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Los personajes utilizados aquí no son más que propiedad de Suzanne Collins. La historia es lo único que me pertenece.

Capítulo 1

Los Elegidos

Era un día muy soleado. Hacía tanto calor que el sudor corría por mi frente. Estaba en la panadería amasando el pan para que después mi papá lo metiera al horno y al final yo decorara los pequeños cupcakes con varios tipos de betún de diferentes sabores y colores. Al final yo los pondría en unas bandejas de metal para dejarlos frente a las ventanas de la panadería en unas mesas de madera para que la gente los viera. En verdad se veían apetitosos.

Mientras decoraba los pequeños pasteles en la parte trasera de la propiedad donde estaban los hornos y la harina para hacer el pan, escuché un grito fuera de donde yo estaba. Me asomé por la ventana que estaba al lado de mí pero no veía a nadie y todo se volvió silencioso otra vez. Regresé a lo que estaba haciendo y en cuanto me volví a sentar escuché el grito una vez más pero con más intensidad y rápido salí disparado hacia la ventana.

En ese momento no creí lo que estaba viendo. Me quedé sin palabras porque lo que estaba en frente de mí no era nada más que una niña ensangrentada. Era muy pequeña y el fleco de su cabello tenía unas cuantas manchas rojas, al igual que algunos mechones de cabello alrededor del fleco. Inmediatamente salí corriendo a ayudarla. Estaba a punto de llegar a ella hasta que algo grande y duro me derribó.

–¡No te acerques a ella! –Una voz muy grave gritó muy cerca de mí– ¡Está enferma y no la puedes ayudar!

Fue cuando me elevé con mis codos a ver al chico parado frente a mí. Tenía el cabello completamente oscuro –Déjala y ven conmigo–. Todo pasó tan rápido que no pude ni siquiera decirle algo. Me tomó del brazo y me jaló hacia la dirección contraria a la de la chica. Me tomó un poco de tiempo notar que al voltear a ver a la pequeña niña, ella tenía la cara más ensangrentada que nada. Sus dientes estaban demasiado chuecos y su boca estaba rodeada de sangre en un color extrañamente obscuro. Parecía que estaba muerta y que había comido carne cruda pero con exceso de sangre para mancharla de ese modo.

–No hay tiempo de explicar porque ni siquiera sé que pasa –Me llevó corriendo hasta el otro lado del distrito hasta que entramos a una pequeña casa– Tú lo viste con tus propios ojos, ¿no? Está claro que no estoy loco. Sabía que algo andaba mal con ella desde hace unos días.

Me quedé callado, sin hacer algún gesto porque estaba tratando de procesar lo que vi hace unos momentos. ¡Los ojos de ella eran de un color irregular y demasiada sangre chorreaba de su boca! ¿Qué está pasando?

–Oye, ¿me estás escuchando?

Desperté de mis pensamientos y lo miré a la cara.

–No entiendo qué pasó. ¿Por qué estaba ensangrentada de esa manera y por qué se veía como si estuviera muerta? –él se quedó quieto y cerró su puño derecho para sostener con él su mentón.

–Estoy empezando a creer que el capitolio tiene algo que ver con esto –Se sentó en una silla que estaba junto a él y yo sólo abrí la puerta un poco para ver si había algo inusual por ahí. No había nada y la chica que habíamos visto se suponía que tenía que estar muy lejos de nosotros. Aún así, saqué medio cuerpo de la casa y sentí un jalón llevándome dentro de la casa de nuevo – ¿A caso estás loco? No piensas salir ahora, ¿verdad?

–No puedo quedarme aquí para siempre, y tengo que ir por papá. No sabe a dónde fui y de seguro que está asustado ahora. –Fue en ese instante cuando el chico que estaba frente a mí me empujó hacia la pared más cercana. Sus manos estaban rodeando cada uno de los lados de mi cabeza.

–Es demasiado peligroso –Sus ojos se entrecerraron.

