Categoría: romance, comedia.

Personajes: Naruto, Hinata, Sasuke, Karin.

Rated: T

Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Kishimoto Masashi

La historia es íntegramente mía basada en sus personalidades

Príncipe azul

Prologo

―Justo como me lo recomendó el doctor ―Comentó una pelirroja en cuanto el mesero le dio la espalda para atender a otra mesa.

― ¡Karin! ―su compañera la reprendió lo más bajo que pudo, causando una estrepitosa risa por parte de la regañada―, te pueden escuchar.

―Cálmate Hinata, un piropo no es un crimen, además míralo ― el chico parecía algo nervioso al sentir miradas en su espalda, pero no se volteó en ningún momento―. Si se ponen así de buenos, una no tiene la culpa ― Hinata sólo bajó la mirada y continuó jugando con su ensalada.

― Es sólo un chico.

―Tienes razón ―comentó, viendo por primera vez el plato de comida que había ordenado―, pero esta justo como me gusta: cabello oscuro, ojos negros y actitud indiferente. Me pregunto si tendrá un hermano mayor.

Hinata sonrió muy bajito ante las palabras de su amiga.

― Los hombres indiferentes no son el prototipo de príncipe, deberías dejar esas novelas románticas.

― ¿Hinata Hyuga acaba de ser sarcástica conmigo? Este es el día más raro que he tenido en mi vida.

― Sólo digo la verdad, el chico ideal debe ser caballeroso y amable, estar dispuesto a ayudar siempre y… ― lo pensó un poco―, estar siempre feliz, ser capaz de quitarte el mal humor con sólo mirarlo a la cara. Un autentico príncipe azul.

― ¿No lo quieres también rubio y de ojos azules? ― se había bajado las gafas para mirarla mejor―. Vamos Hinata, en la vida real no hay hombres así, por culpa de tus fantasías terminaste siendo novia de Kiba ―dijo esto último con cara de asco.

―Kiba era un buen novio, sólo que demasiado impulsivo y escandaloso ―se sentía cohibida, habían tenido esa plática sobre el prototipo ideal varias veces pero era la primera vez que lo hacían en un sitio público.

―Un sujeto que se lleva a su perro hasta al baño, no es un príncipe azul. Ni en las más remotas pesadillas de alguna mujer ―de respuesta sólo recibió una risilla por parte de su amiga―. Que tuviera alguna de las características de tu príncipe, no lo hizo uno.

― ¿Cómo pasó con Suigetsu? ―esa simple pregunta le recordó a su último novio. Tan frío, sarcástico, incluso un poco cruel, fue el novio que más duró con ella y al que mas quiso; pero al igual que pasó con Hinata y Kiba, era sólo la ilusión de la semejanza con el hombre ideal, al final nada resultó como lo esperaba.

―Algo así, ambas hemos tenido mala suerte ―una idea surcó su mente mirando maliciosamente a Hinata―. Hagamos una promesa.

― ¿Promesa?

―Dices que el príncipe azul existe. Yo Karin prometo que si encuentro a un hombre con todas las características antes descritas por ti, lo besaré y lo llevaré a una cita ― Hinata sabía que Karin hablaba sólo porque no esperaba encontrar un tipo así y decidió hacer lo mismo. Si su amiga se burlaba de su galán, ella lo haría del de ella, que era un más irreal.

― Y si yo encuentro al galán que tanto describes, lo besó y lo invito a una cita.

Ambas se tomaron de la mano sellando su promesa, sin saber que esa palabra que acababan de dar les causaría problemas.

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Capítulo 1

El día no se veía agradable, las nubes oscuras daban la impresión de que una gran tormenta se acercaba, pero el viento era seco, sin humedad en el aire; a pesar del extraño clima, Karin caminaba muy contenta por las deterioradas calles de ese barrio hacia su trabajo.

Le gustaba esa sensación: caminar en soledad con sus botas sin tacones, su short negro y su blusa mangas largas. Era raro, a pesar del viento no tenía frío y aunque su aspecto no combinara con el entorno envejecido, era su lugar de trabajo.

No era un trabajo normal aunque tampoco ella era muy normal; era contadora, una profesión que le gustaba porque era estable y sencilla, además no le exigía estar ocho horas cinco días a la semana y usar un uniforme apretado mientras evita ser acosada. Ya lo había experimentado y no le agradó en absoluto. Karin era una trabajadora rotativa, pero sus clientes no eran los típicos empresarios de microempresa que necesitaban ayuda con el fisco, ella llevaba la contabilidad de toda la zona de clubs nocturnos y prostíbulos de Konoha, y vaya que se sentía orgullosa de hacerlo, ganaba mejor que ningún otro contador que haya conocido, y además, conocía gente interesante.

Mientras se adentraba en la zona, saludaba a las personas que transitaban por allí, no eran muchas debido a la hora, ya que no todos podían darse el lujo de frecuentar esos lugares cuando aun eran horas de oficina; le causaba gracia ver como los hombres se sentían intimidados ante su animado saludo, mientras las pocas chicas que estaban a la caza de clientes para sus bares, le respondían el saludo de una manera aun más escandalosa.

