Cárcel.

Shingeki no Kyojin no me pertenece, esta es una historia sin fines de lucros.

Ella comprendía el castigo, comprendía que se había extra limitado al poner el filo de su cuchilla en el cuello de su Capitán, ignorando sus ordenes y desobedeciendo francamente sus mandados.

Ella comprendía que si no fuera ella quizás la habrían dado de baja con deshonor, pero no podían permitirse perderla porque quisiera o no resultaba que era tan valiosa como "El soldado más fuerte de la humanidad" y "La esperanza de la humanidad".

Mikasa comprendía todo eso, incluso había agradecido que se tomaran el tiempo de atender la herida que se causo con la lanza trueno antes de encerrarla, Hanji parecía en parte enojada en parte entristecida, no sabía si los veinte días de castigo eran su idea o la del capitán.

Se sentía levemente culpable al recordar la expresión que tenía su rostro cuando lo derribó con ofensiva facilidad, su sorpresa momentáneamente a su arranque, la ausencia completa de temblor en su mano, su rencor, su ira.

Lo había traicionado, se admitió a si misma mientras se dejaba caer contra la pared de su confinamiento, durante el último tiempo había crecido en confianza con el hombre, al menos a nivel profesional, ya no lo odiaba tanto y en el campo de batalla formaban un buen dúo, trabajando codo a codo eran implacables.

Levi confiaba en ella, en su talento y habilidades, había sido su ala derecha en el combate.

Se sentía culpable, término por confesarse a si misma, y eso la ponía mal porque habían salvado a Armin, no podían dejarlo morir sin importar si para los demás solo era un saco mas de carne y hueso para lanzarle a los titanes, para ellos era Armin, su amigo de la infancia, el chico dulce y soñador, el cuenta cuentos, el estratega, el que todavía tenía alma, incluso si dejó morir a otro buen hombre en el proceso.

Levi tomó para su sorpresa la responsabilidad del todo, su mano sobre sus cabellos parecían un torpe consuelo, lo más que podía esperar de él.

Hanji o Levi, los había castigado con veinte días de encierro, incluso si al parecer el Capitán los perdonó no estaban exentos de culpa, y como Eren dijo aceptarían las consecuencias de sus actos. Esperaba que la nueva comandante fuera capaz de perdonarla, sin querer sus compañeros se fueron volviendo parte de su corazón, si bien Eren y Armin eran sus prioridades no podía ignorar la camaderia que creció entre ellos.

Llevaba dos días, y tanto Eren como ella habían permanecido en un silencio tensó, ninguno de los dos parecía dispuesto a romperlo por miedo a lo que sucedería, ella sabia que él estaba mal, que debía estar aun más angustiado de lo que ella se sentía, por eso ni siquiera tenia ganas de comer.

Apenas probaba bocado cuando le traían las comidas, muchas veces el mismo Armin era el encargado de hacerlo pero no permanecía mucho tiempo con ellos, en esos momentos se complacía de escuchar la voz de su compañero, era una especie de alivio y familiaridad.

Estaba asustada, tenía miedo de lo que les esperaba a futuro, ahora Armin también seria víctima de experimentos y un objetivo para los enemigos, debía preocuparse más.

Continuó con los ejercicios a pesar de la pobre ingesta que tenía, y de lo incómodo que era realizarlos en el sencillo vestido que le entregaron para usar mientras permaneciera ahí.

- ¿Eren? - Lo llamó el tercer día apoyándose en la reja, su espalda contra la pared - Estoy aquí. - Fueron las únicas dos palabras que pudo pronunciar, seria una tontería preguntar si estaba bien cuando sabia que no era así, extrañaba su bufanda.

Un pequeño bono de sus estrictos padres, quitarle la bufanda mientras estuviera ahí.

- Estoy aquí. - Respondió muy cerca posiblemente en su misma posición y eso fue suficiente para ella, de momento.

El encierro era peligroso, cada día se enfocaba más y más en el ejercicio para tratar de apagar sus pensamientos, dejar salir la culpa, el miedo, la incertidumbre y la ira. Sentía ira porque casi perdió de nuevo a un miembro de su pequeña y rota familia, el recuerdo de sus padres fallecidos la atormentaba en la noche, se preguntaba si Eren era capaz de escuchar sus sollozos.

El décimo día vio pasar a tres personas frente a la reja, quienes se quedaron frente a la celda de Eren mientras hablaban, Armin se acerco poco después para abrir la puerta ante su mirada indiferente, una vez fuera Eren la miro con melancolía preocupado por el comentario de la comandante.

- ¿Perdiste... Peso? Deberías comer más. - Comentó en un tono suave, preocupado por su aspecto delgado, de todas formas no pudieron conversar más por la interrupción de Levi que les ordenaba vestirse.

Diez días de encierro podía haberlos llevado a la desesperación, dos personas que apenas hablaban de sus emociones encerradas sin forma de distraer sus mentes era peligroso.

Mikasa tomo la mano de Eren entre la suyas por unos instantes mientras caminaban dando un suave apretón que fue recíproco.

Leyendo el capítulo 89 del manga me entro la curiosidad sobre porque Mikasa se ve más delgada y desanimada, no creó que la hayan hecho pasar hambre pero es curioso que Hange mencionará se ella era la que mas había perdido.

Esta historia tiene tres partes, aunque suele estar más enfocada en Mikasa.