–Si en verdad estás tan preocupado entonces acompáñame, pero no me quedaré aquí. Y creo que la chica necesita ayuda. No sabes si eso es contagioso y supongo que alguien más ya la vio y la habrán ayudado.

No me quedé más tiempo de lo que quería así que lo empujé para que retrocediera y abrí la puerta para salir y fui a buscar a mi padre.

En unos días era la cosecha y ese era el aniversario 75 de los Juegos del Hambre. No me imagino cuál será la sorpresa del presidente para todo Panem. Tendría que ser algo muy loco para que el Capitolio tuviera lo que quisiera. Entretenimiento era lo que siempre deseaban. Ver cómo se mataban los tributos unos a los otros de una y otra forma, de toda forma posible que exista.

Seguí caminando hacia donde estaba la panadería y vi a varias personas corriendo hacia todos lados. Nunca vi a nadie correr tan rápido como ellos. Y fue cuando vi a dos figuras a unos cuantos metros delante de mí. Era la niña que había visto hace unos minutos y un chico un cuarto más alto que ella. Ambos tenían su ropa cubierta de lodo y sangre por todas partes.

Todas las personas salieron huyendo del lugar y las dos figuras seguían moviéndose hacia donde yo estaba. Me quedé en shock viendo cómo es que se movía el chico. Estaba cojeando y tenía básicamente una herida profunda, como si fuera un hoyo, en su antebrazo. Parecía una mordida demasiado grande.

Los dos se movían hacia mí y salí corriendo por donde yo venía pero choqué contra algo duro y por poco vuelvo a caer. Era el chico de cabello obscuro – ¡Te dije que no te fueras! – Salimos corriendo como todos los demás hasta que vimos a los guardias del distrito sacar sus armas a lo lejos y dispararon a los dos chicos. Volteé la cabeza para ver qué pasaba pero los dos cuerpos ya yacían en el suelo, inmóviles y con más sangre rodeando el piso. Todos los guardias se acercaron a los cuerpos y sin más demoras se los llevaron, arrastrándolos hacia otro lugar. Ellos gritaron a todos los que estaban cerca que no había pasado nada, que todo fue una broma, que todos se quedaran callados y que no abrieran la boca o, si no lo hacían, tendrían que ejecutar a cualquiera que abriera la boca para callar a los demás.

Todos en el distrito supimos lo que pasó aunque algunos no lo presenciaron.

¿Alguna vez te han contado una de esas historias de terror donde la gente muerta vuelve a regresar a la vida? Pues esta fue totalmente verdadera. El capitolio nos amenazó y no quieren que digamos nada a nadie fuera de este distrito, (como si eso fuera posible. No tenemos contacto con algún otro distrito) esto es una estupidez.

No lo puedo creer ni ahora y no pensaba que eso fuera posible. Sólo faltaban unas semanas para la cosecha.

~…~…~…~…

El día de la cosecha había llegado. Mi padre había estado haciendo pan todo el día aunque no había necesidad. Siempre le pasaba cada año antes de que iniciara la cosecha por los nervios de que me escogieran a mí o a alguno de mis hermanos, aunque el mayor ya tenía veinte años y el que sigue después de mi hermano mayor tiene dieciocho y es su último año. En cambio yo tengo dieciséis y me quedan tres años contando éste.

Salí de la panadería para ir a la casa de Gale, quien era el chico que me había salvado básicamente de la niña. Después de ese día lo empecé a conocer mejor y nos hicimos amigos desde entonces, y salíamos todos los días a hacer lo que quisiéramos. La mayoría de las veces nos íbamos al bosque. Él cazaba cualquier animal sigilosamente para poder venderlo después y yo sólo lo acompañaba por diversión.

En verdad nunca me ha gustado la idea de matar a un ser vivo. Para ser honesto, diría que me aterroriza pensar en matar a alguien.

Llegué a la pequeña y humilde casa de Gale y di unos cuantos golpes a la puerta de enfrente. La puerta se deslizó hacia dentro y el pequeño Rory apareció por el reducido espacio de entre la puerta y el marco.

