Disclaimer: Los personajes de Bleach son enteramente propiedad de Tite Kubo. Yo soy tan sólo una fanática loca que intenta emparejar por todos los medios a Ichigo y Rukia para su satisfacción.

Notas de la autora: Este es el primer lime/lemon que hago "oficial". Siempre les he huido porque no me siento capaz de hacer alguno que me guste al cien por ciento, que no sea demasiado soso o vulgar, pero me apeteció arriesgarme. Me disculpo si ofende a alguien o es demasiado simple (ya sé que son —somos— unos pervertidillos y les gusta las cosas más hard).

Las críticas constructivas siempre serán —ignoradas— consideradas y me ayudan a mejorar.

Está basado en una película que me gustó mucho que se llama My PS Partner, aunque me he quedado con lo que me gustó y le metí de mi propia cuchara. Se las recomiendo ampliamente.

P.D. Debería estar estudiando anatomía.


Número equivocado


Te llamé para vernos
Se me ocurren tantas cosas


Capítulo I:

Llamada entrante

Sábado en la noche.

Era el único miembro de la familia Kurosaki en casa. No le apetecía salir. Se encontraba en el salón, viendo con desgano la primera película que pilló en la tele. Todo parecía indicar que sería una noche normal. Otro día, otra batalla contra el hastío de la vida misma. Seguramente, Ichigo era el adolescente más aburrido de todo el pueblo (incluso, podríamos asegurar que del país):

-No bebía.

-No salía de fiesta con sus amigos.

-No tenía novia.

-Ni siquiera se mast…

¿Qué?

¿Qué tipo de persona podría reparar en un ser tan insulso como él?

Su móvil comenzó a timbrar.

Lo observó contrariado, desde el otro lado de la estancia. Nunca recibía llamadas. Y las pocas que tenía, provenían de sus hermanas o del chiflado de su padre. Pensó que no valía la pena levantarse, pero nunca se sabe. Afortunadamente tenía un brazo largo y fue capaz de realizar el mínimo esfuerzo para alcanzarlo. La pantalla marcaba un número desconocido.

—¿Quieres jugar? —preguntó sin rodeos una voz femenina. No le dio tiempo de responder— ¿Qué estás haciendo?

—E-estoy en casa —respondió confundido.

—Te deseo ahora mismo —susurró la desconocida.

No fue capaz de responder. Se sentía abrumado para pensar y muy avergonzado.

—¿Quién dem…? —ella no le permitió terminar.

—Estoy desnuda.

Bastaron sólo esas dos palabras para que perdiera la cabeza.

—¿Q-quién er…? —insistió, débilmente.

—No digas nada —le ordenó con autoridad— Sólo imagina.

Su mente trabajaba a gran velocidad, tratando de reconocer la voz. Sin embargo, no era capaz de concentrarse. Su corazón latía a mil por segundo. Dejó de prestar atención a la televisión que resonaba indiferente.

—Mi voz puede tener un poco de eco porque estoy en el baño —prosiguió con una voz que le resultaba jodidamente sensual— Estoy tumbada en la bañera con agua caliente. Es muy cálido y agradable. Especialmente entre mis piernas…

Puta madre…

Aunque no tenía la menor idea de quién se trataba, esa visión era sobrecogedora para el pueril e inocente Ichigo. Sintió cómo ardía su rostro. Era la primera vez que se sentía así…

—Deseo sentirte dentro de mí —continuó— muy dentro…

El indefenso ojimiel abrió los ojos como platos y aguardaba quieto, muy quieto. Con una combinación de morbo, curiosidad y miedo de que alguien entrara y le viera en esa penosa situación.

—¿Quieres que me detenga? —inquirió, casi burlona. Ningún hombre sobre la faz de la tierra diría que sí. Ella había comenzado el juego, ahora debía terminarlo. No se quedaría a medias.

—No… —murmuró el peli-naranja con voz ronca— Sigue hablándome.

¿En serio había dicho eso?

Ya no sentía que estuviera razonando. Había algo que decidía por él. Una necesidad básica, algo que siempre estuvo allí, muy en el fondo, pero que nunca le prestó la debida atención.

—Te diré lo que estoy haciendo. Sostengo el móvil con mi mano izquierda y con la derecha me toco lentamente —guardó una pausa que a Ichigo le pareció una eternidad— Estoy tocándome ahí

Fisiológicamente, estaban sucediendo cosas.

