

Laxus desvió la mirada, mientras Wendy intentaba inmovilizarle las heridas más graves.

A punto estaban de salir de la habitación Jellal y Juvia, cuando fueron interceptados por un pelinegro, con el terror pintado en el rostro.

—Mest-san—Wendy de inmediato supo que algo andaba mal.

—El consejo está aquí—anunció, petrificado en su lugar—Vienen por nosotros.

¿Lo siguiente? Laxus se irguió, dejando a más de uno con la mandíbula abierta.

—Muevan sus culos. Nos largamos de aquí ahora.

Al parecer, huir les iba a costar más de lo que tenían pensado.


Muchas gracias por leer :) ojalá les haya gustado, acepto sugerencias de todo tipo, críticas constructivas e ideas también sobre cómo debería desarrollar la historia, después de todo, ustedes son los lectores xD

¡Nos vemos!

PD: Esta historia también está en Fanfic Es bajo el pseudónimo de Uchiha Mlanzziano. Las subo alternados.