–¡Peeta! –Saltó de emoción y me abrazó– Te extrañé.

Lo abracé devuelta con una ligera sonrisa en mi rostro. Él era como un hermano menor para mí y desde el poco tiempo que lo conocí me hice muy cercano a él. Cuando Gale notó la primera vez que Rory me hablaba con demasiada confianza se sorprendió. Rory era como yo, teníamos muy pocos amigos. En realidad pienso que si nunca hubiera conocido a Gale nunca hubiera hecho algún tipo de relación amistosa con alguien. Desde entonces siempre voy a visitar a Gale casi todos los días. Mi vida cambió desde que lo conocí.

–Yo también te extrañé Rory. –Me siguió abrazando hasta que lo aparté un poco de mí sin brusquedad– ¿Está Gale por ahí?

–No. Pero creo que salió a buscarte.

Dejé escapar un ligero "oh" y asentí con la cabeza.

–Entonces iré a buscarlo.

Rory me abrazó de nuevo casi tacleándome y haciendo que me tambaleara hacia atrás. –Está bien pero regresen pronto. Mamá dijo que ya casi es hora de la cosecha –Se quitó de encima de mí y me ayudó a pararme. Traté de quitarme el polvo de mi espalda y trasero dando unas suaves bofetadas a mi ropa.

–¡Gale! –Escuché el fuerte grito de Rory mientras seguía sacudiendo mi espalda– Peeta te estaba buscando.

Escuché la risa de Gale a mi lado cuando se empezó a carcajear de la nada.

–¿Qué es tan gracioso?, ¿eh? –Se echó a reír más fuerte y le lancé una mirada amenazadora entrecerrando mis ojos.

–Nada, solamente que fue demasiado divertido verte a ti ser tacleado por mi hermano.

Se siguió riendo mientras Rory se empezaba a reír junto a su hermano mayor. De tal palo tal astilla, como suelen decir. Ellos dos son muy parecidos físicamente, aunque Gale obviamente es mucho más grande que Rory. Rory en sí es fuerte y eso que yo cargo sacos de harina de unos cincuenta kilos en la panadería lo cual me permite desarrollar músculos. Si Rory es fuerte no quiero saber qué tan fuerte es Gale en realidad.

Golpeé el pectoral derecho de Gale y dejó de reír. En ese instante sentí un empujón y caí al suelo. Gale se lanzó encima de mí y me empezó a atacarme con cosquillas.

–¡Gale, basta!

Vi que Rory saltó desde donde estaba hasta la espalda de Gale. Mientras, Gale se distrajo y trató de zafarse del aferro que tenía Rory sobre él. Empujé a Gale para que se alejara. Rory y yo empezamos a darle cosquillas en forma de venganza.

Tuvimos una victoria impecable. Gale estaba en el suelo cubierto de tierra mientras nosotros chocamos nuestras manos en una moción de victoria.

–¡Dos contra uno siempre es mejor! –Rory emocionado saltaba.

Ayudé a Gale a levantarse y a quitarse la tierra que tenía ahora sobre toda su camiseta.

–A eso lo considero trampa.

Gale rodeó a su hermano por la espalda con sus grandes brazos y lo levantó en el aire girando rápidamente. Rory chilló con risitas aún estando en el aire hasta que Gale disminuyó la velocidad y lo bajó.

Una voz aguda salió de dentro de la casa. Llamó nuestra atención y entramos a ver qué pasaba.

La televisión estaba encendida y Hazelle, la madre de Gale, tenía la boca cubierta con su propia mano. Su mirada era atónita y por el color de piel que tenía sabía que se había pasado algo malo. Estaba totalmente pálida.

–¿Qué ha ocurrido? –Gale preguntó a su madre. Ella estaba paralizada.

En la televisión estaba el presidente Snow dando un discurso. Su sonrisa malévola me hacía sentir asqueado. Era una sonrisa de satisfacción, como si estuviera tan emocionado por lo que ocurría y por lo que informaba a todo Panem.