Una eyección de sangre en zonas a las cuales no sabía que podía llegar.

—Sácatela.

"No, por favor, no me hagan esto"

Ahora sí que estaba más que tonto.

Salió corriendo, para cerrar las cortinas y asegurarse que nadie entraría o lo vería. Apagó el televisor. Nunca había sido un gran fanático de ver programas, muchísimo menos en ese instante. Se acomodó en el sofá y se desabrochó el pantalón...

¿De veras lo haría?

Total… no había mucho que perder.

—¿Puedo chuparla? —preguntó sin recato. Cada vez más, Ichigo se sentía más excitado— Quiero chuparla. Voy a chuparla lentamente. La chuparé entera muy suavemente. Tócate para mí…

No sentía asco por su propio cuerpo. No obstante, se sintió un poco estúpido al primer contacto. Jamás había estado tan duro… Sus primeros movimientos fueron torpes y sin cadencia. En cuanto escuchó unos gemidos provenientes del otro lado de la línea, todo cambió.

La vergüenza desapareció.

—Ahora… Voy a correrme —le informó entrecortada— Oirás el agua moverse. Escucha con atención. Si el agua se mueve más rápido, es porque voy más rápido… —quizás era su imaginación, quizás ella sí estaba haciendo lo que decía, pero realmente lo oyó. La mano del peli-naranja ascendía y descendía con frenesí. No podría continuar mucho tiempo de esa forma —Creo que voy a llegar… ¡Más duro! —le exigió.

Ya no soportó más. Oh, ¡qué maravillosa (y pegajosa) sensación! Todas las preocupaciones se disiparon. Su cuerpo se sintió ligero, como si estuviera flotando muy lejos de ahí.

Esbozó una media sonrisa.

Era tan extraño.

—¿Ahora puedes hablar? —preguntó la desconocida, más tranquila. Era un tono de voz distinto, quizás ese era el que utilizaba en su vida diaria— ¿Estuvo bien?

—Sí, estuvo bien… —era incapaz de definirlo. Pero en fin— ¿Qué es esto? ¿Es uno de esos números? ¿Las chicas ahora llaman? ¿Es una muestra? ¿Cuánto tengo que pagar?

Rukia pasó de la incredulidad al enfado en un milisegundo.

—¿Quién eres? —gritó muy ofendida.

—¿Qué? —expresó muy confundido— Tú fuiste la que llamó.

Revisó alarmada el número.

—¡¿15?! —exclamó a punto de entrar en una crisis emocional.

Colgó de un manotazo.

"¡Mierda! ¿Qué voy a hacer?"

—No puede ser… no puede ser… —repitió como letanía, tratando de convencerse que no había hecho el peor ridículo de su vida.

No, no estaba desnuda. Ni se había tocado. Es más, ni siquiera estaba en el baño. Todo era una farsa. Quería darle una sorpresa a su novio. Salir de la monotonía, después de tanto tiempo. Por supuesto, no es algo que se logre fácil. Necesitó beber un poco para tener las agallas suficientes. Sin embargo, era muy fácil engañar a un hombre.

Marcó con tranquilidad cada digito.

—Hola, Grimmjow ¿Estabas dormido?

—Es casi la una —respondió adormilado— Claro.

—¿Sabías que me compré un móvil nuevo? Y que no he transferido mi agenda…

—Me encanta hablar contigo —explicó con indulgencia— pero creo que pudiste contármelo en la mañana…

—Por favor, escucha con atención —le suplicó desesperada— ¿Tus últimos dígitos son…?

—Rukia, tengo que levantarme temprano. Nos vemos mañana.

Fin de la llamada.

—Buenas noches… —musitó cansada.

Divisó en el rincón aquella estúpida revista de chismes que le había dado la idea. Quería hacer algo diferente para el aniversario con su novio… y vaya que había sido diferente.

¿Quién era ese pervertido?

¿Quién era el pervertido con el que acababa de tener sexo telefónico?

Desconocía el color de sus ojos; no sabía a qué olía su cuello. Ignoraba la fuerza de su mano al estrecharla y ni siquiera podía imaginar el tacto de su piel. No había sentido su aliento ni el sabor de sus labios, pero después de casi una hora hablando con ella, sentía como si la conociera de toda la vida.

¿Le volvería a llamar?