―Karin, me dijeron que hoy trabajas con nosotras ―una hermosa rubia con larga cabellera sujeta a una coleta alta, la llamó. Era una de las más conocidas por Karin y de las vedettes más populares de la zona.

―Al parecer hoy tengo turno ―bromeó, hacía tiempo le había dejado de importar si los pocos o muchos clientes que pudieran escuchar, pensaban mal―. ¿Cómo vas enfermera?

La joven lanzó un suspiro largo.

―Las clases son pesadas, y más cuando tengo que levantarme temprano a atender a una profesora cansona y he trabajado toda la noche. Si no fuera porque pronto tendré mi titulo de enfermera, lo hubiera dejado.

―Sólo a ti se te ocurre dejar un trabajo de turno nocturno por otro, pero allá tú ―entró sin más antes que el jefe la fuera a buscar, o regañara a Ino por conversar en el trabajo.

El jefe de esta ocasión era uno de los ancianos mas pervertidos que había conocido, y eso era mucho decir al frecuentar clubs nocturnos. Aun así era muy responsable con su negocio y siempre consideraba su opinión sobre las cuentas.

―Tengo que estar fuera de la ciudad por la promoción de mi nuevo libro, ahí te encargo los números. Tsunade me ayudará supervisando el local y ya sabe lo de tu salario… usa mi escritorio y pórtate bien ―y sin más le guiñó el ojo, y se marchó dejándola anonadada por la extraña situación; suspiró resignada, al menos esta vez trabajaría en la reluciente oficina de Jiraiya.

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Cuatro horas después, empezó a sentir los estragos de estar en la misma posición sumando números, movió su cuello para quitarse la tensión al menos un poco, miró al reloj, aun era temprano y debía terminar los roles de pago si deseaba que las chicas cobraran el día indicado; había sido un mes muy productivo para el negocio y para ella eso sólo implicaba más trabajo, escribió un mensaje a Hinata avisando que llegaría tarde al apartamento y que le guardara cena. Ahora que tenia la seguridad que tendría comida en casa, volvió a trabajar.

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Eran cerca de las once de la noche cuando salió del bar, la zona casi desértica que vio en la tarde no era ni remotamente parecida a como se mostraba ahora: las luces prendidas por doquier, el olor dulzón del alcohol y el tabaco perfumando el lugar, las mujeres llenas de maquillaje y accesorios, parecía un sueño. En ese lugar todo aparentaba alegría y en parte Karin pensaba que lo era, las chicas de los bares le habían indicado que a pesar de ser un trabajo pesado podían darse el lujo de divertirse.

Se despidió de las chicas que encontró en el camino; no vio a Ino, comprendió que quizás estaba preparándose para su show, si hubiera terminado un poco más tarde se hubiera quedado para verla, ya había escuchado buenas críticas sobre el espectáculo de la reina de las flores…como hacía llamar la joven a la presentación que había creado, y que sólo la realizaba a la media noche.

Salió segura, como le habían enseñado se debía salir de esas zonas. Tomaría un taxi en la parada que se encontraba a dos cuadras de distancia, lo que no estaba en sus planes fue que dos hombres la empezaran a seguir desde que salió del bar; estaba nerviosa, pero trataba de no darlo a notar, caminaba a paso firme y rápido sin hacer amague de estar corriendo y veía como esos hombres apretaban el paso hacia ella, podía sentir las miradas en su trasero y las risillas que soltaban aquellos sujetos. El viento soplaba fuerte erizando su piel y provocándole una sensación de miedo mayor a la que de por sí sentía.

Cuando vio las luces sobre el asiento que indicaba la parada de buses y taxis, suspiró satisfecha; pero mientras más cerca estuvo, la esperanza se desvaneció. A pesar de ser un día laboral y esa una zona cerca de la comercial, ese asiento que pocas veces alcanzo a usar por la cantidad de gente que siempre lo ocupaba, estaba vacío, ni un alma alrededor para socorrerla; maldijo a Jiraiya, siempre que terminaba tarde la mandaba a dejar a la puerta de su casa en uno de sus lujosos autos, quizás esa fue la razón por la que inconscientemente permaneció hasta tarde con su trabajo, y qué decir de Tsunade que no dio señales de vida en todo el día.

―Oye preciosa, ¿por qué tan solita?

Se estremeció ante la trillada frase, por la manera en que arrastraba las consonantes era obvio que ese sujeto estaba ebrio; trató de ignorarlo y se sentó en aquella desolada banca, rogando que no se sentaran con ella.

―Vamos nena, dinos cuanto cobras. Mira que somos dos y podemos arreglar un buen precio.