–…este aniversario puede que sea uno de los más peligrosos y esperados –Abrió lentamente el sobre blanco que tenía en las manos por una de sus orillas, sacando de éste un pequeño trozo de papel cortado perfectamente en forma rectangular–. Este año… ¡Los Juegos del Hambre tendrán un competidor extra por cada distrito!

Hizo una pausa antes de reanudar el discurso.

– Y no sólo eso mi querido Panem. Tenemos otras sorpresas extras en la arena. Algo que muchos nunca pensaron que pudiera pasar en realidad, pero para nuestro querido Capitolio este año será de mucha acción.

Observé a Gale de reojo. Me pregunto qué pensará sobre lo que el presidente acababa de decir. No me pude imaginar exactamente qué es lo que tenían preparado para los tributos de este año, pero algo sí sé. Sé que lo que habrá esta vez no será como los otros años. Tal vez no haya tantas provisiones… o tal vez harán una arena gigante donde te puedes perder y nunca encontrar una salida y morir de la desesperación.

El Capitolio algún día pagará por todo lo que hace. Especialmente el presidente.

–Ahora hay más oportunidades de que los escojan a ustedes –La voz de Hazelle sobresaltó. Apenas me di cuenta de que la señal en vivo pasó a estática y la tele emitía un sonido extraño. Gale caminó hacia el aparato y presionó el botón de apagado.

Hubo un largo silencio. Nadie dijo nada hasta que Hazelle soltó un chillido y jadeó antes de romper a llorar.

–Gale, si te escogen a ti… –Gale tomó firmemente las manos de su madre.

–No pasará… te lo prometo.

Gale ha tomado tantas teselas desde el primer día en que pudo pedirlas. Era necesario en su familia porque su mamá no podía mantener a todos sus hijos, aparte de que cuando tuvo a Posy (la única hermana de Gale) tuvo que salir a pedir trabajo antes de que pasara la semana de tenerla a ella. Fue duro para los Hawthorne, porque la razón por la que eso pasó fue por la muerte del señor Hawthorne en la explosión de la mina hace unos cuantos años atrás. Muchos hombres murieron y familias quedaron desamparadas

No se pudo hacer nada después. Todo quedó en ruinas así que abrieron en otro lugar otra mina para poder seguir excavando.

Me senté en una silla de madera que estaba justo al lado de una ventana. Me sentí mal por Gale y sólo esperé a que tuvieran su momento. Cuando pasan este tipo de cosas me pongo muy sentimental. Me empiezo a sentir igual o a veces hasta peor que las personas que están sufriendo en ese momento.

Junté mis rodillas y las jalé hasta que mi frente reposaba en ellas. Me hice un capullo antes de empezar a sentirme peor. Entonces sentí una fuente de calor junto a mi pierna. Me asomé a ver qué era y vi a Rory frente a mí. Deshice el capullo en el que me había hecho y lo abracé con tanta fuerza para no llorar. Sentía que una ligera gota de agua corría por mi pómulo hasta llegar a mi mandíbula.

–Peeta, nosotros estaremos bien si algo malo llega a pasar. Yo protegeré a mi madre y a mis hermanos. Después de todo si Gale no fuera el mayor y yo lo fuera yo sería más fuerte que él. Y… ¡sería más guapo!

Rory sí que sabe cómo animarme y sé que lo que dijo es para hacerme sentir mejor. Solté una risita, limpiando lo húmedo que había quedado en mi mejilla.

–Yo sé que no pasará nada. Todo estará bien, pero no puedo evitar sentirme mal en este tipo de ocasiones. Lo siento. Gracias por hacerme sentir mejor –Me levanté de la silla y vi que Hazelle ya no estaba en la sala. Asumí que fue a la cocina.

–¿Dijiste que serías más guapo y fuerte que yo? –Gale se acercó a nosotros y tomó a su hermano, cargándolo– Verás quién es el más guapo y fuerte aquí.

