Disclaimer: Pandora Hearts no me pertenece.


Sabía que su mente era confusa, extraña y en ocasiones divertida; desde que había llegado y su tío le comunicó que este sería su sirviente a él le pareció que en serio no necesitaba algo como eso. Oz no estaba del todo de acuerdo, hasta que vio la figura de un niño más bajo que él y de cabellos oscuros, con ligeros raspones en su cara atrás de su tío, protegiéndose y sus ojos dudando en ese momento.

Oz sabía que tenía que ayudar, sea como sea y sin importar lo que ocurriera.

—¡Amo, bájeme por favor!

Aunque tenga que hacerle olvidar todo tipo de pensamientos innecesarios que siempre tenía Gil en la cabeza. El miedo era algo que hace olvidar, en muchas ocasiones, hasta del nombre que tienes.

Dulces, dulces gritos que ocupan la mente. Divertirse con él era algo que Oz siempre consideraba divertido, y aunque sea escalofriante, Oz sabía que Gil solo se concentraba en ese momento y no en las cosas tontas que hay alrededor.

Le haría olvidar todo lo malo, con la sonrisa que siempre tenía y sus juegos escalofriantes, era la mejor terapia que cualquiera podría dar. Además, era tan divertido ver sus ojos de esa manera, aunque tenga que colgarlo de un árbol.


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