En ese momento Karin pudo sentir como todo su miedo se transformó en ira, la acababan de llamar zorra, y la única que se podía decir así era ella misma en tono de broma cuando conversaba con Hinata, o alguna de sus amigas. Los miró por primera vez, y a pesar de que le sobrepasaban en tamaño no temió, les diría sus cuantas cosas a esos sujetos, luego intentaría golpearlos en sus partes nobles y huir.

―La señorita no desea que la acompañen, así que les aconsejo que se retiren ―sonó detrás de los sujetos, dejándola congelada e impidiendo que realizara la acción planeada.

― ¡Cállate que no es contigo! Es entre la zorra y nosotros.

Y antes de que Karin aclarara que no era ninguna zorra y no pensaba negociar con esos tipos ni aunque no tuviera más opción en la vida, aquel hombre ya había mandado a uno de los borrachos al piso de un sólo golpe. Vio como el otro borracho se abalanzaba ante el sujeto; deseaba verlo bien, pero la luz de la parada de buses era fuerte haciendo más oscura la zona lejos de su alcance, precisamente donde estaba su defensor. El hombre terminó con el borracho rápidamente y lo vio acercarse a ella, tragó grueso y deseó no verse tan cansada, desaliñada y asustada como se sentía.

El sujeto que entraba en la zona de luz era apuesto, alto, de cabello rubio y los ojos mas azules que había visto en persona; se acercó a paso lento, como si temiera asustarla, y le sonrió animadamente mientras agitaba una mano en señal de saludo.

―Perdón por el incidente, ¿puedo sentarme aquí? También estoy esperando taxi.

―Claro ―mencionó aun estupefacta por la facilidad con la que se había deshecho de esos sujetos―. Debo agradecerte, esos sujetos estaban poniéndose pesados.

―Era lo menos que podía hacer, no puedo permitir que ataquen a alguien indefenso cuando estoy presente ―se lo notaba entusiasmado, como si le agradara el salvar personas o en su defecto pelearse con villanos.

Como todo un príncipe, pensó Karin. Y en ese momento lo hablado con Hinata regresó a su memoria; ella había prometido besar e invitar a una cita al hombre con las características que consideraba imposibles, pero lo tenía enfrente, ¿qué debía hacer?

―Esta es mi tarjeta de presentación ―pensó que lo justo era cumplir con lo prometido, era una mujer de palabra y debía recompensarlo de algún modo―, me gustaría invitarte a comer como agradecimiento.

Tomó la tarjeta roja con el nombre y número de teléfono, ni quiera la miró bien por escuchar lo que la pelirroja le proponía.

―No es necesario, de veras ―sonreía mientras se rascaba la nuca en un acto de nerviosismo―. Yo lo hice por ayudar.

¿Insistir o no insistir? Ella nunca había rogado por una cita, y eso sólo era parte de la promesa, aun no sabía cómo haría para darle un beso si ni lo primero deseaba aceptar; entonces comprendió que no estaba actuando como ella, se estaba juntando demasiado con Hinata.

―Entiendo, no se preocupe… no quiero incomodarlo, yo sólo quería ser amable ―fingió afectación.

―No, no, no ―la vio realmente mal, como si fuera a llorar si él no aceptaba, sacó su billetera y le dio una de sus tarjetas de presentación―. Este es mi número, quedemos a comer un día de estos.

Karin sonrió abiertamente cuando recibió la tarjeta, sin importarle que Naruto pudiera pensar que en realidad estaba fingiendo; miró hacia la calle y vio acercarse tres taxis, seguramente ya era la hora en que la flotilla de transportes se estacionaba en el lugar para esperar a los clientes, un plan se formó rápidamente en su mente.

―Naruto-kun ―se acercó un poco sin demostrar sus verdaderas intenciones―, te llamaré mañana para nuestra cita ―y antes de que el rubio pudiera siquiera responder lo tomó del rostro y le dio un beso.

En un principio no obtuvo respuesta, había impresionado de sobremanera al pobre chico, pensó en soltarlo pero justo en ese momento lo sintió corresponder, cerró los ojos y se dejó llevar. Hacía tanto que no besaba a nadie. Terminó el beso cuando escucho el claxon de uno de los taxis, y pudo ver como el rubio aun mantenía los ojos cerrados; le pareció adorable, se puso de pie y se metió en el taxi ordenándole al chofer que acelerara.

Sacó su celular y marcó a Hinata.

―Hinata, no vas a creer lo que me pasó…

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Notas de la autora:

FELIZ CUMPLEAÑOS DANIEL

Si, lo sé, estoy gritando, pero desde hace mucho tiempo había pensado en esta trama para mi primer Narukarin, no lo quería subir hasta terminar uno de mis fics, pero la inspiración y el cumpleaños del hombre que metió a Karin en mi mente hasta que me agradó, me han obligado a subirlo.

Dano espero que te guste tu regalo de cumpleaños, si no te gusta, pues espérate al segundo capítulo que prometo será mejor.

Y a mis demás lectores, gracias por darle una oportunidad a este intento de comedia sobre el príncipe azul.