Sacudí mi cabeza. Siempre era lo mismo con ellos. Los dos siguieron luchando hasta que Hazelle volvió a la sala y yo contemplaba a los dos.

–Peeta, ¿quieres un poco de té? –Puso una tasa sobre una mesita que estaba frente a mí y sugirió el té vaciándolo de la tetera hasta la tasa. Humo salía del líquido ligeramente verdoso y amarillento.

–Hm. De acuerdo. –Asentí con la cabeza y ella empujó la tasa hacia mí para que yo la pudiera tomar.

–Chicos, dejen de jugar. Ya casi es hora de la cosecha y tenemos que estar listos. –Noté los ojos rojos de Hazelle. No quise decir nada. Tal vez si decía algo equivocado ella volvería a llorar. Preferí no quedarme callado.

Unos minutos después de acabarme el té, todos salimos de la pequeña casa hacia el centro del distrito donde Effie Trinket, la mujer que escolta a los tributos del distrito 12 cada año, estará frente a todos.

Personas de todas edades, niños y niñas, adultos y ancianos, caminaban en una sola dirección. Nosotros seguimos el paso hasta llegar al centro.

–¡Bienvenidos, bienvenidos! El tiempo ha llegado para escoger a nuestros queridos tributos. ¡Aunque este año habrá algo que agregar! –Effie alzaba sus manos de emoción– Ahora habrá un tributo más que será enviado a los Juegos.

Frente a ella había tres urnas diferentes llenas de papelitos en donde siempre se encontraban los nombres de todos los adolescentes del distrito en cantidades diferentes.

–¡Las damas primero como siempre!

Se preparó para tomar aleatoriamente un papel de la primera urna. Sacó su mano junto con el trozo de papel entre sus dedos y la desenvolvió.

–Y nuestro primer tributo es… Katniss Everdeen.

Todos voltearon a la fila de las chicas y entre todas ellas una caminó lentamente hacia el podio, encaminándola por los agentes de la paz. Vi su cara al pasar frente a todos, no parecía asustada del todo. Era algo extraño ver a alguien como si no hubiera pasado nada y que la hayan escogido para participar en los Juegos. Nunca lo había visto antes.

La chica se estaba frente a todos con la misma expresión. Effie se acercó a ella y le dio un abrazo hasta dirigirla a la orilla del podio.

–Ahora van los caballeros. –Aproximándose a la urna que estaba en medio de las otras dos hundió su mano hasta el fondo para tomar al pedazo elegido.

–El siguiente tributo es… ¡Peeta Mellark!

Ese fue el instante en el que sentí que todo se derrumbaba sobre mí.

Los chicos alrededor de mí sabían quién era aunque yo no los conociera, sentí sus profundas miradas penetradoras chocar contra mí. Me sentí tan indefenso.

–¡No!

Rory corrió hacia mi lado y me abrazó tan fuerte como nunca lo había hecho antes.

–¡Tú no puedes ir!

Los agentes de la paz alejaron a Rory de mí, apartándolo y haciéndolo a un lado mientras ellos me llevaban hacia el podio. Sentí cómo la sangre se asentaba dentro de mí causándome un ligero mareo. Tenía ganas de vomitar y me sentía enfermo.

Llegué hasta el podio y Effie me dio un abrazo. Katniss sin mirarme siguió observando a todo el distrito frente a nosotros. Había cámaras grabando todo esto, las estaba viendo desde donde estaba. Las pantallas gigantes alrededor de todo el público proyectaban las imágenes de lo que pasaba en ese instante.

–¡Ahora falta un tributo más! –Metió rápidamente su mano para sacar un nuevo papel– ¡Puede ser un chico o una chica, así que todos tienen las mismas oportunidades de participar!

¿En verdad piensa que alguien se alegrará en participar?

Effie desenvolvió el papel y lo observó por un momento.

–¡Gale Hawthorne!

Eso no podía estar pasando. Vi a Gale a lo lejos y me volteó a ver instantáneamente.

Sin perder más tiempo, Gale abrazó a Rory antes de que los agentes de la paz llegaran por él.

Los dos mismos agentes que escoltaron a Katniss y a mí lo escoltaron a él hasta que llegó a nosotros y Effie le dio el último abrazo.

–¡Estamos todos listos ahora!

¿Acaso todo lo que dice Effie lo dice con tal alegría o entusiasmo? Ella apresuradamente nos guió por un pasadizo por detrás del podio. Pasamos por un callejón hasta que apareció una casa al fondo. Effie abrió la puerta y entró primero, nosotros íbamos detrás de ella. Mientras estudiaba el lugar, vi a Effie hablar con un agente de la paz que aguardaba sentado en un rincón.

–Chicos. El tren está a punto de llegar y tienen máximo media hora para tener visitas. Después de eso tendremos que partir para llegar al Capitolio –Ella nos dio otro abrazo a cada uno hasta que se dio media vuelta– únicamente media hora, ¡no más! –En eso salió de la habitación y detrás de ella cerró la puerta con ligereza.

Katniss rápidamente se fue a sentar a un sillón de terciopelo color rojo y negro que se encontraba en la otra esquina del lugar. No había hablado con ninguno de nosotros aun. Gale se me acercó y me rodeó con sus brazos.

–Peeta, esta vez no tuvimos suerte.

Lo abracé devuelta y sentí su cálido pecho casi junto al mío; él era más alto que yo por unos diez centímetros. Nunca me sentí tan bien dando un abrazo antes.

–No hay nadie más que pueda cuidar de mamá y de mis hermanos –me sentí triste por el hecho de que no puedo hacer nada de nuevo–. El único que podría hacerlo es Rory, pero no es lo suficientemente grande para ir a cazar y cuidarse solo. No sabe cómo hacerlo tampoco. Le prometí que le enseñaría pero ahora no puedo…

Lo solté y lo miré a los ojos.

–Todo estará bien, lo prometo –mis voz se quebró por un momento–. Ellos estarán bien.

–No quiero que ninguno de ellos tenga que intercambiar teselas por más oportunidades de que ellos tengan que ir al infierno al que nosotros iremos.

Me empujó hacia él otra vez y toda su carga la liberó en mi hombro. Sentí las lágrimas de Gale cerca de mi cuello.

El chillido de la puerta nos sorprendió y dos figuras entraron. Eran Hazelle y Rory.

Rory tenía la cara totalmente roja y húmeda; lágrimas corriendo por sus mejillas. Hazelle ya estaba desecha, caminó hacia Gale y lo abrazó. Rory fue quien vino a mí y me rodeó el cuello con sus brazos.

–Todo estará bien, Rory.

Él no dijo nada pero me miró con ojos de dolor y una mirada muy profunda, nunca había sentido tal seriedad antes en él

–No, nada estará bien –Tomó mi mano–. Pero yo cuidaré de mi madre y mis hermanos.

Yo asentí con seriedad, sujetando su mano. Él asintió devuelta y fue hacia Gale.

Hazelle vino hacia mí y me dio un ligero abrazo y un beso en la mejilla.

–Ten mucho cuidado Peeta. Sé que no soy tu madre pero quiero que estés bien siempre.

Del poco tiempo que conozco a Hazelle, siento que es como la madre que nunca tuve. Mi madre murió hace un año y, por el trato que me daba desde pequeño, sé que nunca me quiso… a ella sólo le interesaban mis hermanos. Para ella yo era una basura. No es que me alegrara de que haya muerto, pero tampoco me sentía bien del todo porque ella era mi madre. A pesar de todo ella me dio la vida.

–Yo sé que todo estará bien. –le afirmé con una media sonrisa.

–Así será, mi querido. –Se despidió plantando un beso en mi mejilla derecha y tomó a Rory de la mano. Le dio un último beso a Gale y salió de la habitación con más lágrimas escapando de sus ojos.

Todo esto era tan extraño. Era la peor de las coincidencias. Las posibilidades de que a Gale y a mí (específicamente a mí) nos tocaran para ser elegidos eran casi nulas, pero pasó…

Giré mi cabeza para ver a Katniss quien estaba mirando la puerta. No había ni una visita para ella aun.

–Quedan quince minutos. –El agente de la paz que estaba posado a un lado de la puerta avisó.

La puerta se deslizó otra vez y vi a un hombre frente a mí de cabello castaño. Era papá.

–Peeta –Me rodeó con sus grandes brazos en un estrecho abrazo–. Hijo, perdóname.

No me dejó respirar con su estrecho abrazo. Era casi asfixiante.

Metió su mano derecha a su bolsillo y sacó un pequeño collar metálico y delgado de color dorado.

–Quería darte esto desde hace mucho –Extendió el brazo, tomando mi mano y dejando caer en palma el delgado collar–. Es un sinsajo.

Abrí mi mano y contemplé la pequeña figura del pájaro en la cadena de oro. Era un sinsajo en verdad.

–Es de la suerte. Ha estado en la familia durante varias generaciones.

–Gracias, papá.

Gale se movía de un lado hacia otro sin parar. Parecía estar desesperado o ansioso. Mientras tanto, Katniss seguía en su misma posición; sentada con la vista perdida. El agente de la paz estaba totalmente distraído, contemplando sus uñas y mordiéndolas desconcentrado.

–Peeta, esto es lo único que me queda para darte. Siento no haberte protegido más de tu madre cuando tuve la oportunidad. En verdad lo siento, hijo. No tuve el valor de protegerte lo suficiente.

–Papá… –No pude contener las lágrimas… los recuerdos de mi madre pegándome porque hacía algo "mal" – Eso es del pasado. No fue tu culpa…

–No, Peeta, sí fue mi culpa –se limpió la mejilla y dejó salir un suspiro cansado–. Yo sé que tú vas a estar bien –frotó con su mano derecha mi hombro para hacerme sentir mejor y se acercó a mi oído para susurrarme algo–. Sé que te preocupas por la familia de Gale también. Yo los ayudaré para que no les haga falta nada.

Ese momento sentí un peso menos de encima. Al menos sabía que papá cumpliría su palabra.

Unos minutos más tarde mi padre ya se había ido y despedido.

–Quedan cinco –El agente alzó la voz–, no más ni menos.

Me senté a la orilla del otro sofá que estaba en la habitación; opuesto al de Katniss. Gale se dejó caer también en el colchón. Se inclinó hacia enfrente y situó sus codos en sus rodillas acomodando su mentón sobre sus manos.

–¿Crees que esté bien? –Hizo una referencia con la mirada de sus ojos hacia Katniss–. Nadie vino a visitarla. Deberíamos hablar con ella.

Una fuerza soslayó la puerta y una señora con una ropa vieja pero limpia entró. Caminó hacia Katniss con brevedad. Gale hizo una mueca estupefacta. Y yo sin hacer nada observé a las dos entablar una conversación la cual casi no se oía.

–¿Será su madre? –Gale manifestó.

Haciendo caso omiso a lo que dijo, traté de poner más atención a lo que estaban diciendo. Era casi imposible descifrar los movimientos de sus labios.

–…no pude… nada.

Una fracción de lo que dijo Katniss la pude percibir.

–Katniss, no puedes seguir culpándote por esto –La señora reprendió–. No podemos hacer nada ahora.

Fue sorprendente cómo la conversación fue de silencio a completo desastre.

–¡Sé que ellos fueron los culpables! Pero no estoy dispuesta a aceptar la muerte de Prim porque sí fue culpa mía en parte –Katniss reprochó devuelta–. No pude hacer nada. Me sentí impotente… ¡y esos animales me quitaron a mi hermana!

No comprendía de qué hablaban.

–El presidente Snow nos tratará de matar a todos en esa arena.

Mi corazón se detuvo. Esas palabras me dejaron un hueco en el estómago.

¿Qué nos podría aguardar este año en los Juegos?

~…~…~…~…

Un review por favor. :3